Por la gran ventana del aeropuerto miraba las hojas de los árboles que caían y algunas otras perdían su color verdoso, el aire del otoño arrastraba el calor dejando un clima más cálido por las tardes y frío por las noches.
—Arriba las manos, esto es un asalto —Los dedos largos de Lemebel me apuntaban en la espalda como si fueran un arma, me giré para abrazarla y ella me respondió con afectuosidad.
Anel Lemebel, era la mejor amiga de la vía láctea y la única que tenía. Amaba el color oscuro de sus piel y sus expresivos y extravagantes ojos ¿color? de todos, en esa ocasión usaba unos pupilentes color morado intenso que resaltaba el negro de su piel. La conocí al llegar a esta ciudad, ella me brindo su apoyo y cariño, hasta que me volví independiente y compre mi departamento. Por su trabajo de modelo viaja mucho, pero cuando estaba en la ciudad, era para estar conmigo y para mí.
—Negra, soy un desastre, estoy perdiendo al hombre de mi vida.
—Tranquila, no lo vas a perder yo te ayudaré con tu problema, explícame que ha pasado.
Le ayude a subir el equipaje al automóvil y fuimos director a mi casa, en el trayecto la fui poniendo al tanto de lo ocurrido; La pornografía que miraba a diario, cuando perdí la virginidad con Mateo, Bruno, Esteban, Martín, mi trabajo sexual, le hable hasta de César y las cicatrices que había dejado en mi espalda. No omití nada, tenía la suficiente confianza en Anel como para confesarle lo bajo que había caído a lo largo de mi vida y el daño que me estaba haciendo a mí misma y a los demás, a Enrique en especial.
Ella estaba petrificada, no quitó su expresión de espanto en todo el relato.
—Amiga, te metiste con su padre, eso es sagrado. ¿Por qué cuando vivíamos juntas nunca me di cuenta de nada? —preguntó cuando llegamos.
—Supongo que disimulaba y justificaba bien mis llegadas tardes, no lo sé, no tengo cabeza para pensar como le hacía —expresé con desánimo—. Me siento impotente de no poder hacer algo al respecto —dije con lágrimas en los ojos.
—Entonces recapitulando, se puede decir que tú ¿eres adicta al sexo?
—¿Qué? No.
—Onisse te afecta en muchos sentidos de tu vida y te provoca mucho daño, cuando una cosa te afecta de tal manera de ninguna forma es bueno, tenemos que buscar ayuda. Tú concéntrate en hacer algo por tu novio al que has herido y yo me encargo de buscar un profesional.
—Es más fácil buscar el profesional, que reconciliarme con Enrique —Me cruce de brazos y deje caer mi espalda en el respaldo del sillón. Ella me miró intensamente con destellos de molestia.
—Eres imposible, sé que amas a Quiquin y que si sufres por lo que ocurre es mas que nada por él, no obstante, tienes que demostrarlo con hechos no solo con palabras, parece que te da flojera hacer algo para reparar el error de olvidar el día en que nació. Saca de ti ese lado jodido e intenso que tienes para amar, nunca he conocido a alguien que se ame con tanta garra como ustedes.
—Pero, lo he engañado infinidad de veces que ya dudo de mi amor, a veces no quisiera mover un dedo por nosotros. Quisiera que me dejara en el olvido.
—Eso es imposible, ven —Hizo un movimiento con la mano para que me acercará, me rodeó con sus brazos como una hermana cariñosa-. Todo va estar bien, vamos a salir de esta situación.
Mi primo cumplió su palabra de no conseguir más clientes para mí, razón suficiente para pasar el resto de día encerrada en mi habitación, viendo videos eróticos, teniendo fantasías y pensando como podía sorprender a Lara. Mateo estaba todo el día en compañía de Ofelia, nunca me pasó por la mente que el hielo en su corazón podía derretirse, ya que se mostraba muy cariñoso con ella, mi tía Lilia se hizo muy amiga de la mamá de Enrique por lo que se había ido a tomar un café con ella. Tenía casa sola y resulta que yo estaba más sola que la casa.
En mí falta de imaginación entre a internet para buscar ideas, entre a una página la cual tenía un pequeño cuadro para citas calientes. Sin pensar di un pequeño click, y sin pensar terminé teniendo cibersexo con un total extraño.
No miento cuando digo que me sentía sucia, al grado de provocarme arcadas.
Es cierto que el amor se demuestra con acciones, no con palabras o cosas materiales, se demuestra con cosas que pensaste que no serías capaz de hacer y que las haces porque estás dispuesta a no perder a la persona que te hace soñar despierta, que te hace enojar, pero al siguiente minuto esta perdiendo la dignidad haciendo caras chistosas y tontas para hacerte reír.
‹Todo poderoso si hay otra vida, por favor, no me hagas una enferma sexual que tenga que conciliar a su galán con cosas extremas› medité manejando a conseguir lo que necesitaba para sorprender a mi prometido.
Cuando tenía todo listo le hable a Martín para que terminara de cocer el asunto.
El sol ya se estaba ocultando, me había tomado bastante en planear todo, afortunadamente era una persona que le gustaba mucho ahorrar, sino hubiera tenido un gran problema.
Quique llegó en su carro negro vestido en ropa deportiva, miraba para todos lados buscando a Martín, él no llegaría jamás. Cuando miró en mi dirección, abrió tantos los ojos que pensé que se le iban a salir.
Caminó hacia donde me encontraba pidiendo permiso a un pie para mover el otro, pero que esperaba si estaba molesto.
—¿Qué haces aquí vestida así? ¿dónde está Bécquer? espero no me haya hecho venir para nada —sentenció con el entrecejo arrugado.
No dije nada, levanté una mano como señal y los músicos salieron de su escondite, tocaron las mañanitas en un estilo gracioso, al terminar continuaron con una canción que se llamaba: «Somos todo y nos pertenecemos»
...Y no fue fácil entender que contigo se terminó eso de perder, que no es nada material, que lo sentía en carne viva porque era tan real, tan hermoso que parece el edén. Estando a tu lado somos todo y nos pertenecemos...
—¿Te gusta? —Me acerqué a su oído para que escuchará mi voz —No estás obligado a contestar, pero tienes que saber que quiero volar contigo a algún lugar que no esté en el mapa y que soy tan patética que solo encontré este globo aerostático para buscar ese sitio, si me perdonas prometo no aventarme de él una vez que esté en el aire, de lo contrario tendrás una muerte en tu conciencia —declaré con voz temblorosa.
—Odias las alturas —respondió.
Rodeó mi cintura con su brazos con la frente pegada a la mia y sus labios seduciendo los míos, estábamos conectados en un mirada tan dulce que maldije en mi interior lo irresistible que resultaba.
—Tu odias las ranas.
—Por eso estás disfrazada como una.
—Prometo no saltar en tu cara para comerte —dije con burla recordando su miedo a esos animales—. Al menos que sea a besos.
Enrique relajó su cara, estaba perdonada y eso no me salvaría de tener que subir al globo, era una novia alfa y por ninguna razón me retractaria.
Con las manos sudando y el vértigo en la garganta arribé al globo, no quería mirar abajo por temor, aunque la tentación me venció. En las alturas el campo donde estábamos se iba perdiendo de vista y no sé qué fue más mágico: si ver la ciudad, que trajo a mí a la mejor persona de la existencia, vestida de gala e iluminada o el beso de Enrique que me dejó sin respiración y con las piernas temblando, al grado de no querer quitar las manos de su cuello para no caer. Todo era perfecto hasta la luna estubo a mi favor, salía a lucirse al tiempo que el sol terminaba su turno.
Aterrizamos en unas casas de renta que estaban en un lago turístico, obtuve reservación gracias a Lemebel que movió sus influencias. Adentro una cena romántica esperaba por nosotros.
Un camino de pétalos de rosas rojas cubría la entrada, si lo seguías llegaba director a la mesa de madera donde estaban encendidas un trío de velas que le daban iluminación al lugar.
Cenamos un delicioso espagueti y bebimos vino tinto, platicamos tan agradable como si nunca la hubiera cometido el error y era una de las razones por las que lo amaba, él tenía la capacidad enorme de perdonarme y sonreír después.
Pero como toda novia tenía que hacer mi papel e hice la pregunta de la noche. ¡Me gané un millón por ser tan tira tierra, arruina momentos!
—¿Y por qué si tienes tantos amigos, tenías que ir con la flaca pelos morados a festejar? —Hice todo lo posible por parecer tranquila y despreocupada.
Parpadeo un par de veces y después carraspeó.
—¿Yadira? Bueno pues ella recordó la fecha y me ofreció festejar juntos ya que estaba en depresión por qué alguien lo olvido —Realizó un mohín con los labios haciéndose pasar por una falsa víctima.
—Quiero saber que hay con ella, he visto como te mira, además el día de la cena alcance a escuchar algo sobre ella, ¿qué me ocultas?
—Bonita ella es solo una amiga —dijo divertido cosa que me provocaba más coraje.
Me estaba dando cuenta que me gustaría formar parte de la asociación MALA, matando a las amiguitas.
—No me mientas —Le sostuve la mirada, no quería traiciones, vaya la redundancia, yo era experta en eso.
—Mira Wendy... —Inhaló y soltó el aire—. Antes de conocerte, la conocí a ella, nos llevamos tan, pero tan bien, que nos hicimos amigos y confidentes —El corazón me palpitaba rápido, era miedo, tenía miedo de su respuesta.
"Fue tanta la conexión que sin querer terminamos enamorados, tiempo después le propuse matrimonio, sin embargo ella me traicionó, a mí, mi cofianza, mi amor y lealtad. Fue capaz de engañarme con un tipo que después la engaño a ella. Yo no perdono ese tipo de cosas, a mí eso me destroza como no tienes una idea, y si no lo perdo es por amor propio, le seguí brindando mi amistad, pero solo eso, nada más, y ella lo sabe... no llores bonita".
Esa confesión me afectó de una manera bastante extraña, yo quería ser la única a la que él haya amado, pensé que en su pasado no hubo nadie que lo llenará al grado de ofrecerle una vida como marido y mujer, por otro lado, ella lo traicionó con otro hombre y fue suficiente para que el sueño de amor terminara, ¿qué me esperaba entonces?
—Dicen que el amor no muere, que cambia de lugar y lo comprobé al conocerte, porque el amor es mío y te lo ofrezco, porque tú eres como mi banco personal, en ti depósito mi confianza, mis deseos, mis altas y bajas pasiones, mi esperanza, mi amor y mi fe. No te voy a mentir, en su tiempo la amaba, pero todo lo malo muere y lo bueno se va haciendo cada vez más real como lo nuestro, no puedes dudar de mis sentimientos en estos momentos, es absurdo, estamos a meses de dar un gran salto.
‹Deja de hablar, me estás matando› dije solo para mí.
Las lágrimas estaban por toda mi cara, eran de amor, de culpa de todos los malditos sentimientos de los que ya no era dueña, no controlaba nada de mí.
Él tomó la mano que tenía sobre la mesa y la llevo a sus labios y el chip en mi cabeza, que me dolía con coraje, se activo.
—Creo en ti —aclaré entre sollozos.
Después de consolarme me dió un tierno beso, en mi vientre se acumuló una extraña pero agradable sensación al sentir su dulce aliento, me deje embriagar por el efecto que crecía y se dispersaba por todo mi cuerpo añorando y deseando el suyo con vehemencia.
Nos separamos un momento para tomar aire, suspiré, él me miró con ojos de borrego a medio morir, sin decir nada entrelazó su mano a la mía y caminamos hacia la habitación, que también estaba inundada de pétalos de rosas.
Entre beso y beso sonrió sobre mis labios, era un gesto incomparable y me llenaba por completo.
Con ayuda de los dientes deslizó el tirante de la blusa color jade que vestía.
Vinieron a mí mente la cicatrices de mi espalda por lo que le pedí que apagará la luz, él accedió quedando la iluminación de una vela y la luna que se asomaba por la ventana.
Con los ojos cerrados perdido en la pasión continuó besando mi boca, el perfume que desprendía me sedujo y me excitó, como cosa de admirar.
Levanté su playera al mismo tiempo que con las uñas recorría ligeramente la piel de ambos lados de su torso, de inmediato se erizó ante mí tacto demostrando lo que le fascinaba ser tocado por mí.
Desnudos dejamos caer el peso de ambos sobre la cama, los besos se hicieron más apasionante y con más fuerza, mi lengua invitó a la suya a enredarse y con mi mano indique a sus dedos que atendiera la plegaria de la parte baja de mis caderas; urgar en la humedad que producía mi vagina.
Gemí contra su boca, el placer que sentía de ser tocada era de otro mundo.
Hizo una pausa para colocar el preservativo; —Me vuelves loco —dijo y yo suspiré inhalando el fresco y sensual aroma de los pétalos rojos.
Se estiró la piel de su entrepierna, latía contra la mía que hormigueo y moría por qué la habitará.
De frente uno al otro mirándonos con amor y deseo me penetró. Agarró mis muslos con salvajismo para hacer más profundo la danza que coordinamos. Él estaba al límite, yo estaba al borde de la muerte por la pasión impúdica.
Probó de mi cenos y mis gemidos aumentaron. Suspiré
No pude resistir a subirme en él, lo hice, la penetración se hizo tan profunda que empecé a respirar con gran intensidad. Las paredes de mi vagina y mis labios apresaron el pene del hombre que me miraba extasiado sin dejar de tener mis tetas en su mano.
‹Me quiero enojar siempre si la reconciliación será tan erótica›
Entre aullidos dije su nombre cuando el orgasmo se apoderó de mí sexo por completo.
Satisfecha de amor volteé a ver a la luna y le prometí que no lo iba a perder.
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Besitos con baba ☪️