I'm Fine.

By yara_10969

15.5K 1.1K 562

"I hate my life I hate love I hate people I hate everything I hate myself" Camus piensa que la vida es un... More

Prólogo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10

11

1.8K 114 98
By yara_10969

Camus y Milo habían salido exentos en todas sus materias y se podría decir que ya estaban de vacaciones, era un viernes por la tarde, el peli aguamarina se hallaba en el cuarto de su hermano mayor para ayudarle a empacar para su viaje a Londres, el peli verde estaba tan ansioso pero a la vez nervioso, serían dos largas semanas lejos de casa y de su hermano. Camus llevaba un conteo de los objetos que el mayor llevaría, entre esas cosas, adaptadores, libros de medicina, libros para distraerse y algunos dulces que iba a esconder muy bien. Camus también estaba nervioso, pasaría dos semanas Encerrado con Milo y lo que más le preocupaba era que éste descubriera sus cortes, se la había ingeniado toda ese tiempo para que el peli azul no notara sus vendas y ahora debía pensar como ocultar sus marcas durante las dos semanas, Dégel se paseaba de un lado a otro metiendo ropa en la maleta, la tercera por cierto, pues en una ya había empacado sus libros de medicina, los libros que llevaría para pasar un rato así como otra cosas personales, Camus ya estaba algo mareado de ver a su hermano de esa forma, pero ¿qué podía hacer? Su hermano mayor estaba feliz y emocionado, después de todo era su primer viaje en años.

-Dégel.- le llamó, el mencionado lo miró por detrás de sus lentes.- ¿No crees que exageras? Aun es viernes y el vuelo sale el lunes.

-Tonterias.- exclamó.- ¿No deberías estar empacando tus cosas para ir a casa de Milo?

Con aquella mirada frívola encaró a su hermano quien sólo levantó las manos a manera de derrota para después sonreír, los nervios del mayor eran tan notorios que incluso las manos le temblaban.

-Oye Dégel.

-Dime.- el mencionado intentaba cerrar la maleta pues ya estaba lista.

-¿Te gusta Kardia?

-¡Auch!- la pregunta lo había tomado por sorpresa, tanto que dio un fuerte tirón al cierre y con ello se llevó uno de sus dedos entre el cierre. - ¿A qué viene esa pregunta?

-Curiosidad, parecías muy contento cuando estudiabas con él. - Camus se encogió de hombros, no le disgustaba la idea de tener a Kardia como su cuñado.

-Pues no, es como si yo te preguntara si te gusta Milo.- atacó, el menor ni se inmutó, porque a esas alturas aun no sentía cosas por Milo, lo que él ya hacia por Camus.

-Bueno, pero él es mi amigo, sabes que aunque dije que cambiaría y no lloraría por Surt, aún lo quiero.

Dégel rodó los ojos, sabía que Camus no mentía, si el peli azul le gustara se hubiese puesto rojo y nervioso, lo que no pasó, pero por lo menos esperaba que el menor de los Antares hiciera los intentos de conquistarlo durante las dos semanas que estarían solos, se recriminaba a si mismo por mandar a su hermano a la boca del lobo pero Milo le parecía buen chico y si Camus debían estar con alguien seria con él.

-Antes me gustaba.- confesó captando la atención de su hermano. - En preparatoria, pero él hizo hasta lo imposible para que me desagradara.

-Tal vez deberías darle una segunda oportunidad.- sugirió Camus antes de salir de la habitación.

Dégel se quedó viendo a la puerta, ¿darle otra oportunidad? ¿por qué? Él tenía novia y la quería mucho, pero debía admitir que aquellos encuentros con Kardia le resultaron divertidos, sonrió, aquel idiota de mirada azulada era la persona más loca que había conocido y esa persona se las ingeniaba cada día para sacarle una sonrisa y colorear sus mejillas de un lindo color escarlata. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos, había insultado a su novia y eso era algo que no iba a permitir.

En casa de los Antares, el menor estaba haciendo una limpieza profunda, Milo quería que todo estuviera bien para recibir a Camus, en cambio Kardia sólo estaba acostado en el sofá jugando con su celular. Aún estaba molesto por la pequeña discusión con Dégel e incluso pensó en tramarle una jugada sucia a Dayana para demostrarle al peli verde que tenía la razón, pero eso sería demasiado, así que mejor trataría de hacercarse a él de nuevo durante el viaje, miró a su hermano, Milo llevaba el cabello sujeto en una cola, tenía una pañoleta en la cabeza, guantes de plástico amarillos, otra pañoleta cubriendo la mitad de su rostro y cargaba consigo una escoba y recogedor, se mordió el labio inferior para reprimir una risa y puso la cámara frontal en su teléfono celular.

-Milo, una selfie.- el mencionado lo miró sin entender y en ese instante capturó la imagen, el menor salía serio mientras que Kardia mostraba esa perlas llamadas dientes.

-Oh vamos Kardia, en vez de tomarme fotos deberías ayudarme o al menos hacer tus maletas para el viaje.- se quejó, el mayor solo comenzó a reír.

-Es viernes, tengo tiempo.

-Ajá.- se quitó la pañoleta que tenía en la cara pues ya le molestaba.

El menor se sentó en el sofá que estaba a lado de Kardia para descansar un poco, cabe decir que estaba nervioso pues no sabía si Camus estaría bien con él, el mayor notó aquella inseguridad en su hermano y le recordó sus años de adolescente cuando descubrió que los chicos también le atraían, entonces lo pensó, tal vez menor estaba pasando por aquello. Apagó su celular y se sentó para mirar a los ojos a su enano favorito, como le decía de cariño al estar más alto que él.

-¿Ya es oficial? - preguntó divertido, Milo lo miró arqueando una ceja.

-¿Qué cosa?

-Que te gusta Camus.

Milo no pudo evitar el ponerse colorado ante las palabras de Kardia, era verdad, lo había aceptado desde aquella vez que trató de besarle y lo confirmó con lo que le había pasado el Miércoles a Camus, el francés lo había cautivado con aquella hermosa piel, esos hermoso ojos aguamarina y aquel largo y sedoso cabello. No podía negar que aún le dolía lo de Shaina, pero tampoco podía negar que le encantaba acompañar a su nuevo amigo, estar a su lado para protegerlo y sentir esa satisfacción al darse cuenta que aquel chico lo necesitaba.

-¿Sabes? Es raro. - hizo una pausa.- Nunca antes un chico me había llamado la atención.

-Yo pasé por lo mismo, ¿recuerdas a mi primer novio?- el menor asintió, Kardia había salido con un lindo pelirrojo de gemas azules, el chico era bastante lindo pero en ese entonces el mayor de los Antares andaba de pija suelta y aquello terminó mal.

-Papá enloqueció y pensó que eras 100% gay, hasta que descubrimos que eres bisexual.

-Que tiempos. - sonrió al recordar las quejas de su padre hasta que se dio por vencido y aceptó las preferencias sexuales de su hijo mayor.- Sé que tu has salido únicamente con chicas, pero salir con un hombre no es diferente.

-Por su puesto que es diferente, si lo haces con mujeres, por lo menos a ellas les llega algo llamado menstruación y se te pasa el susto de ser papá.-puntualizo.- Claro que siempre hay que cargar protección.- le enseñó a su hermano un condón que guardaba en su billetera sorprendiendo al mayor.

-Espera, ¿no eres virgen? - el menor lo fulminó con la mirada y le aventó un cojín.

-Kardia es enserio, y no, no soy virgen. - rodó los ojos exasperado, jamás creyó que tendría que hablar de sus cositas con su hermano mayor.- Perdí mi virginidad a los catorce con la vecina de la tía Sasha.

Apartó la mirada un tanto avergonzado, Kardia estalló en risas pues a esa edad él igual había perdido su virginidad, no cabía duda, un Antares tenía que ser. Molesto, el menor le aventó la escoba que tenía serca pegándole en la cabeza a Kardia.

-¡Auch!- se sobó la cabeza. - Perdón, pensé que llegarías virgen al matrimonio.- bromeó, lo que no le agradó a Milo.- ¿Cuál es el problema de hacerlo con un chico?

-Una, no sé como hacerlo, dos, no sé sabe si quedaron preñados o no.

-En primera, ¿tú eres el de arriba?- Kardia arqueó una ceja y mostró una sonrisa burlona.

-¡Kardia!

-¿Qué? Siempre creí que eras una pasiva. - Milo comenzó a sobarse las sienes para intentar calmarse y no matar a su hermano que para nada le estaba ayudando. - Bien, seamos serios.

-Por favor. - le miró amenazante.

-Hacerlo con un hombre es similar a hacerlo con una chica, la diferencia es que él puede correrse más rápido que una dama si lo haces bien.- explicó. - la primera vez yo tampoco sabía como hacerlo.- tomó aire y mirando a su hermano continuó. - Si te gusta ese chico no lo dejes pasar, por lo que me contó Dégel, solo ha tenido un novio, creo que se llama Surt.

-Es el imbécil al que le rompí la nariz. - soltó con coraje y rencor.

-Camus es gay, eso no lo dudes y ¿sabes que más? Si yo fuera tú, estaría lamiendo de su mano, es un chico muy lindo.

-Pero a ti te gusta Dégel, que es casi lo mismo.

-Ah mi verdecito.- soltó un suspiro y se levantó de su lugar para encaminarse a las escaleras.- A Dégel lo quiero sólo para mi Milo, con él quiero que todo sea diferente.

- ¿De qué hablas?

-Quiero que Dégel pase el resto de sus días conmigo, tengo 22 años Milo y la vida es corta, y como es así, quiero que él sea quien traiga a mis hijos al mundo. Claro que para eso necesito que se enamoré de mi primero.

Dicho aquello subió las escaleras para ir a su habitación dejando a un muy sorprendido Milo puesto que Kardia estaba hablando de enlazar su vida con la de alguien más, cosa a la que siempre huía. Se recostó en el respaldo del sillón y miró el techo, Kardia podía ser un tonto pero no era mal hermano, sabia que tenía razón, Camus no era feo y más allá de eso, lo que más lo había cautivado había sido su forma de ser, como un pequeño cachorrito que conocía a alguien por primera vez, sentía las malditas ganas de protegerlo y tenerlo a salvo en sus brazos, quería ser el héroe de las películas y libros para él, sólo para él, el único inconveniente eran sus dudas y el hecho de que el francés amara a otro.
Se revolvió el cabello bastante confundido con la situación, habían sido ¿qué? ¿Tres semanas? ¿Un mes? Ni siquiera recordaba con exactitud que tiempo llevaba de conocerle y eso era frustrante para él, se estaba enamorando demasiado rápido y sacando de su corazón a quien creyó la persona perfecta para pasar el resto de su vida. Soltando un suspiro subió las escaleras para ver al mayor, quería pedirle un favor, una vez en la puerta tocó y se adentró, Kardia salía de su baño personal con una toalla amarrada en la cintura.

-¿Qué sucede?- el peli azul mayor tomó otra toalla para secarse el cabello.

-¿Puedo dormir en tu habitación? Quiero que Camus duerma en la mía y tengo mucha pereza como para limpiar el cuarto de invitados.

-Claro, pero si van a hacer sus cosas quiero que mi cama quede limpia.

El menor rodó los ojos al ver la sonrisa llena de burla de su hermano mayor, se fue directo a su habitación para pensar un poco. Kardia estaría por graduarse en unos años y con eso buscaría empleo en algún hospital ya que había declinado ante la oferta de tomar las riendas de la editorial de su padre, él quería hacerlo, pero para ello faltaba mucho tiempo, sin embargo él también tenía una propuesta que hacerle a la familia y ya estaba trabajando en ello.
Por otro lado estaba tratando de idear un plan de cosas para hacer junto a Camus en esas dos semanas que estarían solos, no quería que el francés se aburriera, oh no, el quería que esas dos semanas aquel chico sonriera como nunca.
.
.
.
.
El lunes por la mañana Dégel salió disparado de su casa con sus maletas, se despidió de su hermano y se subió a un taxi para ir al aeropuerto, lo que no noto es que Kardia también estaba allí jugando con su celular, y es que éste tampoco notó que quien se subió había sido el verdecito.

-K-Kardia...- el mencionado volteó a ver quien la llemaba llevándose aquella sorpresa.

-Dégel... Buen día.- saludó y siguió con su celular, lo que impacto a Dégel pues esperaba un coqueteo por parte del otro.

El taxi comenzó su marcha y ambos personajes se fueron, Camus subió a su habitación para cambiarse de ropa e ir a casa de Milo, los nervios lo estaban consumiendo, nunca, pero nunca en su corta vida había quedado en casa de otro chico, salvo en aquella ocasión que se quedó en casa del peli azul por la tarea. Evadió a su madre en lo que llegaba a su habitación, Serafina estaba más que extasiada de solo saber que la casa la tendría para ella sola, sin embargo, había una espinita que le molestaba y ese era el hecho de que su hijo mayor tuviera tan cautivado al mayor de los Antares, estaba bien informada de la fortuna y propiedades de la familia, por lo que se extrañó que estos fueran sus vecinos, tardó en entender que la razón era Dégel, le irritaba saber que el peli verde faltándole dos grandes motivos que tenía ella y sobrándole uno en la entre pierna había cautivado a un ricachón en tan poco tiempo.
Serafina era ambiciosa, siempre lo había sido, con Krest, el padre de Dégel, bueno ella le había sacado todo el dinero posible hasta que aquel hombre hizo malas transacciones y perdió todo, para suerte de la peli negra, Krest había muerto en un accidente, para su desgracia, la había dejado sin un miserable euro y con un crío. Buscó a otro y para cuando Dégel cumplió los 5 años, Serafina se casó con Mystoria, éste tenía dinero, vaya que lo tenía, pero no solo eso... Él tenía el amor de aquella mujer, porque era así, Serafina se había enamorado perdidamente de él, sin embargo, nacido Camus y su ida a Grecia todo se había derrumbado, la peli negra se dejó guiar por la ambición y no por lo que sentía por Mystoria, como resultado, éste la dejó por otra. Le purgaba eso, lo odiaba por eso, lo odiaba tanto pero en el fondo ella sabía que ese amor jamás se había ido, si Mystoria no se hubiese ido tal vez las cosas para Dégel y Camus hubiesen sido más fáciles, pero lo hecho, hecho estaba.

Tocaron a la puerta, bufo molesta pues hasta abrir la puerta le daba pereza, grata fue su sorpresa al toparse al menor de los Antares, mostró esa sonrisa falsa y que denotaba ambición, esa sonrisa que atrapaba hombres.

-Buen día Señora Serafina.- si algo odiaba era que le dijeran Señora.

-Buen día Milo, ¿vienes por Camus?

-si.

-Adelante, está en su habitación.- Serafina se hizo a un lado para que el otro pasase, sabia que el peli aguamarina estaría saliendo del baño y se estaría vistiendo, lo había calculado.- Anda, Camus me dijo que subieras por él, yo voy a salir así que dile que cierre bien la puerta.

La mujer tomó su bolso y salió de allí, Milo vería los horribles cortes de Camus y se alejaría de él, o por lo menos eso esperaba la peli negra, si ella no era feliz, Camus tampoco debía serlo.
Camus salió del baño, tenía sus cosas listas, todo empacado y listo para sobrevivir dos semanas alado de Milo, se colocó el bóxer y el pantalón, miró hacia donde estaba su espejo, aquel que rompió aquella noche que se hizo los cortes que escondía bajo las vendas y magas largas que usaba.

-¿Me extrañas?

No

Agachó la mirada en espera que su espeso cabello cubriera su rostro, sin embargo, fueron pequeños mechones los que se pegaron a su frente, tomó uno de ellos entre sus dedos, estaba húmedo y corto, extrañaba su larga cabellera, la extrañaba tanto, soltando un suspiro buscó la camisa que iba a utilizar, la puerta se abrió sacándole un susto y sus ojos se abrieron como platos al ver al griego en el marco de la puerta. Milo lo miró con las mejillas enrojecidas y sin apartar la mirada, en un acto reflejo Camus escondió sus brazos detrás de sí, lleno de miedo e inseguridad con la esperanza de que el peli azul no hubiese visto aquellas horrendas marcas que profanaban su piel nívea, sin embargo ya era tarde, pues no sólo Milo había visto los cortes en sus brazos, su pecho, que estaba descubierto dejaba a relucir esas cicatrices por todo su abdomen, y que decir de los feos hematomas que aparentaban más un color verdoso a un tono morado. El griego palideció al sólo verle así, apretó la mandíbula con impotencia, mal diciendo por dentro a todos esos que le hicieron daño, tragando saliva se acercó a él pero Camus retrocedió.

-Camus...

-¡Alejate!- gritó con fuerza, estaba asustado, se notaba, su único amigo... No, su mejor amigo le miraba en ese estado tan patético y eso era algo que no soportaría.

-Camus... Dejame ayudarte.- dijo impotente, con el corazón latiendo a mil y con sus emociones creando un remolino en él. Odio, enojo, tristeza, impotencia y una enorme sed de venganza era lo que más se manifestaba en su mirada.

-¡Vete! ¡Vete no quiero verte!- lágrimas se acumulaban en sus orbes, amenazando con caer.-¡No me veas así!

Cubrió su rostro con sus manos para esconder sus inseguridades, suficiente había sido aquel día en el que Milo lo había visto así, derrotado, roto y en el fondo. Sin pensarlo el peli azul tomó sus muñecas y apartó las manos del rostro de éste y le vio directo a los ojos, mostrándole calma y asegurándole que todo estaría bien.
Y sin más lo abrazó, Camus tensó su cuerpo hasta que el calor del otro le hizo ceder y se dejó envolver por esos fornidos brazos que le brindaban protección. Era humillante, lo era, nunca le había gustado que le vieran llorar pues se sentía patético, y ahora la persona menos esperada, su único y mejor amigo lo había visto de esa manera por lo menos unas 2 veces, Milo comenzó a acariciar los cortos cabellos del otro.

-Quiero que dejes de cortarte.- susurró en su oído erizándole la piel.

-¿Eh?

Camus se apartó de él de inmediato y lo miró asustado, Milo tenía una mirada sombría y un poco escalofriante, Camus no lo sabía pero el peli azul se estaba rompiendo por dentro.

-¿Me lo puedes prometer?

El francés estaba inmóvil, con todo eso había olvidado el hecho que tenía su pecho descubierto y que en otro momento se moriría de vergüenza, sus manos empezaron. temblar, las palabras no salían y sus cuerdas bucales parecían alambres de púa que le lastimaban la garganta.

-Dime, ¿lo harás Camus? ¿Desecharás lo único que te hacía sentir bien?

¡Callate!

-Camus...- le llamó el griego.- ¿Puedes dejarlo?

-No le hagas caso, no lo escuches.

¡Que te calles!

Aquella voz, ese ser que su mente había creado, ese demonio que regía todas y cada una de sus decisiones lo tenía harto, le temía, pero más que eso lo odiaba, lo único que podía aquietar a ese demonio, era la voz de aquel chico de mirada azulada que tenía enfrente, la única voz que podía dominar sus decisiones por sobre de las de ese ser.

-¿Dónde están?- el francés no entendió.- Las navajas, ¿dónde están?

Camus tragó saliva y miró en dirección a su escritorio, allí había una pequeña caja de madera que tenía sus iniciales talladas, ni lento ni Perezoso el griego fue por ella y al abrirla su corazón se rompió, frente a su mirada había toda una colección de navajas de diferentes tamaños y formas, Milo sintió sus piernas flaquear y como su estómago se revolvía, sacó una navaja pequeña, de entre todas la más brillante y miró a Camus.

-¿Q-qué h-ha-ces?- preguntó con la voz temblorosa.

-Quiero ver algo.- Milo dejó la caja a un lado y colocó el filo de la navaja en su piel.- ¿Qué sientes si hago esto?

Enterró la punta y deslizó lentamente el filo de la hoja sobre su piel haciendo un corte limpio, Camus se llevó ambas manos a la boca y vio como una hilera de sangre brotaba de la herida, la primer gota cayó al suelo donde el francés clavó su mirada.

-Quizás si hago una más...

Repitió el acto sorprendiendo al francés que empezó a negar con la cabeza.

-Basta...

-¿Una vez más?

Otro corte, el líquido rojo empezaba a manchar la ropa de Milo, no eran cortes profundos como para dejar cicatriz, pero eran lo suficiente para que las hileras de sangre cayeran.

-¿Y si lo hago una vez más?-Milo acercó nuevamente la navaja a su piel.

-¡Basta!- Camus le dio un golpe en la mano que hizo que aquel objeto metálico cayera al suelo.-No quiero que lo hagas... No me gusta.

Comenzó a llorar y cayó de rodillas al piso, el peli azul se arrodilló con el y le levantó el rostro para mirarle con esa amor que crecía cada vez más en su interior.

-¿Ahora entiendes mi punto?- las heridas ardían, pero comparado con el dolor que Camus le causaba aquello era insignificante.- No me gustan ver estas marcas en tu piel y mucho menos ver que tus ojos se tornan cristalinos por culpa de las lágrimas.

Con sus pulgares secó las lágrimas del francés y al verlo allí, tan serca, tan lindo, ¡Joder! Quería besarlo allí, en ese momento, quería sentir sus labios y escuchar de su voz un Te amo, sin embargo, se contuvo, tomo sus muñecas y depositó en ellas un beso, para ser más claros, besó sus cicatrices en señal de que eso, no le importaba a él.

-¿Prometes no volverlo a hacer?

-Lo prometo...




Hola(?
¿Aun hay alguien por aquí? 👀
Lo siento por dejar abandonada la historia (y todas las demás) pero ahora si, la escuela me ha dado una violada mental (Examen de ciencias de la salud, te va el piedrazo) en fin, acabo de salir de vaciones y espero retomar mis historias y de ser posible concluirlas (lo dudo xd) aunque eso espero, pues creo que en un punto tendré que abandonar Wattpad para siempre (?
Agradezco a las personitas que aun leen esto y me disculpo por ser una mala y pésima autora y no actualizar.

Adiooooos.

Continue Reading