—Pensé no querías volver a verme...
Gruñi ante el comentario que venia desde la sala. Termine de agregarle azúcar a las dos tazas de café que había preparado y procedí a buscar un poco de pastel dentro del refrigerador; al cerrar la puerta el par de ojos verdes me miraban con reproche.
—¡Por favor, me asustaste! —exclamé de miedo.
—No me estas prestando atención —reprochó siguiéndome hacia la mesa.
—Si te estoy escuchando, pero lo siento si no soy tú nana del kinder para prestarte toda mi atención —espeté frustrada de su reproche.
Por unos segundo se mantuvo en silencio llamando mi atención el que estuviese tan callado. Estaba de pie detrás de mi con los ojos abiertos como platos y la boca casi tocando el suelo.
—¿Estás siendo sarcástica conmigo?.
Rodé los ojos y tomé una bocanada de aire. Negué con la cabeza.
—No Adam, discúlpame es sólo que... Todo esto de la boda de Lis... Me tiene un poco o más estresada que a ella misma —me senté de golpe en el desayunador acomodando una taza frente a mi y la otra en el asiento vacío junto a mi.
—Me llamaste Adam...—resalto.
Ambos nos miramos fijamente, él con mirada de sospecha y yo sin entender su punto.
—Me llamaste Adam... No recuerdo la última vez me llamaste así, fue hace mucho —el tono de su voz parecía pasmado.
—Vamos... Es tú nombre ¿no? —su rostro cambio a una mueca de dolor.
—Emma... ¿Sabes cuando fue la última vez que nos vimos? —frunció el ceño.
«El mismo día en que Styles regreso a mi vida» pensé pero no conteste a su pregunta.
Abrió su boca pero lo pensó dos veces antes de hablar y decidió quedarse callado. Dándose la vuelta salió de la cocina.
Jale de mi cabello en frustración dejando salir por lo bajo un gruñido, no sabía lo que me estaba pasando, tal vez sí estaba siendo un poco fría pero, tampoco lo veía digno de todo su drama. Me puse de pie y corrí detrás suyo.
—¡Espera! —lo alcance frente a la puerta.
Sin voltear Adam se detuvo con el picaporte en la palma de su mano.
—Por favor no te vayas —rogué.
Adam soltó el picaporte y volteó hacia mi.
—No. Tienes razón, estas estresada. Lo mejor será que me vaya... Tal vez podamos hablar luego —se acercó a mi y dejo un rápido beso en mis labios para luego salir de casa cerrando la puerta detrás.
Hacia cuatro días desde la última vez que mi novio y yo habíamos pasado tiempo juntos así que entendía el que quisiera estar conmigo pero, en este caso ambos estábamos en la misma habitación, el café estaba listo y el solo se enfocaba en hacer berrinches de niño de cinco años por algo que ya había pasado en lugar de aprovechar el momento juntos. Por otro lado, Adam insinuaba que yo no quería estar con él como si me acusara de algo... No sabía el qué, pero así lo hacia sonar.
Mi celular sonó desde la sala. Al tomarlo me sorprendió el número era de Josh en lugar de Lis, no significaba que con él no habláramos por teléfono —al final de cuentas era mi amigo— pero usualmente era yo quien le llamaba a él y no al revés, menos a las 7:00 de la mañana.
—¡Buenos días! —una voz extrañamente chistosa sonó del otro lado en canción.
—¿Josh? —reí—. ¿Estás bien?.
La persona que hacia la voz del otro lado del teléfono no pudo evitar carcajear en mi oído. Su risa era inconfundible. Rodé los ojos como si pudiese verme.
—Soy yo, Harry —aclaró.
—¿Harry? ¿Cuál Harry? —fingí y le escuché soltar un risa forzada.
—¿Harry Edward Styles, me recuerdas? —río como si no le causará gracia en realidad.
—Mmm... No. No se quién eres —moleste un poco más riéndome en silencio.
—Bien, Soy aquel chico que conociste fuera de aquella tienda de repostería... Recuerdo que salias con una caja llena de cupcakes de colores y al bajar el escalón perdiste el equilibrio y todos los cupcakes salieron volando –mientras repasaba lo que había pasado la mañana en que nos conocimos no pude más que sentir nostalgia, algo en mi pecho que me estrujaba el corazón haciéndolo cada vez más pequeño–. Me viste con tus mejillas enrojecidas por la vergüenza a lo que traté de darte una mano para levantarte pero sin darme cuenta mi pie se resbaló en un cupcake rosa haciéndome caer al suelo junto a ti. Me viste con asombro y no pude evitar reírme de todo: de mi resbale, los cupcakes de colores, tus bellos ojos fuera de orbita, nuestro cabello con merengue y la absurda manera en que había conocido al amor de mi vida.
—Y desde entonces tú y el suelo son uno solo –espeté sarcástica. Trataba de no llorar ante el recuerdo y la mejor manera era recordándome que Harry había metido la pata y la había metido bien hondo.
—¿A que te refieres? –sonó curioso.
—¿De verdad quieres que te lo expliqué o nos ahorramos esa parte y solo empezamos a pelear?.
—No. Al menos ahora me recuerdas, pero sí gustas... ¡Hola! Mi nombre es Harry Styles, gusto en conocerte. ¿Cuál es tu nombre?
—Dejame ver... Mmm no.
—¿Ahora te llamas "No"? Bien...
—No es así... –gruñi interrumpiéndolo.
—¿No es así, qué? —insistió.
—¡Olvídalo! Arruinaste el chiste —mascullé.
—¡Ni siquiera haz contado un chiste! —rió como estúpido.
—Si te lo explico ya no es un chiste Sr. Inteligente...
—Si lo tienes que explicar para que otros lo entiendan es por que apesta —lo escuche contener una carcajada.
—Tal vez, el problema no es el chiste y eres tú que no tienes la más mínima neurona en tu cerebro —contraataqué recibiendo las risas de Harry como respuesta— ¡¿Qué, de qué te ríes?!
—De tú chiste que no es chiste, no —siguió burlándose.
—Eres un idiota...
Lo escuché aclarar su garganta y tomar aire.
—Hablando en serio...
—¿Se puede? ¿Con un payaso? —arremetí.
—¡Hey! me rindo, me hiciste reír ¿contenta? —dijo tratando sonar serio.
—El punto no era que rieras...
—¡¿Qué?! ¿Ese no era el punto? —sonó impresionado—. ¡¿Qué clase de chiste es ese?! —rio.
—Se llama Harry Styles —dije.
—¡Así que ahora si me conoces!
—¿Se puede saber porqué diablos tienes el teléfono de Josh?
—Lo siento pero creo que Josh puede decidir si otra persona utiliza su teléfono, no lo decides tú.
Mi mandíbula cayó al suelo, un silencio invadió la llamada y colgué.
Veinte segundos después, mi celular mostraba en la pantalla el nombre de Josh otra vez. Conteste con los nervios de punta.
—¡Deja de llamar! —casi grite.
—Escucha, pensé te había ocurrido algo malo porque la llamada solamente se corto —la voz de Harry era menos sarcástica y se escuchaba asustado.
—Creo que puedo decidir por mi misma cuando no quiero seguir hablando con un imbécil —gruñí.
—Bien, escucha, lo siento.
—¿Para que llamas? —ignore sus disculpas.
—Josh está probando su traje y me dejó su teléfono —explicó.
—¿Y...?
—Parece que a Lis se le ocurrió la gran idea de que las madrinas y los padrinos debe vestir en parejas —dijo.
—¿Y... ?
—Una de las parejas ¿quienes crees que son? —fingió emoción.
—¡Habla ya!.
—Pasaré por ti a las 11:00 a.m. si te parece bien... Debemos escoger nuestro vestuario —dijo seco.
—Espera, ¡¿Qué?! ¿Quieres decir que tú y yo...?
—Nos vemos.
Cortó la llamada.
Horas más tarde el timbre sonó, sabía que era Harry detrás de la puerta. Baje las escaleras con lentitud no segura de si era buena idea verlo pues estaba más que cabreada con su presencia en mi vida.
—¿Lista? —vestía de camiseta azul y jeans gris obscuro, cabello alborotado de un manera ordenada haciéndolo parecer absurdo e incoherente pero así se veía y si mi memoria no fallaba siempre había tenido ese mismo aire de perfección imperfecta—. Qué bien que te alegres de verme para variar —dijo.
—¿Quién te dijo que lo estoy?
—Lo pensé, por tu sonrisa —señaló haciéndome consciente de la cara de estúpida que debía tener en ese momento.
«Estúpido Harry».
—¿Vamos a terminar con esto o te quedaras ahí parado sintiéndote el importante? —me cruce de brazos, Harry imitó mi acción con una sonrisa egocéntrica para luego girar en sus talones.
Camino al auto tuve que trotar un poco para seguirle el paso. Una vez dentro del auto Harry le hecho a andar en silencio. Un vez llegamos a la boutique Harry estacionó el automóvil y apagando el motor volteo hacia mi.
—No lo negaste —dijo. Rodé los ojos y suspiré.
—Mi sonrisa tiene nombre y no es el tuyo Harry. Si quieres que todo esto del compromiso y boda de los chicos no sea un desastre, va siendo hora de que te olvides de tu papel de gigolo o lo que sea, y dejes de filtrear conmigo.
—¿Disculpa? Yo no estoy filtreando contigo —negó ofendido.
Gruñí, abrí la puerta del coche y tome camino sin él hacia la tienda.
Minutos después Harry estaba de pie detrás mío observándome tomar un vestido en silencio.
El vestido era muy lindo, era aqua con tirantes de encaje. Lo inspeccioné frente al espejo y mientras daba vueltas observándolo sobre mi cuerpo atrape a Harry negando con la cabeza.
—¿Qué? —me detuve de golpe. Negó una vez más y miró hacia otra dirección —¿Qué? —insistí.
—¡Nada, nada! —levantó ambas palmas al aire—. Es sólo que... Ese no es el color que asignó Lisa.
—Cierto, casi lo olvido —con decepción di un último vistazo al vestido antes de entrar al probador para quitármelo.
Mi celular sonó en en el bolsillo trasero de mis jeans que yacían descuidadamente en el suelo a pesar de tener su lugar donde ponerlos. Tomé el celular y el nombre de Adam se desplegó en la pantalla. Conteste la llamada lo más rápido que pude con la esperanza de que Adam estuviese de mejor humor y pudiésemos arreglar lo que había pasado por la mañana.
—¿Aló? —contesté.
—¿Bebé, como estás? —le escuché preguntar.
—Bien, ¿y tú? —pregunte con temor.
—Perdóname por lo de hoy ¿sí? Fui un imbécil.
El que pidiese disculpas primero derritió mi corazón.
—Esta bien osito, te extraño —le dije haciendo un puchero que no podía ver.
—Yo también bebé ¿Dónde estás?
—Arreglando detalles para la boda de Lis ¿y tú?.
—¿Estás con tú amiga?.
Preferí omitir información.
—Eeeh, no, no está conmigo.
—¿En dónde estás? —preguntó curioso.
—En Cashemire —revelé.
—Estoy cerca, voy por ti. Ya llego. Nos vemos. Bye —la llamada se cortó.
Luego de vestirme con mi ropa salí del vestidor bajo la mirada intrigante de Harry que me seguía el paso.
—¿Qué? ¿Tengo monos en la cara?
—Osito te extraño... —molestó fingiendo una voz chillona.
—Ah, es eso —dije dándole la espalda para reírme sin que se pudiese percatar de ello. Era muy chistoso que a estas alturas se las diera de celoso.
—¿Acaso le dijiste en donde estabas? —enarcó una ceja acercándose a paso lento.
—No —mentí.
—¿Segura? —retó.
—¿Y que si lo hubiese echo?
—Seria un lastima el no saludarlo porque tú y yo ya tenemos otros planes osita —una sonrisa diabólica se formó en su rostro de ángel.
—¿Planes? —logre decir cuando fui tomada de la mano y guiada hasta la salida de la boutique hasta el auto, oponiéndome sin éxito alguno. Una vez frente a la puerta del copiloto lo vi tomar asiento en el asiento del conductor y voltear hacia mi.
—¿Vas a subir? —me miró expectante y a la vez con humor brillando en sus ojos.
—¿Parece que estoy subiendo? —me crucé de brazos.
—Bien... —negó con la cabeza, bajó del auto y lo que hizo a continuación no lo esperaba.
Caminó hasta mi, clavó su mirada en la mía, giro en su talones y camino en otra dirección sin dejar salir una palabra. Parpade varias veces y miré a mi alrededor, Harry seguía caminando dejándome abandonada en medio de la calle. Gruñí por lo bajo y le seguí apurando el paso par alcanzarlo
—¡Espera! —Harry parecía ignorarme y eso no hacia más que aumentar mi desesperación—. Harry ¡Espera! —apresuré el paso dando uno que otro trote. Una vez estaba cerca de él sin avisar paró en seco haciéndome estrellar contra su espalda.
—¡Ey, fíjate por donde caminas! ¡Dios! —gruñio mientras me miraba sobre su hombro.
—¡Eres un pesado! ¡¿Qué diablos crees que haces?! —grite furiosa.
—¡Woah, woah, woah! relajate —susurró mirando hacia todos lados— Estás haciendo una escena.
—¡Por favor! ¿Me hablas de escenas, tú a mi? —alcé una ceja. Harry apretó el puente de su nariz dando la impresión de que tenía una migraña.
—¿Puedes dejar de ser tan difícil? —suplicó.
—Yo no soy difícil Harry, simplemente ésta situación es la que es difícil. ¿Tú crees que quiero verme obligada a pasar tiempo contigo? ¿Crees que es un placer, que es un deleite estar junto a la persona que te rompió el corazón? —miré al cielo tratando aguantar las lágrimas.
—Emma yo... —Harry trató acariciar mi brazo pero di un paso atrás antes que lo lograra.
—No lo es... —lo mire a los ojos antes de darle la espalda y marcharme.
Tras lo que parecieron ser unos quince minutos caminando sin saber muy bien como regresaría a casa -pues tuve la grandiosa idea de salir sin dinero- un automóvil que se me hacía familiar apareció despacio a mi lado izquierdo. Trate de ignorarlo pues mi orgullo era más fuerte que el dolor que sentiría si continuaba caminando a pie hasta mi casa.
—Sube, por favor —escuche la voz de Harry desde el auto mientras continuaba caminando— Emma... Sube al auto, no puedes caminar en tacones de cinco centímetros hasta tú casa —continúe ignorándolo—. Emma, perdón —me sorprendió le escuché decir, aun así, actúe como si no hubiese dicho nada para luego apretar los ojos y dejar salir un suspiro rindiendome.
—¡Abre la puerta! —exclamé de mala gana.
Una vez dentro del auto como de costumbre el silencio inundó el pequeño espacio hasta que Harry abrió la boca para intentar hablar pero siendo callado inmediatamente por la palma de mi mano.
—Si no quieres que me baje del auto ahora mismo cerrarás la boca —advertí. El sonido de el seguro de las puertas del carro sonaron indicando Harry las había cerrado—. ¡Agh! ¡No te soporto!.
—Vas a escucharme Emma.
—Esto es prácticamente un secuestro ¿estás consciente de ello? —rodé los ojos.
—Si debo ir a la cárcel para que me escuches lo haré, pero primero vamos a hablar —dijo estacionando el auto en una calle poco transitada.
—No tengo nada de que hablar contigo —dije fría.
—Se que me odias pe...
—No te odio, solo prefiero que estés lejos de mi y de mi vida, si es posible en otro continente por favor —le dedique la sonrisa más falsa que pude.
—Si me escuchas... —rozó con la
yema de sus dedos su labio inferior fijando su mirada en el timón—. regresaré a L.A. en el próximo vuelo—me miró a los ojos y pude ver en su mirada flotar ¿miedo? por lo que estaba prometiendo.
Luego de unos minutos en silencio analizando su propuesta, Harry carraspeó llamando mi atención.
—¿Y bien?...
Volteé a su rostro por unos segundo analizando el color de sus ojos por un momento; el sentimiento de que no volvería a verles me hizo dudar por unos minutos en mi respuesta ¿Quería que se fuera? ¿Sería capaz de arruinar la boda de Lis y Josh por una estúpida mala relación del pasado?.
—Habla.
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