Cuando habla el Corazón 2 (ch...

由 Saku_Mayu

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Después de haber creido que lo había perdido todo, Julian comprende que algunas veces seguir con vida, aferra... 更多

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35

Capitulo 36

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由 Saku_Mayu


Julian no se atrevió a mirar a Kei pero notó todas las miradas fijas en él y escuchó con un sudor frío recorriendo todo su cuerpo la irónica risa de Nathan.

—Tiene valor el gatito después de todo —se burló hasta que la cavidad se quedó completamente en silencio y Julian levantó un poco la cabeza y lo vio desviar el rostro de él hasta Kei, clavando en su primo una mirada llena de emociones—. Vete. Nunca ha habido la necesidad de que muramos los dos.

—No —aceptó Kei asintiendo suavemente con la cabeza—. Nunca hubo ninguna necesidad pero tú siempre insistes en morir en mi lugar, ¿no?

Nathan sonrió con esfuerzo e hizo un movimiento como si quisiera encogerse de hombros pero sólo llegó a levantarlos un poco antes de volver a dejarlos caer y hacer una mueca de dolor.

—Supongo que es lo que tiene el amor.

Julian vio como el rostro de Kei se desencajaba de rabia y dio un paso al frente, pero Rykou y Kevin parecieron leer las intenciones de Kei y se adelantaron a él, agarrando a Nathan cada uno por un lado y le obligaron a ponerse de pie, haciendo que Kei se detuviera de golpe.

—Hora de irse —sentenció Rykou, haciendo una señal a Kevin con la cabeza para mover a la misma vez a Nathan y lo llevaron hasta la entrada.

Julian no se movió y sólo giró el cuello para mirar a Kei cuando percibió que se movía.

Kei miraba hacia la entrada, la espalda de Nathan hasta que desapareció hacia la izquierda y Julian siguió todos sus movimientos hasta que lo vio bajar el arma y guardarla. Sólo entonces, giró la cabeza para mirarlo de nuevo.

—¿Qué es lo que pretendes hacer?

Julian volvió a bajar la cabeza de golpe, sin responder y esperó a ver como los pies de Kei se movían para correr detrás de él, manteniendo una pequeña distancia con su espalda.

Ya habían abierto una abertura por un lateral. El camino era excesivamente estrecho, aún menos iluminado y más frío que el anterior. Ninguno habló durante la marcha. Las pisadas y la respiración agitada de Nathan era lo único que se escuchaba más cerca. Los disparos y algunas explosiones aisladas retumbaban de manera aislada pero no dejaban de producirle ansiedad.

Julian clavó la mirada en la nuca de Kei, con aprensión. Las cosas habían ido de una manera que posiblemente él no había planeado. ¿Seguramente había esperado que todos le obedecieran y se marcharan cuando él decidiera quedarse a morir con Nathan? Sólo una idea pasó por su cabeza y apretó con fuerza los dedos de las manos en el pantalón, encogiendo un poco la espalda al caminar para tratar de aliviar el dolor que le atravesó el pecho. ¿Kei hubiera intentado lo mismo si él jamás lo hubiera traicionado aquel día? Kei lo había querido en una ocasión... Julian contuvo un sollozo y apartó la mitrada de Kei, clavándola en sus propios pies. No había marcha atrás, no había marcha atrás... Respiró hondo y estuvo a punto de chocar con la espalda del chico rubio cuando se detuvieron bruscamente.

—Tenemos que subir —escuchó a Rykou desde algún punto desde más adelante.

—Genial —dijo Nathan—. ¿Queréis que mueva los brazos a ver si puedo volar?

—Soporta el dolor —Kevin no mostraba ninguna emoción pero por el silencio que hubo, Julian imaginó que había un intercambio de miradas entre los dos chicos.

—Guau, guau.

—Suficiente —intervino Kei, haciéndose paso para llegar al principio.

Julian consiguió ver la pared y el agujero que había arriba, a varios metros. Por los salientes que había y que Kei estuvo tocando, supuso que los demás habían salido por allí, trepando la pared, pero... Giró la cabeza hacia Nathan que se había apoyado en la pared y no sólo parecía agotado, sino que estaba dejando un hilo de sangre por donde pasaba. Apartó la cabeza.

—Rykou ven conmigo.

—Sí.

Julian vio como Kei ascendía por los salientes sin ninguna dificultad y se aseguraba que el camino estaba despejado antes de hacer un gesto con la mano a Rykou quien lo siguió hábilmente.

—Si yo fuera ellos no volvería —aseguró Nathan esta vez sin sonreír, clavando la mirada en la pared de enfrente.

Kevin no respondió. Se mantuvo con los brazos cruzados, sin apoyarse en la pared pero cerca del chico.

—Eso... no es verdad —susurró Julian.

Nathan apartó la mirada de la pared y la clavó en él, en silencio.

No había nada que decir. Nathan jamás hubiera abandonado a Kei, jamás le hubiera traicionado y hubiera dado su vida y la de cualquiera por protegerlo. Julian se clavó con fuerza las uñas en la palma de las manos y contuvo las ganas de golpearse la cabeza con la pared.

—Hay algo que no entiendo...

—Hablas demasiado —le cortó Kevin de pronto, sin moverse ni un centímetro de la postura que tenía. Ni siquiera desvió la mirada.

—Pero no consigo entenderlo —continuó Nathan caprichosamente, lanzándole a Kevin una socarrona mirada que el asesino ignoró muy bien, antes de girar la cabeza para mirarle a él. Julian se puso rígido—. ¿Qué haces tú aquí?

—¿Yo?

—Sí, sí. Kei te atesoraba demasiado... ya sabes, a Kei le encantan las mascotas y comprendo que siempre rodeado de chuchos le apeteciera algo más... delicado — asintió infantilmente con la cabeza—, así que dime, ¿qué pintas tú aquí? No imagino el motivo ni tus habilidades para que hubiera decidido incluirte en el equipo —Julian no respondió y sostuvo tímidamente la mirada de Nathan—. No puedes enviar a una delicada mascota que te sirve para... ciertas funciones —Julian desvió la cabeza, avergonzado, sintiendo la sonrisa burlona de Nathan bailando en sus labios—, a hacer el trabajo de adiestrados perros de caza ¿No te parece chucho número...? ¿Qué número eras tú?

Nathan miró a Kevin pero éste ni siquiera lo miró. Siguió impasible con la mirada clavada en la pared. Julian miró primero a su amigo antes de desviar la cabeza despacio hacia Nathan, mirándolo durante unos segundos, notando como el ardor de la culpa y los remordimientos le abrasaban el pecho de una manera insoportable y se odió por no poder evitar sentir celos, celos por no poder ser él como Nathan, por no haber podido actuar aquella vez como lo hubiera hecho él, anteponiendo su amor por Kei por encima de cualquier otra cosa, y sobre todo, celos por no haber podido tener con Kei la confidencialidad que tenían entre los dos, el sentimiento y la confianza mutua que ellos no habían experimentado ni una sola vez.

Incapaz de controlarse, Julian se mordió el labio con fuerza, ejerciendo presión hasta que notó el sabor de la sangre y sólo entonces liberó la presión, apartando la mirada del primo de Kei.

—Fui yo —murmuró ausente, expulsando todo lo que sentía.

Julian notó como Nathan lo miraba fijamente.

—¿Tu, qué?

—Fui yo quien delató el lugar donde se encontraba Kei aquel día —Julian giró el cuello para mirar a Nathan de nuevo. Había borrado completamente la sonrisa y tenía un brillo peligroso en sus ojos. No necesitaba que le explicase de qué día estaba hablando—. Es mi culpa que todos murieran y mi culpa que tú fueras capturado... —torturado y Julian no dudaba que violado repetidas veces.

Julian no desvió la mirada primero y vio perfectamente como la rabia de Nathan no sólo se dibujaba en sus ojos, sino que deformaba todo su rostro, apartándose de la pared y Julian no hubiera dudado de que se hubiera abalanzado sobre él si Kevin no lo hubiera detenido, clavándole los dedos en alguna herida del costado que lo obligó a doblarse, salpicando el suelo con más sangre de la que ya había y lo inmovilizó fácilmente, manteniendo sus brazos dolorosamente sujetos a su espalda.

—Te aconsejaría que no lo intentases —le aconsejó Kevin en un susurro, acariciándole la oreja con los labios a Nathan—. Ahora mismo ni siquiera podrías defenderte ni con alguien como Julian. Lo sabes, ¿verdad? Ahorrémonos esto.

Julian escuchó algo parecido a un gruñido por parte de Nathan pero por la expresión de dolor que mostró cuando Kevin lo soltó y le permitió apoyarse agotado en la pared, imaginó que no había tratado de decir nada realmente. Cuando consiguió controlarse volvió a abrir los ojos y Julian vio su mirada cargada de odio hacia él.

—Nunca pretendió hacer daño —continuó Kevin, apartándose de Nathan y se acercó a él—. Posiblemente no era consciente de lo que iba a suceder pero jamás hubiera hecho daño a Kei. Lo quiere. Y tú —esta vez Kevin lo miró a él—, mantén la boca cerrada.

Esta vez Nathan si soltó algo en ruso, posiblemente algún insulto por la entonación pero Julian se apoyó también en la pared hasta que Kei volvió a asomarse.

—Rykou se ha adelantado para avisar y preparar el camino. Tenemos poco tiempo si no queremos encontrarnos con Alexander. Llegará en quince minutos. Vamos.

Kei ayudó a subir a Nathan junto a Kevin y después le tendió la mano cuando él resbaló en el último saliente y estuvo a punto de caer. Ninguno dijo nada, pero Julian maldijo en silencio.

Avanzar con Nathan era complicado y muy lento pero nadie dijo nada. Rykou se había encargado de limpiar todo el recorrido y Julian se obligó a mirar a cualquier otro lado para no centrarse en todos los cuerpos que iba encontrándose en el camino. Cuando finalmente llegaron al último extremo y Julian reconoció las escaleras por las que había bajado y que daban acceso a la salida, varios gritos no llegaron lo suficientemente rápido para alertarles de una explosión. Julian notó como su cuerpo salía disparado y su espalda golpeó con fuerza la pared.

Durante unos segundos, no consiguió ubicarse; todo daba vueltas a su alrededor y una niebla blanca cubría sus ojos y comenzó a dar manotazos histérico cuando alguien le tocó la barbilla y le obligó a levantar la cabeza.

—¿Estás bien? —escuchó, tratando desesperadamente de enfocar la cara dueña de la voz—. ¿Estás bien?

Julian asintió despacio, notando un dolor agudo en la cabeza y se llevó una mano a la parte herida, sin apartar la mirada de Kei.

—Kei... —musitó.

—Estás bien —confirmó, apartándose y acudió hasta Nathan que estaba sentado en el suelo y tenía el mismo aspecto deplorable que el resto, cubierto de arena y polvo negro... y lleno de sangre. Julian hizo un esfuerzo para levantarse y se movió hasta donde se encontraba Kevin, mirando por un trozo de pared destrozado y que permitía ver el hall de abajo. Varios hombres reunidos hacían un recuento de los que habían caído. Julian se estremeció al recordar a Rykou pero no consiguió distinguir nada entre los cadáveres sepultados.

—Kei —susurró Kevin, apartándose y se arrastró hacia el chico rubio—. Iré a inspeccionar el otro lado.

Kei asintió con la cabeza y Julian miró como Kevin se alejaba antes de volver a girar la cabeza hacia el chico rubio que trataba de parar una hemorragia severa del brazo de Nathan. Por un momento dudó en acercarse y ofrecer su ayuda pero no tardó en girar la cabeza, recordándose que él no sería de ninguna utilidad hiciera lo que hiciera y volvió a clavar la mirada en los hombres de abajo y en la puerta de salida. Si tan sólo lograban cruzarla... Algo pareció alertar a los hombres que miraron hacia arriba y Julian se escondió rápidamente.

—¿Qué ocurre? —se interesó Kei

—No sé —musitó Julian, mirando a Kei—, pero parecían alertas y han mirado hacia arriba. ¿Nos habrán visto?

Kei se acercó sin incorporarse a su lado y sólo asomó un segundo la cabeza antes de maldecir y pareció reconsiderar algo. Después miró el camino que había tomado Kevin y después a Nathan que seguía con los ojos cerrados. Al final, lo miró a él.

—Iré a mirar —dijo y se incorporó.

—Iré contigo —se ofreció Julian rápidamente, sacando el arma.

—No —Kei apoyó una mano en su hombro y le obligó a mantenerse sentado, pero Julian obedeció más por la intensidad de sus ojos oscuros que por la verdadera fuerza que ejercía su mano—. Quédate con Nathan —Por un momento creyó que iba a decir algo más pero Julian abrió mucho los ojos cuando sintió como Kei le agarraba la cabeza con suavidad y apretaba unos segundos los labios en su cabeza—. Espera a que vuelva Kevin.

Julian tardó en reaccionar y cuando lo hizo, Kei ya había desaparecido entre los escombros de las derruidas escaleras hacia el hall. Lentamente se llevó una mano al lugar donde Kei lo había besado, clavando confuso la mirada en la sangre que había en el suelo. Cuando comprendió que era de Kei, alzó la mirada bruscamente, notando un espasmo de miedo al ver como la sangre seguía el camino que Kei había tomado y se asomó temblando hacia el hall.

—No hay nadie —murmuró angustiado.

—¿Qué ocurre?

—Kei se ha ido abajo y... y... ya no están los hombres y está sangrando...

Nathan también pareció reaccionar y trató de levantarse sin éxito.

—Igual sólo es una herida por el impacto —razonó Nathan maldiciendo mientras trataba de arrastrarse.

Julian se acercó a él corriendo para ayudarlo, pero Nathan le dio un manotazo y Julian retrocedió.

—Creo.. creo que Kei también tenía una herida... que no había cicatrizado bien.

Nathan lo fulminó con la mirada.

—¿Dónde?

—No lo sé.

No lo sabía. No había sabido nada de lo ocurrido aquella vez... y Julian leyó claramente lo que Kei había hecho en ese momento en los ojos desorbitados de Nathan. Julian sacudió la cabeza, negándose a creer que Kei hubiera ido a enfrentarse solo con esos hombres, herido y dispuesto a sacrificarse para que ellos pudieran salir de allí. Unos disparos desde abajo hizo que resonaran sus oídos y Julian corrió hacia la pared destruida. Al principio no vio nada, sólo escuchó unas voces pero notó como se le encogía el corazón hasta detenerse cuando vio como dos hombres arrastraban a Kei hacia una de las puertas laterales.

—Kei... —musitó, mirando el gran alboroto que se estaba creando en algún punto de la casa.

—Alexander —murmuró Nathan escuchando y volvió a intentar ponerse en pie.

—Tienen... —logró decir Julian contando a los hombres que se reunían junto a Kei y reconoció a uno de los chicos que lo había secuestrado tiempo atrás. Doce. Agarró con fuerza la pistola—. Tienen a Kei.

Al principio Nathan no dijo nada y Julian no se giró a comprobar si seguía vivo. Tal vez si disparaba a los hombres que tenían sujeto a Kei... Julian ignoró la sangre que se formaba a los pies del chico rubio. Tal vez...

—Mátalo.

Julian tardó unos segundos en comprender lo que Nathan le estaba diciendo pero cuando lo entendió se limitó a mirarlo horrorizado y asustado y comenzó a negar con la cabeza.

—No... —musitó sin dejar de negar con la cabeza y apartó la mirada de él, clavándola en Kei.

Kei tenía la cabeza inclinada y Julian no estaba seguro de si estaba consciente o no. Ni siquiera sabía si seguía vivo aunque el entusiasmo de los hombres que le rodeaban le hacían entender que sí.

—Tienes que matarlo —insistió Nathan. Julian se negó a oírlo—. Mírame, tú no lo entiendes pero no pueden capturar a Kei.

—No.

Julian volvió a sacudir la cabeza, ignorando las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y la respiración agitada al punto de la hiperventilación. Inconscientemente, agarró uno de los extremos de la piedra derruida y sintió de manera ausente el dolor de las puntas de piedra al clavarse en su mano.

—Mírame —insistió Nathan furioso en un mal intento por controlarse—. Mírame ¿Es lo que quieres para Kei? Porque no es a mí a quien Alexander quería. ¿Tienes idea de lo que le hará a Kei? Con él será mucho más cruel. ¡Mírame!

Julian no obedeció. Sus ojos seguían clavados en Kei; en la figura borrosa que se distinguía tras las lágrimas. No... Volvió a sacudir la cabeza.

—Podemos rescatarlo y...

—¿Quiénes? —gruñó Nathan—. ¿Tú? ¿Yo? ¿Quién? ¿Cuántos hombres crees que siguen vivos? Mira a tu alrededor. ¿De verdad no reconoces las caras de los que están muertos? Lo que Kei ha hecho al entrar aquí ha sido un suicidio. Posiblemente todos lo sabían y venían mentalizados a morir. Kei ni siquiera consideró la alternativa de salir con vida. ¿No lo viste? Mátalo. Tienes que matarlo. Cuando Alexander aparezca perderás hasta esa oportunidad. Tú y yo moriremos...

—Kevin volverá y... —insistió Julian, negándose a seguir escuchando a Nathan, a punto de llevarse las manos a los oídos para tapárselos infantilmente. No podía escucharlo. No podía creer que ese era el final... Ni siquiera podía plantearse matar a alguien como para ni siquiera ser capaz de matar a Kei... aquello era absurdo... Notó como los sollozos le doblaban hacia delante y aferró con más fuerza la mano en la piedra.

—Kevin no podrá salvar a Kei. ¿Crees que es Dios como para matar a tantos hombres el solo? ¿Crees que podrá hacer algo cuando Alexander aparezca y traiga con él a sus mejores hombres? —Nathan parecía desesperado—. Kei sabía lo que ocurriría cuando decidió bajar esas escaleras. Lo hizo por ti, tal vez por nosotros. Nos ha dado una oportunidad para salir con vida dejando que lo capturen vivo.

Julian giró la cabeza lentamente hacia Nathan, negando con la cabeza.

—No...

—Yo no planeo salir con vida de aquí —soltó Nathan—. Dispara a Kei y vete. Si sigues las escaleras por las que se fue Kevin, si bajas, encontrarás una salida o lo encontrarás a él. Si...

—¡No! ¡Cállate!

Julian se llevó finalmente las manos a los oídos y cerró con fuerza los ojos. No quería seguir escuchando nada, no quería ver nada, quería que todo desapareciera, quería que nada de eso fuera verdad... Se sentó completamente sobre sus piernas y encorvó la espalda, dejando que los sollozos le impidieran respirar.

—Por favor...

La suplica de Nathan hizo que Julian abriera los ojos de golpe y se apartó las manos de los oídos pero tardó un poco más en incorporarse para volver a mirar al chico.

—Por favor —repitió—. Si alguna vez Kei te importó tienes que hacerlo. Créeme que es mejor que muera ahora a que Alexander lo tenga vivo. Si lo tiene, que al menos lo tenga muerto.

Julian lo miró con un hormigueo en todo el cuerpo. Era una sensación extraña pero entendía a Nathan. No es que no lo comprendiera. Sabía lo que quería decir y sabía por qué lo decía. "Mejor muerto que en manos de Alexander" ¿Cuántas veces había oído eso? Julian giró el cuello hacia la pared y miró de nuevo a Kei. Los hombres seguían celebrando la captura. Con un brazo tembloroso levantó el arma y apuntó a Kei pero mientras sólo escuchaba los fuertes latidos de su corazón resonando en la cabeza, su agitada respiración presionando el punzante dolor de su pecho, la angustiosa sensación de que no conseguía que sus pulmones alcanzaran al aire necesario para seguir respirando, volvió a notar como los ojos se le llenaban de lágrimas y se derrumbó, dejando la pistola en su regazo.

—No puedo... no puedo matar a Kei...

Vio de manera borrosa como Nathan trataba de arrastrase hasta él pero se detuvo a medio camino, lanzando un débil gruñido.

—Maldita sea —dijo con rabia—. Tienes que hacerlo —soltó—. Si lo quieres —musitó—, hazlo —Julian lo miró unos segundos más hasta que unos pasos por la parte de abajo hizo que Nathan abriera mucho los ojos y se asomó rápidamente, poniendo la pistola sobre las piedras, apuntando hacia abajo, dándose cuenta que los hombres que retenían a Kei se ponían muy serios y se enderezaban—. Alexander... —escuchó decir a Nathan aterrorizado—. Por favor... Si lo quieres... si lo quieres, mátalo.

Julian siguió mirando a Kei y se sorprendió cuando el chico rubio levantó la cabeza y lo buscó, deteniéndose en él y sus miradas se encontraron. Julian abrió mucho los ojos, notando como las lágrimas cesaban de golpe cuando vio la cálida sonrisa de Kei y siguió sosteniéndole la mirada cuando le apuntó el pecho con la pistola y sólo sintió como dos lagrimas se deslizaban tímidamente por sus mejillas antes de apretar el gatillo y ver como el cuerpo de Kei se desplomaba al impactar la bala en su pecho, sin llegar a caer al suelo gracias a los brazos de los dos hombres que lo habían estado reteniendo hasta ahora.

Julian vio borroso, como de manera ausente el alboroto que se creó bajo sus pies e incluso no trató de cubrirse cuando los gritos y los disparos comenzaron a danzar. Ya no era capaz de ver nada. Sus ojos seguían fijos en el cuerpo inerte de Kei hasta que las lágrimas le impidieron verlo realmente. Se llevó una mano al pecho y retrocedió un sólo paso, tirando el arma al suelo antes de escuchar su propio alarido de dolor y desesperación.

FIN

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Sí, hemos llegado al final del libro (por algún motivo sé que me van a pitar los oídos...) muchas gracias por leer, votos y comentarios y por haber seguido la historia hasta el final... valeeeeee, hay una tercera parte pero por razones obvias Julian no sera el protagonista [...] de la tercera :) Diría que ya iría diciendo algo en face pero como no me funciona.... T_T alguién sabe qué podría usar como alternativa a face? es que lo echo de menos... T_T

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