STALKERS │ Assassination Clas...

By -InfinityZero

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❝Años luz, es la distancia que hay entre tú y yo.❞ ━NO se aceptan copias ni adaptaciones. ━Propiedad de perso... More

━ INTRODUCCIÓN ━
Capítulo 01. │TROUBLED
Capítulo 02. │ANNOYING 「+BookTrailer」
Capítulo 03. │PERSISTENT
Capítulo 04. │OBTRUSIVE
Capítulo 05. │STUBBORN
Capítulo 06. │IMPULSIVE

Capítulo 07. │OPPORTUNIST

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By -InfinityZero

La irrefrenable curiosidad de Koro-sensei –la misma que había albergado con dificultad a lo largo de catorce días– estallaría al igual que la luna si no obtenía pronto una aclaración de lo que estaba ocurriendo con dos de sus estudiantes más polémicos.

El silencio sepulcral durante sus clases nunca le había parecido tan extraño, tan tenso, tan inusual. Y no era el único que así lo percibía.

Desde que el nombre de Akiyama Kaori se sumó a la nómina, los debates y discusiones relacionados con el contenido a estudiar eran algo cotidiano en todas y cada una de las clases. Siempre, la irrefrenable batalla de conocimiento avanzado se daba entre la nueva estudiante y el joven Akabane, mientras que dicho encuentro, Takebayashi y muchos otros lo definían como 'Guerra de Cerebros'.

No obstante, a lo largo de dos semanas completas nadie había oído las voces de Kaori y Karma refutar en el período de lecciones. Ningún '¡Koro-sensei, dele a entender a Akabane-kun que la primera teoría es más certera que la segunda!' por parte de la castaña en medio de rugidos, o un 'Stalker-chan, todos aquí saben que la segunda hipótesis corrigió los errores de la primera. Es imposible que así sea' por parte del sonriente pelirrojo.

Tampoco se escuchaban ya los '¡Koro-sensei, Akabane-kun está tratando de abusar sexualmente de mí!' o los 'Buen intento, Stalker-chan, pero me temo que con tu puntería, ese zapato en tu mano jamás llegará a tocarme'.

La tensión en el ambiente llegaba a ser respirable. No se dirigían la palabra, no discutían y la distancia entre ellos no llegaba a ser menor a los cuatro metros. Ellos ya no se miraban, ni siquiera de manera fortuita.

Era un hecho evidente el que Karma había abandonado su propósito de acercarse a la nueva estudiante. Su persistencia parecía haberse agotado. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué estaba sucediendo? ¿La determinación de Akabane resultó ser mucho menor a lo que todos creían?

Los cambios en su movediza relación eran demasiado repentinos. Y que la curiosidad del resto acabara sembrada en sus mentes tarde o temprano, resultaba inminente.

Al termino del primer período, cuando el inicio del primer receso se indicó a través del timbre, todos fueron testigos de cómo Karma, al igual que Kaori, se ponía de pie y salía del salón. Cada uno por su lado, en silencio, sin alguna expresión determinada. Fue allí cuando el singular educador no pudo seguir reteniendo por más tiempo su condición de chismoso.

Finalmente, explotó.

—N-nagisa-kun... —llamó Koro-sensei a su estudiante de cabellos celestes luego de trasladarse hasta al frontis del asiento correspondiente al nombrado.

Shiota dejó de anotar sus últimos apuntes, pospuso su concentración hacia sus escritos e inclinó su mirada hacia el maestro.

—¿Qué ocurre, Koro-sensei? —cuestionó el joven, extrañado ante las miles de caricaturescas gotas de sudor que descendían por el circular rostro de la criatura amarilla.

—E-este... bueno... —Jugó con sus tentáculos; acción parecida a la que muchos humanos ejecutaban producto del nerviosismo.

—¿Qué es lo que sucedió entre Kao-chan y Karma-kun? —cuestionó Kayano con una directa curiosidad al instalarse junto a Nagisa, robándole las palabras al pedagogo.

—Sí, ¿qué fue lo que ocurrió entre ellos, Nagisa? —Se unió Maehara.

—¡E-eso es! —exclamó el destructor de la luna, agradecido por la idea de excusa que sus mismos alumnos le otorgaron para camuflar su entrometimiento—. ¡Estoy muy preocupado por ellos!

» ¡C-como maestro de ambos tengo derecho a estar al tanto antes de que sus problemas personales influyan de mala manera en sus rendimientos!

Como fue de esperarse, nadie compró su pretexto barato.

«¿Y por qué soy yo quien debería tener la respuesta a eso?» Se preguntó el de apariencia andrógina acompañado de una sonrisa incómoda, siendo el foco de las miradas que seguían sumándose una tras otra.

—Kao-chan se muestra muy cercana a ti, más que con cualquier otro en este salón, a decir verdad. Debió comentar algo al respecto en alguna ocasión, ¿no? —dedujo Nakamura, respondiendo a la pregunta mental que el mismo Nagisa se planteó.

—Bueno... —inició quien se encontraba en medio de la circunferencia de chismosos que se había formado a su alrededor—. No sé qué es lo que debo decir exactamente. Kao-chan es una chica muy agradable, a pesar de lo hermética que es a la hora de hablar de sí misma. Posee una manera muy particular de pensar con respecto a muchas cosas. Es interesante, de algún modo. Sin embargo... resulta muy complejo hablar sobre Karma-kun con ella.

» Le molesta hablar de él, sobre su relación, mucho más sobre lo que ocurrió cuando ella se marchó al extranjero. Siempre evade el asunto o responde de una manera que genera más dudas de qué fue lo que pasó.

» A veces pienso en qué tan grave pudo haber sido lo que sucedió entre ellos cuando apenas eran unos niños, pero no puedo dimensionar absolutamente nada. Lo único que sé, es que se trató de algo que tuvo una vital importancia para Kao-chan, algo crucial, demasiado trascendental como para afectar por completo su personalidad hasta la actualidad.

» En el fondo, sea lo que sea que haya ocurrido, ella no será capaz de olvidarlo jamás. Es como si hubiera sufrido algún tipo de daño, el cual se agrava cada vez más al ver que Karma-kun, quien fue el causante, no lo recuerda o finge no recordarlo; tampoco he logrado entender aún aquel punto.

» Es difícil de creer —continuó tras un respiro—, pero tal vez... hasta Karma-kun puede rendirse en este tipo de situaciones.

» Por más que lo intente, él no podrá cambiar la imagen que Kao-chan mantiene de él —declaró, optando por ocultar gran parte de lo que realmente pensaba sobre el lazo que unía al pelirrojo con la sarcástica chica de orbes verdes.

Shiota sólo había expuesto la superficie del iceberg...

Más de la mitad del grupo suspiró derrotado.

—En resumen: no sabes por qué esos dos se están ignorando mutuamente —expresó Muramatsu con decepción, a lo que Shiota negó en un movimiento de cabeza.

Los párpados de Yoshida se abrieron más de lo normal al momento de detectar que alguien hacía falta en el improvisado conjunto de curiosos reunidos junto al asiento de Nagisa. Lo buscó con la mirada, encontrándolo al final del salón, sentado en su lugar, intentando en vano parecer externo a la conversación.

—Terasaka —lo nombró en forma de grito, provocando que los ojos de todos los presentes se estacionaran sobre Ryōma—. ¿Tú sabes algo?

Las imágenes de los acontecimientos ocurridos hace ya dos semanas, atacaron sin piedad al recién nombrado: su primer beso, había sido con Akiyama Kaori.

Ahora, tan solo fijar su mirada en la castaña, generaba un ridículo calor en sus mejillas. La presencia cercana de la adolescente ya no era lo mismo para él desde que ésta lo besó de manera desprevenida, sin explicación hasta la actualidad.

Sintiendo el sudor frío a un costado de su rostro, Terasaka cerró sus párpados, intentó controlar el temblor en sus cejas y cruzó sus brazos.

—¿Hah? No. Yo no sé nada. Tampoco me interesa —Logró fingir con seguridad, casi con molestia, desviando su mirada hacia un costado antes de farfullar en voz baja—: N-no me incluyan a mí en sus líos...

(***)

Inhaló el aire fresco, disfrutó de la agradable brisa y cerró sus párpados, buscando obtener la tranquilidad que hace ya tiempo no experimentaba.

Si Kaori tuviera que rescatar algo positivo de su actual estilo de vida, sería el sitio en donde se encontraba 'aislada' la clase de la cual era parte.

Los árboles, el césped, la alta vegetación y el ambiente, en general, eran los elementos que le ayudaban a mantener su faceta de solitaria, esa que de manera paulatina, estaba perdiendo a medida que el tiempo transcurría y los lazos que la unían con el resto de sus compañeros comenzaba a fortalecerse de un modo involuntario.

La castaña estaba en medio de su constante huida de la singular clase de inglés, impartida por la mujer que hace un par de años atrás, había marcado su vida en base a una trágica pérdida.

—Mierda... —maldijo con amargura y arrugó el gesto al pensar en Irina, a la vez que su mirada se detenía en la boca del precipicio a pocos metros de donde estaba sentada con sus piernas recogidas sobre el césped.

—¿Seguiremos actuando como un par de inmaduros? —Al fin lo escuchó hablar a sus espaldas.

Sabía que estaba allí hace ya varios minutos. Su presencia era notable a pesar del silencio que había mantenido hasta entonces.

Kaori, sin alejar su vista del amplio paisaje, respondió:

—Es exactamente la misma pregunta que me he estado planteando.

Ambos tenían en claro que, sin hablar, nada iba a resolverse y los cabos continuarían sueltos, dañándola más a ella y confundiéndolo más a él.

El tiempo ya había mitigado un poco la turbiedad de los sucesos. Terasaka había dejado de ser un problema para Kaori. El verificar mediante los sonrojos y la defensiva de Ryōma que éste había ignorado por completo lo que vio aquella tarde, la llenaba de alivio. Sin embargo, Akiyama había hecho un acuerdo consigo misma: debía armarse de valor, reunir toda su fuerza de voluntad y dejar de una vez por todas las cosas claras con Akabane Karma, su gran enigma.

Le haría un favor antes de cumplir con su propósito...

Sus planes se detuvieron en seco al sentir unas manos ajenas posarse con suavidad sobre sus hombros, empujándola sin violencia hacia atrás, recostándola sobre el césped, sin que ella se resistiera.

Segundos después, la imagen volteada de Karma apareció ante sus claros ojos. Estaba sobre ella de revés, con sus manos recargando su peso a cada costado de la cabeza de Kaori y con su rostro a una distancia apropiada al de ésta misma.

Seriedad, fue lo primero que ella identificó en su semblante.

—Necesito decirte algo —le dijo él—. Y no huyas, por favor.

La fémina mantuvo la calma, a pesar de la incómoda posición y lo indignada que se sintió por su último comentario. Cruzó sus brazos y continuó observándolo, recta.

—Adelante, te escuch...

—Me gustas, Stalker-chan —confesó hacia ella, interfiriendo en su oración, expresándolo con tal serenidad que parecía indicar que las palabras 'me gustas' eran tan comunes y fáciles de decir como un saludo mañanero—. Siento haberme tardado casi cinco años en darme cuenta de ello.

Akiyama sonrió irónica, pensando lo mucho que había añorado escuchar eso, pensando en el hecho de que las personas siempre obtenían lo que buscaban cuando ya no lo querían.

Posó una de sus manos sobre el rostro del pelirrojo, alejándolo con cuidado de ella para luego incorporarse.

—No te perdono ni eso ni muchas otras cosas —contestó seca, girando hacia el primero de la clase antes de abrir paso a una sinceridad auténtica—: Desde un comienzo estuve enamorada de ti, Akabane-kun. Claro, empleando mi desacertada definición de amor en aquel entonces.

» Cuando era niña, siempre esperé lo típico, ingenua; un primer beso, una primera confesión, una primera cita en el parque. Esperé compartir contigo muchas primeras veces, pero nada fue así.

» Al inicio me frustraba, no obstante... después de lo que hiciste, caí en cuenta de que era una estúpida al haber sentido tales barbaridades por alguien como tú —declaró—. Decir que me decepcionaste es demasiado ligero. Me sumiste en una paradoja, Akabane-kun. Y lo peor, es que quieres volver a hacerlo.

Fue la primera vez que Karma no pudo contestar a uno de sus reproches. Tenía una respuesta en la punta de la lengua, Kaori lo sabía, pero por algún motivo, él había optado por guardar silencio y seguir escuchándola con atención.

—Dime —continuó la joven, orgullosa de su firme postura hasta el momento. Sincerándose sin complicaciones, sentados uno frente al otro; debía admitir que era un interesante y peligroso panorama—. ¿Cuáles son los argumentos que respaldan tus supuestos sentimientos por mí? —Quiso saber, indiferente a la opción de una respuesta nula.

El punto rojo curvó sus labios.

—¿En verdad quieres oírlos, Stalker-chan?

—¿Parezco el tipo de persona que malgasta saliva sólo para plantear una pregunta mediocre? —contraatacó ella.

—Hah, claro que no... —dijo entre un respiro profundo, el mismo que dejó escapar antes de dejarse caer contra el césped y posar sus orbes mercurio sobre el cielo grisáceo, extraviándose en el baúl de las memorias un par de segundos antes de iniciar su extensa y honesta contestación.

» Te contaré una pequeña historia, Stalker-chan. Aunque tal vez... no resulte ser tan pequeña ni tampoco insignificante, como de seguro lo piensas.

» Hubo una vez un niño que fue devorado por los demonios de la soledad y el repudio —comenzó.

» Desde pequeño, adoptó una personalidad que ante los ojos de los demás, era una ínfima anomalía, la más horrible y peor de las influencias. Siempre fue reconocido por su intelecto, pero rechazado por su forma de ser. Llegó a pensar que hasta sus propios padres le temían debido a que nunca pasaban tiempo con él, aunque años más tarde comprendería que estaba totalmente equivocado en aquel punto.

» A medida que crecía, la situación fue empeorando. Las peleas eran su única opción para enfrentarse a quienes lo despreciaban y los maestros no sabían cómo reaccionar frente a su singular comportamiento puesto que, por un lado, estaba su excelente rendimiento y por el otro, su conflictiva naturaleza.

» Él no tenía problemas para relacionarse con las personas, eran las personas quienes tenían problemas para relacionarse con él.

» Un día, una niña se integró al salón. Poco le importó, pues ni siquiera se dio el trabajo de observarla detenidamente ni de grabar su nombre. No obstante, le alarmó un poco lo cerca que estuvo de ser superior a él en los resultados de los exámenes siguientes, pero no hubo nada más allá de eso.

» Ignoraba por completo que ella lo seguía a todos lados, oculta en todo momento tras un árbol, un bloque o incluso tras una maceta... —rio.

» Era una tarde cualquiera cuando el pequeño se dispuso a continuar una riña que tenía pendiente con otros dos estudiantes. Esperó por ellos al final de las clases, preparado para regresar los golpes que había recibido por parte de esos idiotas unos días antes. No le sorprendió mucho encontrarlos armando pleito con una niña porque, después de todo, eso era lo único que sabían hacer para llamar la atención de sus padres. No retuvo ningún impulso, tomó una piedra, se acercó a ellos y... bueno, creo que ya conoces el resto de la historia, Stalker-chan.

» Te conocí, te apegaste a mí, me hiciste creer que podía estar solo; acompañado de ti. Para alguien como yo, ver que una persona me decía de frente que debía confiar en lo que era, que no debía dejarme pisotear emocionalmente por lo que el resto decía sobre mi persona, fue increíble, porque tú apreciaste en mí lo que los demás y hasta yo mismo detestaba.

» Fuiste la primera en aceptarme tal y como era, incluso admirabas mi forma de ser, a pesar de que algunas veces procurabas que no me excediera en los líos donde era el protagonista.

» Nunca te agradecí por estar ahí para mí, tampoco confesé lo agradable que era tu compañía en el día a día —musitó, acentuando su sonrisa antes de incorporarse para verla a los ojos antes de decirle—: Gracias, Stalker-chan. Eres una de las personas que más aprecio y seguiré apreciando, porque ya lo he dicho: no descansaré hasta quitarte esa máscara de odio injustificado.

» 'Kaori nunca, nunca, nunca, va a dejarlo solo', ¿recuerdas? —preguntó luego del minuto donde no hicieron más que verse mutuamente.

Las escenas iniciales de la historia que compartían fueron recordadas de forma retrospectiva por Akiyama. El nudo en su garganta estuvo presente en todo momento y las voces de un pequeño Karma y una pequeña Kaori, no dejaban de resonar al interior de su mente, ablandando su corazón y abriendo paso a la debilidad que la acechaba cada vez que se encontraba cerca del individuo de cabellos rojos.

La de orbes verde manzana pensó en lo maravilloso que sería evocar viejos tiempos si él mismo no los hubiese arruinado. Porque fue él quien los enterró, sacándolos a flote con descaro sólo para embellecer breves momentos donde ella, ilusa, volvía a caer durante un determinado lapso.

—¿Qué más puedo decir? —preguntó el joven en un subir y bajar de hombros—. Linda, inteligente, decidida, sonrisa honesta, ¿quieres que siga alabando a la persona que me gusta? —Levantó una de sus cejas, produciendo una alteración cardíaca en la singular miembro de la clase E.

—No, es... suficiente —articuló, consiguiendo no trabarse. Acarició el puente de su nariz y cerró sus ojos, intentando recuperarse de unas fuertes emociones—. ¿Qué haré contigo? —inquirió en un suspiro, maldiciendo que el ser humano fuera completamente vulnerable a las adulaciones.

—Ámame —contestó con sencillez, sonriendo de oreja a oreja y cerrando sus párpados—. Terminaremos la escuela, acabaremos la universidad, conseguiremos empleos excelentes, compraremos una gran casa, tendremos dos hijos y un perro.

—Estás demente... —Sonrió de manera ligera tras una pequeña risa, retractándose de su reacción de forma inmediata.

Después de todo, su confesión era tal y como si el cuchillo le expresara un 'te quiero' a la herida...

Karma observó a su alrededor, advirtiendo la nostalgia dentro de sus sentidos.

—Este lugar me trae recuerdos —espetó con voz sonora antes de señalar el no muy lejano precipicio—. Aquí fue donde me lancé desde aquel barranco en uno de mis intentos de asesinar a Koro-sensei —dijo con una naturalidad desmesurada.

Cinco segundos fue el tiempo que duró el silencio de ultratumba en la atmósfera, mismo lapso en el cual Kaori casi cayó de espaldas tras procesar lo dicho por Akabane.

Se acercó a él en un movimiento rápido, tomó sus ropas entre su puño derecho y lo arrastró hacia ella.

—¿¡Qué diablos tienes tú en la cabeza!? —gritó en su cara, desprendiendo nada más que una furia genuina, roja como una manzana—. ¡Estás completamente enfermo! ¡Pudiste haber muerto, imbécil!

Tanto el de orbes mercurio como ella misma, se sorprendieron por lo que acababa de decir.

—¿Mi muerte hubiese causado algún efecto en ti, Stalker-chan? —Quiso saber.

No sabía qué debía pensar sobre eso, tampoco tenía el derecho siquiera de pensarlo...

Otro silencio, fue la respuesta que el pelirrojo obtuvo. Akiyama soltó su agarre y ocultó su mirada entre su cabello castaño.

—Creí que el que padecía de un serio temperamento era yo... —pareció burlarse.

«Odio cuando me siento explotar internamente por tu causa, Akabane-kun...»

—No tienes idea de cuánto te aborrezco, Akabane-kun... —articuló, sumando otra humillante derrota a su lista.

Su valor y su fuerza de voluntad no eran rival para alguien como él.

Imprevisto fue el instante en el que él se acercó a su rostro y depositó un rápido beso cercano a las comisuras de la chica.

—No tienes idea de cuánto reduces mi cordura, Stalker-chan...

❝Cualidades de Akabane Karma:

#07: Es un oportunista insolente. Siempre aprovechando los momentos vulnerables del resto para atacar de la peor forma.❞

—Agradece que no estoy de humor como para golpearte por tus osadías... —farfulló con su pecho fuertemente apretado, reservando todo tipo de reacción incompatible.

«Hazme un favor, Akabane-kun: Deja de dividirme.»

«Por favor...»    

Jamás debió entablar tal conversación.

Jamás imaginó que continuaría hundiéndose.

Jamás imaginó que debería sobrellevar uno de sus más complejos combates contra la mayor de sus debilidades:

Sus sentimientos por él. 

(***)

—¡¿Qué?! —exclamó, invadida por la furia y la confusión—. ¡Koro-sensei, esto debe ser una equivocación! —especuló, apuntando al resultado del examen que acababa de recibir mediante el proceso de entrega a velocidad Mach 20.

—Nurufufufu...me temo que no es así, Kaori-san —aseguró el maestro, llevando el número cincuenta marcado en su frente—. Sé que tú misma puedes identificar el error que cometiste en la pregunta número veintiuno.

—¿Qué ocurre? —preguntó Nagisa hacia la fémina, sin moverse de su lugar.

Koro-sensei era quien dirigía el siguiente período, por lo que Karma y Kaori no podían darse el lujo de saltarse la lección como lo hicieron la última hora, mucho menos cuando los exámenes parciales estaban prácticamente a la vuelta de la esquina.

Acababan de darse a conocer los resultados de una de las evaluaciones previas a la gran batalla contra el edificio principal y Akiyama, maldecía haber caído no por primera vez.

—Noventa y siete puntos... —suspiró para sí, frustrada, llevando una de sus manos a su rostro y estrujándolo con la presión de sus dedos.

—¡Stalker-chan! —vociferó la voz del punto rojo al final del aula, siendo el blanco de la mirada asesina de Kaori—. ¿Qué tal fueron tus resultados? —preguntó mientras se abanicaba literalmente con su examen, donde sobresalía el número cien a un costado de la hoja.

Los puños en las manos de la joven de cabellos castaños no tardaron en tomar forma.

—Tranquila, Kao-chan... —intervino Shiota antes de que la joven detonara en insultos, golpes y demás ofensas y/o agresiones hacia Akabane.

—No tienen remedio... —comentó Kurahashi con una dulce sonrisa, a la vez que todos determinaban que 'inestabilidad', era la palabra que mejor se acoplaba a la conexión de esos dos.

Un segundo se evitan, y al otro, Karma estaba más enérgico que nunca rotando sobre Kaori y ésta, continuaba desactivando granadas en su dirección.

—¡Tienes razón, Nagisa-kun! —dijo ella en un tono elevado, agradeciendo al susodicho con una leve curva en sus labios, esa que pocas veces se veía en su expresión—. Debo estar tranquila, porque haré puré al saco de ego instalado allí atrás.

—Eso está por verse —replicó el saco de ego, exhibiendo su lengua hacia la joven, jocoso.

Para Karma, contar con otro rival además de Asano, era una situación mucho más que atrayente.

Y mientras Koro-sensei elevaba los ánimos de la clase, haciendo un llamado a no rendirse durante la última semana que restaba antes de los exámenes finales, el chico de orbes y cabellos celestes se detuvo a analizar la pregunta número veintiuno, desorientado.

«—Ah, eso —dijo Kaori al observar la hoja de papel en donde estaba plasmado el ejercicio. Tomó un lápiz cercano en su mano izquierda y comenzó a solucionarlo—. Es más fácil cuando mueves estos números aquí y reemplazas esa ecuación por esta. Los métodos corrientes no hacen más que complicarnos la vida.»

Recordó cuando ella le ayudó a comprender con mayor facilidad exactamente el mismo tipo de problema que se presentaba en la pregunta mencionada con anterioridad, cuando quienes tenían mejores calificaciones en cierta asignatura, prestaban ayuda al resto.

Observó a la última en integrarse a la clase 3-E, cuestionándose en silencio cómo era posible que un tipo de ejercicio matemático dominado por ella, fuera precisamente el que le haya impedido obtener una calificación perfecta.

(***)

—No me agrada este corral de zombis —expresó Akiyama Kaori con total repudio, refiriéndose al edificio principal justo frente a ella y sus demás compañeros de aula.

Siete días se hicieron cortos ante tanta expectativa, empeño y estudio. El gran día de los exámenes finales hacía de los estómagos de la clase E un completo revoltijo de nervios, pero eran la seguridad y la confianza individual de cada uno las que eliminaban de un modo gradual todo tipo de divagación; debían ser concisos y ceñirse al objetivo de ganar un puesto en el Ranking Cincuenta.

Lo lograrían. Era el momento de cosechar los frutos del esfuerzo.

—Este lugar me aterra —espetó la castaña de orbes verdes.

Entretanto la clase End caminaba por los pasillos, la gran mayoría enfocaba su mirada sobre las ventanas que daban hacia los salones, divisando los tétricos rostros opacados manifestándose contra el vidrio, expresando nada más que 'Matar a la Clase E' con voces espeluznantes.

—Es un infierno... —comentó Okajima.

—Lo más probable es que la clase A deba estar animándose psicológicamente —habló Nakamura.

—No me recuerdes a esos ineptos, Nakamura —solicitó Akiyama con un horrible sabor en la boca.

—Ahora que lo recuerdo, tuviste la oportunidad de convivir con la clase A, Kao-chan —evocó Isogai—. ¿Qué tal la experiencia?

—¿En serio quieres saber sobre eso? —inquirió con mal gesto al recordar su primer día en Kunugigaoka.

(***)

Asano-kun, ¿harías los honores?

El destacado miembro de la clase A sonrió triunfal ante la honorable mención. Colocó las palmas de sus manos sobre la superficie de la mesa para ponerse de pie; sin embargo, tras hacerlo, cierta joven se le adelantó desde el final del salón, caminando con tranquilidad entre resonantes pasos hacia el frente, cruzándose en el campo visual de Gakushū.

La castaña tomó la tiza blanca sobre el borde inferior del pizarrón y sin intervalos, resolvió la Ecuación Integral plasmada sobre la superficie verdosa, sintiendo en su espalda todas las miradas atónitas del aula, incluyendo la del maestro presente.

Akiyama-san —la nombró el educador con voz consistente, esperando una explicación.

—Les doy una lección —dijo ella, finalizando el ejercicio y dejando la tiza en su sitio—, eso es lo que hago —planteó, girando hacia sus nuevos compañeros y posando su vista sobre el presidente del consejo estudiantil—. Tu padre es el director, ¿no es así? —inquirió la estudiante, sin necesidad de obtener una respuesta.

Asano, quien estaba casi al frontis de ella, frunció el ceño hacia la recién llegada. Sabía que la individua acababa de ingresar a la clase A, no había dicho nada en su presentación, el resto tampoco había estacionado su atención en ella y durante las primeras cuatro horas que llevaba como novata, no había causado inconvenientes.

—Desapruebo por completo la metodología de educación que tu progenitor dicta para esta escuela —opinó sin rodeos, seca—. Odio cuando los maestros destacan a los estudiantes con perfectas calificaciones frente al resto, haciendo que ellos se sientan miserables, poca cosa, es como si el cerebrito fuera una especie de Dios al cual deben imitar. Pero claro, los demás jamás dejarán de ser seres inferiores a no ser que superen al sabelotodo; algo que hasta los mismos educadores creen imposible.

» Llevo apenas unas horas aquí y si fueran tan inteligentes como ustedes mismos y los demás anuncian, notarían la ridícula política educativa en la que están formándose. El esfuerzo debería ser más reconocido que el logro y la presión debería ser impuesta por uno mismo. De ser así, tal vez, todos los estudiantes de esta escuela estarían al mismo nivel, serían más personas y menos máquinas.

» Mira a tu alrededor, Karma-kun —El de orbes violetas abrió sus párpados más de lo normal por el nombre que Kaori utilizó para dirigirse a él—. Petulancia, vanidad y narcisismo son tres de tus acompañantes que no te llevarán a ningún lado, ni a ti ni a ningún otro.

» Si lo que quieren es una educación lava cerebros —dijo hacia los componentes de la clase A, confiando en su elocuencia—, felicidades, están disfrutando de una. No sean estúpidos, no permitan que los traten de esa forma, no se dejen pisotear y no me refiero a sus compañeros de salón, sino a los adultos que rigen este lugar porque esto no es una academia, es un campo de supervivencia; el más fuerte logra conservar algo de cordura.

(***)

—Pocas horas después, me acusaron de arrojar a uno de los maestros por las escaleras —finalizó la ex miembro de la clase A.

—Lindos recuerdos —habló alguien a espaldas del resto—, ¿no es cierto, Akiyama?

Quienes conformaban la clase más baja de la escuela, voltearon hacia el portador de dicha voz: Asano Gakushū.

Para algunos, incluyendo a Karma, era la segunda vez que se encontraban con el joven de rostro benevolente y sonrisa carismática en poco tiempo, desde que éste hizo cierta petición a la clase E, para ser exactos. Sin embargo, para Kaori, apenas era un segundo enfrentamiento.

—¿Nos estás siguiendo? —preguntó la joven de cabellos castaños rojizos con una sonrisa socarrona.

—Regresaba de hablar con mi padre, no tengo tiempo para perder con ustedes, mucho menos hoy —Sonrió él.

—Tu ego me produce náuseas, Karma-kun —declaró ella, enfatizando el parecido que detectó entre ellos desde el primer día.

El corazón de Akabane saltó apenas oír a la adolescente pronunciar el modo en el que lo llamaba cuando eran niños. Aunque... no para referirse a él.

—Sabes muy bien cómo hacerme enfadar, Akiyama —declaró con el gesto rugoso, refiriéndose al 'apodo' que la individua le había asignado.

—Y tú no sabes controlar tu complejo de megalomanía, Karma-kun.

Asano Gakushū aborrecía la actitud contestadora de Kaori. Estaba fuera del perfil de la escuela. No le agradaba nada de ella.

Y odiaba el que compartieran puntos de vista...

—Stalker-chan... —gimoteó el pelirrojo—, ¿por qué a él...?

—Porque me recuerda a ti en muchos aspectos. Sin mencionar que parece tu gemelo, solo que con cabello y ojos de distinto color. Aunque no sé si es una copia más mediocre o mejor elaborada de ti —Pareció burlarse, sin apartar sus ojos de Asano.

El de orbes mercurio exhaló, injuriado.

—Stalker-chan, tu ofensa acaba de trizar mi delicado corazón —dramatizó, recargando un costado de su cabeza contra la de ella, sin dejar de sonreír burlón hacia el hijo del director.

Asano acentuó su sonrisa al confirmar lo que sospechó desde un inicio.

—Sí... —suspiró la chica—. Y yo te trizaré otra cosa si no sigues caminando —indicó.

El grupo volteó con intenciones de seguir su ruta. Karma enseñó la lengua a uno de los componentes de la clase A en forma de despedida; un recordatorio de que no se dejaría vencer tan fácilmente en los exámenes.

—Akiyama —llamó quien fue su compañero de aula durante un solo día.

Kaori, Nagisa y Karma, fueron los únicos que se detuvieron y atendieron su convocatoria.

—¿Qué? —inquirió ella.

El de cabello rojo apagado observó a Karma y a Nagisa, manteniendo su sonrisa arrogante.

—¿Tienes algo que hacer el viernes por la tarde? —preguntó con simpleza.

Su propuesta indirecta demudó únicamente el rostro de Akabane y el de Shiota.

—¿Acabas de invitarme a salir? —cuestionó de vuelta la fémina, elevando una de sus cejas—. ¿Sabes lo que significa eso?

—¿Qué significa? —Se aventuró a descubrir.

—Que te haré comer las hojas de tus propios exámenes, maldito des...

—Tranquila, Kao-chan —mitigó el de aspecto femenino con una clara sonrisa hacia la de orbes verdes, posando su mano derecha sobre uno de sus hombros de Akiyama mientras Karma continuaba con su sombría mirada sobre Gakushū—. No quieres problemas con el director, ¿verdad?

Kaori suspiró.

—Agradece que este chico de aquí posee la habilidad de acabar con mi mal humor —dijo refiriéndose a Nagisa.

—¿Y qué me dices de Akabane, Akiyama?

—Él lo empeora —contestó rápida—. Y deja de meter las narices donde no debes, Karma-kun —Sonrió, desafiante—. Tenemos exámenes que liderar.

(***)

Sólo la mitad de la clase E pudo llegar tan lejos; hasta el problema final correspondiente a la evaluación de matemática. Apenas.

La angustia recaería en todos y cada uno de ellos hasta que los resultados fueran revelados.

Finalmente, después de semanas de empeño, las evaluaciones habían acabado.

Fue al salir cuando Asano se topó con Nagisa en el pasillo, quien estaba junto a una de las ventanas hacia el exterior, observando a Akiyama Kaori y a Akabane Karma marcharse juntos del otro lado.

—Eres amigo de ambos, ¿no? —preguntó hacia Shiota.

El nombrado se alteró por la presencia de Gakushū. Giró su mirada hacia él durante unos breves segundos y luego volvió hacia la vidriera.

—Eso creo...

—Entonces dime, ¿estás satisfecho con tu amistad con Akiyama? —cuestionó, viendo hacia la misma dirección que Nagisa, sin modificar la curva en sus labios—. Y no trates de evadir mi pregunta —advirtió, ocultando su propósito de armar pleito entre el trío—. Sabes perfectamente a lo que me refiero...

El de orbes azul cielo sonrió, evidenciando cómo la de grácil figura apartaba al punto rojo por estar demasiado cerca de ella.

—A Karma-kun le gusta Kao-chan, lo más seguro es que el sentimiento sea recíproco —musitó con voz suave.

—No estás respondiendo a mi duda, Shiota-kun —destacó, adoptando una actitud más seria—. ¿Te gusta Akiyama? —dudó de frente.

—A Karma-kun le gusta Kao-chan —reiteró el contrario con una naturalidad inquietante—. Alguien como yo no cuenta con el derecho de enamorarse de ella, Asano-kun...

—¿Y él sí lo tiene? —intentó avivar el fuego.

—¿Y por qué no? —inquirió de vuelta Nagisa—. A pesar de que dividieron sus caminos, ellos se conocen desde pequeños. Tienen derecho a quererse, no es como si Kaori fuera una desconocida que llegó este año a la vida de Karma. Todo lleva su tiempo. No puede gustarte una persona que conoces alrededor de doce meses y ni siquiera sabes su cumpleaños, qué es lo que lo hace feliz, qué es lo que lo entristece, cuál es su color favorito, su platillo favorito. Es difícil acabar de conocer a una persona, pero en el fondo, creo que esos dos conocen al otro mejor que a ellos mismos.  

» Tal parece que ellos, hace ya varios años y de un modo inconsciente, decidieron que jamás volverían a ver a demás personas del modo en el que se miran entre sí, sus pensamientos no volverían a rotar sobre alguien que no fuera el otro y... obviamente, nadie más volvería dejar una huella tan significativa en sus corazones.

» Respeto los sentimientos de ambos. Y de algún modo, pienso que deberían estar juntos en lugar de aludir lo que sienten debido a los enigmas que comparten.

» Las personas que se aman no deberían separarse, incluso a pesar de la adversidad. No hay ningún problema que no tenga solución, y eso ambos deberían saberlo muy bien.

» No me queda más que esperar a que Kao-chan y Karma-kun abran sus ojos y se den cuenta de que después de un reencuentro, no podrán seguir adelante sin el otro.

» De esa forma, yo dejaré de acomplejarme por este pesado sentimiento que nunca debió surgir...

  ✧  

¿Alguien vivo por aquí después de casi tres meses sin actualización? ¿a alguien le gustaron las 'sorpresas' de este capítulo? ¿alguien cree que esto fue lo más aburrido que he publicado?

En serio, dedicaría este episodio a todas aquellas personas que esperan pacientes la actualización de esta porquería E> sin ustedes, este proyecto no sería nada. Son sus comentarios donde encuentro los ánimos para continuar, porque hay veces en las que me gustaría mandar todo al carajo <3

¡Espero que sigan en este camino para leer los últimos ocho capítulos que nos quedan, porque las sorpresas jamás acaban!

¡Muchas gracias por todo el apoyo que me han brindado hasta la actualidad, por las seis mil leídas y más de setecientas estrellas!

Ya saben que cualquier aviso de importancia será publicado en mi perfil.

—I ≠ Z

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