10 de agosto del 2015.
Podía escuchar el timbre sonar y sonar, lo ignoré, como lo venía haciendo hace más de 20 minutos. El ruido por fin cesó, respiré profundamente, relajándome mientras echaba la cabeza hacia atrás cerrando los ojos con alivio recorrer todo mi cuerpo. Mi relajación no duró más de 5 minutos, pues pude sentir su pequeño pero pesado bolso chocar sobre mi rostro, y sabía muy bien que era su bolso porque ya había experimentado tal sensación cuando la hacía molestar, que era prácticamente todo el tiempo.
—¿No escuchabas el timbre? ¿O te hacías el loco dejando que se congelara mi culo allá afuera? —Sí, al parecer hoy el clima no estaba siendo amable conmigo, ni con mi rostro, negué intentando parecer inocente.
Sabía que decirle donde se encontraba la llave de emergencia era una mala idea.
Se cruzó de brazos mientras me daba una mirada poco amistosa, la observé con cautela, admitía que me avergonzaba verla después de lo sucedido ayer.
—¿Qué haces aquí, Bethany? Tengo que salir a...
—Que se joda, tenemos que hablar, Sawyer.
—¿No lo estamos haciendo ya? —Tenía que alejarla a toda costa, y fastidiarla la haría irse más rápido.
—No te hagas el gracioso conmigo, te conozco, y no va a funcionar.
—¿Y qué es lo que quieres que diga? ¿Qué lo de ayer fue importante? —Reí, todo esto era por su bien— Tú mejor que nadie sabe que los acostones de fiesta no son importantes, o por lo menos, no para mí.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡No fue solo eso, lo sabes! —Sus ojos se tornaron rojos poco a poco— No me lastimes, lo prometiste.
—No, prometí protegerte y la cagué. Fue un error, es mejor que finjamos que nada pasó y sigamos adelante con nuestra amistad, Bethany.
—Me haces daño, detente. —Sobó su cuello como si le costara respirar, intenté acercarme, me detuvo alzando su mano mientras negaba.
—Te haces más daño tú, esperando algo que nunca sucederá.
Se paralizó al instante, sus ojos me escanearon como si no me reconociera, y aunque a ambos nos doliera, todo era mejor así. Ella merecía más que a mí, ella merecía un amor que le diera, no que le quitara. Yo solo la rompería, justo como lo estaba haciendo ahora.
—Eres un imbécil...
Bethany me dijo muchas veces que tenía la mala costumbre de soltar palabras venenosas e hirientes cuando llegaba a un punto máximo de frustración o molestia. Y ahora, ya había llegado a mi punto máximo, y no precisamente de placer.
—Solo fue una buena noche en la que ambos nos divertimos —Levanté la vista entrecerrando mis ojos, la señalé—. Además, tómalo como un favor, te libré de la virginidad que cargabas.
Las palabras que solté apagaron la poca luz en sus ojos, los cueles se humedecieron con el pasar de los segundos, bajó su rostro con cierta tristeza que no pudo ocultar, sorbió su nariz y cuando levantó su rostro, enfrentándome por fin; ya no me miraba con anhelo, ni de una manera soñadora, en su rostro solo había decepción.
—¿Cómo puedes ser tan duro en estos momentos? —La primera lágrima cayó por su mejilla, se me estrujó el corazón queriendo retractarme de todas las mentiras que había dicho en los anteriores minutos— Yo esperaba más de ti, esperaba que de verdad en algún lugar de eso que llamas corazón, sintieras algo por mí.
—Lo hago, Bethany. Es solo que no es lo que esperas, te amo, eres la mejor amiga de todo el mundo, pero no te amo como pareja.
—Basta —Cerró los ojos—, no quiero verte más, Sawyer, no me busques, no me hables, se acabó, te regreso tu amistad de mierda.
Tomó bruscamente su bolso de mi lado, justo donde lo había dejado, y se dirigió rápidamente hacia la puerta, se detuvo girándose y sus ojos verdes inyectados en sangre e hinchados me observaron una última vez más.
—No te vayas así, Bethany. —Hablé, ella rió.
—¿Sabes que es lo peor? —Negué— Que, a pesar de todo, ni siquiera fue tan bueno. Incluso ahí, esperaba más de ti.
Soltó aquellas palabras con tanto dolor, un dolor que yo mismo había provocado, me dejé caer en el sofá golpeando mi cabeza repetidas veces, era un idiota. ¡Demonios! Quería envolverla en mis brazos, besar esa linda boquita color carmesí y hacerla gritar mi nombre mostrándole lo bueno que podría ser.
Pero no lo hice, dejé que se fuera pensando lo peor de mí, tal vez así, lograría alejarla para no arrastrarla conmigo al infierno que poco a poco comenzaba a quemarme.
Salté en mi lugar cuando mi teléfono comenzó a vibrar, lo tomé encontrado un mensaje de Ed, mi mejor amigo incluso desde antes de conocer a Beth.
Ed polla floja:
Fiesta en mi casa, vendrán chicas lindas :p
El más sexy de todos:
No puedo hoy.
Ed polla floja:
No te hagas del rogar amorcito, ¿O es que quieres que vaya por ti como en la secundaria? Solo dilo e iré corriendo :D
El más sexy de todos:
No lo sé, convénceme cielito :)
Ed polla floja:
Entonces pasaré por ti cabroncito, gracias por hacerme perder media hora de mi fabulosa fiesta :C
El más sexy de todos:
Solo lo mejor para ti.
Ed polla floja:
.l.
El más sexy de todos:
:O
Probablemente una fiesta me subiría el ánimo, y si eso no lo hacía, estaba bastante seguro de que encontraría una manera de hacerlo. El tiempo pasó rápidamente mientras jugaba en mi teléfono, cuando el timbré sonó sin cesar, lo que me hizo recordar lo sucedido con Beth hace poco, me estremecí, algo me decía que se encontraba llorando en su habitación y sentí la culpa recorrerme, abrí la puerta y Ed me frunció las cejas mientras soplaba sus manos tratando de entrar en calor y cerrando la puerta, me tiré en el sofá.
—¿Y esa cara de culo, Grayson? —Le di una mala mirada cuando mencionó mi segundo nombre, rodó los ojos caminado a la cocina— Está bien, no te llamaré más así.
—Estoy jodido.
Volvió a fruncir las cejas cuando regresó, me tendió una cerveza y le dio un largo trago a la suya, lo imité.
—¿Qué tanto? —Desvié la mirada hacia la pantalla de plasma apagada, me observó fijamente— ¿Qué mierda hiciste, Sawyer?
—Me acosté con Bethany.
Soltó todo el aire contenido en un largo suspiro. Lo miré sin comprender.
—Ah, que pecado —Habló con sarcasmo—, como si no hubieran dormido juntos en la misma cama antes.
El idiota no me entendió, bebió su cerveza.
—Me refiero a que, ella ya no es virgen, Ed.
Abrió sus ojos mientras, literalmente, escupió todo en mi cara y parte del piso. Lo mataré.
—Mierda, lo siento —Tosió y limpió su boca, me tendió un par de servilletas—, no puedes soltar una bomba así como si nada.
—¿Vamos a la fiesta?
—No cambies de tema cabroncito, ¿Cómo sucedió? ¿Está bien?
—Físicamente, sí, emocionalmente, lo dudo —Tomé mi cabeza de manera frenética—, no sé que hacer. La cagué.
—La cagaste amigo —Me dio una palmada en la espalda, lo miré mal.
—Vaya, que gran apoyo.
—Sawyer, ustedes han sido amigos desde hace años, y aunque sabíamos que iban a caer uno por el otro, no esperaba que fuera de esta manera. Cuando inicié mi relación con Annie, sabes que fue muy caótico por su familia, tienes que luchar por ella, no lo eches a perder.
—Ese es el problema, ya todo está perdido.
—Siempre tan optimista —Me tendió mi móvil—, háblale.
Lo tomé, e inmediatamente lo guardé en mi bolsillo, tomé mi chaqueta y las llaves de la casa y la camioneta, lo observé.
—¿Nos vamos? Tengo una fiesta a la cual ir.
—Eres tan malditamente terco, no sé porque me junto contigo.
—Porque soy tu otra mitad —Rodó los ojos.
—Claro, me moriría sin ti.
Ambos reímos mientras abandonamos la casa, en el trayecto a la fiesta, pude observar con cautela la casa de Bethany, su habitación en el segundo piso y la luz encendida, negué en silencio mirando hacia enfrente, no valía la pena, yo no valía la pena.