Desperté muy temprano. No sé si era por la posición que estaba o qué, pero me sentía en las nubes. Aún no podía creer lo que había ocurrido ayer. Besé a Cameron Dallas. Para mis ojos era el chico más hermoso que había visto. Estoy demasiado contenta como para creerlo.
—_____... —dijo Cameron algo cansado.
—¿Sí?
—¿Qué hora es? —su voz era tan irresistible.
—Son las... once y diez de la mañana.
—Que bien —sonrió.
—¿Qué?
—No es nada —sonrió.
Cameron se removió las sábanas y tenía su torso desnudo. Ese perfecto... Abdomen.
—¿Qué ves? —preguntó mordiéndose un labio.
—Nada... Yo... Nada —dije nerviosa.
Y Cameron entró al baño.