Vi el reloj. Las 4:50. Esperé un poco después de enviar el mensaje. No me respondió. Comencé a ponerme nervioso.
‹‹Relájate, seguro está bajando››.
Me apoyé en la reja, mirando hacia dentro del edificio, y al cabo de un minuto vi a dos chamos más jóvenes que yo saliendo del área del ascensor. Me miraron de manera muy seria, y ambos hicieron un corto saludo con la cabeza. Yo les respondí igual, sin entender... y Vio salió tras ellos. Vi el reloj. Siete minutos para las cinco.
Violeta salió por la puerta del edificio a abrirme, mientras los chicos se iban por otra parte.
Fue como si me hubieran apagado el cerebro.
Caminó hacia mí con un vestido color vino de mangas pequeñas y tenis blancos. Sabía que sería un recuerdo que tendría siempre.
Me acordé de cerrar la boca.
Algo me saltó violentamente en el estómago y me enderecé mientras me abría la puerta.
― Hola, Uber.
Me besó en la mejilla. Me aclaré la garganta.
― Te... ves muy bonita.
No podía quitarle la mirada de encima. Desvió la mirada con una mínima sonrisa.
― Se dice gracias.
― Ay, cállate.
Ella también tenía algo en las manos, un suéter, y una bolsa pequeña.
Algo de brisa sopló, pero como no quería que se pusiera ese odioso suéter le sugerí ir dentro.
― ¿Y esos chamos?
― Ah, son mis primos. Mi tío está de visita.
En el recibidor del edificio había un pino, natural y muy decorado. El más bonito que había visto. Caminamos hacia un jardín cerca del parque del edificio y en el camino había un nacimiento con figuras que me llegaban hasta la rodilla.
Pero nada me impresionaba tanto como Vio.
Nos sentamos en un banco de piedra que daba al jardín, y de fondo se escuchaba a sus primos jugar en el parque.
― ¿Por eso te vestiste así? –se rió, incómoda. Creo.
― No. Mi hermana me regaló este vestido por navidad y... quería que lo usara.
― Ah, tu hermana.
― Pero si tú no la conoces.
― Sales con ella en las fotos de Facebook.
― ¿Ves mis fotos de...?
Le tendí la bolsa sin más. Sentía que la cara me traicionaba. Pero la de ella era genial. Le brillaron los ojos un instante, y sonreía.
― Uber... se dice feliz navidad.
― Feliz navidad, Violeta.
Ella como respuesta subió su mano, y con delicadeza intercambió las tiras de las bolsitas, dándome la gris a mí.
― ¿Me compraste un regalo?
― Es que me dijiste que se te había dañado el mouse, y sabía que... -abrí la bolsa lo más rápido que pude- ¡Uber! ¡Qué desesperado eres!
No era cierto. Sólo que no quería perderme su expresión cuando viera sus regalos.
Era un mouse de una buena marca, con luz led configurable. Y lo más importante, no era pequeño como de los laboratorios del colegio, tenía un tamaño decente para mis manos.
― Gracias ¡Gracias! Está increíble.
― Creo que es la primera vez que te escucho dar las gracias.
Parecía muy satisfecha de sí misma y de mi reacción, sonreía de manera algo burlona y se le marcaban los cachetes.
―Abre tu regalo.
Abrió la bolsa de manera delicada, para no romperla. Me logré contener y no se la rompí, hubiera sido gracioso, pero no quería arruinarlo...
― ¡Uaah! ¡Uber!
Nada hubiera podido ser mejor que esa sonrisa y esa emoción. Tomó su copia de Orgullo y Prejuicio, y Harry Potter y la piedra filosofal.
― ¡Uber!
― ¿Qué tipo de persona quiere leer Harry Potter cuando hay como nueve películas?
-Creo que son siete... pero...
― No sabía si buscabas Orgullo y Prejuicio o la de Orgullo y Prejuicio y Zombies... la de la librería me dijo cuál era la original y... Como eres algo hipster y...
―Es con u.
― ¡Ah espera! ¡Creo que no les quité el precio... y...!
―Gracias.
Se vio igual de bonita que la vez que le di el chocolate.
Su mano estaba apoyada en el banco después de guardar los libros otra vez. Como la vez en la panadería, sentí el impulso de estirarme y tocarle los dedos. Pero esta vez no me resistí.
Los rocé con toda la delicadeza que pude, conteniéndome a tomarla toda. Apenas mis yemas tocaron la suave piel entre sus dedos.
Ella no los apartó. No tenía el coraje de ver otra cosa que su mano. ¿Y si tenía una cara de rechazo? ¿Qué se supone que haría?
― ¿Uber?
Me quedé un momento así, incapaz de decir nada. Pero me acordé de respirar, y salió.
― Dime que me crees.
Subí la mirada al fin, tragándome el miedo. Violeta era la más pura incertidumbre, se veía en calma. En calma como un mar gigantesco, y sus ojos eran lo único inestable, lo único que parecía dudar.
― Dime que me crees. –Dije con más firmeza en la voz esta vez.
― No te lo diré sólo porque lo quieres oír.
Bajé la mirada con el pecho hecho un agujero negro. Aparté los dedos. Pero ella apretó los suyos. No demasiado. Pero hubiera hecho el mismo efecto un ancla de veinte toneladas y no me atreví a moverlos más.
― Sino porque lo hago. Te creo.
No sabía qué se supone que debía sentir. Pero fue como si todos mis órganos me hubieran saltado en mi pecho. Ella se veía serena, mucho más serena que yo.
Era lo más precioso de todo el mundo.
― Uber... Deja de mirarme así...
― No puedo.
Y en serio no podía. No parecía realmente incómoda, pero no quería quitarle más tiempo con su familia. Suspiré.
― Creo que deberías subir ya... ha pasado un rato y no quiero que tengas problemas por...
Besó mi mejilla de manera repentina. Su acercamiento casi me asustó.
― Gracias. Me gustaron mucho los libros. Ahora te fastidiaré cada vez que lea alguna parte interesante. ¡Tenía tiempo sin recibir tan buenos regalos!
― No me fastidiarás, quiero... Quiero saber si te gustan. –apartó su mano de la mía, abrazando su regalo. Creo que tenía la sangre en todos lados menos el cerebro.
Nos levantamos y me llevó a la entrada del edificio. Me despedí de ella con un beso en la mejilla.
Se sonrió y se despidió de mí. Apoyé una mano en la reja viéndola irse. Se volteó antes de entrar al edificio y se despidió con la mano.
Le sonreí, y no me moví de ahí hasta que se fue.
~
Nota del autor: Este es uno de mis capítulos favoritos :D
Pista: El capítulo anterior se titula 4:53 pm porque fue la hora exacta en la que a Uber se le apagó el cerebro al ver a Violeta. Preludio a la hora importante de este capítulo.
Editado el 8 de julio de 2018