Evan Woods.

By Till_Copolha

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Evan Woods, un chico poeta, alejado y distante está en los últimos meses de su último año de instituto. Ademá... More

Dedicatoria.
Prólogo.
I
"Demente." (Poema)
II
Misticismo color gris.
Tristeza con tonalidades color azul.
IV
"Cariño. "
V
"Soledad./Melancolía. "
VI
"Arte./Café. "
VII
Tienpo de tormenta.
VIII
Epílogo.

III

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By Till_Copolha

"Duele un poco, a veces ayuda por no decir que me hace correr en las madrugadas,

Me hace ver a blanco y negro, supongo, de ese modo, diviso qué colores me causan ciertas sensaciones,

Sentir el aire de la noche, por la ventana entrando, reteniendo aquello y cerrando los ojos.

Exhalar, el blanco aliento es sólo una ilusión de cosas que se marchan. "

CAPÍTULO III

Ni siquiera me molesto en esperar a que la alarma suene para que me levante del sofá.
Tyler continúa dormido en mi cama, abarcando todo el área formando un desorden de la sábana de color blanco.

Observo la mesa de noche situada del lado derecho de la cama, se encuentra el frasco de pastillas.

Lo observo fijamente, aquellas pastillas que desde niño me han ayudado a equilibrar mis emociones por ciertos instantes.

Tal vez debería tomar una, sin embargo, desvío mi mirada del frasco cuando la alarma comienza a emitir sonidos a tonalidad media, mismos que ocasionan que Tyler suelte un quejido.

Salgo de la habitación dirección al baño, necesito una reconfortante ducha.


Como de costumbre, no enciendo la luz, la oscuridad y la leve luz que entra por la ventana basta.

Es una de las cosas que me sorprenden, o eso creo, la forma en que el cielo es diferente cada día, reflejando algo distinto, sentimientos distintos.

Cierro los ojos cuando el agua cae por mi rostro, al principio es helada, haciendo que mis suspiros sean agitados, hasta que es fría, donde empiezo a sentir como envuelve mi cuerpo, más bien como si la frialdad tuviera más sentido, como si fuera un escudo.

Eso es algo que de niño he pensado, que a veces la frialdad resalta más que los sentimientos o que cualquier otra cosa, y lo irónico es que la frialdad hace resaltar verdaderos sentimientos.

Y deja paso al silencio...


—Aquí tienes Evan —mi abuela me tiende una taza de café.

—Vale —tomo asiento en el lugar de siempre.

Estiro mi brazo derecho para tomar el recipiente lleno de fruta, trato de elegir las menos dulces... Antes de que mi mano agarre el recipiente, otra mano lo sujeta primero y lo aleja de mi alcance.

—Buenos días a todos —saluda Tyler con el recipiente en sus manos mientras toma asiento a mi lado izquierdo.

—¿Cómo pasaste la noche Ty? —le pregunta mi abuela acariciando su hombro izquierdo mientras le deja una taza de té.

—Cansado, fue bueno que Evan me cediera su cama por una noche. Tal debería dormir ahí y tú en el sofá —huelo burla y molestía en su ser.

El desayuno transcurre de forma normal, quitando a Tyler, quien parece estar planeando cómo me molestará... Ese no es el hecho que me moleste, más bien el hecho de que...

—¿Estás nervioso por entrar a tu nuevo instituto? —la preocupación de mi abuela le pregunta.

—Un poco, aunque es bueno que vaya a contar con la compañía de Helen y Evan —ya quisieras.

—El cambio debe ser duro, ¿no?

Es ahora que pienso la razón por la que Tyler haya venido a quedarse por unos meses. No debe ser algo bueno en lo absoluto.

Observo la taza de café que está delante mío, solo quería tener una mañana tranquila, tomando café hasta terminarlo y salir dirección al instituto. Sin embargo, el hecho de que Tyler se encuentre aquí de algún modo u otro lo arruina.

—Me tengo que ir —hablo rápidamente mientras me levanto y agarro mi mochila.

—Tu desayuno, no has comido —mi abuela señala la taza de café.

La ignoro mientras salgo de la cocina a ritmo rápido hasta que llego a la puerta de entrada, y como todos los días, el cielo y el frío aparecen. No, más bien soy quien aparece en su ciclo.

En vez de dirigir mis pasos y presencia al camino que diario tomo hacia la parada del autobús, decido tomar aquel que pasa por el bosque; tan tranquilo.

Lo pacífico tiene sentido con tan solo mirar ese paisaje.

Tal vez tarde una hora en llegar al instituto, no me interesa en lo absoluto ese hecho, solo quiero caminar tranquilamente, despejar mi mente y simplemente observar el cielo.


Froto mis manos para generar un poco de calor, por más que el frío me fascine no me quisiera congelar.

El cielo aún se encuentra en una tonalidad azul grisáceo, aunque en la lejanía misteriosa del cielo se comienza a ver tonalidades entre rosadas y naranjas.

¿Qué hay en mi interior que parece reflejarse en las nubes?

Más que ser el primer verso de un nuevo poema que se me ocurre, es una pregunta llena de misterio.

Sentimientos y sensaciones que me recorren pero solo prevalece el frío.

¿Qué significa aquello? Es algo que me he preguntado desde hace tiempo, ¿qué encontré en el cielo, en el amanecer, que me hizo sentir una especie de sensación misteriosa?

Tal vez no sepa la respuesta, ahora simplemente sé que el frío aumenta con cada exhalación que doy.
El camino por el que he pasado en compañía de Tom algunas veces pronto me indica que el bosque termina para dar paso a otro camino, el cual miro a lo lejos, eso significa que pronto estaré en el instituto.


Este lugar es algo desolado y frío, tal vez parezca extraño y místico, seguramente es por el hecho de que se encuentra cerca de la entrada de Ciudad del Río, más específicamente por el río en donde todos los años hay un festival.

Desde aquí puedo escuchar la corriente del rio, no se encuentra demasiado lejos, indicando tranquilidad y frialdad.

Mientras continúo avanzando alguien capta mi atención; alejada, el viento revolviendo su cabello rojizo, el frío y la perceptible oscuridad otorgándole un aura de misterio... No, hay algo en esa chica que refleja misterio; la forma silenciosa en que camina, en que se mueve, reflejan algo que me resulta desconocido.

Su presencia alejada hace una combinación exacta con el silencio, con el frío y con la oscuridad del paisaje, es como si perteneciera a aquellos detalles.

Pasa por el mismo camino que he de tomar para llegar al instituto, es entonces que recuerdo a la chica, la había visto aquella ocasión en el instituto, se dirigía a la biblioteca.

Desaparece de mi campo de visión, pero sé que se dirige al instituto.

Vaya que haberla visto fue similar a una serendipia. Del mismo modo que ayer encontré la libreta de color negro en aquel lugar.


Observo el cielo a través de la ventana, segundos después le presto atención a mi libreta de color negro y comienzo a escribir los versos que se me habían ocurrido hace media hora.

Continúo plasmando mi inspiración y prosa, creando versos, recordando sentimientos y de vez en cuando mirando al cielo. Es en este momento que quisiera una taza de café, y también es en este momento que me doy cuenta que ni siquiera habia esperado a Helen afuera de la casa para avisarle que cambiaría por otro camino.

Sin embargo, no me preocupa aquello, hay ocasiones en que sus amigos van a recogerla.

—Buenos días, ¿cómo están? —entra la profesora Clarissa de Historia en compañía de un chico con un papel y una sonrisa en el rostro.

De pronto miro que el salón de clase está lleno en su mayoría. Las personas observan al chico nuevo de nombre Tyler.
Ver a mi primo entrando al aula me resulta extraño. Sabía, desafortunadamente, que estudiaría los últimos meses en este instituto para después, como en mi caso, ingresar a la universidad.

Ni siquiera me concentro en la absurda presentación que le otorgan a mi primo mientras éste camina en medio de la fila en la que estoy y la de la derecha en busca de un asiento.

Afortunadamente se ha sentado algo alejado, no tanto como me hubiera agradado la idea, pero es bueno no tenerlo cerca.

Decido mirarlo por un segundo, un segundo en el cual me arrepiento de haberlo observado al ver que me dedicaba el mismo gesto.


La mayoría de personas salen del salón, entre ellos se encuentra Tyler, quien está conversando con alguien.

Al salir del aula me encuentro con que ahora aquel otro chico, novio de Helen, le presenta a más personas. Supongo que pronto Tyler se convertirá en alguien relevante.

Me encamino a la clase de Filosofía, no necesito convivir más tiempo con él.

Antes de pasar por el salón me percato que tengo al menos quince minutos de sobra, por lo cual desvío mi camino a la cafetería. Necesito un café.

En el camino miro de manera disimulada al grupo de amigos de Tom, se encuentran en la entrada de la cafetería riéndose de algo a ritmo parejo. Sin embargo, no hay rastro alguno de Tom.

Normalmente compartimos las mismas clases a diario, pero hoy ha sido uno de esos días en los que no ha asistido por ir a otro lugar seguramente.

Entro a ritmo medio a la cafetería, me encuentro con un olor dulce, un claro resultado de mezcla de diferentes bebidas como té, café o jugos.

Miro hacia las ventanas, ubicadas al ala este del lugar, en donde se puede ver gran parte de las canchas de fútbol americano y de basquetbol. Hay algunas personas sentadas en las gradas, como parejas besándose, o simplemente personas que miran a los jugadores.

Despego mi vista de aquel lugar y lo primero que observo en uno de los lugares más alejados de la cafetería es a una chica, la única persona, que está sentada sin compañía.
Está dando la espalda, puedo divisar que se encuentra leyendo alguna novela en compañía de un café y un desinterés genuino en su persona.

Me formo en la no tan grande fila de personas esperando su turno para pedir algo. Desde aquí puedo darme cuenta que la chica escribe algo en su libreta.

Vaya, no creía que existieran personas así. Creí que era la única persona que escribía en forma solitaria.

De pronto recuerdo que hay más personas así, por el concurso de poemas, al cual no le he dado demasiada importancia.

Por un segundo pienso en quedarme después de que termina mi horario de clases en la biblioteca a escribir algunos poemas para el concurso. Tal vez sea buena idea.

Sin embargo, hay algo que me hace dudar, me hace pensar en que ninguno de los jueces podría entender mis poemas; les parecerían extraños, con una prosa oscura.

Después de todo, no son más que mis pensamientos plasmados en versos reflexivos en preguntas que no necesitan responderse.


—No hay personas buenas o malas... Solo hay personas que se inclinan a un lado o al otro. Cada persona hace un poco de ambos...

Y si no hay personas buenas ni malas, ¿por qué hay personas que solamente saben odiar, que por un momento fingen ser buenas para después provocar daño?

Cuestiono interiormente a la explicación del profesor de Filosofía.

Es lo primero a lo que pongo atención, y lo último. Decido prestar atención al cielo, simplemente con mirarlo me siento inspirado, hace que piense en lo que necesito expresar.

Miro detenidamente la página en blanco de mi cuaderno de poesía, después a mi mano derecha sosteniendo el bolígrafo color negro. Detecto una conexión, y también algo que no se encuentra ahí, supongo que es lo que se siente a la hora de escribir, está en el interior.

Supongo que la poesía es la manera en que mi ser está en equilibrio; mi mente, emociones, sentimientos, sensaciones... Es algo inexplicable, pero, como me dijo Tom en su explicación de un ejemplo sobre el cielo, no necesito tratar de entenderlo.

No necesito tratar de entender la inspiración, ni la manera en que hay una sincronía en mis manos y en mi mente a la hora de escribir; porque no es necesario comprender cómo es que mis dedos de la mano derecha se mueven al mismo ritmo que mi ser siente y vive la sensación. Simplemente escribo. Eso es todo.

Mi visión vuelve a centrarse en la hoja en blanco, por un momento imagino el cielo, por una parte se encuentra nublado y por la otra despejado, así que pienso que un lado es la representación de la fantasía y el otro de la realidad.

Hay una parte de mi ser que se encuentra en el lado de la realidad; podría ser mi mano derecha sosteniendo el bolígrafo color negro mientras escribo, me parece muy real porque lo veo.

También hay otra parte mía que se encuentra en la fantasía, esa parte interior de dónde proviene mi inspiración. El hecho de que no la vea no significa que no exista, solo sé que no necesito entenderla, porque no es necesario.

Cierro los ojos por unos instantes, hasta que una sensación de sueño me recorre como si fuera el magnífico olor a café.
No abro los ojos, dejo que el sueño tome posesión de mi ser.

Si mi definición de sueño era que mi conciencia pasara a ser algo de segundo plano y que se perdiera en la profundidad hasta que en un determinado momento regresara y despertara después, al parecer estaba equivocado.

Solamente me siento frío, no hay sueños, ni emociones, simplemente la sensación de frío que incrementa.

Es como si estuviera aún caminando por el bosque, mirando al cielo.

¿Por qué siento esto?

Supongo que lo he sentido con anterioridad, la sensación de que mis emociones son amortiguadas por algo que hace que no sienta nada en lo absoluto.

Hay algo distinto esta vez, simplemente ha aparecido de la nada...

Doy un pequeño brinco en una señal de instinto al escuchar la campana resonar, un indicativo de que la clase ha terminado.

Abro los ojos, lo primero en aparecer en mi campo de visión es el cielo, no tardo en darme cuenta que el salón de clase está vacío en su mayoría, a excepción de una persona situada asientos atrás de la fila de dónde estoy ubicado.


—Hey, ¿por qué no me esperaste? —me interroga mi hermana abrazando unos libros.

Me molesta el hecho de tal acto al querer entrometerse, así como el hecho de que su novio esté detrás suyo.

¿Desde cuándo puede acercarse y realizar preguntas a mi persona en compañía de un desconocido?

—Tienes compañía —contesto, haciendo alusión a nuestro primo.

—También te esperó —contesta en modo defensivo.

—No tenía otra opción, ¿no? Para Tyler fue mejor que no estuviera con ustedes...

—Deja de decir aquello, se preocupa por ti y solamente lo odias.

—No tienes que preocuparte por mi, si soy una carga o un obstáculo en tu vida social...

—No eres una carga E...

—Anda, ve a vivir tu primer año de instituto. Pronto me iré, Helen... No tendrás que quejarte porque reproche todo lo que hagas.

Decido darle la espalda y caminar hasta llegar a la salida de la cafetería dirección a la parte trasera de la cancha de fútbol americano.

He aprendido a controlar mi enojo, y más cuando es ocasionado por algo sin importancia alguna como lo es el hecho de ver a Helen con una persona que no me agrade.


Doy otro mordisco a la manzana mientras escucho gritos de algunos jugadores que están en la adrenalina del juego, entrenamiento o lo que estén haciendo.

Recuerdo que por esta hora llega Tom, al parecer hoy no vino al instituto.

Aparece en mi mente la conversación que tuve ayer por la noche, y me he dado cuenta que con él he llegado a sentirme sincero, como si no fuera necesario el hecho de que le contara cómo es que me siento, parece saberlo con tan solo observar mi expresión, mi mirada.

No siento la necesidad de alejarme al tener su presencia como compañía...

Compañía, es lo que ha hecho durante años, cuando se sienta a mi lado en el parque, cuando me invita a dar una caminata por el bosque. Ha sido quien ha estado a mi lado, quien con darme una palmada en la espalda sepa que puedo, de algún u otro modo, confíar en él. Aún cuando no sé mucho sobre su vida.

¿Acaso puede saber cómo es dolor que siento?

¿Sabe por lo que he pasado porque también lo vivió?

¿Qué le habrá ocurrido en su pasado?

¿Qué pudo haberle ocurrido como para aprender cosas e interpretaciones específicas sobre ciertas formas de ver la vida?

Por primera vez me pregunto aquello, no sería lo mejor preguntarle.

Supongo que en unas horas comenzará a llover, pienso al contemplar el nublado cielo.

Es entonces que pienso que tal vez debería quedarme una hora o más después de mi última clase y escribir algunos poemas para el concurso.

Faltan algunos minutos para que la hora de descanso termine, así que me levanto y comienzo a caminar a mi siguiente clase.


Miro adelante y me encuentro con Tyler, conversa con su nuevo grupo de amigos, en su mayoría son jugadores de fútbol americano. Escucho sus risas y miro como Tyler se despide de ellos para entrar al aula de la clase que, desafortunadamente, debo compartir con él.

Paso rápidamente a su lado para dirigirme al lugar al que acostumbro tomar en este salón, en la parte trasera.

Hay otro lugar que queda libre al lado del mío, y es el que ocupa aquel tipo.

Joder. Susurro al escuchar como se acerca y deposita sus cosas en su respectiva mesa.

—¿Te esperarás en la salida? Llevaré a Helen y a...

—No, caminaré —le interrumpo sin mirarlo.

—¿Seguro? Escuché que va a llover muy fuerte.

—He caminado otras veces con la lluvia —respondo.

—Bien, como sea. No sé cuál es tu problema Woods —escupe en tono arrogante.

—Sabes cuál es Holland.

—Ahora me llamas por mi apellido, no sabía que te desagradaba tanto.

—Mejor ve a conversar con tus nuevos amigos —hablo en tono molesto.

—Claro, mismos amigos que no tienes.

—Ese no es tu problema, ¿me escuchas? No te entrometas en mi vida —ahora es cuando decido mirarlo a los ojos. No parece molesto, sólo parece disfrutar de su ego.

—De acuerdo, Evana. ¿Así es como te decía Helen? Qué absurdo —una risa estúpida sale de su boca.

El enojo aparece en mi cuerpo, aprieto mis manos mientras siento coraje creciente del modo que mi rostro se torna rojo. Hago un esfuerzo por no levantarme y golpearlo.

El profesor acaba de entrar al aula, aún se escuchan conversaciones a lo largo de todo el lugar.


Entro a la biblioteca, el ambiente tranquilo y silencioso predomina, es lo primero que noto al recorrer el lugar en busca de un asiento.

Hay algunas personas escribiendo y conversando, todos están reunidos con alguien. Supongo que también participan en el concurso de poemas.

Camino hasta la sección de poesía, y aunque no recorro los estantes en busca de algún libro, tomo asiento en la mesa más cercana a esta sección.

Abro mi libreta, la primera cuestión es sobre qué escribiré.

No hay inspiración alguna que sienta, tal vez sea porque he escrito varias veces sobre lo que hay en mi, sobre ese sentimiento que aparece.

Tal vez sea mejor que escriba sobre algo diferente.

Observo a un grupo de amigos reunidos alrededor de una mesa, algunos escriben y otros individuos hablan. Es como la manera en que comparten ideas, seguramente porque no necesitan contar lo que escriban, de algún modo se entienden todos entre sí por el hecho de que están reunidos por una misma causa.

Miro la hoja en blanco, la he observado bastantes veces pero no dejo de sentir lo mismo, y aquello mismo que siempre siento al pensar sobre qué escribiré me resulta diferente en cada ocasión.

Es como la sensación de que hay alguien que se encuentra observando mientras se piensa en qué escribir, cuál será el primer verso, sobre qué hablará... De algún modo es como si fuera un fantasma sobre el que se pensara.

Un fantasma entre líneas,
Es invisible como profundo...

El ruido de un relámpago capta mi atención, al parecer pronto comenzará a llover.
Recuerdo el hecho de que a esta hora ha pasado el último autobús.


—Hey, Helen.

—¿Ev? —contesta Helen.

—¿En dónde estás?

—Con Zac y Tyler, él nos llevará.

—Seguro —digo en tono cortante.

—¿Continúas en el instituto? Creí que te habías ido.

—Estoy saliendo.

—Bien... Ven al estacionamiento, te esperaremos...

—No —tardo medio segundo en decir mi respuesta—. Cuídate, dile a los abuelos que llegaré tarde —cuelgo.

Continúo mi caminata por el pasillo principal del instituto. A unos metros diviso a un chico de chamarra color azul claro con una playera y pantalón de color negro, mueve sus zapatos café oscuro en la dirección de dónde provengo.

Genial. Tyler me observa y después se dedica a cerrar su casillero. A pesar de que la salida se encuentra en dirección contraria, avanza hasta llegar cerca mío.

—Hola Woods, ¿vienes con nosotros? Los llevaré en mi auto, Helen y su novio esperan.

Debí esperar más tiempo para salir de la biblioteca. —No, caminaré.

—Oh vamos, ha comenzado a llover y pronto aumentará. Anda.

Comienzo a sentir molestia en el ambiente. —He dicho que no.

—Seguro... Solo trataba de ser amable, pero veo que solo eres un amargado.

—No es algo que te importe, ya que solo eres un tipo molesto —siento enojo en cada palabra que sale, dejo que aquella emoción predomine—. No sé porqué has llegado a esta ciudad, así que espero que pronto te vayas y...

—Deja de pensar que no hago otra cosa más que molestarte. Es lo que hago desde niño al parecer. Deja de pensar aquello Woods. Lo único que hice es invitarte a que vinieras conmigo y lo único que has hecho es molestarte...

—Bien, como sea —mis manos son puños, mismos que empiezo a apretar.

—Si, exacto. Deja de ser un maldito amargado, deja de vigilar a Helen cada cinco minutos y deja de molestarte por cualquier mínimo detalle.

—Solo cállate.

—¿Y si no lo hago? —cuestiona, desafiante—. Me das lástima Woods.

Aquellas palabras superficiales ocasionan más enojo, quiero liberar aquello que siento. Lo primero que aparece es la idea de golpearlo, de liberar mis enojo golpeando al tipo que está delante mío.

Doy dos pasos más largos de los que acostumbro caminar hasta pasar por su lado derecho, quedando a unos centímetros cerca de él...

Antes de que pueda hacer algo, recibo un golpe en mi estómago, el dolor se extiende y mi aliento desaparece, mi fuerza se desvanece y mi confusión prevalece.

Retrocedo un paso y lo miro a los ojos; no puedo evitar no encontrar una similutad tan notable como el rostro blanco de mi enemigo que me recuerda a aquel monstruo de la infancia.

Mi enojo disipado se ha vuelto miedo. Recibo un empujón lo cual desestabiliza mi equilibrio, estaría a punto de caer si no fuera porque aquel tipo enfrente mío me sostiene de los hombros de manera fuerte y en un movimiento mi espalda choca contra un casillero.

Trato de quitar sus manos pero solamente termino con mi espalda chocando nuevamente contra el casillero.

El secundario sonido del impacto queda suspendido cuando observo como los dedos de su mano derecha envuelven mi cuello de una manera fuerte. Estoy paralizado que únicamente observo todo esto mientras comienzo a tener dificultades para respirar.

—Patético —susurra.

En un movimiento brusco me libera. Mi espalda se desliza por el casillero de forma vertical hasta que mi trasero toca el suelo.

Toda esta escena, tan ajena y desconocida, me resulta desconcertante. Miro a Tyler, se aleja hasta que lo pierdo de vista cuándo sale del instituto.


La lluvia no parece disminuir, al igual que tampoco lo hace el dolor punzante que recorre mi estomago.

Este camino, me resulta distinto, aunque he pasado por aquí en la mañana de camino al instituto. Es como si la atmósfera del lugar cambiara, siendo ahora un lugar de apariencia fantasmal.

Supongo que debo encontrar algún lugar en donde pasar el rato, al menos hasta que la lluvia termine.

Me detengo y analizo el paisaje, y, de la nada, logro divisar una casa a unos cuantos metros. Es algo raro, pienso, mientras me acerco y me doy cuenta que es una casa de dos pisos, tiene un estilo rústico, pareciera que hasta el más mínimo detalle fue cuidado.

¿Estará abandonada?

Aunque el hecho de que haya una casa en esta parte del bosque parezca algo raro, me agrada la idea.

Quizá se encuentre abandonada y pueda venir algunas ocasiones aquí a sentarme en el escalón más alto, ubicado delante de la puerta de entrada.

Apoyo mi espalda en la puerta mientras muevo mis rodillas hasta la altura de mi estómago.

Mientras observo la lluvia pienso que me han ocurrido dos sucesos algo desconcertantes como peculiares, el primero el ataque de Tyler y el segundo el hecho de haber encontrado esta casa.

¿Por qué me encuentro con este tipo de situaciones? Es como si atrayera ciertas situaciones.

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