Muse (NoRen)

By JongDinny_troller

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«Solo ver su rostro en aquella calle y los colores volvieron a mí, necesitaba retratarlo, pintarlo y sobre to... More

Introducción
×Gigolo×
Tobillera
×El extraño×
Su día de suerte
×Condiciones×
Improviso
×Prodigio×
Terrores que salen de noche
×Desentrañando la superficie×
Nada Personal
×Vacío×
No me lo digas, porque duele
×Mienteme×
Bajando por el muelle
×Asuntos familiares×
×Algo positivo×
Bittersweet
×Asuntos peligrosos×
Como atrapar un depredador
×El monstruo de mechas naranjas×
Donde hubo fuego... (1-2)
Donde hubo fuego... (2-2)
×Querido difunto×
Los juegos que nos gustan
×Ansiedad por la separación×
Eres a quien amo
×Dónde esta el corazón×
Sinceridad (1-2)
Sinceridad (2-2)
No volveré a casa sin ti
No volvere a casa sin ti 2-2
Final: Jeno
Epílogo: Vida nueva
Trabajo, trabajo, trabajo
[ESPECIAL] Escuela
[ESPECIAL] A beber...
[ESPECIAL] Nihilismo 1-2
Importante
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación Parte 1
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación PARTE 2
[ESPECIAL] Mi amor y desesperacion parte final
[ESPECIAL] Al final del amor
[ESPECIAL] Desde arriba

Los usados y los abusados

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By JongDinny_troller

Jeno no pudo dormir. Tal vez fuera porque los perros estaban despiertos y podía escuchar el tintineo de sus collares, desde algún lugar de la casa. Tal vez fuera porque la casa era demasiado grande y temía que hubiese alguien merodease por las sombras. El cuarto de invitados estaba un poco cargado de cosas y la cama en la que dormía tenía algunas pelusas; a diferencia del abultado sofá-cama en el que solía dormir y el comodísimo colchón de Renjun. Fuera cual fuera la razón, sus ojos estaban abiertos de par en par.

Renjun albergaba cierto odio por su padre adoptivo, lo que era una mierda, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que el hombre había hecho por él. Sin embargo, eso no era justo, porque aún no sabía toda la historia. ¿Qué había ocurrido entre ellos? ¿Qué había hecho que el Huang- alguien que tardaba mucho en enfadarse, sin importar cómo lo expresara- pintase una composición llamada Nihilismo, la encarnación visual de todo el odio que había acumulado por el arte?

Un suave suspiro interrumpió sus pensamientos. Jeno se sentó en la cama, observando, por primera vez, que Koeun tampoco dormía. La mujer morena estaba sentada allí sobre una silla, en la esquina más lejana de la habitación, con las piernas dobladas también sobre ella y mirando, por la ventana, a la calle mojada.

- Tú tampoco puedes dormirte, ¿eh?- preguntó, sin girarse.

- No. Es como si estuviera durmiendo sobre un montón de plumas.

Eunji rió sonoramente.

- Eres muy divertido, Jeno Oppa- la miró a los ojos- Pareces alguien fuerte… perfecto para Renjun. Estaba preocupada por él- bajó la vista hacia el suelo enmoquetado, que las separaba- aunque ya ha dejado claro que no tengo por qué sentirme así.

Jeno cruzó las piernas, acercando los hombros a sus rodillas y apoyando la barbilla sobre las manos.

- Pensaba que no lo veías de esa manera- preguntó, ignorando el incómodo nudo que se formó en su garganta.

- Claro que no- Eunji sonrió- Al menos, ya no. Ahora soy mucho más lista que antes- Jeno la miró- No me crees, ¿verdad?- negó con la cabeza. - No esperaba que lo hicieras. Nadie lo hace, sobre todo esos periodistas asquerosos, a los que sólo les interesa abrir viejas heridas- Eunji volvió la vista hacia la ventana, como si esperase encontrar algo que antes no hubiera visto- ¿Cómo no podría haberme enamorado de un chico que me arrastró hacia un estudio y me suplicó que fuera la musa de sus próximas pinturas, insistiendo en que nadie más podría serlo? ¿Cómo no poder sentir algo por alguien que pinta como él? Pero eso es todo- suspiró- El arte lo es todo. No hay un Lee Renjun, ni siquiera un Huang Renjun… sólo el arte. Y, en toda su vida, no querrá nada más; nunca lo ha hecho.

Lo peor de todo fue que Jeno estuvo de acuerdo. Durante el tiempo que llevaba viviendo con él, se había dado cuenta de que Renjun lo trataba todo con cierto desagrado; a sus amigos, a sus estudiantes, a los extraños. Lo único inmune a su escrutinio era sus bocetos, lo que resultaba divertido, pues Jeno habría jurado que los artistas eran muy minuciosos y acomplejados.

- Ese idiota me rompió el corazón- Koeun continuó, aunque no parecía triste al decirlo- y es una pena. Podríamos haber hecho juntos cosas maravillosas, pero eso ocurrió hace mucho, mucho tiempo.

- ¿Por qué me cuentas todo esto?

- Porque sé que eres un buen chico- Jeno trató de no reírse- y he preferido avisarte, antes de que sea tarde- los ojos de Eunji se encontraron con los suyos, hasta que soltó una risotada- ¡Ah, pero no te preocupes, Jeno Oppa! No ha hecho en los últimos cinco años; nada de alarmas, nada de lágrimas…

- Gracias por los ánimos, supongo- murmuró Jeno algo confuso, optando por intentar dormirse. Seguramente fuese algún sueño extraño, pensó, mientras se tapaba con las sábanas y se acomodaba bajo ellas. Ese viaje no podía ser tan surrealista. Seguramente, a la mañana siguiente se despertase creyendo que se había imaginado toda la conversación, que la modelo estaba perfectamente bien. Y, si ése no era el caso, bueno, seguramente tuviese que seguir con lo que había ideado Renjun y mostrarse totalmente normal. Jeno sonrió, mientras cerraba los ojos. Si de verdad quiere algo así

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

Cuando se despertó, a la mañana siguiente, la puerta de la habitación de Renjun estaba cerrada. Para su vergüenza, se había quedado dormido, así que, rápidamente, Jeno corrió hacia el baño para darse una ducha, escuchando voces al final de la escalera, mientras pasaba. Ese día, se dijo a sí mismo, mientras cogía una toalla del montón que había, se dedicaría única y exclusivamente a descubrir lo que pudiera del pasado de Renjun. Normalmente, no se entrometería en asuntos ajenos, pero estaba demasiado intrigado por la fría despedida que le había dado el chico a su padre, como para no buscar las respuestas. Seguro que la esencia del asunto tendría que ver con él.

Su teléfono móvil sonó y el rubio suspiró, cogiéndolo del montón de ropa. Seguramente, Mark no supiese que Jeno estaba en una zona del país cuyo horario era diferente, pues la primera ronda de mensajes llegó sobre las seis y se ignoraron, hasta que se despertó totalmente. Por lo visto, Mark había pillado a Haechan con otra persona, aquella mañana, y se dedicó- de acuerdo con las palabras de Taeyong, que había escrito a Jeno pidiéndole que tranquilizara a Mark- a despertar a todo el edificio, con sus gritos histéricos. A Jeno le dio pena habérselo perdido y, naturalmente, por ser uno de los mejores amigos de Mark, tendría que hablar con él, para disuadirle de que matara a alguien.

No te preocupes. En cuanto vuelva, me encargaré de él personalmente- escribió en un mensaje, antes de meterse en la ducha. A diferencia del suave colchón, que le había dado dolor de espalda, la temperatura del agua era perfecta. Suspiró con tranquilidad. Eran las diez de la mañana en Jilin, lo que significaba que los Lee se levantaban temprano. Sin embargo, tendría que haberse dado cuenta antes, considerando que Renjun nunca estaba en el apartamento, cuando se despertaba.

Y ese día descubrió, según terminaba de ducharse y bajaba las escaleras, que no sería distinto.

- Se ha marchado hace unas dos horas, con mamá y Eunji- le informó Joy, tendiéndole la caja de cereales- ¿Quieres?

- Gracias- Jeno la tomó y se detuvo en busca de los boles. Hmm… A pesar de estar en un sitio totalmente diferente, ¿dónde pondría los boles, si fuera Renjun? Había muchísimos cajones y armarios en la cocina, lo que dificultaba las cosas. Finalmente, se acercó a uno que estaba cerca de la despensa y lo abrió; ahí estaban, por supuesto. Jeno sonrió triunfalmente. Mientras se acercaba a Joy, Allegro y Caprice remolonearon por sus pies, tratando de parecer lo más simpáticos y adorables posibles- No- los riñó- los perros no pueden comer cereales- ellos movieron las colas, esperanzados- No- repitió.

- ¡Allegro, Caprice, dejen tranquilo a Jaeno-sshi!- Joy los apartó y ellos se marcharon, a molestar a Andante, seguramente. Jeno sonrió- Lo siento. ¿Has dormido bien?

- ¡Claro!- mintió- Muchas gracias por haberme acogido tan bien; me siento muy raro por… haber llegado en un momento como éste- Aceptar a intrusos en su casa era una cualidad típicamente "Renjunniesca". Jeno vertió los cereales en el tazón y aceptó la leche que le ofreció Joy, deslizándola sobre la mesa. Entonces, tomó un par de cucharadas, antes de volverse hacia la mujer- Oye… ¿Puedo preguntarte algo personal?

Soo Young pestañeó, sorprendida.

- Claro. ¿De qué se trata?

Jeno se fijó en sus azucarados cereales, sin levantar la mirada.

- ¿Cómo era Renjun en el pasado? Cuando lo adoptaron, quiero decir.

Joy esbozó una amable sonrisa.

- Uf… ¿Por dónde empiezo?- reposó la barbilla en la palma de su mano- Yo tenía seis años cuando lo conocí por primera vez, aunque no recuerdo demasiado bien ese día. Había un concurso de talentos o algo así y mamá y papá decidieron quedarse a verlo, porque habría una exposición artistica. La academia artística de papá era muy pequeña, entonces.

- Un momento… ¿Tu padre era dueño de una academia de artes?

- ¿No lo sabías?- Joy frunció el ceño y se encogió de hombros- Tendré que darle un buen capón en la cabeza a Renjun, por no habértelo dicho- su dedo índice golpeó su barbilla, pensativa- Veamos… Ese día, Renjun presento esa pieza tan maravillosa… Creo que es de sus primeras obras… pero sólo tenía siete años, así que la composición no tenía nombre. Todos nos dimos cuenta de que ese niño era increíble y mi padre se hizo muy amigo del director del orfanato que había llevado allí a Renjun. Cuando descubrió que aquélla no era la primera pieza que componía, al día siguiente se dirigió al orfanato para ver las demás y el resto es historia- sonrió- Renjun trajo un montón de publicidad para papá. Sus obras eran tan emotivas y avanzadas para un niño de su edad, que se convirtió rápidamente en un prodigio del arte. No creo que supiera exactamente qué estaba pasando, pero el orgullo y la atención le hacían feliz. Siempre tenía esa triste y tímida sonrisa en la cara. Unos años después, cuando celebraba una exposición en Beijing  todos le acompañamos para apoyarlo, vio a Koeun, quien recién empezaba en el modelaje y, casi al instante, le dijo a mi padre que tenía una idea. "Pero la necesito a ella", dijo. Así que mi padre consiguió que Renjun la conociera y, de pronto, le preguntó si quería ser la musa de su cuento. "¿Qué cuento?", nos preguntamos todos, pero ya sabíamos que no teníamos que dudar de él en temas artísticos. Bosquejeo su idea en dos semanas, se la enseñó a Koeun, ella dijo que nunca se habia sentido tan bella antes. Todos creímos que acabarían juntos.

- Pero no lo hicieron- intervino Jeno, recordando lo que la modelo le había dicho. Joy negó con la cabeza.

- No- miró a Jeno- Fue bastante desolador, la verdad. Todo el mundo podía ver que ella se preocupaba por él; eran como dos almas gemelas. Pero, cuando la exposición termino, Renjun le dijo un triste "hasta la vista" y la dejó tirada. No es que lo aprobara, pero tenía trece años por aquel entonces y tenía las hormonas revolucionadas; ¿cómo pudo dejar de lado a su verdadero amor?- rió- Bueno, en aquel momento, Renjun se había vuelto tan cercano a nuestra familia que, después de debatirlo y aprobarlo, mi padre le preguntó si quería formar parte de ella.

- Ah- Jeno no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en sus labios. Podía imaginarse perfectamente lo feliz que se había sentido Renjun.

- Todo era perfecto. Mi padre compró esta casa para que estuviésemos más cómodos. Renjun tenía quince años cuando lo adoptamos, pero, a pesar de conocernos desde hacía siete años, estaba muy incómodo y era muy educado. Sin embargo, XingXing y yo conseguimos sacarlo de sus casillas- Joy sonrió, recordando alguna trastada que le hicieran- Pero bueno, encajó muy bien, lo queríamos, los perros lo querían, mis padres lo querían. Éramos una familia feliz.

El rubio frunció el ceño; eso no se parecía a lo que estaba buscando.

- Sí, pero… se marchó por un motivo, ¿no? Dijo que había perdido la inspiración.

- Oh- Joy se fijó en las aguas que se veían por la ventana- Eso- apretó los labios- Bueno… Las cosas fueron bien por un tiempo… pero supongo que no fue buena idea mezclar los negocios con la familia. No conozco los detalles, pero sé que mi padre y Renjun discutían mucho por cosas relacionadas con su trabajo. Fue horrible. Renjun estaba tan estresado que se puso muy enfermo; no soportaba nada, se perdió muchas clases… De hecho, fue un milagro que consiguiese graduarse a tiempo. Tuvo que ser hospitalizado porque ni siquiera podía comer. Entonces, sus obras dejaron de tener vida y color como siempre… al menos, en sus últimas dos exposiciones- suspiró- Mi madre estaba muy preocupada por él. Intentó mediar pero, al final, no funcionó. Después de graduarse, Renjun dijo que no quería volver a tener nada que ver ni con mi padre ni con sus estupidos ideales de arte… Bueno, él utilizó palabras más fuertes… y se marchó- Jeno bajó la vista a los cereales, que se habían ablandado por estar tanto tiempo en la leche. Joy acarició a uno de los perros con el pie, ausente- Mi madre estuvo llorando durante días. Se peleó con mi padre para que saliera a buscar a Renjun, incluso fue ella misma a buscarlo, algunas veces… Intentamos convencerlo para que regresara, por teléfono, pero no lo conseguimos. Se disculpó con nosotros, sobre todo con mi madre, pero se negó a hablar con mi padre. Cuando cambió su apellido por el de Huang, ni discutimos ni intentamos detenerlo. Todos sabíamos que, aunque volviese, no sería igual que al principio. El abismo que había surgido entre él y mi padre no desaparecería nunca.

- Pero, ¿qué fue lo que le hizo?- preguntó Jeno, en apenas un susurro.

- Creemos… porque ni Yixing ni yo estamos seguros… que todo ocurrió porque nuestro padre aprovechó que Renjun era de la familia para conseguir más de él de lo que el propio Renjun podía hacer- Joy bajó la vista, avergonzada- Recuerdo un día que volví a casa y Renjun no había ido a clase porque se encontraba mal… Estaba sentado frente a un lienzo en blanco, mirándolo con terror, pánico o ambas cosas y temblando mientras sostenía un pincel. Entonces, me miró y dijo No hay nada. Esta vacío. Y ésa fue la última vez que lo vi sostener un pincel.

Jeno procesó la información que acababa de recibir, ignorando, seguramente, otro absurdo mensaje de Mark.

¿Por qué los padres fuerzan a sus hijos a que cumplan sus expectativas? ¿Es que no saben cómo se sienten ellos, al hacerlo?

Él cerró los ojos, tomando aire mientras recordaba aquella conversación, así como la pálida expresión y dolida mirada de Renjun, fijándose en los suyos.

Nos pone enfermos, nos enfada, nos hiere y nos hace sentirnos mal. ¿Cómo podemos hacerle eso a la gente que queremos?

Había visto la diferencia entre el Renjun de las fotos, con los perros, y el Renjun de ahora.

Al final, acabamos haciéndole daño a la gente que nos importa… lacerando sus corazones y modificándoles su visión del mundo.

Lo entendía…

Dejé de pintar para liberarme.

… Pero había algo que le molestaba.

La puerta principal se abrió, así que el rubio abandonó los recuerdos que tenía sobre ese día, mientras la señora Lee y Koeun entraban en casa. La mujer mayor parecía preocupada y mucho peor que el día anterior. Eunji sólo estaba molesta.

- De verdad- le dijo a la señora Lee- No sé porqué se esperaban que se comportase de manera diferente.

- Yo tampoco- los perros fueron a recibirla, ladrando felizmente. La señora Lee los sonrió y se agachó para acariciarlos- Pero pensé que, al final, acabaría cambiando de opinión respecto al funeral.

- Mamá, Koeun- las saludó Joy- ¿dónde está Renjunnie?

La modelo rió sonoramente.

- Está en uno de sus lugares favoritos, enfurruñado, por supuesto- la mujer miró a Jeno- En el centro, en el parque que está en lo alto de una colina… por si te interesa- dijo inocentemente. El rubio no estaba seguro de cómo podía saber tantas cosas de Renjun, conociéndolo sólo desde hacía cinco años, pero sí estaba seguro de algo: necesitaba hablar con él. Había algo que le apretaba el corazón, anclado en su mente, algo que lo empujó a agradecerle a Joy el desayuno y marcharse de allí.

Nada más ponerse la chaqueta, intentó recordar el camino que salía del vecindario. Sería un largo paseo, lo sabía, pero el coche de alquiler no estaba ni tampoco tenía sus llaves. Además, el aire era fresco y olía a lluvia… ¿Lluvia? Mierda. El rubio alzó la vista hacia las oscuras nubes, fijándose en las más claras, que no daban tanto miedo. ¿Por qué no podía hacer buen tiempo, por un maldito día? Normal que Renjun estuviese tan deprimido. El joven se puso el chubasquero antes de que empezase a llover, pero, nada más hacerlo, le invadió una ventolera escalofriante, que por poco consiguió que se diera media vuelta, a pesar de no haber caminado tanto. Finalmente, al llegar a la entrada del vecindario, suspiró. Por el momento, todo iba bien.

Tenía que ir colina abajo. Al girarse en esa dirección, pudo ver, en la distancia, el muelle y el ferry. Mientras caminaba, Jeno tuvo la extraña sensación de que el lugar donde se encontrase Renjun era muy importante para él; un lugar en el que no quería estar, pero en el que, inevitablemente, terminaba. Maldito pintor rico y estúpido. Él tenía eso y el rubio tenía alcantarillas, cunetas y callejones.

El viento cambió repentinamente de dirección, por poco quitándole la capucha y logrando que sintiera todo el frío en la cara.

- Hijo de puta…- murmuró, limpiándose las mejillas. ¿Habría hecho eso por otra persona? Seguramente no… y eso le molesta. ¿Qué le hacía a Renjun ser tan especial? No lo había sabido cuando se planto, totalmente ebrio, ante su puerta, pero, en ese momento, quizá tuviera una idea. El rubio se asustó cuando sus pies se resbalaron por el húmedo suelo, haciendo que por poco se cayera. Ha faltado poco. Sus nervios se alteraron, aunque decidió calmarse y cruzar la calle, aprovechando que estaba vacía.

Cerca de la bahía, la gente se paseaba por las casas y las tiendas. Jeno estaba seguro de que estaban acostumbrados a la lluvia, pero los aguaceros como aquél no eran tan frecuentes. Las gotas se clavaban en el suelo y había una fina niebla, que dificultaba separar la tierra del cielo. Sin embargo, Jeno siguió caminando, hasta llegar al pie de la colina y girarse justo antes del muelle, subiendo un poco más en dirección a las casas que allí había. Casi al instante divisó el coche de alquiler, que se encontraba junto a una zona de césped verde esmeralda, extendiéndose sobre un acantilado que ofrecía una impresionante vista del lago. Entonces, divisó a Renjun, quieto bajo la lluvia, calado hasta los huesos. ¿No se daba cuenta de que podía ponerse mal? Y el rubio no iba a cuidar de él.

- ¡Oye!- le gritó, mientras el césped verde chapoteaba bajo sus pies y le cubría las botas, al tiempo que se acercaba a él- ¿Qué quería la academia?

- Lo mismo de siempre- contestó Renjun, sin mirarlo a la cara- dinero. Están convencidos de que pueden cambiarlo por lo que me queda de alma.

Jeno chascó la lengua y apartó la mirada.

- Hoy estamos un poco "shakespearianos", ¿no?

- ¿Has venido caminado hasta aquí?

- Tal vez- entonces dudó, pero sólo por un momento, arrastró los pies, uno tras otro, deseando que sus calcetines no estuviesen mojados- Tengo algo que decirte, aunque, tal vez, no te guste. Joder, seguramente me eches de tu casa nada más volver, pero de verdad siento que tengo que soltarlo- el otro no intentó detenerlo, así que tomó una profunda bocanada de aire y lo expulsó, despacio- Creo que deberías hablar en el funeral.

Renjun apretó la mandíbula, pero, a parte de eso, no hubo signos visibles de alteración en su expresión.

- ¿Tú también?

- Sí… Yo también.

Entonces, surgió un incómodo silencio entre ambos. El viento le quitó por completo la capucha a Jeno, pero su cabello ya estaba totalmente mojado, así que ni siquiera se molestó en volvérsela a poner. Esperaba que Renjun le dijera que prefería morirse o arrojarse desde el acantilado o volverse a coger una rabieta que, supuso el rubio, sólo había tenido delante de su madre, Koeun y los directores a juzgar por sus rostros. Y, por un momento, dio la impresión de que deseara ponerse así, pero, para su sorpresa, dejó escapar un suspiro, relajando los hombros.

- ¿Por qué?- entrecerró los ojos- No le debo nada a ese hombre.

- Y una mierda que no- escupió Jeno- Te usara o no te usara, te sacó de ese orfanato, ¿no es así?

Renjun lo miró.

- Lo has descubierto- dijo, antes de reírse secamente- Ah, es verdad… Te he dejado solo en casa, con Joy.

-Ha sido culpa tuya- repuso, echándose hacia atrás- Escucha, no estoy diciendo que hagas esto por él. Está muerto y no creo que sea capaz de escucharte. Pero, ¿quién estará en el entierro? Tu madre, tus hermanos, Eunji… Aunque no sepa qué coño está ocurriendo entre ustedes dos, supongo que sigue siendo tu amiga- deseó añadir que él también estaría allí, pero se abstuvo. Su presencia no parecía importarle demasiado, por el momento- Estoy seguro de que les encantaría… Significaría mucho para ellos. ¿Crees que es justo que sigas haciéndoles sufrir, más de lo que han sufrido ya?- entonces, pensó en Taeil y en lo que habría podido pensar si hubiese descubierto que se había vendido por dinero, después de todos los abusos que había vivido. ¿Qué habría pensado de él, en cualquier otra vida a la que hubiese pasado…?

Renjun negó con la cabeza.

- No es tan sencillo.

- ¿Cómo que no es tan sencillo?

- Es que… no lo es.

Jeno sintió que su rabia aumentaba.

- Ahora estás siendo bastante irracional.

El pelinaranja se giró para encararlo.

- ¿Es que no comprendes la situación? Lee SooMan me usó por dinero, por la peor de las cosas que puede haber en este planeta- sus vacios ojos se clavaron en los suyos- Dejó que me creyera que tenía un padre, que la vida sería tan alegre como un rayo de sol, ahora que tenía algo que podía llamar familia. Y me dio la espalda. Me quitó lo más preciado que tenía por dinero. ¿Lo entiendes? ¿Tu cabeza es capaz de comprender algo así?

Algo saltó en la cabeza del rubio. Su rabia había ido creciendo con cada palabra que pronunciaba, logrando crisparle los nervios, hasta por fin darles rienda suelta. Sintió que la adrenalina se apoderaba de él y todo se volvía de color rojo ante la frustración que sentía. Toda esa energía se había ido concentrando en su puño, hasta que suplicó liberarse del todo. En un instante, Renjun se encontraba delante de él y, al siguiente, se tambaleaba y caía hacia atrás, sobre la hierba. Incapaz de contener la respiración, Jeno lo miró fijamente, con el cuerpo tembloroso y los nudillos y dedos totalmente doloridos, relajándolos poco a poco. Se mantuvo firme ante él, que lo miraba con los ojos bien abiertos, llevándose una mano a la mejilla que acababa de ser golpeada por el puño del rubio.

- Lo único que entiendo- dijo, con una temblorosa voz- es que te estás comportando como un niño pequeño; como un estúpido y mimado niñato- el rubio había arrojado su total compostura por la ventana- Así que perdiste la capacidad de pintar durante un tiempo, por culpa del malo de tu padrastro. Menudo puto problema de mierda ¿Quieres hablar de quitar cosas importantes? Mis padres biológicos, los dos entérate, vendieron mi cuerpo, mi virginidad, a la puta casera por la renta - las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, pero fue incapaz de contenerlas- Me has hablado de suerte, Renjun. ¡Al menos tú pudiste hacer las maletas y huir de tus problemas, pero yo no! ¡Tenía sólo once años y tuve que aguantar esa puta mierda casi a diario, hasta que esos malditos murieron por fin! ¿Tienes idea de lo que me hicieron? ¿Sabes cómo puede acabar a un niño al que, día a día, se le dice que es una mierda y no vale para más que para cambiar por dinero? ¡Me viste!- chilló a la lluvia, con los hombros temblorosos- ¡Ebrio, suicida, desmayado y cubierto en mi propio vómito, mientras tú estabas sentado tranquilamente en tu puto apartamento de niño mimado, cómodo y limpio, comportándote como si todo el maldito mundo estuviera a punto de desaparecer, sólo porque no podías dibujar en un puto papel!- Jeno se llevó las palmas de las manos a los ojos y se giró, en dirección a la carretera- ¡Joder!

Renjun consiguió ponerse en pie.

- Jaeno-ah...- por poco se deslizó, dada la prisa, pero consiguió mantenerse en pie- Jaeno-ah espera…

El rubio lo ignoró. Estaba fuera de su casa, seguro. No podía creerse que hubiera perdido así los nervios… Bueno, tal vez sí. Él lo habría visto venir.

- Jaeno- sintió que el pelinaranja le cogía del brazo, pero se soltó bruscamente.

- ¡No me toques!

El otro le tomo de los hombros y le obligó a que lo mirara.

- Jaeno-ah ¿estás llorando…?

El corazón de Renjun por poco se paró al verlo. Su cabello tapaba a su rostro, las lágrimas corrían por sus ojos y los mocos aguados se deslizaban por su nariz, como si aquello no fuera a terminarse nunca, como si una presa hubiera estallado, dejando escapar todo el dolor que le había estado escondiendo al mundo, a sus vecinos, a su hermano, a él. Los sorbidos que le atravesaban la garganta acompañaban aquello, como si estuviera físicamente herido, doblándolo sobre sí mismo como si alguien le hubiese atravesado la tripa con algo… No aguantó más. Sus rodillas cedieron y, tanto si quería como si no, se desplomó sobre Renjun llorando y odiándose a sí mismo por ello. Se suponía que jamás estallaría delante de nadie; mucho menos delante del pelinaranja, delante de un chico centrado sólo en sí mismo, a quien más de una vez había deseado destripar y convertir sus órganos en papilla.

Pero, probablemente, hubiese abandonado esa idea junto a su auto-control, porque, nada más sentir su manos, apretandolo y escondiendo su cara en el pecho del rubio, lloró incluso más fuertemente.

- ¡Suéltame…!- gritó, sin hacer ningún movimiento para apartarse.

- No- contestó Renjun tranquilamente, mientras escuchaba su corazón- Me niego.

El Huang no lo veía peor que antes. Llorar no lo hacía parecer más débil, al contrario; estar donde estaba ahora, a diferencia de dónde estaba cuando lo encontró… decía bastante del rubio. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había fumado? ¿Cuándo había sido la última vez que había bebido, para evadirse de sus problemas? Por mucho que insistiera en que le servía de apoyo, Renjun estaba seguro de que, si lo dejaba ir, estaría bien. Era fuerte, tanto si lo creía como si no.

Pero él era un hombre muy egoísta. Lo había llevado a su casa para su propio provecho, pero ya no intentaba convencerse a sí mismo de que necesitaba mantenerlo allí, por ese mismo motivo. No; si pudiera ser totalmente sincero- pero, no podía- podría decirse que ya no lo necesitaba… al menos, de la misma manera que al principio.

- Suéltame…- susurró de nuevo el rubio, insistiendo en que lo abrazara con fuerza.

- Nunca.





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