Bestia

Galing kay ariadnasl

1.3M 69.1K 7.4K

-No te acerques demasiado. Esta oscuro haya adentro. Es donde mi demonio se esconde. Apreté los labios. El co... Higit pa

Disclaimer
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41-Final
Agradecimientos.

Capítulo 13

37.3K 1.7K 362
Galing kay ariadnasl

Ya se había hecho de noche. Austin me pidió que los dejara en la calle Galveston y lo hice.

Al principio, Trevor me había agradado bastante pero comienza a preguntarme cosas y hablar así de Sat, no me agradó para nada que hiciera eso. Creo que ha de ser parecido a lo que siente Sat cuando le pregunto algo. Pero Trevor, al parecer es el que más sabe de Sat y me interesa que me diga todo lo que sepa.

Llevé a Clarisa a su casa sin antes darnos un enorme abrazo por parte de ella y sus padres y su hermanito Gabe.

Al llegar a mi casa me sentía cansada, tenía ganas de darme un largo baño de burbujas, pero no tengo burbujas, así que solo tomé una ducha que me ayudo bastante a relajar todos mis músculos.

Salí del baño con mi bata y aún estaba mojada. Comencé vestirme con la ropa interior cuando de pronto mi celular comenzó a sonar. Me coloqué de nuevo la bata y tomé el celular. Miré el identificador de llamadas y decía número desconocido. Tragué saliva al pensar que sería Sat. No contesté, lo dejé en su lugar. Y Seguí vistiéndome con mi pijama azul. Entonces el celular sonaba de nuevo. Tomé valor para contestar.

-¿Hola? –Contesté.

-Hola Chris, soy yo, Sat. –Sí era él. No sé qué sentí cuando oí su voz. Fueron sentimientos mezclados.

-Hola.

-¿Cómo estás? –Preguntó.

-Bien, gracias.

-Me enteré de que hoy fue tu cumpleaños.

-¿Cómo te enteraste?

-Conozco a todos, no fue difícil para que un amigo me llamara diciendo que mi chica tenía un auto nuevo.

Gracias a Dios que hablamos por teléfono porque si no hubiera visto que tan roja me puse cuando dijo eso con su irresistible voz. Me derretí ahí. ¿Por qué puede ser tan perfecto pero tan idiota a la misma vez?

-¿Qué, me vigilas?

-Por supuesto, no me gusta que andes por ahí sola, con el peligro de que cualquier chico te pueda enamorar.

-No me va a enamorar nadie.

-Pues yo ya estoy en eso.

-Así que solo estás jugando conmigo.

-No. Si te soy sincero no sé por qué estoy haciendo esto.

-¿Y por qué lo haces, entonces?

-Ya te dije, tú me provocas, no solo de mala manera, también de la buena. Supongo.

-Bueno, ¿y a que se debe tu llamada?

-¿No puedo llamarte?

-No lo sé, desapareces así de repente.

-Así soy yo, soy como una sombra.

-Si claro. –Dije y me reí.

-Es linda tu risa, es la segunda vez que te oigo reír, me gustaría oírte más veces.

-Tú eres el que nunca dice nada gracioso.

-Es que no soy gracioso.

-Ya me he dado cuenta.

-Bueno, felicidades. Se me olvido decirte eso y fue por eso que te llamé.

-Gracias.

-¿Cuántos cumpliste?

-Diecinueve.

-No eres tan chica como yo esperaba.

-Bueno, ya que estamos hablando de edades, ¿Cuántos años tienes?

-Veintiuno.

-Dos años de diferencia.

-Sí, casi no sabemos nada acerca de nosotros. Nunca pregunté tu apellido.

-Sousa, ¿el tuyo?

-Civatti. Mi padre era italiano o es, la verdad me da igual que fue de él. –Estuve a preguntar a cerca de su padre y su poca importancia por él pero me resistí.

-Nunca había  oído ese apellido. No me dirás tu verdadero nombre, ¿verdad?

-No, o bueno, no por ahora, solo dos personas lo sabemos.

-Anda, dime tu nombre.

-No.

-Lo adivinaré.

-No lo harías.

-¿Brandon?

-No.

-¿Alan, George, Nicholas, Anthony?

-No, mi nombre no es muy común.

-Solo dime con que letra empieza.

-No.

-Por favor.

No.

-Por favor. –Pude oír como suspiraba del otro lado de la línea.

-¿Si te digo mi inicial, dejarás de preguntar mi nombre?

-Sí.

-A.

-Vaya, muchos nombres posibles.

-Demasiados.

-¿Harás algo hoy?

-Solo quiero dormir.

-¿A quién vas a ver? ¿Eh? –Dijo en tono irónico.

-A mi cama.

-Que se joda tu cama. . –Y volví a reír –Eso, ríe, al menos sé que te llevas a la cama una sonrisa.  – Hiso una pausa y pude oír como suspiraba del otro lado de la línea. -Como me gustaría tenerte dormida sobre mí. -Dijo. Gracias a Dios que estamos hablando por teléfono porque así no puede ver mis mejillas tremendamente sonrojadas.

-Así que quieres acostarte conmigo.

-Oh Christina, yo quiero mucho más que eso. Pero por ahora descansa y espero que no sueñes conmigo. –Dijo como despedida y colgó.

Esa noche me quedé dormida. O más bien caí en algo muy parecido al coma. A pesar que no había hecho muchas cosas este día me sentía horriblemente cansada. Fue un día a pesar de todo. Todo lo compensa si te regalan un auto tan hermoso como el mío.

La llamada de Sat no me la esperaba pero fue muy reconfortante oírlo otra vez. En el día no había pensado en él hasta que Trevor me lo recordó. No sé qué le sucede a ese tipo. Al principio me agradó bastante, porque manteníamos la misma actitud frente a la relación de Austin y Clarisa (no es que me molestara). Me sentía bien aun cuando no lo conocía, bueno no lo conozco.

Y el día siguiente pasó muy rápido. No hice en realidad nada. Solo ver uno de mis maratones de Glee. No salí a ningún lado a pesar que quería conducir mi carrazo. Solo hablé por unas tres horas con Clarisa por Skype antes de quedarme profundamente frente a la pantalla.

Y soñé con los recuerdos del día anterior, de Trevor sobre todo. Y no tengo idea de la razón, solo fue como un repaso de lo que había sucedía.

Según lo que me dijo Trevor él conoce a Sat muy bien. Me gustaría mucho que me dijera todo lo que sabe de él. Según él quiere llevarme a la cama. Sé que eso es cierto, pero en el fondo siento que eso no es todo con él.

Pero por ninguna manera me acostaría con Sat. Soy virgen y lo seguiré siendo, por lo menos hasta que este convencida que no es cualquier imbécil que quiera meterse en mis bragas.

Pareciera que apenas había cerrado los ojos cuando entró mi madre a despedirse por que se iba a trabajar. Amo el verano por que puedo dormir mucho más.

Después de despertar me cambié de ropa y decidí ir a correr con mi perra. Recorrí el mismo camino que el otro día y en algún rincón de mi cabeza esperaba ver a Sat de nuevo. Pero no pasó.

Me hice un omelette de verduras que me lo comí en un dos por tres. Haber salido a correr me dejó demasiado hambrienta. Me tomé el litro de jugo de naranja natural que mi acomedida madre exprimió en la mañana.

Estaba en la sala leyendo el libro que compré cuando me encontré a Sat cuando mi celular sonó. Como lo había dejado en la mesita de noche contesté rápidamente, cuando vi que en el identificador de llamadas aparecía: Clari. En letras fosforescentes.

-Holo. –Dije con la voz más graciosa y aguda que pude fingir e hice que mi amiga riera.

-Holo. –Me arremedó y reí al oír como mi voz pudo haber escuchado.

-¿Qué haremos hoy? –Pregunté.

-Austin llamó y dijo que si queríamos alcanzarlo en la pista de patinaje, porque está con Trevor.

-Creo que ellos dos son mejores amigos. –Dije con sarcasmo.

-Hey. –Me llamó la atención un poco enojada. –Son inseparables, como nosotras.

-Ya, bueno no te enojes.

-¿Te imaginas? –Dijo emocionada.

-¿Qué?

-Las mejores amigas sean novios de los dos mejores amigos.

-La verdad no.

-¡Ya Christina! –Me gritó. –Ese maldito Sat te tiene en otro mundo. Lo que te dijo Trevor es cierto, solo quiere llevarte a la cama, luego va a desecharte como a todas sus putas. –Dijo en tono de reproche.

-Tú eres la última que me puede decir algo así. Te recuerdo que tú no eres virgen. –Dije un poco enojada.

-Sí, pero yo lo escogí, soy así y no me arrepiento. Tú eres mi amiga y eres más cursi que yo, bueno delicada, bueno eres más chapada a la antigua. No soportaría que un idiota como Sat te rompa el corazón. Tú te mereces alguien mejor.

-¿A quién?

-No lo sé, mantente abierta.

-Con mantente abierta te refieres a Trevor.

-No, bueno sí. Pero ayer vi cómo se agradaron inmediatamente.

-¿Nos viste? Yo solo vi que estabas comiéndote a tu novio. –Dije y pude oír sus risitas.

-No me vas a negar que esta guapísimo, con esos ojazos azules y Dios lo bendiga, tiene un cuerpazo.

-Creí que te gustaba Austin.

-Que tenga mi plato fuerte frente a mí no quiere decir que pueda mirar el menú.

-¡Clarisa! –Grité.

-Ya, no digo nada. –Y rio. –Solo estaba bromeando, Trev es tuyo. Como te miraba toda la noche, se le notaba inmediatamente como le gustabas.

-Si claro. –Dije con sarcasmo.

-Sabes, que soy buenísima para eso.

-Sí.

-Ya, deja a ese Sat en paz. ¿Cómo sabes que se ha estado acostando con otras mientras espera a que tú seas la siguiente en su lista? –Estuve a punto de decirle que me había llamado pero lo pensé mejor y me quedé callada.

-Si no mal recuerdo tú querías estar en esa lista.

-Sí, pero después conocí a Austin. Y además ya te dije que a mí no me enamoraría, es solo sexo sin compromiso, a mí no me importa ni a él. Pero tú estás embobada con él y eso no está bien porque él nunca buscaría nada serio.

-En cambio Trevor.

-Sí.

-Bueno, ya no discutamos de esto. Voy a recogerte en media hora.

Llegue al frente de casa de Clarisa en veinticinco minutos exactos. Ella salió luciendo una playera negra con el escudo de “Ramones” estampado en el pecho, unos shorts de mezclilla y sus Converse negros.

No abrió la puerta para entrar. Dio un brinco y entró del lado del copiloto.

-Amo que sea un convertible. –Dijo.

-Sí, es hermoso mi nene. –Dije alardeando.

-Algún día me lo tendrás que prestar cuando salga con Austin.

-Con una condición.

-¿Cuál?

-Que él no se convierta en hombre lobo y te mate mientras se están besando en el asiento trasero. –Ella se soltó una risotada conmigo.

-Prometido.

-¿A la pista de patinaje?

-Y arranquen. –Dijo en un  grito mientras alzaba su puño cerrado en el aire.

Aunque nunca había ido específicamente a la pista de patinaje, sabía dónde estaba exactamente y como llegar. Está a unos cinco minutos del Wal-Mart donde trabaja mi mamá, así que siempre que iba a verla pasaba por ahí.

Había una especie de estacionamiento y dejé el auto ahí. La mayoría de los coches estacionados tenían calcomanías eludiendo al skateboard.

Caminamos a donde estaba la pista principal. Se podían oír como todos sostenían pláticas alegres y  las ruedas de las patinetas. En la pista principal había algunos que estaban montados en bicicletas y hacían algunas piruetas en el aire. De pronto Clarisa gritó y se echó a correr a los brazos de Austin, que después se dieron un tremendo beso. Cuando se separaron Austin me saludó.

-Hola Chris. –Dijo después de darme un beso en la mejilla.

-Hola Austin. –Dije cortésmente.

-Trevor, está por ahí, en la bicicleta, ya te debe de haber visto. –Dijo.

-¡Christina! –Gritó la voz ronca de Trevor.

Me giré sobre mis talones para verlo. Tenía unos bermudas color caqui que dejaban ver sus musculosas piernas con una leve capa de vello rubio. Su torso estaba cubierto por una camiseta sin mangas color negro con un estampado. El camino a zancadas y me tomó por sorpresa que me rodeara con sus enormes brazos todo mi cuerpo y me estrujara contra él.

-Hola Trevor. –Dije con mi cabeza atrapada en sus pectorales. –Trevor. –Lo llamé.

-¿Qué pasa? –Preguntó divertido.

-No respiro. –Me soltó y tomé una bocanada de aire.

-Perdón. –Dijo con una sonrisa traviesa.

-Sí, no te preocupes.

-¿Qué haces aquí? –Preguntó

-Vine con Clari. –Dije con una sonrisa.

-Bueno, mi amigo y tu amiga al parecer ya están almorzando. –Entendí inmediatamente su doble sentí y reí. –Ven. –Dijo y me tomó de la mano. -¿Sabes andar en patineta? –Me preguntó cuando empezamos a caminar a no sé dónde.

-No.

-Descuida yo te enseño.

-¡No!

-¿Por qué no?

-Porque todos aquí saben y yo sería la única que sabe.

-No, vamos a la pista de principiantes.

-No, mejor yo te veo.

-¿Me verías mientras estoy en la bicicleta?

-Claro, quiero ver que tan malo eres.

-Soy el mejor aquí.

-Si claro. –Dije con sarcasmo.

Me llevó tomada de la mano a la parte trasera de la pista que medía unos siete u ocho metros de alto. Había una escalerilla de metal que se veía más insegura que el Titanic antes de romperse en dos.

-Sube por ahí, yo iré por mi bicicleta. –Dijo.

-Yo no pienso subir por ahí. ¡Me voy a caer! –Dije.

-No lo harás, esta Parker allá arriba.

-¿Quién es Parker?

-Ya lo verás. –Y se fue corriendo.

Comencé a subir la tonta escalerilla. Estaba bien fija así que no fue tan difícil subir pero no quiere decir que me haya costado trabajo hacerlo. Al llegar arriba una mano larga y delgada se ofreció en mi ayuda. La tomé y subí con más facilidad.

Era un chico alto, muy delgado, con el cabello negro y rizado, alborotado completamente casi le tapaba los ojos. Creo que ese era Parker.

-Bienvenida a la cima. –Dijo con voz aguda.

-Gracias por ayudarme a subir. –Dije. Mientras caminaba más al centro.

Había un pedazo como de dos metros y medio de madera, mientras que para el lado derecho había una caída de unos ocho metros y del otro lado la pista.

-No hay problema. –Dijo el chico y me tendió la mano. –Soy Parker.

-Hola, soy Christina. –Dije con una sonrisa mientras le estrechaba la mano. –Perdón, ¿pero qué Parker no es un apellido?

-Sí, es que me llamo Peter. Peter Parker. –Dijo.

-Oh, como el hombre araña.

-Sí y es precisamente que prefiero que me llamen Parker.

-Ya veo.

-Así que tú eres la novia de Trevor. –Dijo pero no estoy segura de sí fue a modo de pregunta.

-¿Te dijo eso? –Dije para frenar mi coloración.

-Algo así.

-Vaya, apenas nos conocimos ayer. –Dije.

-Ah, a veces Trenton tiende a ser exagerado.

-¿Trenton?

-Es su apellido.

-Ves como no lo conozco.

-Sí ya me di cuenta. Mira ahí está.

Giré para ver hacia abajo en la pista. Ahí estaba Trevor. Su cuerpo era mucho más grande que cualquier patinador que estaba aquí. Comenzó a andar en la bici. Cuando llegó a la cima del otro lado hizo un truco con las ruedas y cayó estable, siguió por el otro lado y venía con más fuerza. La rueda de enfrente chocó contra la madera y sus pies frenaron, dejando a la segunda rueda en medio de la nada. Fue algo impresionante.

-Ahí, está. Es tu turno chico. –Dijo. Se bajó de la bicicleta y se la dio a Parker, que después monto y bajo por la pendiente. -¿Viste eso?

-Sí.

-¿Qué te pareció?

-Ah, he visto peores.

Él se rio y se me arrojo encima. Me tomó por la cintura haciéndome cosquillas y haciendo que ambos riéramos a carcajadas.

Estábamos sentados al borde de la pista. Con las piernas colgando por debajo de los barandales.

-Me agrada que hayas venido aquí. –Dijo y después me dio un leve codazo en mis costillas.

-No te emociones, vine por Clari. –Dije.

-Como sea, es lindo verte. –Y me sonrojé.

-Me gustaría preguntarte algo. –Dije ocultándome detrás de mí cabello.

-¿Qué?

-¿Conoces el apellido Civatti? –Soltó aire y movió sus enormes muslos arriba ya abajo en señal de impaciencia.

-¿Otra vez con el dichoso Sat? –Dijo verdaderamente molesto.

-Es que quiero saber, porque lo odias, que es lo que sabes de él.

-¿Quieres saberlo? Bien te diré. Hace dos años, él llegó aquí. Se creía muy malo con sus tatuajes y su apodo de satanás y porque conseguía a cualquier chica. Yo tenía dieciocho años, y quise ser como él. Y para no alargar la historia te diré. Tuve una novia y luego se acostó con ella.

-O sea lo odias, ¿por eso?

-No, sabes, me metí en demasiados problemas por él. Fui expulsado de la escuela por golpear en la cara al entrenador de futbol americano. Me metía en demasiadas peleas y mi padre terminó odiándome, así que me corrió de mi casa. Y a él no le importaba nada, solo él. Y cuando se metió con mi novia, eso fue la gota que derramó el vaso. –Hiso una pausa y después se rio un poco. –Yo he sido el único que le ha dado una paliza, pero después llegó y pues digamos que se vengó. Desde entonces él ya no pisa la pista.

-Y por eso, no me merece.

-Él no merece nada, y si, si es como su estúpido apodo, es peor que satanás, mucho peor.

-Bueno. –Hice una pausa. De pronto recordé que Clarisa mencionó que Sat tenía un hermano. -¿Sabes algo de su hermano?

-No, bueno algo así. Solo que está muerto. Era su hermano mayor. Es todo lo que sé. Su vida está hecha una mierda. Christina, no quiero que haga mierda la tuya. Prométeme que te vas a alejar de él. –No respondí. –Prométemelo. –Insistió.

-De acuerdo, lo prometo. –Dije más para él que para mí.

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

2.4K 502 23
¿Qué ventajas trae la eterna juventud? ¿Es tan emocionante como dicen la vida eterna? ¿Hasta qué punto llegaría alguien por un inmenso poder? Cuand...
113K 5.4K 45
Una vida que siempre consta de la misma rutina,ve al colegio,regresa has tarea y realiza lecciones para mejorar tu promedio. ____ Jensen estaba ARTA...
110K 9.5K 34
"Morir, fue solo el inicio de su nueva vida." Amber no se imaginó el giro que daría su vida, y es que despertarse como si nada luego de recibir un ti...
1.9K 181 35
Dicen que a la vida de una mujer siempre llegan dos hombres. El amor de su vida y su alma gemela. Y aunque se podría pensar que son lo mismo la reali...