Muse (NoRen)

Por JongDinny_troller

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«Solo ver su rostro en aquella calle y los colores volvieron a mí, necesitaba retratarlo, pintarlo y sobre to... Más

Introducción
×Gigolo×
Tobillera
×El extraño×
Su día de suerte
×Condiciones×
Improviso
×Prodigio×
Terrores que salen de noche
×Desentrañando la superficie×
Nada Personal
×Vacío×
No me lo digas, porque duele
×Mienteme×
Bajando por el muelle
Los usados y los abusados
×Algo positivo×
Bittersweet
×Asuntos peligrosos×
Como atrapar un depredador
×El monstruo de mechas naranjas×
Donde hubo fuego... (1-2)
Donde hubo fuego... (2-2)
×Querido difunto×
Los juegos que nos gustan
×Ansiedad por la separación×
Eres a quien amo
×Dónde esta el corazón×
Sinceridad (1-2)
Sinceridad (2-2)
No volveré a casa sin ti
No volvere a casa sin ti 2-2
Final: Jeno
Epílogo: Vida nueva
Trabajo, trabajo, trabajo
[ESPECIAL] Escuela
[ESPECIAL] A beber...
[ESPECIAL] Nihilismo 1-2
Importante
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación Parte 1
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación PARTE 2
[ESPECIAL] Mi amor y desesperacion parte final
[ESPECIAL] Al final del amor
[ESPECIAL] Desde arriba

×Asuntos familiares×

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Por JongDinny_troller

Renjun estuvo cinco minutos dubitativo en el coche, hasta que decidió salir de él, abandonando la calidez del interior con el frío del exterior. Jeno lo siguió al instante, pues no quería sentirse tan solo como el niño que espera a que su madre haga la compra. El rubio aumentó el ritmo, para alcanzarlo. Habría estado bien poder animarlo, poder decirle algo que lo inspirara y animara, pero, mientras le miraba la espalda, su mente se quedó en blanco y su boca se secó, sintiéndose cada vez más mareado; ¿qué iba a decir él, cuando conociera a la familia de Renjun?

Pasó otro instante de quietud, antes de que Renjun se decidiese a levantar la mano y llamar al timbre. Ambos se sobresaltaron cuando empezaron a sonar ladridos y aullidos desde dentro, que duraron diez, veinte segundos, un minuto entero, pero, sorprendentemente, nadie salió a recibirles. Tal vez estuviera callando a los perros. El pelinaranja dejó escapar un audible suspiro y rebuscó las llaves en el bolsillo y Jeno le observó investigando el llavero: la llave del apartamento, la del buzón, la de su coche, la del coche de alquiler. Finalmente, escogió una llave plateada, que nunca le había visto usar, que encajó en la cerradura perfectamente.

- Y tú que pensabas que cambiarían las cerraduras...- musitó para si mismo, girando el pomo y dudando sólo un momento, antes de abrir la puerta.

Jeno pensó que claramente nadie iba a cambiar la cerradura, si habían estado esperando su vuelta todo este tiempo. Inmediatamente, tres seres peludos se acercaron a él, mezclando ladridos con gemidos, moviendo las narices y los rabos, deslizándolos y corriendo por el suelo. Renjun levantó la mano y los perros- un terrier gris, un pomerano y un husky siberiano, con un ojo azul y el otro amarillo- se sentaron, moviendo las colas con alegría.

- Sentados- les dijo tranquilamente y ellos obedecieron, mirándolo con expectación. Entonces, se giró y le dijo al rubio que entrase, pues el joven se había quedado solo por miedo a que lo mordieran. El pomerano ladró una vez, pero la fija mirada de Renjun lo silenció- Lo siento- señaló al husky- Andante- al pomerano- Allegro- y al terrier- y Caprice.

- ¡Qué monos!- gritó Jeno, tratando de acariciar al husky, aunque temblando cuando se la lamió- Eh...

- Tranquilo, no te harán nada- dijo el Huang, antes de acercarse más y recibir el caluroso afecto de los tres perros, que se dejaron de remilgos y se avalanzaron sobre él- ¿A qué no?- les preguntó, asegurándose de demostrarles el suficiente cariño para que le dejaran tranquilo un rato- No son los mejores perros del mundo, pero se portan bien- miró a su alrededor, antes de volver hacia los felices animales- ¿Dónde están Largo y Forte?- preguntó. El husky gimió con pena y se marchó, haciendo que los otros dos lo siguieran. No se alejaron demasiado; los tres llegaron al salón y se plantaron delante de un sillón vacío, recostándose y pareciendo muy tristes. Jeno sintió una puñalada en su corazón. Claro... Los animales sufrían cuando sus dueños se marchaban... Renjun se levantó y se secó las manos en los pantalones.

- Recuérdame que me las lave, antes de que toque a alguien- dijo él y el rubio asintió, observando a su alrededor.

Ambos se encontraban en un recibidor bastante amplio y espacioso. A su izquierda había una sala de recreo muy bien decorada y, como el joven había esperado, con unos preciosos cuadros por todos lados. Fuera de allí estaba la cocina, perfectamente equipada y con una encimera en el centro, a modo de isla. Se encontraba rodeado de enormes ventanas que ofrecían una maravillosa vista de postal. A su derecha había una escalera que llevaba a la segunda plata de la casa, aunque, desde donde se encontraba, Jeno sólo podía ver un largo pasillo cubierto de un tapiz muy cuidado. Justo cuando Renjun pensaba dirigirse al pequeño baño, que se encontraba entre el salón y la cocina y Jeno estaba tan preocupado de que alguien lo encontrara esperando, solo, que lo esperó en la puerta, mientras él se secaba las manos.

- ¿Hay alguien en casa?- susurró, paranoico.

Renjun se secó las manos, en la pequeña toalla que colgaba de la pared.

- Las luces estaban encendidas, así que, en teoría, sí. Tal vez hayan salido- entonces, el pelinaranja recuperó esa apariencia enfermiza, pero ver a sus perros le había sentado bastante bien, pues, por lo menos, ya no se movía como si estuviera borracho. Jeno los había reconocido del cuadro que había en su cuarto, pero... ¿dónde estaban los otros dos? Huang parecía preocupado; salió del servicio y cerró la puerta- Supongo que no estaría bien que nos marchásemos sin saludar...

- ¿Renjun?- preguntó una voz femenina.

Jeno se fijó en que el joven mostraba una expresión de «jo-der» en su rostro, así que adivinó que la mujer de pelo rizado que acababa de aparecer de la parte de atrás de la casa, no era familiar suyo. Él apenas había tenido tiempo de girarse, cuando dos brazos se aferraron a su torso y sus delicados dedos de uñas perfectas se clavaron en su camisa, haciendo que una ola de perfume invadiera el lugar. Sin embargo, los brazos de Renjun se mantuvieron a los lados, sin hacer el más mínimo movimiento que sugiriese que pensaba devolverle el abrazo, mientras aquella belleza de pestañas largas y ojos llorosos lo miraba, hablando en chino muy rápidamente. Sin embargo, resultó aún más sorprendente que él abriera la boca y le contestara en el mismo idioma.

Jeno pensó que era como estar en un universo alterno. El rubio tenía que tener una cara de póquer increíble, pues la elegante mujer al fin se fijó en él, pestañeando repetidas veces con sus pestañas cubiertas de rímel. Y, entonces, lo que fue más extraño de todo, Jeno se dio cuenta de que reconocía a esa belleza.

- ¿Quién es éste?- preguntó la mujer, con un marcado acento, alejándose de Renjun.

- Lee Jaeno- contestó el rubio, no muy agradecido por haberse dirigido a él como «éste», aunque de todas formas, caminó hacia delante y le tendió la mano, con educación- y tú eres Ko Eunji, la modelo- añadió, mientras la mujer le cogía de la mano. Sí, había visto una foto suya por Internet, mientras buscaba las letras de las composiciones de Renjun. La foto se tomó cuando ella tenía catorce años, pero la joven conservaba los rizos morenos, la chata nariz y las mejillas sonrojadas. Y Jeno estaba sorprendentemente calmado, ante el rostro de la campesina de la exposición del Agua de la Vida, aquélla que se había lanzado a un estrellato nunca visto antes en alguien tan joven, después de que su belleza fuera retratada en los cuadros de Renjun que hicieron que el público se echase a llorar.

- Encantada de conocerte- Eunji se acercó a Jeno y le besó en las mejillas; gracias a Dios, el rubio ya se había acostumbrado a semejantes presentaciones, después de pasar tanto tiempo con Mark- ¿Eres amigo de Renjun?- su cabeza se inclinó hacia un lado, presa de la curiosidad.

- Ah, sí, sólo somos amigos- Añadió Jeno rápidamente, aunque sin saber exactamente por qué. Sin embargo, el sonido de la puerta lo sobresaltó e indicó que los tres ya no estaban solos. Una elegante mujer de pelo corto y gris y unas pocas arrugas apareció ante ellos. Tanto su expresión como su postura corporal eran de alguien que estaba sufriendo mucho, pero trataba de ocultarlo: ojos marrones enrojecidos y acuosos, rostro cansado, hombros caídos... pero una cara alzada, con orgullo.

- Renjunnie...- dijo gentilmente, mirándolo tiernamente mientras intentaba sonreír con sus labios temblorosos- Bienvenido a casa, cariño- Su voz era gentil y maternal, aunque con cierta excitación que luchaba por salir a la luz.

Renjun agachó la cabeza.

- Me alegra estar de vuelta- no habría hecho falta a un experto para saber que estaba mintiendo, pero Jeno pareció ser el único en darse cuenta de la profundidad de sus palabras. También se fijó en que no podía observar a la mujer mayor, a pesar de ser su madre adoptiva; su mirada café estaba agachada y sus hombros estaban caídos, como si la mayor culpa hubiese caído sobre su espalda- Siento no haber venido antes.

La mujer se adelantó y le acarició su mejilla.

- Oh, mejor que no lo hayas hecho. Esta mañana por poco lanzamos los perros a los periodistas- comentó, como si estar rodeados de paparazzi fuese algo normal, que ocurriera cada día- Llevan viniendo desde que...- y tomó una profunda bocanada de aire, antes de seguir- ... desde que SooMan murió...- intentó sonreír de nuevo- Seguramente se imaginen que no te perderás el funeral de tu padre; encima, con Koeun aquí...

- Es culpa mía- repuso la aludida con tristeza, cogiéndole la mano a Renjun con las suyas y mirándolo con consideración- Intenté venir tan pronto como pude, pero ya conoces a la prensa... ¿Podrás perdonarme?

La señora Lee observó que Jeno estaba ahí y trató de ocultar su sorpresa al encontrarselo. Entonces, se alejó de la pareja y se acercó al chico, ampliando la sonrisa.

- Hola. ¿Y tú eres...?- Jeno abrió la boca, inútilmente. ¿Qué se suponía que iba a decir? Esa mujer parecía tan amable, herida, honesta; el modelo típico de la encantadora abuela viuda. Hola, me llamo Jeno. Soy un gigolo al que, de casualidad, su hijo recogió de la calle no hace mucho. Diría que está cuidando muy bien de mí, pero no estoy seguro. Creo que es un sádico... y un vampiro... tal vez los dos... lo que le hace adoptar una actitud pasivo-agresiva hacia mí, pero estoy encantado de conocerla al fin. Sabía que eso era lo que debía decir- o no, según se mirara la situación- pero, al final, sólo pudo sonreír y darle la mano a la señora Lee, riendo nerviosamente- Eres muy tímido, ¿no?- comentó la mujer mayor, con una pizca de ironía que Jeno conocía muy bien; tal vez no compartieran lazos sanguíneos, pero estaba claro que la mujer había educado a su hijo adoptivo.

- Es Lee Jaeno-sshi- contestó Koeun, como si conociese a Jeno de toda la vida- y es amigo de Ulquiorra- entonces, volvió a mirarlo, como si fuese un perro que hubiese obedecido a su amo al sentarse y esperara que lo felicitara.

- ¡Oh!- la señora Lee pestañeó- ¿También eres artista?

Renjun soltó una pequeña carcajada, siendo ésa la primera muestra de humor que había mostrado en horas. Sin embargo, dada la mirada de su madre, negó con la cabeza y se apartó de Koeun, acercándose a Jeno.

- Por desgracia, Jaeno-ah no tiene un ojo artístico- y ambas mujeres lo miraron con piedad, como si hubiese dicho que el rubio estuviera a punto de morir de una enfermedad terminal- Está aquí para dar apoyo moral.

- Qué encanto- comentó la señora Lee, totalmente complacida con ese gesto y, moviendo nerviosamente las manos, se dirigió a la cocina, se detuvo y miró a Renjun- Espera un momento, cielo. Voy a llamar a Yixing y a SooYoung. Hace un momento estaban aquí, pero creo que habrán ido a comprar algo para cenar...

Entonces, se marchó, a juzgar por el ruido de la puerta al salir. Jeno se acercó a Renjun.

- ¿Quiénes son Yixing y Sooyoung?

- Mis hermanos- contestó él, sin rodeos.

Eunji se había quedado mirando el camino que había seguido la señora Lee al salir, pero pronto volvió a centrarse en la pareja, que estaba bastante cerca.

- Supongo que no te lo habrá contado, Renjun Oppa.

- ¿Decirme qué?- sus ojos se entrecerraron. Jeno se dio cuenta de que los temblores le invadieron de nuevo los dedos, así que, fuera lo que fuera lo que le dijera la modelo, no mejoraría la situación. Segura de sí misma, Koeun se cruzó los brazos a la altura del pecho.

- Que todo el mundo espera que hables en el funeral.

- ¿Qué?- escupió Renjun, acercándose a ella. Jeno de pronto recordó el día que había perdido los estribos y había golpeado la pared, así que su corazón empezó a latir de miedo. Sin embargo, Eunji no pareció demasiado preocupada por aquello.

- Sólo te digo lo que he oído. Al parecer, así lo pidió tu padre. Te conocía tan bien que seguramente predijo que vendrías al funeral y lo pidió, como última voluntad- alzó la ceja- Además, si crees que estoy aquí sólo para darle el último adiós a mi amigo, estás muy equivocado- la mujer dio dos pasos hacia delante, acortando la distancia entre ambos- Los directores han cambiado y, si me han sacado de Jeju para hablar sobre un modelaje que tuvo lugar hace dos años, seguramente también quieran hablar contigo.

- ¿Por qué me dices esto ahora?

- Porque quiero evitar que montes una escenita delante de tu familia.

Renjun no dijo nada. Sus ojos entrecerrados, su postura rígida, los ya visibles temores que viajaban por sus puños apretados... De recibir una sola mala noticia más, el joven estallaría. Jeno no sabía lo que estaba ocurriendo. Detestaba tener que echarse a un lado, sobre todo cuando Renjun estaba tan estresado. Pero, en ese momento, hizo lo único que podía hacer: alejarse de ellos, dirigirse al salón y jugar con los perros.

Naturalmente, los perros no siguieron la idea de Jeno; se agacharon, comenzaron a ladrar y persiguieron al rubio por toda la planta baja de la casa. Él empezó a chillar, medio asustado, medio excitado, aunque el ruido fue suficiente para cortar la tensión que había entre Renjun y Koeun. Cuando los animales se acercaron a él, el joven pestañeó de la sorpresa, sustituyendo su rabia por confusión.

- Qué... Jaeno-ah, ¿qué estás haciendo?

- ¡Quítamelos de encima!- gritó, pasando por detrás de él. Renjun puso la pierna delante de los animales, que se detuvieron al instante, acomodándose entre él y Eunji y aullando de felicidad. La chica colaboró y cogió al pomerano y al terrier, hablándoles en un afectuoso chino.

Por su parte, Jeno regresó al lado de Renjun, jadeando.

- ¡Uff! ¿A qué ha venido eso?

Renjun sabía exactamente a qué había venido; Jeno había pasado tan desapercibido como un rascacielos en el desierto, tratando de distraerlo y, por suerte, había funcionado. Sin embargo, a pesar de haberse calmado notablemente con el entretenido espectáculo, tenía que procesar algo nuevo: todo el mundo esperaba que hablara en el funeral de Lee Soo Man. Casi todo el mundo se sentiría honrado con una propuesta así; él mismo conocía a muchos personas que estarían encantados de hacerlo.

Pero él, no.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

El hermano mayor de Renjun, Yixing, no era artista aunque si un compositor músical bajo el seudónimo de Lay. Por un segundo, apreció el gesto del rubio de haber acompañado a su hermano, lo que era mentira, logrando que se sintiera mal. Por otro lado, su hermana pequeña, Sooyoung -O Joy como le dijo que podía llamarla-, era violinista en la Sinfonía de allí y tocaba bastante bien. Ambos eran tan animados como Mark, por lo que Renjun se metió en el papel de Jeno al sentarse entre ambos. El chico trató de pasar desapercibido entre ambos, únicamente participando en la conversación para apoyar a Koeun y Joy en su idea de que la música era algo muy importante en la vida, algo que Yixing aclaró, pues, para él, no es que no fuera importante, sino que se necesitaba un gran talento y pasión para trabajar con ella. La señora Lee presidía la mesa, observando la discusión con una triste sonrisa e ignorando a los perros, que esperaban pacientemente las sobras, a sus pies. Aún no se había hablado del tema del funeral.

Cuando ya no hubo más que decir, la mujer insistió en que Renjun cancelara la reserva del hotel y se quedara en la casa. Jeno se sorprendió de que pensase pasar aquellos días en un hotel.

- ¡Sí, es una idea fantástica!- gritó Koeun, cogiéndole la mano a Jeno- ¡Puedes quedarte en la habitación de invitados junto a la mia! Nos llevaremos muy bien, ¿verdad?

- Será como en los viejos tiempos- Yixing le pasó la mano a Renjun, por el hombro- aunque con Eunji aquí. Pero supongo que eso mejora las cosas, ¿no, hermanito?

- Por favor- Koeun rió- No estoy interesada lo más mínimo en Renjun- le guiñó el ojo, de manera cómplice, a Jeno- por si estabas preocupado.

- ¿Q-Qué?- la cara de Jeno se volvió totalmente roja y el vapor casi salía de sus orejas. Todo el mundo lo miraba, menos Renjun, que estaba entretenido dándoles pollo a los perros- ¡Oh, no! Las cosas no son así entre nosotros. ¡Para nada! ¡Sólo estoy aquí para dar apoyo moral!- el rubio movió las manos a gran velocidad, deseando que el pintor lo apoyara, pero el joven se conformó con apartar las suyas a tiempo para que Allegro no le mordiera.

- Deja de fastidiarlos, Renjun- le riñó la señora Lee, gentilmente- Siempre hacías lo mismo con Largo y Forte; estaban muy mimados...

Renjun se incorporó de nuevo, consiguiendo salvar de nuevo los dedos de las mandíbulas de Caprice.

- Ya. Lo hago porque Largo y Forte ya no están con nosotros...- entonces, se comió el trozo de pollo que le estaba ofreciendo a Allegro, haciendo que el perro saltara como queja- ¿Podría alguien explicarme lo que ha pasado con ellos?

Joy se encogió de hombros.

- Largo estaba muy mayor y ya sabes que él y Forte estaban muy unidos. Cuando se marchó, ella estuvo un tiempo vagando por la casa, en un estado lamentable, hasta que se rindió y se marchó con él- aunque su explicación no mostrara ningún tipo de emoción, la tristeza se reflejaba en su rostro.

- Oh- Renjun removió lo que le quedaba de cena con su tenedor.

Jeno se quedó mirando al plato, sintiendo lástima por él. El rubio odiaría regresar a su casa y descubrir que dos de sus mascotas habían muerto, pero, por otro lado, estaba contento porque aquello apartara la atención en él. Además, las únicas preguntas que tenía que contestar era cómo se habían conocido- en el trabajo- y cuánto tiempo llevaban siendo amigos- tres años. No eran más que mentiras, pero Renjun ya le había lanzado una mirada amenazándolo con portarse bien. Por otro lado, el joven se sorprendió de que la madre confesara que tenía muchas confianzas con él; no sabía si aquello era un cumplido o no.

Cuando la cena hubo terminado, Joy llevó a Jeno a conocer la casa, mientras Yixing acompañaba a Renjun a sacar las maletas del coche. La casa se compró el mismo año en el que Renjun fue adoptado. Por lo visto, cuando había menos nubes en el cielo, podían observarse los picos de las montañas cubiertos de nieve. Tenía cinco habitaciones y una segunda habitación familiar, en el piso de arriba. Jeno se sintió algo incómodo por tener que mantener aquella mentira con una chica muy amable que, tal y como supo, sólo le llevaba un año. ¿Qué diría aquella entrañable familia si descubriera la verdad acerca de su relación con Renjun... fuera cual fuera? No había nada lógico que explicara por qué lo había recogido, aunque el rubio se sintiera enormemente agradecido por ello. Tal vez tuviera algo que ver con el hecho de que él fuese huérfano; dado que él también había estado solo, sentía la necesidad de recoger a la gente de la calle, como si fuesen perritos abandonados.

- Estoy segura de que estás deseando ver la habitación de Renjun, ¿a que sí?- preguntó Joy con una sonrisa, interrumpiendo sus pensamientos. Seguro que sabía leer la mente. Jeno asintió rápidamente, dejando que la chica lo guiara hasta una de las puertas del final del pasillo. ¡Tal vez hubiera algún ataúd o, por el contrario, estuviera repletas de Moomins tamaño real!

Pero, cuando la puerta se abrió, Jeno se sintió algo decepcionado por ver un dormitorio normal. En la pared de la derecha había unas estanterías con muchos premios y trofeos brillantes, tal vez de arte. A parte de eso, no era muy distinto de su propio apartamento: extremadamente limpio, tranquilo, apacible. La cama estaba hecha, las cortinas, apartadas, revelando unas hermosas vistas al agua... Oh, ¿qué era eso? Jeno se acercó para ver mejor los cuadros que estaban colgados por la pared. Reconoció la firma de Renjun en la punta de ellos, a pesar de ser algo diferente a la actual, y se dio cuenta de que estaba ante los bosquejos  originales de todas sus obras. Incapaz de contenerse, el rubio deslizó sus dedos sobre el último de los marcos. Nihilismo. Un título bastante mórbido, aunque adecuado, pensó

- ¿Qué están haciendo aquí?

Ambas se giraron para ver a Renjun, que estaba apoyado en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos. Su mirada se posó sobre Jeno y, por algún motivo, el rubio apartó la suya, como si se sintiera culpable... como si lo hubiese visto haciendo algo que no debiera. Sin embargo, Joy se contentó con echarse a reír y mover su mano, sin importancia.

- ¡Tu amigo tenía curiosidad, así que le estoy enseñando la casa! No te enfades.

- No lo hago- repuso él, sin dejar de mirar a Jeno- Ahora, si han terminado, nos vamos a la funeraria. Se supone que está cerrada, pero Yixing ha dicho que la dejarán abierta para nosotros, sin que nos preocupemos de los periodistas. - El chico colocó, al instante, el equipaje sobre la cama, estirando justo después los pliegues que se habían formado en el edredón- ¿Vamos?

Soo Young suspiró.

- Creo que no- dirigió una amable sonrisa para ambos- Hay cosas que son muy difíciles de soportar, ¿no?

Jeno recordó el dolor que sintió por la muerte de Taeil, el increíble dolor que sintió en su interior al contemplar su cuerpo, la inmensa cantidad de alcohol que había ingerido y que podría haberlo matado... No estaba muy seguro de si soportaría volver a una funeraria, pero lo haría por Renjun; era lo menos que podía hacer.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

El camino fue bastante corto y tranquilo. Jeno creyó oportuno mantener la boca cerrada, pues Renjun no parecía demasiado contento con él... ni con nada, en general. Estaba seguro de que el chico seguía repitiéndose las palabras de Koeun en su cabeza. Se dirigieron a Jilin, donde estaba la funeraria. El aparcamiento estaba vacío salvo por otro coche, el del dueño, seguramente, que los recibió con una grata sonrisa.

Renjun no dudó entrar. Su rostro no mostraba nada, ni siquiera rabia, mientras caminaba por la gran habitación, llena de bancos que miraban hacia el ataúd abierto, que había al fondo del todo. Sus pasos no dudaron ni un instante mientras anduvo hacia el altar, deteniéndose finalmente para observar el cuerpo de Lee SooMan. Todo era muy raro. Jeno no sabía qué esperarse; ¿lágrimas, quizá? No, ése no era algo que Renjun haría frente a él ¿Una despedida personal? ¿Un repentino y corto ataque de rabia? Algo, lo que fuera, haría sido mejor que el tenso silencio que lo rodeaba, mientras se fijaba en el hombre que le había adoptado y que ya descansaba para toda la eternidad.

Armándose de valor, Jeno se unió a él, rezando una rápida y silenciosa oración por su alma. Entonces, dirigió una mirada a Renjun.

- ¿Y? ¿No vas a decir nada?

Renjun no lo miró. Apenas podía respirar. Por un momento, pareció que estuviese hecho de piedra. Entonces, cuando abrió la boca, su respuesta hizo que un escalofrío recorriera al rubio.

- ¿Por qué debería hacerlo?

Su voz sonó gélida, plana, como si las palabras se hubiesen dicho sin emoción alguna. Estaba acabado. Igual que la última obra que había compuesto, antes de desaparecer de la faz de la Tierra.

Jeno lo supo. Observó la espalda encorvada del chico y, finalmente, lo entendió; tenía que ser eso. Lo sabía. El motivo por el que Renjun había perdido su inspiración, el motivo por el que había terminado odiando lo que tanto amaba, era el hombre que yacía en ese ataúd.

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No comentaré mucho. Por si se preguntan quien es Koeun es la chica de la galeria, un rookie de SM.

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