Más valiosa que el oro

Od inunoe

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Una versión del hobbit desde un punto de vista más femenino, acción, aventura y romance se unen para dar vida... Více

Mi hogar
Un viaje inesperado
Comienzo
Recuerdos
Trolls
Un encuentro
Una criatura fascinante
Una larga jornada
Asquerosos Trolls
Miradas
Rivendel
Besos y discusiones
¿Celos?
Toda una reina
Mía
Azog está muerto
El pálido orco
Nunca había estado tan equivocado
Segunda parte
Buenas noches, mi rey
Descansa mi reina
Beorn
Orgullo
No te equivocas
¿Reina? ¿Yo?
Eso es muy peligroso
Confío en ti Gandalf
¿Te has vuelto loca?
¿Tenéis prisa?
La ciudad del lago
Somos los enanos de Erebor
Si alguien lo tiene, soy yo
Erebor
¡Volved, volved!
¡Venganza!
¿Qué hemos hecho?
Más valiosa que el oro
El caos
Respuesta
La batalla de los 5 ejércitos
Guerra o alianza
Les he puesto en bandeja de plata mi vida
Te escuchamos
El acuerdo y la amenaza
Siempre hay esperanza
Promesa
Adorable

El muy canalla nos ha vendido

844 47 16
Od inunoe

(Perspectiva Thorin)

Poco después, comenzamos la travesía a través del lago, todo estaba cubierto de bruma y rocas puntiagudas emergían desde lo profundo del lago en los lugares menos esperados, el barquero parecía tener destreza para surcar esas aguas. Traté de observar más allá de lo que la bruma nos dejaba ver, pero era prácticamente imposible, debíamos confiar en el barquero y esa idea no me hacía mucha gracia.
Vi como Noe conversaba con él amablemente, aunque no escuché lo que decían, pude apreciar en los ojos del barquero el interés sobre mi reina.

Cuando Noelia se acercó a Kili, pasamos cerca de una gran roca puntiaguda que sorprendió a más de uno.

-¡Cuidado!- gritó Bofur, al ver frente a nosotros la gran roca.

El barquero ni se inmutó, parecía saber perfectamente lo que hacía.

-¿Qué tratas de hacer, ahogarnos?- dije desafiante ante su abrumadora calma.

-Yo me crie en estas aguas, señor enano- dijo el barquero- si quisiera ahogaros no lo haría aquí.

-Estoy harto de este insolente hombre del lago- dijo Dwalin- deberíamos tirarle por la borda y se acabó.

-Bardo, se llama Bardo- dijo Noelia encogiéndose de hombros, parecía estar exasperada por nuestro comportamiento hacia el barquero.

-¿Cómo lo sabes?- le preguntó Bofur.

-Emm, se lo he preguntado- dijo mirándolo.

-Me da igual como se llame- dijo Dwalin- no me gusta.

-No tiene que gustarnos- dijo Balin-solo tenemos que pagarle, venga muchachos aflojaos los bolsillos.

-¿Quién nos dice que no nos traicionará?- dijo Dwalin desconfiado.

-Nadie- dije.

-Tenemos un problemilla- dijo Balin contando las monedas- nos faltan diez monedas.

-Gloin, vamos, danos lo que tengas- dije.

-A mí no me miréis, esta aventura me ha dejado seco- dijo encogiéndose de hombros- ¿qué he sacado de mi inversión?, nada salvo miseria pesar y...

Se interrumpió cuando a la vista quedó Ereborn, la montaña solitaria se alzaba más cerca de lo que podíamos imaginar, ya estábamos muy cerca.

-Por mis babas- dijo Gloin sacando un pequeño costal con dinero- toma, cógelo todo.

-Si necesitáis más, yo tengo algo guardado- dijo Noe.

-Ya está todo, no te preocupes- dijo Balin.

-Dadme el dinero, rápido- dijo Bardo con la vista clavada en algo frente a nosotros.

-Te pagaremos en cuanto tengamos las provisiones, no antes- dije confundido por su repentina petición.

-Si valoráis la libertad haréis lo que os diga- dijo Bardo apremiante- hay guardias ahí.

-Vamos chicos, dadle el dinero y a los barriles- dijo Noelia con la voz calmada- si quisiera traicionarnos, podría hacerlo de igual manera antes o después de darnos las provisiones.

Los chicos le miraron y Balin le dio el dinero, me acerqué a mi reina y le di una palmada en la espalda, antes de dedicarle una pequeña sonrisa y ayudarla a entrar en uno de los barriles. Noe era la que aportaba la serenidad en estos momentos, pensándolo fríamente, ella tenía razón, y todos lo sabían, así que no protestaron en lo más mínimo, toda una reina.

Bardó se bajó del barco con el dinero y comenzó a hablar con uno de los guardias.

-¿Qué está haciendo?- preguntó Dwalin.

-Está hablando con alguien y señalando hacia aquí- dijo Noe que, desde su barril, podía observar mejor.

-¿Qué?- pregunté enfadado pensando que nos quería traicionar.

-El muy canalla nos ha vendido- dijo Dwalin.

-Chicos aguantad la respiración- dijo Noe, no sabía que era lo que ocurría pero instintivamente le hice caso.

El pescado comenzó a caer sobre nosotros, ocultándonos ante los ojos de cualquier curioso.

Bardo se acercó al barril de Noe y susurro.

-Disculpe esto, pero es la única manera- dijo cortésmente.

-No importa- respondió Noe.

Tras unos minutos de travesía, los demás comenzaron a hacer ruidos de asco y Bardo los mandó callar.

-Silencio- dijo firme- nos acercamos al peaje.

Poco después, se escucharon unas voces.

-¡Alto, inspección!- gritó un hombre- papeles por favor, ah, eres Bardo.

-Hola Persi- dijo Bardo.

-¿Algo que declarar?- preguntó el hombre del peaje.

-Nada, tengo frio, estoy cansado y quiero irme a casa- dijo Bardo.

-Ya somos dos- escuché decir al hombre- ya está.

-No corras tanto- dijo otro hombre con la voz desagradable- revisa de barriles vacíos del reino del bosque, solo que, no están vacíos, ¿cierto Bardo?, si no recuerdo mal tienes licencia de barquero, no de pescador.

-Eso a ti no te importa- le plantó cara Bardo.

-Error- dijo el hombre- le importa al gobernador y por tanto me importa a mí.

-Vamos Alfrid, ten compasión la gente tiene que comer- le reclamó Bardo.

-Este pescado es ilegal- dijo Alfrid- vaciad los barriles por la borda.

-Ya le oís al canal- dijo otro hombre, era exasperante no poder ver absolutamente nada.

Los guardias se posicionaron junto a los barriles y comenzaron a inclinarlos haciendo que el pescado, poco apoco, callera al canal.

-La gente está pasando apuros, son tiempos difíciles- dijo Bardo tratando de disuadirles- la comida escasea.

-No es mi problema- dijo Alfrid.

-¿Y cuando la gente se entere de que el gobernador tira el pescado, cuando empiecen los motines, será entonces tu problema?- sentenció bardo.

-Parad- dijo Alfrid- siempre el defensor del pueblo, el protector del vulgo, puede que ahora estén de tu parte, ¿pero hasta cuándo?

-La compuerta- dijo Persi dejándonos vía libre para entrar en la ciudad.

-El gobernador recela de ti, harías bien en recordarlo, sabemos dónde vives- dijo Alfrid amenazando a Bardo.

-Es una ciudad pequeña, todos sabemos donde vivimos todos- dijo Bardo comenzando a adentrarse más en la ciudad.

Poco después, Bardo comenzó a vaciar los barriles en la cubierta del barco, me puse en pie y ví como Bardo ayudaba a Noe a salir del barril con suma delicadeza y ella le sonreía amablemente. Toda la compañía salió de los barriles, bajo la atenta mirada de un par de hombres que había en el muelle.

-No los has visto, no han estado aquí- dijo Bardo dándole una moneda de plata al anciano que amarraba el bote- puedes quedarte con el pescado.

Comenzó a avanzar sigilosamente entre las casas de madera y los canales de agua.

-¿Qué es este barullo?- preguntó Noe al ver a tanta gente arremolinada cerca de un muelle, estaba claro que ella  no había vivido con los humanos y no estaba acostumbrada a eso.

-Señorita Bolsón, este es el mundo de los hombres- dije situándome a su lado.

-Estar alerta, no os paréis, de prisa- dijo Bardo apremiándonos.

La gente del mercado nos miraba con clara curiosidad y desconfianza. De un momento a otro, uno de los guardias nos vio y tomé la mano de Noe para escapar.

-En nombre del gobernador alto- gritó un guardia.

Corrimos por una estrecha callejuela entre los puestos, otro guardia nos cerró el paso, no podíamos permitirnos ser encarcelados, no tan cerca de nuestro destino.

-¡Eh! ¡Volved aquí!- dijo otro guardia.

-¡Volved!- dije tratando de que dieran la vuelta.

Hicimos que los guardias que nos seguían cayeran al suelo, poniéndoles la zancadilla y golpeándoles con remos y objetos que encontrábamos a nuestro alrededor.

La gente estaba curiosa, pero no dijo nada, parecía que a ellos la autoridad tampoco les hacía gracia. Otro grupo de guardias llegó y las personas del mercado actuaron como si no ocurriese nada.

-¿Qué ocurre aquí?- preguntó el guardia que parecía estar al mando-¡Qué nadie se vaya!

Nos miramos unos a otros alerta, Noelia estaba a mi lado entrelacé mi mano con la suya rezando a los dioses que ella estuviera a salvo si algo sucedía.

-Pase lo que pase, quédate detrás de mí, no quiero que te ocurra nada, y si puedes escapar, hazlo- dije en un susurro.

-No voy a dejarte atrás, ni ahora ni nunca- dijo mi reina en respuesta- así que hazte a la idea.

¿Cuán afortunado podía ser?, Una mujer hermosa , valiente, cariñosa y que se arriesgaba por mí.

Bardó llegó a nuestra altura y salió a saludar a los guardias.

-Braga, Soury- saludó Bardo.

-¡Tú!- dijo el que parecía llamarse Braga-¿Qué tramas, Bardo?

-¿Yo?, Nada, ¿qué voy a tramar?- dijo Bardo cuando unos de los guardias que habíamos noqueado comenzaba a despertarse.

Para mi sorpresa, una mujer dejó caer sobre su cabeza un jarrón, haciendo que quedase inconsciente de nuevo, por lo que parecía, Bardo era un hombre querido y respetado en el pueblo, más incluso que las autoridades de esa ciudad.

-Ya- dijo hombre acercándose a una de las callejuelas donde estaban dos de los guardias.

En un movimiento que parecía coreografiado, dos de los hombres de los puestos, cubrieron a los guardias desmalladlos ocultándolos de la vista de Braga.

-¡Eh Braga!- lo llamó Bardo sosteniendo en sus manos una especie de corpiño- a tu mujer le quedaría genial.

-¿Qué sabes de mi mujer?- respondió Braga acercándose a Bardo.

-Lo que todos los hombres de esta ciudad- dijo Bardo encogiéndose de hombros.

Braga cogió enfadado el corsé y lo tiró al suelo antes de irse junto a los demás guardias. Bardo suspiró tenso antes de hacernos un gesto para que lo siguiéramos. Avanzamos unas cuantas callejuelas cuando un joven se acercó corriendo.

-Padre, están vigilando nuestra casa- le dijo el joven a Bardo.

-Por todos los dioses- dijo Bardo- está bien, esto no os va a gustar pero no hay otra manera, tendréis que entrar en la casa por debajo.

-¿Por debajo?- preguntó Noe alzando una ceja- ¿Meternos en el agua helada y entrar por el retrete?, Porque dudo que exista otra entrada bajo una casa.

-Eso exactamente- dijo Bardo- ¿veis esa casa de allí?, ¿La que tiene la puerta azul y esa manta en la barandilla?, Id hasta allí y os ayudaré a salir.

-Por Durin, esto ya es el colmo- dijo Dwalin.

-Debes estar bromeando- dijo Gloin.

Noe soltó mi mano y se acercó a uno de los salientes del muelle sin escuchar las réplicas estériles de los demás.

-Señor Bardo, joven- dijo Noe antes de lanzarse al agua congelada- no tardéis mucho o nos congelaremos.

-No tardaremos- dijo Bardo antes de irse con el niño hacia la casa.

-Vamos chicos, no os vendrá mal otro chapuzón- dijo Noe en el agua.

-Venga vamos- dije impresionado por su valentía, me acerqué a ella tirándome al agua helada.

Noelia, en cabeza, nadó bajo los muelles hasta la casa que Bardo nos había indicado. Los chicos llegaron junto a nosotros en poco tiempo, Noe comenzó a tiritar y me acerqué a ella, rodeándola con los brazos, para tratar de darle algo de calor.

Escuchamos unos golpes sobre nosotros y Dwalin fue el primero en subir por el retrete.

-Como le cuentes esto a alguien, te meto un buen mamporro- dijo Dwalin enfadado mientras subía.

-Por ahí arriba- dijo el joven, supongo que indicándole la entrada a la casa.

-Vamos sube, te estás congelando- dije ayudando a Noe a impulsarse.

-Suba las escaleras, mi padre le dará algo para cambiarse antes de que se enferme- le dijo el joven.

-Muchas gracias- dijo Noe mientras yo subía y me ponía a su lado.

-Subamos- dije poniéndome a su lado para subir por la escalera.

Cuando subimos, dos niñas nos miraban sorprendidas.

-Padre, ¿por qué están saliendo enanos del retrete?- dijo la mayor.

-¿Nos traerán suerte?- peguntó la pequeña.

Bardo nos dio mantas a todos para secarnos. La mayoría dejó sus botas mojadas y algunas de sus prendas cerca de la chimenea para que se secasen.

-Puede que no os queden bien, pero estaréis abrigados- dijo Bardo dándonos ropas para cambiarnos.

-Voy a cambiarme, Thorin- me dijo Noelia con un vestido en sus manos.

-Espera-dije antes de levantarme y acompañarla a la habitación- vigilaré que nadie entre por equivocación.

Me sonrió antes de entrar a cambiarse. Balin me acercó un cambio de ropa y me cambié ahí mismo, ya que los demás no podían verme desde el salón. Unos minutos después, Noe salió de la habitación, era increíble lo hermosa que se podía ver tras pasar por todo lo que hemos pasado. Mi reina lo sería por derecho propio y sería la mujer más hermosa y valiente que gobernaría nunca en la Tierra Media.

-Estas tan hermosa como siempre- le dije sin poder evitar sonreír al verla.

-¿Aún habiendo salido de un retrete?- preguntó mirándome a los ojos.

-Aún así- dije antes de acercarme a ella y darle un tierno beso en los labios, deseaba haberlo hecho mucho antes- siento mucho todo lo que estás teniendo que pasar, mi reina.

-Ni más ni menos que todos vosotros, soy parte de la compañía y sufriré con vosotros- dijo antes de devolverme el beso, cálido y tierno- tu eres mi rey, nuestro rey y no te estas quejando, yo no puedo ser menos.

-Mi pueblo tendrá suerte de contar con una reina como tú- dije antes de darle la mano y caminar juntos hasta el pequeño salón donde todos estaban ya cambiados y entrando en calor.

Noe dejó sus cosas mojadas junto a la chimenea y les sonrió a los hijos de Bardo, de una forma dulce, agradeciéndoles por su hospitalidad.

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