Dame una razón.

By solbvs

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Denia. Un corazón roto, un alma quebrada y una mirada que busca con gritos que la salven de sí misma. Nichola... More

Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Siete
Ocho
Nueve
Díez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince.

Seis

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By solbvs

—  No puede ser verdad -escucho decir muy cerca- ¡te quedaste dormida!

—  ¿Ah? -me están despertando a tirones y sacando de la cama ¿qué mierda? Termino de abrir bien los ojos y Nicholas está jalandome- ¿Qué crees que haces?

—  Alistarte para la cita -dice con seriedad.

—  Te dije que no era una cita -frunso el ceño y paso mis manos por la cara, joder, odio que la gente me vea por las mañanas. Miro mis pies descalzos.

—  Claro que lo es, la cita con tu doctor -me recuerda él. Miro el reloj en la pared y son las 09:05, el corazón me late fuerte- ¡Mueve tu culo al baño, Dev!

—  Para. -Ahora recuerdo- Me cambiaron la hora para las 12:00, olvidé avisarte, ¿vale?, ahora déjame dormir.

—  Menuda memoria -resopla. Vuelvo a mirar mis pies. Mis piernas desnudas.

No. Puede. Ser. 

Mi pijama sólo es una polera extra grande que casi me cubre el culo; y no llevo sostén. No está pasando de nuevo. Me meto a mi cama velozmente.

— ¿Cómo entraste? -Espeto avergonzada, curiosa y furiosa.

—  La ventana -apunta hacía la que está junto a mi escritorio- no tenía el seguro puesto.

—  Vale. Ahora vete, por la puerta -le ordeno y me dejo caer para retomar el sueño.

Escucho cuando sale de mi habitación y con eso me basta, aún tengo al menos una hora más para dormir, o flojear en la cama. Me muevo de un lado al otro para buscar comodidad y termino boca abajo abrazando la almohada por el lado frío de ésta.

Abro los ojos de golpe cuando el olor a leche llega a mis fosas nasales. Salgo en medio segundo de mi habitación y me encuentro con el intruso, una bandeja y el desayuno.

Dios, Nicholas.

—  ¿Estás de broma? -Terminó de hacer unas tostadas que lucían condenadamente deliciosas.

—  Vete a la cama, te lo llevo en seguida -él sonríe, y se el por qué así que vuelvo a mi cama.

Me apoyo en la pared y agarro la colcha para cubrirme las piernas ¿por qué está siendo tan lindo?

—  Buenos días -murmura cuando hace su entrada. Deja la bandeja en la cama y se sienta cuidadosamente junto a mi.

—  No debiste molestarte -susurro sin mirarle. No me arriesgaría al tufo de la mañana- pero se ve delicioso, gracias.

—  No es nada -Nicholas toma una taza y me la da, está tibia- ¿chocolate?

— Por favor -y le pone dos cucharadas de cacao en polvo a mi taza.

Éste es el mejor desayuno de mi vida. A la cama, exquisito, divertido y su compañía me está gustando mucho.

—  ¿No olvidas nada? -Eran la hora de salir ya, estábamos en la puerta de mi casa para irnos con el doc. Estoy vestida cómoda, llevo mis pulseras. La ficha médica, mi identificación, algo de dinero y las llaves de casa. Niego para responderle-. Vamos.

Caminamos hasta la calle principal y cogimos un taxi para llegar hasta la consulta del Dc. Dobbs. Íbamos entrando a buena hora aún.

—  Hola, tengo cita -informé a la recepcionista. Una mujer delgada de cabellos marrones. Le entrego mi ficha médica y la revisa.

—  En un momento la atenderá el Doctor, espere sentada, por favor -me devuelve mi ficha sonriente. Hacemos lo que pide.

—  ¿Cómo te sientes? -pregunta Nicholas a mi lado. Lo miro.

—  Nerviosa -confieso- odio a los médicos.

—  Tranquila -encuentra mi mano y besa mis nudillos justo cuando el Doctor dice mi nombre y me hace pasar a una sala blanca. No me atrevo a mirar a Nick.

Estoy quitándome la chaqueta para dejar mi brazo expuesto para que me tome la presión. Lo hace y anota todo en un tablero. Doc revisa mis pupilas y asiente. Luego me pide que gire y levanta mi polera por la espalda y seguido siento la parte fría del aparato que escucha cómo respiro.

—  Inhala -me pide- profundo. Exhala.

Siento que mi corazón late con fuerza ¿podrá escucharlo así?

—  ¿Ocurre algo malo que deba saber para que tengas el pulso acelerado? -Pregunta de repente y no sé qué contestar. Sólo niego sintiéndome pequeña-. Bien, ahora te sacaré un poco de sangre ¿estás en ayuna, verdad?

¿Ayuna? ¿Qué? Oh, joder. Lo olvidé por completo.

—  No, la verdad desayuné temprano ésta mañana -le cuento. El doctor me mira con desaprobación- Lo siento.

—  Descuida, cuando salgas pídele a la Sra. Finnet que agende otra hora conmigo. Por lo que puedo deducir ya estás bastante mejor, Denia ¿el héroe vino contigo?

—  ¿Héroe?

—  El muchacho que te salvó...

—  Ah, si, está fuera -sonríe. Su sonrisa algo oculta ¿que será? Me arreglo la ropa- Entonces me voy.

—  Te acompaño.

Salimos de la sala y voy de inmediato con la Sra. Finnet. Le doy otra vez mi ficha y le cuento lo que el Doctor me dijo. Anota la hora y fecha de mi próxima cita y escribe marcadamente En Ayuno para que no vuelva a olvidarlo. Meto la ficha en mi chaqueta y giro para ver a mi doctor hablar con el héroe ¿y eso de qué va? Nicholas está sonriendo y por un segundo creo que se ruboriza ¿y eso?

Salimos del edificio y caminé hasta el la orilla de la calle para coger un taxi de vuelta a casa.

—  No, no, no -Nicholas me agarra de la cintura para hacerme caminar a su lado. Esa sensación en mi estómago- te invitaré a almorzar.

—  Oh no tienes que...

—  Pero quiero -susurra nervioso. Santa mierda, me he derretido ¿yo logro hacerlo poner así?

—  Nick, ya me haz hecho el desayuno -le recuerdo mientras caminamos hacia el sur por la misma calle.

—  Pero eso iba por tu cuenta, yo quiero que almuerces conmigo, de todas maneras -la seguridad en su manera de hablar me estremece, él sabe que aceptaré de todas formas.

—  A veces pienso que tienes todo lo que quieres, siempre -murmuro mirándolo de reojo. Fue algo como un pensamiento en voz alta.

—  Sólo cuando en verdad lo quiero -responde con la mirada pérdida ¿que hay de eso? ¿Le hice recordar algo?

En la calle siguiente doblamos a la derecha y nos encontramos con un restaurante de mariscos. No. Es mucho.

—  Puedo pagar, no te alarmes, ven -me tranquiliza y toma mi mano para llevarme dentro. Su piel es suave, sus manos son grandes.

Se acerca un mesero y nos guía hasta una de las mesas junto a la ventana. Nos sentamos y nos deja la carta.

De mariscos no se mucho, sólo he comido locos, piure, almejas y empanadas de queso con camarones. La boca se me hace agua, sin embargo. Reviso la carta y nada me llama la atención, nada de esto he probado. Miro a Nicholas y pareciera muy decidido ya. Me atrapa viéndolo, otra vez.

—  ¿Lista?

—  Quiero lo que tu quieras comer -respondo y él sonríe, niega con la cabeza y se acerca el mesero de antes.

—  Queremos ceviche y estás -le muestra algo en la carta, el mesero anota- y una Corona, por favor.

Ambos me miran.

— ¿Jugo natural? -no quería que sonara como pregunta.

—  Melón, piña o frutilla -dicta el mesero, veo que tiene una placa con su nombre: Jordan.

—  Piña, por favor -elijo al fin y Jordan se va.

—  ¿no bebes? -Pregunta mi compañía del día. Niego- Eso está bien.

—  ¿Que pediste para comer? -muerdo mi labio y lo suelto, me quedo jugando así.

—  Ya verás, a mi me encanta -sonríe con confianza. Sonrío igual.

—  ¿Qué te dijo mi doctor? -Lo pillo por sorpresa.

—  Nada -sigue sonriendo-. Es entre doctor y paciente.

—  Tu no eres su paciente -le acuso ceñuda. Se encoge de hombros- ya me lo dirás.

—  Algún día, Dev -me guiña uno de sus ojos y me siento acalorada. Necesito ese jugo de piña ¿cuanto falta?- Sabes, esto está muy dentro de lo que es una cita.

—  Ya empezamos otra vez -refunfuño con diversión-. Es una si lo quieres ver así.

—  Es bueno saber que ya te haz hecho la idea -me molesta y me da una media sonrisa. Niego resignada. No tiene caso.

***

Luego del almuerzo hay algo que me incomoda: el aliento a cebolla y mariscos. Nicholas insiste en que no le molesta, debe ser porque ambos olemos igual, no hay diferencias. Pero me es incómodo igual, entonces insiste en que comamos postre. Creo que es una buena idea.

Seguimos caminando, y riendo por nuestro aliento, hasta que paramos en una heladería. Algún helado a base de leche cortará todo.

—  ¿Te gusta el café helado? -Le pregunto a Nicholas mientras hacemos fila para pedir. Él niega y pregunta qué lleva- Helado de vainilla, una mezcla de algo con café frío, crema batiday una dulce cereza en la cima ¿se te antoja?

—  Tenía otra cosa en mente, pero puede esperar -una de sus manos me toma por la espalda. Un hombre con tres grandes copas iba a pasar cerca mío. Lo quedo mirando- nuestro turno, pide.

Nos íbamos caminando con nuestras copas pláticas de café helado. Nicholas iba fascinado con su nuevo descubrimiento. Dijo que amaba la mezcla. Me hizo feliz escucharlo porque es mi copa favorita desde siempre.

—  No me gustan las cerezas, ¿quieres la mía? -Él la quitó con la cuchara y me la ofreció. Esperaba que la echara a mi copa, pero mantuvo su cuchara cerca de mi boca, Nicholas miraba mis labios. La como para que deje de mirarme así, me pone nerviosa- ¿Rica?

—  Mmm -asiento y he acabado mi postre quedando con ganas de más- rico.

—  Eso digo -está escarbando hasta el último poco de helado y lo tira a un basurero cuando vamos avanzando- Ven.

Me acerco sin saber que hará y me abraza. Nos detuvimos en medio de la vereda obstruyendole el paso al resto de la gente. Creo que estaría bien si el tiempo si detuviera justo ahora.

¿Que estás haciendo conmigo, Nick? Yo no tengo corazón para quererte.

Sus brazos están envolviéndome por la cintura y yo lo rodeo por el cuello, creo que encajamos bien. Apoyo mi cabeza en su pecho y su corazón martillea fuerte. Mucho. Muy. El olor de su piel me embriaga, es cómo a crema de afeitar y un rastro a café o vainilla, y perfume quizás. Es delicioso.

Besa mi frente y me dice:

—  El postre estuvo genial, ahora vayámonos a casa.

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