Defender Mi Honor (D.M.H. 1)

By EstephaniaMendez360

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Ante la sociedad londinense, la vida de Camille y Danielle Britt era perfecta, ambas hijas del Marqués de Win... More

Prólogo*
Capítulo 1*
Capítulo 2*
Capítulo 3*
Capítulo 4*
Capítulo 5*
Capítulo 6*
Capítulo 7*
Capítulo 8*
Nota
Capítulo 9*
Capítulo 10*
Capítulo 11*
Capítulo 11 parte 2*
Capítulo 12*
Capítulo 13*
Capítulo 14*
Capítulo 15*
Capítulo 15 parte 2*
Capítulo 16*
❤¡Feliz 2017!❤
Capítulo 17*
¡Eligan rápido!
Defendiendo Tu Honor (D.M.H. 1.5)
Capítulo 18*
Capítulo 18
Capítulo 19*
Capítulo 20*
Capítulo 21*
Capítulo 21 (prueba)
Capítulo 22*
Capítulo 23*
Capítulo 24*
Capítulo 25*
Capítulo 26*
Capítulo 27*
Capítulo 28*
Capítulo 29*
Capítulo 30*
Capítulo 31*
Capítulo 32*
Capítulo 33*
Capítulo 34*
Capítulo 34 parte 2*
Capítulo 34 parte 3*
Capítulo 35*
Capítulo 36*
Capítulo 37*
Capítulo 38*
Capítulo 40*
Capítulo 41*
Epílogo*
Nota
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Historia En Edición

Capítulo 39*

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By EstephaniaMendez360

04 de noviembre de 1815

Esperaba a Damien en el carruaje, mientras él hacía un último arreglo con uno de sus socios para dirigirnos al puerto y poder viajar de una vez a Inglaterra. Estaba ansiosa por llegar y que nuestra vida en Wellington siguiera igual de perfecta como estaba aquí en Francia.

—Perdóname querida, por tardar.—dijo de repente entrando al carruaje.

—No te preocupes, ahora sí podemos irnos sin ningún contratiempo.

—Claro que sí. Avancer s'il vous plaît.—dio la orden de avanzar al cochero y de inmediato el carruaje se puso en marcha.

Movía mi el abanico de un lado a otro, hacia un poco de calor en el carruaje, así que abrí la ventanilla un poco, para que el aire no molestara a Damien, quien leía algunas cartas.

Estaba algo cansada, pero trataba de mantenerme despierta, para que al hacer alguna parada en un hotel o donde fuésemos a dormir, pudiese dormir rápidamente.

—¿Falta mucho para la siguiente parada?—pregunté después de medio día de viajar.

—No, ya casi llegamos, descansamos y partimos nuevamente.

—Bien.

—Descansa un rato, toma un poco de agua.—me pasó el agua y tomé, le ofrecí y él tomó también.

—Tú también deberías de descansar, no has parado de leer.—señalé sus cartas y el diario que traía en manos.

—Cuando llegue al hotel lo haré.

Sonreí en respuesta y me recosté un poco para descansar, me sentía muy cansada y tenía mucho sueño, pero prefería dormir al llegar al hotel. Caí dormida al final.

........

—¡Mamá!—volteé de inmediato detrás de mí, y me encontré con una pequeña de unos seis años que corría hacia mí.

—Cariño. ¿Qué haces aquí?—quité uno de sus mechones oscuros de su cara.—¿Dónde está tu hermano?

—No lo sé, supongo que debe de estar jugando con los perros de caza de papá.

—Hablando de papá... ¿Ha regresado?

—Nop.

—Bueno, vamos a comer.—sonreí y le di mi mano para ir al comedor.

Entramos por las grandes puertas de Wellington, y caminamos por aquellos pasillos. Habían cuadros donde estábamos Damien y yo, pero entre más entrábamos, habían cuadros de nuestros hijos.

—¡Madre!—me di la vuelta y vi a un niño de cabello rizado y oscuro venir hacia mí, con ojos grises, era igual a Damien, igual que la niña.—Tengo hambre.

—Justo íbamos al comedor. ¿Te unes?

—Sí, vamos.

Le ofrecí mi otra mano y él la agarró gustoso, y así los tres nos encaminamos al comedor.

—Señora Becher, la comida está servida.—dijo la ama de llaves.

—Gracias.—no podía recordar su nombre.

Entramos al comedor, y ahí estaba Damien.

—¡Papá!—gritaron ambos y corrieron a él.

—¡Niños!—los recibió con una sonrisa mientras los alzaba en sus brazos.

Me acerqué con una sonrisa a ellos, y él me abrazó después de bajarlos y me dio un beso.—Te extrañé.

—También te extrañé.—dije y recargué mi cabeza en su pecho.

.......

Desperté con una sonrisa y porque alguien me movía, era Damien.—¿Hemos llegado?—pregunté feliz.

—Sí, ya hemos llegado. ¿Estás bien?—me veía extrañado.

—Mejor que nunca.

Bajé de un salto del carruaje y caminé junto a Damien dentro del hotel, estaba feliz por aquel sueño, más no sabía su comentárselo, era una vida tan perfecta, que no sabía si se podía hacer realidad aquel hermoso sueño, Damien y yo habíamos formado una familia, eso era lo que yo anhelaba.

Entramos y Damien se dirigió a recepción mientras yo esperaba por él para ir a descansar a nuestro cuarto, estaba algo entumecida al igual que él, imagino.

—Vamos.—me dijo y agarró mi mano para llevarme a las escaleras e ir a nuestro cuarto.

En cuanto llegamos, nos dispusimos a dormir.

.....

17 de octubre de 1815

—Vamos.—me dijo Damien con una sonrisa y subí feliz al carruaje, faltaban unas horas para llegar al puerto e irnos a Inglaterra.

Me senté y él frente a mí, ambos estábamos ansiosos por llegar.

Él leía un libro y yo miraba por la ventana, había vuelto a soñar lo mismo, a nosotros y nuestros hijos, pero jamás mencioné o él sus nombres, tenía curiosidad de cómo se llamarían nuestros hijos, así que discretamente le pregunté.

—Damien.

—¿Sí?

—¿Qué nombres son tus favoritos?

—¿A qué te refieres?—dejó su libro a un lado y me miró interrogante.

—Pues, cuáles nombres te gustan. A mí me gusta Rebecca en una niña y en un niño... mmm... James... sí, me gustan.

Él entrecerró sus ojos y me miró un rato para después decir:—Me gusta Elijah, así se llamaba mi padre.—dice lo último en voz baja.— Stephen, Reese... Nicholas...

—¿Y de niña?

—Me agrada Rebecca, Aurore, Emmaline...

Sonreí.—Me gusta Aurore.

Él me miró un rato más y después asintió simplemente y volvió a su lectura.

Me senté a su lado y sin previo aviso, acerqué su cara a la mía y lo besé.

Sonreí después y volví a mi asiento, mientras él me miraba asombrado, iba a decir algo, pero en eso un fuerte golpe se siente a un costado del carruaje, era de noche, así que no se podía ver mucho.

—¡Señor Becher! ¡Estamos siendo atacados!—gritó el cochero.

Mi pulso se aceleró y me puse en una esquina alejada de donde se sintió el golpe.

Damien gritó algo al cochero, que no supe qué fue, debido al susto, pero sentí como me jaló hacia él y me dijo algo a lo que asentí, pero no supe en realidad qué fue.

Otro golpe se sintió, ésta vez en la parte de arriba, como si alguien se hubiese subido al techo.

—No grites Camille.—me susurró Damien y besó mi frente.—Aquí estoy.

A pesar de lo asustada que me encontraba, no perdía la calma, quería mantenerme fuerte, aún mis gritos querían salir, me mantuve callada y quieta al lado de Damien.

Miré por la ventana, pues por aquellos bruscos movimientos, la cortina se balanceba, mostrando a un hombre montado en un caballo. Cerré los ojos y apreté mis puños para controlarme.

Otro golpe se sintió y el carruaje se detuvo de abrupto y nuestra puerta fue abierta de una patada mostrando a un hombre, que por la oscuridad, no se distinguía su rostro.

—Su excelencia, discúlpenos por todo el alboroto, simplemente tenemos órdenes.—dijo aquel con fingida cordialidad, era inglés.

—No sé quien sea usted.—empezó Damien.—Pero le sugiero que se aleje de mí y mi esposa.

Él rió.—Primero, cumplo órdenes de quién me contrató, déjeme decirle que soy fiel a mi palabra.

—Aléjese de nosotros.

—Tranquilo, las órdenes fueron mantenerlo vivo.—hizo una pausa.—Pero a ella no.

Sentí a Damien tensarse a mí lado y atraerme más a él.—En ese caso, tendrá que pasar antes por mí.

—Un placer señor Becher, pero esta noche en particular no vengo de humor, así que seré rápido.

—¿Quién lo ha mandado?

—Eso es confidencial, pero le diré que usted no tiene de qué preocuparse, me aseguraré de que no escuche ni un solo ruido de su mujer.

Mi respiración se agitó, y de repente recordé cada lección que había tomado con Ian acerca de combate, tal vez me sería útil, tal vez no.

Mi pecho bajaba y subía con rapidez, mostrando mi miedo. En eso, sacaron a Damien a la fuerza, a pesar de que se resistió mucho pero bajé detrás de él, dándome cuenta de que habían más de diez hombres al rededor.

—Oh, Dios mío.—tapé mi boca, empezaba a sentirme mareada.

—¡SUÉLTEME!—gritaba Damien forcejeando.

Me sentía pequeña, rodeada y miraba a todos lados, la luz de la luna era suficiente para ver que estábamos cerca del mar, ya casi llegábamos al puerto.

—¡ÁTENLO!—gritó el hombre que había abierto nuestro carruaje.

Damien comenzó a repartir golpes a los que se acercaban a él, me quise acercar pero fui agarrada por alguien que empezó a atar mis manos.

—¡AHH!—grité.

Damien volteó a verme y forcejeaba aún más, pero eran muchos contra él, no podía hacer mucho.

Comprendí que ese era mi fin, entonces cerré los ojos y dejé que mis lágrimas salieran, pero escuché a lo lejos como Damien gritaba mi nombre y me decía que escapara y lo subían a un carruaje.

Sentí un arma en mi sien y sentí que aquella cuerda que ataba mis muñecas, no estaba tan fuerte, así que seguí lo que se me había enseñado y como pude, tiré el arma de sus manos y en ese momento sólo tenía dos opciones, tirarme al mar, o perderme en el bosque.

El mar estaba más cerca, eso fue lo que hice, pues no era muy alto.

Caí en el agua, y traté de acercarme a la orilla, para esconderme entre las rocas. El agua estaba fría, muy fría, tosí al salir del agua, y miré hacia arriba, no había nadie, me acurruqué en una esquina de la roca más próxima y pegué mis rodillas al pecho mientras asimilaba todo lo que había ocurrido.

Lloré, aquel hombre había dicho que sólo tenía órdenes de matarme a mí, no a él.

¿Quién podría haber mandado aquellas órdenes? Sólo un enfermo haría algo así. Justo cuando todo entre nosotros estaba bien, tenía que pasar esto.

Tenía que regresar a Inglaterra y pedir ayuda, no sabía donde podría estar Damien, se lo pudieron haber llevado a otro país, tenía que irme en el barco que saldría pronto.

Me levanté de mi lugar y busqué una salida para subir al camino, ya no escuchaba ruidos, parecía que todos se habían ido.

Encontré uno y subí, y no había nadie, sólo nuestro carruaje destruido.

Sollocé y me acerqué a uno de mis baúles, de donde saqué un poco de ropa, puesto que la noche estaba fría y no quería enfermarme y mi vestido estaba empapado.

Me cambié rápidamente y comencé a caminar, faltaba muy poco para llegar al puerto, empezaba a amanecer, así que apresuré mi paso, sabía que llegaría a tiempo. Había agarrado la carta de Damien del viaje y algo de dinero, al igual que joyas, por si no me era suficiente el dinero y unos pocos cambios para el viaje, sería el más largo de mi vida.

En mis manos, llevaba el anillo de Damien, que había encontrado tirado cerca del camino.

Abracé todo a mi pecho, con miedo al futuro que ahora tendría que atravesar, tal vez sin él.

....

Chicas, enserio les pido disculpas pero no he tenido nada de tiempo, he estado muy ocupada y a penas y he tenido tiempo de escribir este capítulo, les pido mil disculpas y espero me comprendan.

Enserio trato de escribir seguido, pero no puedo casi, tengan paciencia por favor❤

Espero les guste este capítulo...

Estephania🌸

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Editado el 6/junio/2020

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