Lenguaje de las flores 「Final...

By ShiroKuroNeko125

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Akabane Karma; un joven pelirrojo de diecisiete años de orbes color cobrizo. A simple vista es el típico chic... More

Lenguaje uno
Lenguaje dos
Lenguaje tres
Lenguaje cuatro.
Lenguaje cinco
Lenguaje seis
Lenguaje siete
Lenguaje ocho
Lenguaje nueve
Lenguaje diez
Lenguaje once
Lenguaje doce
Lenguaje trece
Lenguaje catorce
Lenguaje quince
Lenguaje dieciséis
Lenguaje diecisiete
Lenguaje dieciocho
Lenguaje diecinueve
Lenguaje veinte
Lenguaje veintiuno
Lenguaje veintidós
Lenguaje veintitrés
Lenguaje veinticuatro
Lenguaje veinticinco
Lenguaje veintiséis
Lenguaje veintisiete
Lenguaje veintiocho
Lenguaje veintinueve
Lenguaje treinta
Lenguaje treintaiuno
Lenguaje treintaidós
Lenguaje treinta y tres
Lenguaje treinta y cuatro
Lenguaje treinta y cinco
Lenguaje treinta y seis
Lenguaje treinta y siete
Lenguaje treinta y ocho
Lenguaje treinta y nueve
Lenguaje cuarenta
Lenguaje cuarenta y uno
Lenguaje cuarenta y dos
Lenguaje cuarenta y tres
Lenguaje cuarenta y cuatro
Lenguaje cuarenta y cinco
Lenguaje cuarenta y seis
Lenguaje cuarenta y siete
Lenguaje cuarenta y ocho
Lenguaje cuarenta y nueve
Lenguaje cincuenta
Lenguaje cincuenta y uno
Lenguaje cincuenta y dos
Lenguaje cincuenta y tres
Lenguaje cincuenta y cuatro
Lenguaje cincuenta y cinco
Lenguaje cincuenta y seis
Lenguaje cincuenta y siete
Lenguaje cincuenta y ocho
Lenguaje cincuenta y nueve
Lenguaje sesenta
¿Adiós y bienvenida?
Lenguaje ❝cero❞
Epílogo

Nuestro comienzo

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By ShiroKuroNeko125

—Años después—

Era una mañana normal; el cielo despejado, las aves revoloteando por el claro cielo, la suave y cálida brisa otoñal, mecía lentamente las hojas ya resecas de los árboles, mientras las personas paseaba por aquellos parques o calles de la ciudad, ya fuese con su pareja o familia.

Un día tranquilo, eso es lo que parecía. Si así lo querías, podrías quedarte en casa, disfrutar de una buena película, logrando así, un domingo perfecto. Lástima que el día de descanso que cierto pelirrojo había imaginado, estaba arruinado, gracias a que el molesto sonido de su alarma resonaba en toda la habitación.

—Mmmm... Cinco minutos más—emitió un pequeño quejido mientras removía todo su cuerpo en la cama, y así mismo lo cubría aún más con la suave cobija, la cual, le brindaba ese agradable calor durante las frías mañanas de otoño. Sin embargo, era consciente de algo, y eso era que, si no se daba prisa en levantarse se le haría tarde. Y con ello, cierta persona se encargaría de sermonearlo un largo rato.

¿Cómo lo sabía? Sencillo. Su celular no dejaba de sonar; estiro su mano y sin mirar la pantalla con algo de pereza respondió.

— ¿Bueno...?

Buenos días, Karma. ¿Ya estás listo? —preguntó la voz en la otra línea.

—Sí, ya estoy por salir de casa—resignado a su destino se reincorporó sobre su cama.

Mju... ¿En cuánto tiempo llegas?

—En unos minutos—talló un poco su ojo derecho mientras que el izquierdo enfocaba con mayor claridad el hermoso paisaje, mostrado desde la ventana de sus aposentos.

Te acabas de levantar, ¿cierto?

—No...

Eres un mal mentiroso, además de flojo—soltó una suave risilla—. Pero bueno, date prisa y te espero para que desayunemos.

—Me descubriste—sonrió—. Te veo en un rato, así que no te desesperes ni me extrañes~.

Cómo si fuera a hacerlo—se quejó y corto la llamada antes de recibir respuesta del pelirrojo.

—Claro—soltó una pequeña risa y despeinó un poco sus cabellos para seguido estirarse.

Karma, prefería mil veces dormir que salir a pasear, sin embargo, abandonó toda la pereza que sentía, obviamente poniendo mucho esfuerzo. La promesa que le había hecho, no la rompería, por ende tendría que darse prisa y alcanzarla. Él no era de las personas que rompía una. Siempre, aunque fuera muy mínima, cumplía con cada una de ellas.

Después de unos minutos de meditación y resignación, se levantó con cuidado de la cama y camino hacía el baño; tenía que darse una larga y relajante ducha. El paseo sería largo, así que un buen baño caliente no le caería mal o eso pensaba. Una vez adentro se quitó las prendas de su pijama, dejándolas en el cesto de ropa sucia; abrió la llave de la regadera y se adentró a ella cuando la sintió a una temperatura cordial para su cuerpo. Al terminar de ducharse —casi diez minutos más tarde—, regreso a su habitación, se arregló, y ya estando listo fue hasta la sala, tomo sus cosas y salió de la morada.

Ya habían pasado ocho años desde que había dejado Japón. Su estancia en Londres había sido una de las mejores experiencias que le podía haber sucedido. Ya que, a pesar de que no a todos les agradara su forma de ser, solo una persona se mantuvo a su lado, brindándole todo lo que él necesitó durante ese periodo, sin pedirle nada a cambio.

Akabane Karma; actualmente era un famoso burócrata de élite, el cual, a partir de este año comenzaría con sus funciones laborales en su ciudad natal, Tokio. No es como si le desagradara el haber sido ascendido de puesto, a sus cortos veintitrés años de edad, no obstante, jamás había imaginado que con aquel hecho, tendría que regresar al lugar que había procurado todo este tiempo evitar.

...

—Disculpa la tardanza—sonrió al ver a la azabache sentada en el borde de la pequeña fuente que se encontraba en la plaza, justamente en el centro de esta.

—No te preocupes, es normal si te quedas dormido—sonrío cálidamente al verlo.

—Lo siento, ya sabes, los días fríos no me gustan mucho—sus mejillas tomaron un leve tono rosado ante la explicación.

—Lo sé, aunque hoy no hace tanto frío, flojo—le dio un leve toque en su nariz y sonrío—. En todo caso vamos, se nos hará tarde y ya tengo hambre.

—Claro—respondió—. Por cierto te ves muy linda—comentó con una sonrisa. Y no mentía; el vestido gris de manga tres cuartos, cuello redondo, falda semi tableada con un pequeño cinturón delgado color negro contorneando su cintura, resaltaba su piel pálida y esbelta figura, además, de que su larga cabellera negra estaba sujetada en una cola alta dejando solo dos mechones a los costados de su rostro.

—Gracias—sonrió con ese tierno sonrojo tan característico en su rostro—. Ahora sí, vamos Karma—sujetó su brazo alegremente.

—Vamos—soltó una suave risita para después sonreír.

Ambos comenzaron con su recorrido, riendo o hablando, ya fuera de tonterías o trivialidades como siempre solían hacer.

Tenían ocho años de conocerse y siete años desde que habían forjado una bonita relación con Miyuki Walker; la joven de hermosos orbes grises y cabellera negra, a pesar de hablar japonés, tenía ganas de conocer ese país. Por lo que Karma, amablemente se ofreció a mostrarle algunos de los lugares que solía visitar cuando aún vivía ahí.

[...]

— ¡Japón es hermoso! —exclamó la joven, dejando ver una brillante pero tímida sonrisa, al ver cada paisaje de la zona.

—Ya lo sé, pero... ¿no crees que deberías de dejar de asombrarte como una pequeña niña con cada cosa que ves? —preguntó con una sonrisa burlona ante la manera en que se expresaba desde hace ya varias horas.

—Eres un grosero—le dio un pequeño golpe en el brazo en señal de molestia, más no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran de un suave color rojizo por culpa de la vergüenza que sentía.

—Ay que ruda~—rió un poco simulando que le había dolido el golpe.

—Claro y como soy ruda, llévame a comer un pastel—pidió tratando de ignorar su sonrojo.

—Mi billetera sufrirá—fingió dolencia, ya que, sabía que a ella le fascinaban los dulces.

—Que codo—entrecerró sus ojos formando un leve puchero y fingiendo molestia—, pero aun así te quiero.

—Y yo igual, aunque me dejes pobre—riendo sujetó su mano y la llevó hasta una famosa pero pequeña pastelería que había escuchado hace ya varios días

...

— "Memories" —leyó el letrero con un suave tono la chica—. Es un bonito lugar, creo que le queda el nombre.

—Memories...—repitió con un poco de nostalgia el más alto tras ver el nombre de la pequeña tienda—. Sí,...le queda bien.

—Vamos quita esa cara—sujetó nuevamente una de sus manos y le dedico una tierna sonrisa al ver como el semblante del más alto decaía.

Karma solo pudo suspirar. Sin duda alguna, Japón le traía tantos recuerdos.

Entraron a la pastelería y se acercaron al mostrador para así hacer su pedido. Una vez recibida su orden, pagaron y salieron del establecimiento. Iniciaron de nuevo su recorrido mientras saboreaban en el trayecto sus bocadillos. Entre risas y bromas, se divertían con los comentarios que hacían los demás.

"Mira que linda pareja hacen."

"Ya viste, ese chico es muy guapo y su novia ni se diga."

"Se llevan bastante bien, seguramente nunca han tenido una pelea."

"Ay cómo me gustaría tener una novia como ella." O "Ay cómo me gustaría tener un novio como él."

"¿Y si le pedimos consejos para llevar una relación así?"

"Seguro que cuando tengan hijos serán muy guapos"

Esos y tantos más, eran los que les causaba risa y cómo no, si su relación iba más allá que un simple noviazgo.

—Es gracioso todo lo que dicen—sonrío sin dejar de caminar a su lado y mirarlo con gran cariño.

—Claro que no, eres mi cielo~. Es normal que digan todo eso de una pareja como nosotros—respondió con un tono meloso al mirarla con demasiado cariño.

— ¡Deja de burlarte, Karma! —gritó avergonzada. Sus mejillas no tardaron en ponerse más rojas a causa de la vergüenza que le causaba esa situación.

—Dios, te ves adorable—se permitió reír libremente llamando así aún más la atención de algunas personas que pasaba por alrededor—, y yo que pensaba que lo tuyo era mantener un perfil bajo.

—Calla—trato de quejarse, pero la pena que sentía era mayor por culpa de las miradas que había llamado con su grito.

« ¿Karma...? Ese no era...» —se preguntó mentalmente una rubia tras escuchar al mencionado, a causa del pequeño escándalo que se había formado a unos metros de donde ella se encontraba.

—Rio-chan, es mejor que te apresures—se acercó a ella una azabache de orbes lavanda junto a otra de orbes marrones.

—Ya voy, Manami—respondió para después tratar de ubicar a la persona que había dicho ese nombre y también a la "linda" pareja que, hasta el momento era el tema principal del parque.

—Nakamura, Okuda-san, Kanzaki-san, es hora de que nos vayamos—se acercó a ellas un joven de cabello castaño claro, junto a cuatro más.

—Maehara, tranquilo que el lugar no se irá, además, aún tenemos tiempo de sobra—sonrió con burla provocándole un pequeño tic al chico.

—Rio, Maehara, no empiecen a pelear—intervino uno de ellos al ver que su mejor amiga y amigo, iniciarían de nueva cuenta otra de sus absurdas peleas.

—Nagisa-kun, déjalos. Si quieren matarse que lo hagan—sugirió con indiferencia el rubio fresa, ya que, en realidad le daba igual lo que hicieran esos dos. Él solo había venido por petición del mencionado.

—Asano, aún quiero a mi novio vivo—respondió con un poco de timidez Yūma.

—Y Terasaka-kun, aún querrá viva a su novia—sonrió Kanzaki sin malicia alguna.

— ¡Oigan, ni siquiera nos estamos matando! —se quejaron los dos peleoneros con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

Ante tal reproche ninguno pudo evitar reír. Cada salida era así de divertida, llena de risas y bromas.

—Bien, chicos, es mejor que nos vayamos—sugirió Sugino.

—Sí, es mejor que nos demos prisa o cierto chico—le dio una mirada fugaz a Maehara—, comenzará a quejarse de nuevo.

—Ja, ja, ja—entonó una risa sarcástica el mencionado—, muy graciosa.

—Ya, ya, no empiecen de nuevo—intervino esta vez el de orbes doradas, separando a su novio de la rubia.

—Ya chicos, si seguimos así, no iremos a ningún lado y volvernos a reunir todos será difícil—informó con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Awww, Nagisa, se preocupa por nosotros, que lindo~—chilló de ternura para seguido acercarse y abrazar al más bajo.

—Rio—se quejó con un leve sonrojo. El tener encima de él a la chica, la cual, restregaba su mejilla con la suya, le provocaba un poco de vergüenza.

La escena era graciosa; ver como el pequeño celeste era estrujado por la más alta, era divertido, sin embargo, Asano, había puesto su completa atención en cierta persona que se encontraba a tan solo unos metros de ellos. Su rostro no podía reflejar más que sorpresa, puesto que, no pensó volverlo a ver en Tokio desde aquella despedida.

—Maldición, ¿dónde te has caído? —maldijo por lo bajo mientras seguía buscando con la mirada un pequeño dije de plata, por los alrededores de aquel parque—. «No puedo perderte. Si Miyuki se entera, me matará» —se reprendió mentalmente Karma.

Siguió caminando por el lugar sin fijarse mucho en las personas de su alrededor; ahora estaba seguro, ella lo sermonearía de la manera más cruel que se podía imaginar, además, de que podría echarle muchas cosas en cara, que obviamente no podría refutar en su defensa.

Llevaba cerca de diez minutos buscando por todo el lugar, con algo de frustración continuó buscando, hasta que se topó con un grupo de chicos y chicas, riendo de lo más feliz, pero solo uno de ellos lo hizo salir de sus pensamientos e ignorar por un momento su búsqueda.

—Akabane...—Asano lo miró con bastante asombro.

Ante lo dicho, los chicos que hasta hace un momento reían, prestaron total atención al mencionado, incluyendo al de orbes celestes y la rubia, los cuales estaban más que perplejos por la presencia del pelirrojo.

—Oh~, ha pasado un tiempo, señor número dos~—saludó con ese típico tono de burla mientras metía sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Tan burlón como siempre—sonrió con algo de superioridad el de orbes violetas.

—Que te puedo decir~—se encogió de hombros el rojizo—, pero...—miró a los demás acompañantes—, es sorprendente que tengas amigos~ y no lacayos—se burló de él, ganándose unas cuantas miradas curiosas de los demás.

—Mira quien habla—se le hinchó una venita en la frente—. Oír eso de un rebelde y antipático como tú, no es muy conveniente.

—Eh~, ¿acaso crees que necesito compañía, segundón? —se acercó un poco a él para encararlo.

—N-No,...no inicien una pelea ahora ustedes, por favor—intervino Okuda—. Asano-kun, no pelees, ya es suficiente con la de Maehara-kun y Rio-chan—comentó con un pequeño sonrojo a causa de la mirada de los dos chicos.

—Deberías hacerle caso a tu novia, Asano~—sonrió con sarcasmo al ver como el rubio fresa se tensaba.

— ¡Tú...!

— ¿Así que Akabane, no? —Interrumpió Rio, la pequeña disputa que se iba a iniciar—. Mucho gusto, me llamo Nakamura Rio, ellos son: Maehara Hiroto, Isogai Yūma —señaló al de cabellos castaños claros y al de orbes doradas—. Sugino Tomohito y su novia Kanzaki Yukiko—hizo lo mismo pero esta vez hacia el pelinegro azulado y la azabache de orbes castaños—, Okuda Manami—tocó el hombro de la chica de gafas—. Y por último a este pequeñín~—sujetó por los hombros al peli celeste y lo colocó frente a ella—. Él es Nagisa, Shiota Nagisa—embozó una enorme sonrisa al ver como su amigo se sonrojaba.

—M-Mucho gusto...—extendió con timidez su mano en forma de saludo.

—Akabane Karma—sonrío y estrecho su mano con la de él, correspondiendo el saludo—, mucho gusto.

Nagisa, en ese momento se sintió más que feliz. Lo que tanto había anhelado se estaba cumpliendo, sin embargo, no todo es perfecto y él lo sabía. Desde aquella última nota se dio cuenta de algo, pero ya era tarde. Él también había tardado demasiado en aceptar la realidad. Ahora esa mano solo le reflejaba amabilidad, más no el sentimiento de amor que él esperaba.

—Pff...—Contuvo su risa Gakushū—. No sabía que pudieras ser amable con alguien, Akabane.

—Para tu información, puedo serlo, aunque hay gente que no lo merece—respondió con simpleza al momento de soltar la mano del chico.

—Oh, entonces ya no te puedo imaginar ni con novia. No obstante, sigo sin creer que alguien pueda llenar tus expectativas, ¿sabes? —se dirigió a Karma dejando ver una sonrisa y mirada de completa burla.

—Eh~, y si ya tengo, ¿qué perderías, Asano? —cruzo sus brazos en su pecho mientras lo veía de igual forma, sin darse cuenta, que tal actitud y palabras estaban lastimando a alguien.

—Bien, no quiero ser aguafiestas pero... ¿podemos irnos? Se hará tarde—interrumpió la próxima disputa Maehara.

—Por primera vez concuerdo con él—le secundo Nakamura, al notar el ambiente de rivalidad que estaban creando esos dos.

—Akabane-san, ¿gusta acompañarnos? Así podría seguir hablando con usted, Asano-kun—sugirió Okuda con un poco de nerviosismo al no estar completamente segura de la idea.

—Muchas gracias, pero será en otra ocasión. Estoy ocupado, disculpa—rechazó la oferta de manera cordial.

—Ya veo, es una lástima—habló Isogai con un poco de decepción al mirar discretamente el semblante de su mejor amigo.

—Fue gusto conocerlos pero me retiro.

—El gusto fue nuestro—sonrió la rubia.

—Por cierto, Shiota-kun, si te sonrojas cada vez que conoces a alguien, pensaran que te gusta. Ten cuidado con eso—sonrió burlonamente—. Nos vemos otro día señor número dos—se despidió Karma, para seguido dar media vuelta y seguir su camino.

—E-Eso es grosero—sus mejillas se pusieron más rojas, pero aquel grito que quería dar, no salía. Sus piernas y manos temblaban. Lo tenía tan cerca pero a la vez tan lejos.

—Eso es normal en él, Nagisa. Solo ignoralo—suspiro Gakushū.

—Bueno, en marcha—sonrió Sugino, al mismo tiempo que retomaban su camino.

—Nagisa, va-...—lo llamó Rio. Pero, al notar como el ojizarco cerraba los puños con demasiada fuerza, dirigió su mirada hacia donde él miraba. Y grande fue su sorpresa ver a Karma junto a una chica, por lo que optó por callar.

—Lo siento... Creo que mejor volveré a mi casa—ocultó su mirada bajo el flequillo y sonrió un poco, para después irse en dirección contraria a la que ellos estaban.

Se sentía mal. Su corazón palpitaba con demasiada fuerza, de tal manera que era dolorosa y la opresión en su pecho no cedía. Sabía cuál era la causa de eso, sin embargo, no estaba molesto con la joven que ahora tenía el corazón del chico que él amaba. El enojo que sentía era hacia sí mismo. Había sido un cobarde después de todo, él se había causado este sufrimiento y seguramente la chica lo sabía. No era idiota, la joven se había mantenido oculta justo después de que ambos se presentaran y aunque haya sido de manera discreta, había notado su mirada en él.

—Nagisa...—fue lo único que pudo decir su ahora mejor, tras ver como la silueta del de cabellos celestes se hacía más pequeña por la distancia que marcaba a cada paso.

—Dije que esperaras, ¿por qué viniste? —cuestionó el pelirrojo.

—Estabas buscando esto, ¿verdad? —extendió su mano y le mostro el pequeño dije que tanto buscaba.

—Si lo tenías, debiste haberlo dicho...

—Lo siento..., Karma,... ¿por qué tú...?—se animó a preguntar para justificar su presencia en ese lugar. Pero sus palabras se quedaron en su boca con solo ver como la mirada del rojizo estaba cubierta bajo su flequillo y su sonrisa había sido remplazada por una mueca de enojo, acompañada de una amarga tristeza.

No había necesidad de preguntar, ella se había dado cuenta de los sentimientos de ambos con tan solo haber visto un poco la escena, por ello, había preferido no interrumpir, sin embargo, se equivocó de decisión. Ahora él estaba mal.

...

Después de un rato llegaron al hogar del pelirrojo; en el transcurso del camino nadie dijo nada. El silencio solo podía reinar y era normal, lo mejor que podían hacer en ese momento era callar. Miyuki, no necesitaba que se lo dijera, sabía perfectamente lo que estaba sintiendo Karma en estos momentos.

— ¿Qué era lo que querías decir, hace un rato? —preguntó tras sentarse en el sofá de cuero, para seguido recargar su espalda en el respaldo y echar su cabeza hacia atrás, viendo el techo blanco de la morada, como si fuera lo más interesante del mundo.

—Primero responde, ¿por qué no te alejaste de él? —dejo salir todo la preocupación que sentía mientras tomaba asiento en otro de los sillones.

—...—no respondió pero sin poder evitarlo, su cuerpo se tensó levemente, al saber que su mejor amiga le había descubierto.

—Karma, no sé si este en lo cierto pero ese chico...—titubeó desviando un poco la mirada al saber que había hecho mal al preguntar. Ese tema siempre había sido muy delicado para él y era consciente de eso.

—Sí, Miyuki...—embozo una sonrisa socarrona para después cubrir sus ojos con su mano derecha—. Él es mi primer amor.

—Entonces, ¿por qué? —Le reprendió—. Karma, sabes que no debías si te lastimarías de esta forma.

— ¿Y que querías que hiciera? —le interrumpió un poco exaltado—. No podía simplemente alejarme o huir como lo hice hace años. Miyuki, aún me duele esa decisión, ¿sabes?

—Lo sé. No por algo soy tu mejor amiga—sonrió un poco—. Por eso mismo debías haberte alejado o bien, hablado de frente como el hombre que eres. Karma, las pequeñas oportunidades existen y esta fue una de ellas.

—Miyuki...—de un momento a otro cambió su sonrisa a una de tristeza—, no te hagas ideas equivocada. Esta solo fue una simple coincidencia—soltó un leve suspiro y la miró—. Debo dejar estos sentimientos de una vez por todas, por eso...por favor quédate a mi lado.

—Karma—se levantó del sofá. Acomodo un poco la falda de su vestido y se acercó a él, para así poder rodearlo con sus brazos, brindándole un cálido y reconfortante abrazo—. No necesitas pedirlo, sabes que me quedare a tu lado.

[...]

Los días de poco a poco iban transcurriendo; cada uno seguía su típica rutina. Tanto Karma como Nagisa, tenían casi la misma. Ir de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Exceptuando los fines de semana, ya que, esos días solían hacer otras actividades, no obstante, ninguno de los dos podía dejar de pensar en el otro.

Hasta que sin darse cuenta, cerca de un mes pasó. Pronto sería noche buena y por consiguiente navidad, además, del cumpleaños del pelirrojo.

— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó soltando un fuerte suspiro.

—Es obvio, tienes que hacerlo hoy o ¿ya te resignaste? —cruzó sus brazos y le miró arqueando una de sus ceja.

—No,...yo no quiero—contestó con las mismas ganas de antes. Se encontraba cansado. Era navidad y normalmente este día se la pasaba en casa descansando, sin embargo, ahora se encontraba juntos a sus amigos en un restaurante que no conocía, pero que por fuera se veía bastante lujoso.

—Entonces, si no quieres verlo con esa chica, será mejor que te des prisa, Nagisa—sugirió Yūma, en lo que entraban al jardín donde se estaba llevando a cabo la celebración navideña de muchas personas, las cuales, que al juzgar por sus vestimentas eran de un buen nivel económico.

El enorme lugar se veía maravilloso; grandes y pequeñas enredaderas florales decoraban el lugar, dando un ambiente más natural. Las luces de diferentes tamaños y colores estaban perfectamente acomodados en los árboles, junto a una que otra figura o esfera que colgaba de las ramas de algunos de ellos, mientras que las flores lucían un hermoso tallado artesanal en los maceteros que las contenían. En una de las pequeñas zonas del lugar un pequeño grupo musical se encontraba interpretando suaves melodías con la ayuda del piano, violín, flauta y violonchelo, dando así ese esplendor romántico por todos lados.

Y justamente en una de las esquinas del enorme jardín se encontraba una pareja bastante llamativa, pues, él sexy pelirrojo —catalogado así por las mujeres—, portaba un elegante traje sastre de color negro, una camisa roja, una corbata negra y un hermoso calzado bien lustrado digno de un burócrata, el cual, estaba acompañado de una joven con un hermoso vestido azul océano corte princesa, asimétrico, escote en V con tul, mangas cortas bordadas con pequeñas lentejuelas de un color más claro, acompañado de unas zapatillas abiertas color plata.

— ¿Te estas divirtiendo Karma? —preguntó la chica observando la enorme sonrisa que tenía su compañero.

— ¿Por qué la pregunta? —cuestionó intrigado el de orbes cobrizos al notar la atención que su compañera le estaba dando.

—Por nada—sonrió ocultando sus verdaderas intenciones.

Ambos siguieron con su cena hablando amenamente, captando algunas miradas ajenas de uno que otro comensal o conocido que se encontraba ahí. Claramente no les incomodaba, ya era costumbre. El escuchar casi siempre todo lo que decían las demás personas, no les molestaba. Cada uno podía interpretar y decir lo que quisiera. Ellos eran amigos, los mejores, no más.

—Deberías ir, Nagisa—sugirió Isogai mientras movía con su tenedor la comida de su cena, para después dar un pequeño bocado de esta.

—No puedo interrumpir su plática, se vería raro, Yūma—respondió intentando evitar a toda costa desanimarse más de lo que ya estaba, así como mirar hacia donde se encontraban los dos amantes.

—Entonces...—habló con una enorme sonrisa maliciosa Rio—, tienes cinco minutos—señaló hacia donde se encontraba la pareja, recién levantada. La cual se dirigía a donde, por lo que sabían, estaba la pequeña fuente de los "enamorados".

—Bien, ya regreso—se levantó Maehara y se alejó de ellos.

Después de unos minutos regresó con una enorme sonrisa en sus labios. Nagisa no entendía, porqué sonreían, hacían y decían esas cosas, pero aun así no dijo nada; todos siguieron su conversación como si no hubiera sucedido nada, o eso fue hasta que de un momento a otro un pequeño grito llamó su atención.

— ¡¿Que te sucede?! —se escuchó una voz masculina bastante molesta.

— ¡Lo siento mucho, no me di cuenta! —se disculpó totalmente apenado, puesto que, el vestido de la acompañante del muchacho, estaba manchado por la bebida que había derramado al tropezar con el pequeño borde del jardín.

—T-Tranquilo, no pasa nada, Karma—sujetó el brazo del más alto intentando calmarlo.

—E...En serio discúlpeme señorita, no fue mi intención—se inclinó frente al pelirrojo y la azabache, el joven mesero que al parecer de los demás, era primerizo y no pasaba de los veintidós años de edad.

— ¿Crees que...? —estaba dispuesto a reclamar de nuevo pero fue inmediatamente interrumpido por su compañera.

—Tranquilo, Karma. No fue su culpa—sonrió—. Estas haciendo un escándalo y no creo que hayas notado las miradas que dirigen los demás hacia ti—se acercó a su oído y le susurró—: No es bueno que un burócrata como tú se comporte así, espérame en la fuente—se separó de él mostrándole una tierna sonrisa para después retirarse y poder limpiarse aquel líquido.

—Espero y pague su error—miró al mesero con algo de frialdad. Y era normal, quien no se molestaría si le arruinan la noche, y más cuando tienes algo importante que decir.

—A-Así será joven, permiso—hizo una reverencia y se retiró de ahí bastante cohibido.

—Tsk—chasqueó la lengua y comenzó a caminar por el jardín para dirigirse al lugar acordado.

Sin embargo, los complotadores de aquel "accidente", sonrieron. El ver que su plan había sido un éxito, la rubia y el castaño se vieron entre sí, mientras que el azabache solo podía embozar una sonrisa de resignación. Sabía que había estado mal hacerlo, pero le alegraba que Nagisa tuviera una pequeña oportunidad.

—Ya está libre, Nagisa. Ahora ve—le dedicó una amable sonrisa su amigo. Después se levantó y dio ese pequeño empujón para que se animara a ir.

—E-Espera, ¿qué fue lo que hicieron? —les preguntó asustado por lo que había presenciado.

—Nada, ahora camina—contestó Nakamura encogiéndose de hombros. Quería que continuara con su andar, no podía desperdiciar ese tiempo tan valioso.

—E-E-Espera un momento—se detuvo y los encaró—. ¿Qué haré si no me quiere escuchar....? Él y yo somos unos completos desconocidos...o eso creó—agachó la mirada completamente afligido. No es que quisiera ser pesimista pero estaba consciente que no podía llegar y hablarle como si de un viejo amigo se tratara.

—Nagisa, no lo sabrás si no lo intentas—sonrió Maehara, en lo que Río, volvía a intentar jalarlo para que siguiera caminando, evitando la resistencia que el ojizarco seguía poniendo.

—Pero... ¿y si él me rechaza...? —Preguntó de nuevo mirándolos a los ojos—. Yo...yo lo entendería, tiene motivos por todo lo que le hice y dije—se deprimió aún más dejando de lado todos los sentimientos que tenía hacia el pelirrojo.

—Si no se lo preguntas tú mismo, nunca sabrás la verdad—sonrío con burla Rio, ya que al ver de reojo, se dio cuenta que se acercaba cierto pelirrojo aun molesto por lo de su compañera. Sin pensarlo mucho una idea paso por su cabeza y le dio un gran empujón, provocando que chocara con el chico que pasaba.

—Disculpe—se separó rápidamente completamente avergonzado por el pequeño accidente causado por su mejor amiga.

—No hay problema—respondió secamente el agredido.

—Akabane-san...—alzó su vista y sin darse cuenta lo nombró al verlo, ya que, ni él mismo se esperaba toparse tan pronto con él.

— ¿Si? —Contestó para después dirigirle la mirada y quedar un poco sorprendido—. Oh, Shiota-kun—dijo su apellido provocando que su pecho se oprimiera un poco.

—Sí—afirmó con un pequeño sonrojo—. Disculpe Akabane-san no me di cuen-...

—No te preocupes. No pasó nada, tranquilo. Ahora si me disculpas, me tengo que retirar, permiso—después de lo dicho intentó alejarse. Sabía que si seguía frente a él sus nervios lo traicionarían, además, de que su corazón había comenzado a palpitar más rápido por culpa de ello. Logrando así mandar al carajo sus planes.

Nagisa al ver como se comenzaba a alejar, rápidamente y sin pensarlo mucho sostuvo su brazo, aunque podría decirse, que por simple inercia lo había hecho. Sin embargo, con ese pequeño tacto, el tiempo se detuvo. No solo para ellos, sino también para el resto de los comensales y aún más para las personas que conocían a los chicos.

— ¿Pu...Puedo hablar contigo? —preguntó el de menor estatura, ya que Karma no hacía nada por soltarse, así mismo intentaba controlar su nerviosismo sin mucho éxito.

Ambos chicos se miraban; los nervios estaban presente. Si con una palabra pudiera definir lo que sucedía en ese instante sería: Reencuentro.

Pero no era la primera vez que se veían, no obstante, la escena que se podía distinguir era esa; Karma estaba dispuesto a responder, pero bien dicen que: "tu pones y dios dispone". Y ese dicho estaba en lo cierto, ya que la vida o el destino no los quería juntar.

—No creo que pueda, Shiota-kun. Lo siento, tengo que reunirme con alguien—se excusó el de orbes cobrizas ocultando todas las emociones que sentía por la situación. Con cuidado se soltó del agarre del peli celeste, dio media vuelta y se alejó rápidamente de ahí.

Nagisa se había quedado completamente estático, observando únicamente como se alejaba, hasta perderlo de vista. No podía creer lo que estaba sucediendo, su pequeña oportunidad se había esfumado y para colmo, su "yo cobarde" no sabía que hacer; Isogai al ver el estado en el que se encontraba su amigo se acercó a él y apoyó su mando en su hombro.

—No dejes ir esta oportunidad, ve con él antes de que llegue a su destino—le sonrió y golpeó levemente su espalda, dándole de nueva cuenta ese pequeño empujón que tanto necesitaba.

Nagisa, con esa simple acción reaccionó. Giró a ver a su amigo sin poder evitar embozar una suave sonrisa. Yūma, estaba en lo cierto. Si no lo decía se iba a arrepentir nuevamente y eso era algo que no quería, ya no. Lo había perdido una vez y no lo volvería a hacer, o bueno, eso esperaba.

Armándose de valor salió corriendo tras él; su respiración poco a poco se tornaba más agitada conforme avanzaba por aquel hermoso camino; quería verlo, tenía que decirle lo que sentía aún si le rechazaba.

...

En el transcurso del camino, lo único que podía pensar era en cómo le diría lo que sentía, sin embargo, al notar una pequeña flor tirada en el suelo y al hacérsele un poco familiar, se detuvo. Con cuidado se agachó y la recogió.

« ¡E...Esta flor! —pensó y su rostro no pudo ocultar su sorpresa. La pequeña flor morada, la cual, ahora se encontraba en sus manos, era la misma que había recibido hace varios años por parte del pelirrojo—, "Verbena",..." encanto". La primera que me regaló» —sonrió con algo de nostalgia.

El simple hecho de tenerla entre sus dedos, causaba la misma sensación de aquel día. El extraño nerviosismo y el asombro, se mezclaban tan bien que, su estómago sentía un pequeño cosquilleo. Sujetándola con algo de fuerza acompañada de delicadeza, siguió su camino. No lo iba a perder, no quería. Por eso mismo lucharía, incluso si eso significaba tener que arrebatárselo a esa chica.

...

Un poco más adelante de donde seguía el camino, visualizo de nueva cuenta dos pequeñas flores, una morada y la otra de un color rosado, pero esta vez, no estaban en el suelo, sino que se encontraban sobre una pequeña banquilla lisa de color blanco. Se acercó a ellas y las tomó en sus manos. No estaba seguro pero su lado optimista las interpretaba como pequeñas y hermosas señales.

«"Violeta", significa: "lealtad" y "ciruelo", "fidelidad"; realmente fui un idiota por no creer en lo que me decía. Lo siento tanto...» —sujetó ambas flores y con algo de delicadeza sonrió, pese a que el arrepentimiento en sus ojos era notable.

Era increíble que esto sucediera. Se sentía algo irónico, pero, tener entre sus manos de nueva cuenta las flores, que alguna vez recibió de aquel chico "anónimo" que, aunque muchas veces había negado, hizo que su corazón se llenara de esa calidez y bondad que siempre necesito. Continuó su recorrido, ahora su respiración se notaba mucho más agitada. Podría parecer un camino corto pero no lo era, bueno, él sentía que era eterno y como no, si el camino arbolado con ese toque tan romántico y nostálgico, te hacía suspirar en cada paso. No sentía que fuera malo, pero tampoco bueno, no obstante, Nagisa era consciente de las cosas; un rechazo o una aceptación podía ser la respuesta.

A mitad de este, una vez más se encontró con otras dos flores; estas estaban sobre una pequeña jardinera, amarradas con un pequeño listón rojo.

«"Iris blanco", "esperanza"......, es lo que más necesito en este momento. Tener esperanza—sonrió de manera irónica ante la situación—, y "rosa centifolia", "gratitud". Creo que debería mínimo agradecerle todo lo que hizo por mí y pedirle perdón por lo idiota que fui» —su sonrisa poco a poco se fue deformando a una de tristeza.

No quería ser pesimista pero no podía simplemente ignorarlo. Había cometido tantos errores, que el solo hecho de ser "rechazado", no lograba sacarlo de su mente. Inhaló hondo antes de continuar, no tenía que pensar de esa manera.

"El que no arriesga, no gana." Se lo habían dicho una y otra vez, sin embargo, era algo que no podía aceptar así como así. Sin borrar su sonrisa comenzó a caminar en vez de correr; su lado pesimista estaba ganando.

«Bien dicen que: "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde." Que idiota y egoísta fui, por dejar ir todas las oportunidades que me pediste—sonrió con amargura mientras su mirada era cubierta por su flequillo—. No puedo hacerles eso, ella merece estar a su lado, no yo—soltó un pequeño suspiro al ver las pequeñas flores en sus manos, las cuales, se balanceaban por la brisa del viento—,...ambos se ven tan felices juntos, no creo ser capaz de destruir eso. Hacerlo, es repetir lo mismo que Akari hizo conmigo. Lo mejor sería volver... y enterrar por completo estos sentimientos......, tengo que aceptar mi derrota..., por mi bien...y por el de ellos.»

Decidido a volver, a pesar de estar a tan solo unos cuantos metros del arco floral, que mostraba la entrada a la fuente, apretó sus puños y sonrió reflejando su tristeza. No podía hacerlo, él no era así. Con un enorme dolor en el pecho dio media vuelta, para así regresar con sus amigos, sin embargo, al dar unos pasos escucho como algo crujía; bajo la mirada encontrándose con dos hermosas flores de un hermoso color rojo, de las cuales, una de ellas tenía el tallo roto por la pisada que había recibido.

« ¡¿Cuando......?! » —pensó asombrado para después soltar una risilla irónica—. "Tulipán rojo",......"declaración de amor"—sus labios se curvaron levemente mostrando así, una pequeña y sincera sonrisa tras tenerlas en sus manos junto a las demás. Segundos después soltó un pequeño suspiro—. De acuerdo, solo..., solo por esta vez seré valiente y le diré lo que siento. Seré egoísta y...señorita, lo lamento pero a mí también me gusta su pareja—miró hacia el cielo. Inhalo lo más hondo que pudo, dio media vuelta y se dirigió a la entrada corriendo hasta su tan anhelado destino.

Tenía que ser valiente.

Una vez más...

—Genial, tenía que encontrarme con él...de nuevo—soltó un suave suspiro lleno de frustración y tristeza—. En verdad la vida me odia—se dijo a sí mismo mientras llegaba a la fuente.

Esta era muy hermosa; su forma circular y la piedra natural con la que estaba hecha le agradaba, ya que, tenía un buen acabado; las olas en los borde y las pequeñas cadenas y petalos estaban bien detallado en cada uno de los cuatro niveles, lo cual le daba un toque agradable de sofisticación y elegancia. Y así mismo, lucia cada uno de los chorritos que subían y caían en el segundo, y tercer estanque, para después expandir el agua y hacer que cayera como cascada.

Se acercó un poco a uno de los bordes y ahí pudo ver una pequeña pero hermosa flor de loto azul. En ella se encontraba una hoja perfectamente doblada e incrustada entre sus pétalos; con cuidado la tomo entre sus manos, la desdoblo y leyó el contenido.

"Sabes, la flor de loto es muy preciada en la India y en China; esta exótica flor puede transformar la mala suerte en buena. Así que es momento de que tengas un nuevo comienzo, Karma.

¡Suerte!"

Al terminar le ver su contenido se sorprendió un poco. La letra de esa pequeña nota, jamás podría confundirla, puesto que, llevaba años viéndola en cada apunte, nota u obsequio, además, pertenecía a su mejor amiga. Una sonrisa sincera se formó en sus labios tras escuchar los pasos que cada vez eran más cercanos a él.

— Miyuki, tengo que decirte al-...—dio media vuelta para encarar a la joven pero su frase quedo en el aire al ver al pequeños celeste.

—Lo siento, pero es mejor que no te interpongas entre ellos—endureció su voz Rio mientras cruzaba sus brazos y la miraba con frialdad. Estaba decidida a ayudar y aunque sabía que la joven no se merecía aquello, no podía echarse para atrás. La felicidad de su mejor amigo era su prioridad en ese momento; acompañada de sus amigos, que de igual manera apoyaban con todo su corazón a Nagisa, decidieron detenerla. El pequeño celeste tenía que ser feliz, sí o sí, no había otra opción y eso incluía el tomar medidas drásticas de ser necesario.

— ¿De qué están hablando? —preguntó confundida al no entender de que iba la advertencia que le estaban declarando.

—Te estoy diciendo que no te metas entre Akabane y Nagisa—respondió fríamente su pregunta.

— ¿Qué...? —Se sorprendió ante lo dicho—. «Karma..., él esta con...—apretó sus labios y desvió la mirada—, ¿por qué no me lo imagine? » —pensó frustrada y tenía motivos para estarlo.

Sabía de primera mano que Karma, después de hablar con ese chico no estaba bien. Todo se había ido al caño por él, sin embargo, ¿qué podía hacer? ¿Ir ante ellos y decir: "Alejate de él y no te vuelvas a acercar"? Claro que no. Eso sería egoísta y ella no tenía el valor para hacerlo.

—Nagisa, en estos momentos esta con Akabane, si vas solo interferirás en su conversación.

—Tranquila, no iré. Gracias por decírmelo, si me permiten, me retiro—embozó una pequeña sonrisa e hizo una leve reverencia ante ellos.

La rubia se sorprendió al ver su sonrisa al igual que sus amigos, era imposible, no podían creerlo ni mucho menos aceptar que esta chica estuviera cediendo a lo que demandaban. No tan rápido y sin dar batalla, ¿era su novio, no?

— ¿Estás bien con ello? —cuestiono Yūma al ver la facilidad con la que había accedido—. Digo, es tu novio, pensé que tú...

—Intervendrías—termino la oración Maehara, arqueando su ceja bastante dudoso.

— ¿Por qué debería? —Soltó una pequeña y suave risilla—. Karma y yo, solo somos mejores amigos. Nada más que eso, lo que decida él, está bien.

— ¿Renunciaras a él a pesar de que te gusta? —fijó su mirada Nakamura en ella. Conocia a ese tipo de personas, las cuales fingían en renunciar pero a la primera oportunidad se metían y obtenían lo que querían.

— ¿Gustarme...? Sí, Karma me gusta—respondió con una sonrisa sincera—, sin embargo, la forma en que él me ve, no es una romántica. Por eso, quiero que sea feliz, si Nagisa-kun es su verdadera felicidad, no interferiré con ella.

—Usted...—le miro entristecido Isogai.

—Lo amo demasiado, como para lastimarlo, así que por favor, no dejen que Nagisa-kun lo lastime de nuevo...—pidió—. «No quiero volver a verlo llorar» —apretó sus labios y contuvo las lágrimas que amenazaban por salir. Era doloroso, pero sabía que así sería. Karma, él aun amaba a ese pequeño. A su primer amor.

—Así será—respondió al ver como la chica se alejaba.

«Espero que lo logres, Nagisa» —suspiro Nakamura. Había sido dura, pero era lo mejor que podía hacer, ella no quería volver a ver llorar a su mejor amigo.

— ¿Shiota-kun? —preguntó de manera crédula al verlo frente a él, manteniendo una distancia bastante prudente entre ambos.

«Nervios no me traicionen ahora» —pensó el ojizarco. Estaba nervioso, la manera en la que jugaba con sus manos y con las flores que mantenía ocultas tras su espalda lo delataba—. Yo...yo...tengo que hablar contigo, Akabane-kun

—Bien...—respondió con cierta duda—. «Miyuki, ahora no se si pedir que vengar rápido o no» —pensó de manera indecisa. Tenía sentimientos encontrados y el querer o no hablar con él, ya lo había decidido.

—So...solo...—apretó las flores en sus manos y subió la mirada hasta toparse con ese par de orbes cobrizos—, quería agradecerte por todo lo que hiciste. Sé que en momentos mi comportamiento no fue muy bueno...pero aprecio todas las flores y obsequios que me diste—agacho su cabeza y sonrió con un poco de tristeza—. «Fui un idiota» —pensó mientras recordaba cada una de los detalles recibidos.

«Te lo dije, Miyuki. No hay más que un amargo agradecimiento» —pensó con amargura y sin tardar mucho sus labios formaron una sonrisa burlona—. Así que al final descubriste quien te envió todas esas flores, pero, no tienes que agradecer nada. Fue una etapa de la adolescencia. Ahora es cosa del pasado, aunque me alegro que estés bien; te ves mucho mejor y más feliz que antes. Supongo finalmente destruiste las cadenas que te ataban, iniciando por tu cabello—se sentó en la fuente y arrugó el papel en sus manos ocultando lo que en verdad sentía en ese momento.

— ¡Ah, sí! —tras escuchar lo dicho, reaccionó. Dudoso de sí mismo, se sentó a su lado, fijando su mirada únicamente en las flores que mantenía ocultas a su costado, además de ese pequeño sonrojo que se había formado en sus mejillas—. Mi cabello me lo agradeció y ahora tengo amigos de verdad. También puedo respirar como debe ser después de mucho, sin embargo, perdí varias cosas para poder darle fin a esto..., incluyendo...a la persona que me hizo darme cuenta de ello... —miró discretamente las flores buscando las palabras correctas y así lograr expresar lo que en realidad quería transmitirle.

«Maldición esto duele...y se supone que ya no debería» —pensó para sí—. Ya veo, pero ha valido la pena. A veces los sacrificios que uno hace, da buenos frutos—sonrió de manera nostálgica—. Por ejemplo, en mi caso haber ido a estudiar a otro país me ayudó mucho, ahora tengo a una buena persona a mi cuidado, que de una u otra forma me ha ayudado durante todo este tiempo...—conforme hablaba su pecho dolía cada vez más. No sabía cuánto más resistiría sin que su voz se quebrara, pero lo escucharía hasta el final, tenía que cerrar de una vez por todas, este círculo si quería dar el siguiente paso.

—Qué bueno que tuviste a alguien contigo—sonrió ocultando la gran opresión en su pecho al escucharlo, conteniendo así las ganas de llorar—. Mis amigos me han ayudado con el tiempo..., pero...

—Un vacío sigue, es algo cliché pero cierto... —sonrió con bastante burla—. «Miyuki no ha logrado hacer que desaparezca. »

—Sí,...cometí un grave error hace mucho tiempo...—desvió la mirada y se levantó poniéndose frente a él con la mirada agachada—. «Vamos Nagisa, es mejor que lo digas a nada»— pensó para sí mismo sosteniendo las flores con fuerza y así coger el valor que tanto le hacía falta—. Por eso..., es mi turno de intentarlo...—con un enorme sonrojo en sus mejillas y con la poca valentía que había cogido, mostro las flores, tomó la Verbena y se la entregó—. «Es mi turno de estar en tu lugar».

Karma al verlas, no pudo evitar soltar una pequeña risa. Irónico. Esto era una cruel broma, se suponía que Miyuki las traería consigo, entonces, ¿por qué él las tenía? ¿Por qué la persona con la que no podía estar traía consigo las flores que le darían una nueva felicidad?

—Verbena, violeta, ciruelo, iris blanco, rosa centifolia y tulipán rojo—señaló y nombró cada una de las flores—. ¿Hace cuánto que no las veía? —Se preguntó y mintió a sí mismo para después volver a reír irónicamente—. «Aún recuerdo cada significado y cada flor que te regalé...... En verdad eres muy malo..., Nagisa. »

— Sí..., son algunas de las que me distes y....se el significado de cada una...—aun con la mirada fija en su persona le ofreció la flor—. Verbena; encanto. La primera flor que me diste y la primera flor que quiero darte. Tú capturaste toda mi atención, Akabane-kun.

—Ah...—llevo su mano a su rostro cubriendo sus ojos sin borrar su sonrisa—, si no mal recuerdo. Cuando te la mande tu reacción fue de molestia; pensaste que era una broma de alguien, pero aun así conservaste la flor.

—Lo sé, pero, no creí que fuera verdad. A lo que me refiero es que, bueno, no todos los días te dan una flor siendo un chico..., por eso pensé que solo me estaban jugando una broma como siempre...—sus manos empezaron a temblar, reflejando los nervios que hasta el momento se habían mantenido al margen—. Sabes, aun las tengo, cada carta que mandaste...la guarde. Principalmente lo hice para descubrir al bromista pero...después el motivo cambio.

— ¿Ah sí? —sujeto entre sus dedos la pequeña y frágil flor. La miró unos segundos y después al chico frente a él—. ¿Y cuál fue?

—Eran encantadoras—admitió. Tomó otras dos y se las extendió de igual manera—. Violeta, lealtad y ciruelo, fidelidad. Valores que aprendí en esa etapa, así como el ver que personas lo eran.

—Correcto—acepto ambas flores con una sonrisa—. No todos son fieles o leales, incluso no siempre podemos confiar en los demás, pero cuando realmente encuentras a personas que te brindan eso, no puedes simplemente abandonarlas......—explicó mirando solamente las flores.

—Lo sé..., eso también me lo enseñaste tú—sonrió triste—. «Por eso, no quiero cometer más errores» —pensó mientras tomaba el iris blanco y la rosa centifolia—. Iris Blanco, esperanza y la rosa centifolia, gratitud... —apretó suavemente sus manos mientras se las daba—. La antepenúltima y última flor que me diste. Siento mucho todo lo que te hice y dije; lo sé, fui un tonto y egoísta, al hacerte todo eso, pero estas flores representan lo que ahora siento—tragó grueso al sentir la mirada de karma en su persona—. El apoyo que me diste en ese tiempo, me ayudo. Aunque no quise admitirlo, me alegraba sentir que estabas conmigo aun si saber quién eras, por eso mismo, estoy profundamente agradecido contigo y...

—Shiota-kun—le interrumpió—, estas agradeciendo cosas que realmente yo no te enseñe—soltó un pequeño suspiro y pasó su mano por su nuca desviando un poco la mirada—. En ese tiempo solo era un adolescente que no sabía qué hacer con su vida..., eso que tanto me agradeces lo aprendiste tu solo, al igual que yo. Es de humanos cometer errores, ya que de ellos aprendemos, para bien o para mal lo hacemos.

—Si...—apretó sus labios con fuerza, animándose así mismo a seguir a pese de todo lo que el pelirrojo decía—, éramos adolescentes..., pero tú me ayudaste a ver esos errores que me negaba a aceptar. Y como dices, de los errores que cometí, aprendí—sonrío con tristeza y abrazo con fuerza la última flor en su pecho, al notal que el de orbes cobres solo miraba la flor exótica en la fuente—. Por eso, te ofrezco esta última...... Un tulipán rojo...—sus mejillas se tornaron rojas y el valor que había reunido se esfumo cuando nombro la flor, sin poder dar su significado.

Karma no pudo evitar sorprenderse; esa flor, la misma que él entrego cuando se declaró, ahora mismo la tenía frente a sus ojos. No obstante, no creía lo que estaba sucediendo y mucho menos lo aceptaba. Porque en primera, era navidad y en segunda, su cumpleaños. Nagisa, al no recibir una respuesta continuó.

—Yo deje ir a la persona que estuvo conmigo en las buenas y en las malas; a la que pese que hice como quise, siguió luchando pero al final lo harté—apretó sus puños con fuerza evitando que su voz flaqueara—. Sé que es tarde, pero no puedo callar más estos sentimientos..., ¡Akabane-kun, tú me gustabas y aun me gustas!

Y ahí estaban, las palabras que tanto había querido escuchar hace años, por fin las obtenía, sin embargo, el mismo sentía una contradicción. ¿Por qué cuando había decidido seguir adelante, él se declaraba?

—Shiota-kun, en verdad eres cruel—cubrió de nueva cuenta sus ojos sin borrar su sonrisa, estaba feliz y triste, tanto que si no tenía cuidado su lado vulnerable y egoísta saldría a la luz.

—Quizás tengas razón. Fui un idiota antes y tienes tantos motivos para rechazarme, los cuales entenderé—su voz se empezó a quebrar un poco—, pero quería que lo supieras. Desde que te fuiste...me di cuenta que en verdad te quería, que me gustaba cada flor, cada nota u obsequio que me dabas. Lamento no haberme dado cuenta antes y si pudiera regresar el tiempo lo evitaría..., pero, sé que no puedo; sé que ahora otra persona tiene tu corazón, sin embargo, quise ser egoísta y decírtelo sin esperar nada a cambio—mintió—. Así que solo te entrego esta declaración de amor—dejó el tulipán en su regazo y sonrió ocultando su corazón roto—. Perdón por quitarte tu tiempo.

—Nagisa—sin previo aviso se levantó y sujeto su mano, provocando que el corazón del pequeño comenzara a palpitar rápidamente y su rostro se pusiera más rojo, al escuchar su nombre de los labios de la persona que amaba—, ya te escuche, ahora tu escuchame.

—Tienes razón..., es mi turno de escucharte—oculto su mirada bajo su flequillo—. «Sabía que esto pasaría, pero duele demasiado.»

— ¿Por qué ahora? —Cuestionó con cierta angustia—. ¿Por qué cuando decidí olvidarte y dejarte ir, vienes y dices lo que tanto desee?

El peli celeste se sorprendió al escuchar esas preguntas; su corazón se oprimió y lleno de felicidad al mismo tiempo, puesto que esas palabras daban mucho a entender.

—Porque quiero ser egoísta y tenerte. Quiero conocer al chico que me hacía experimentar todo tipo de emociones y podía ver a través de mi mascara—respondió sujetando su mano—. Porque Karma-kun tenía razón... El día que te viera en persona me enamoraría aún más de ti.

—Eres muy injusto, ¿sabes? —sonrío leve—. Nagisa-kun, es muy cruel. Esa cara de inocencia, hace que baje mi guardia—entrelazo sus dedos por unos segundos antes de soltarlos—, sin embargo, ahora hay una persona que me espera y no puedo dejar. Lo siento, Nagisa.

—Lo sé—murmuró y las lágrimas que tanto contuvo, por fin habían descendido por sus mejillas—. Es por esa chica, ¿verdad? —preguntó, a lo que Karma afirmó—. Es una chica muy linda.

—Sí, lo es—lo miró con tristeza. Lo quería, no lo negaba, pero, ahora era momento de dejarlo ir. Su primer amor en verdad era una maravillosa persona.

—Gracias, Karma-kun—murmuró entre pequeños sollozos mientras sorbía su nariz—, gracias por escuchar a este chico egoísta.

—No tienes que agradecer nada, realmente eres muy valiente, Nagisa—sonrió y beso su frente—. Te deseo lo mejor de mundo.

El de menor estatura asintió. Era consciente de lo que pasaría, pero, estaba feliz de haberle dicho lo que sentía. Continuaría con la frente en alto y deseándole la mayor felicidad, dio media vuelta y se dispuso a regresar, sin embargo, aquella última escena que presenciaron sus ojos, sería algo que su mente y corazón jamás olvidaría.





    ★·.·'¯'·.·★ ..♩.¸¸♬'¯'♬.¸¸ ¸¸.♬'¯'♬¸¸.♩.. ★·.·'¯'·.·★      

Y este es el final.
Antes de que me digan: "esto no karmagisa", déjenme decirle que estoy consciente de ello. Por eso mismo dude mucho —demasiado— en publicarlo.

Sin embargo, este final tiene doble interpretación o bien, pueden tomarlo como un final abierto. El cual, se aclarará en el epílogo.

Espero les guste. Ya solo queda el epílogo y si van a dejar comentarios, les pido de la manera más atenta que no sean crueles, si me desánimo va a ser muy difícil que pueda seguir.

También, en recompensa —si se le puede llamar así—, las invito a leer un doujinshi que edite. Es totalmente Karmagisa y muy hermoso.  Por si gustan esta en mi perfil, justamente en el libro "Alternate Worlds Karmagisa".

Nos leemos luego y gracias por todo el apoyo en esta historia.

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