Habla Ahora - MLB [Two Shot-L...

By GabrielaRueda13

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"Habla ahora o calla para siempre", palabras que recordamos dramáticamente por las novelas, historias o inclu... More

Acepto

O calla para siempre

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By GabrielaRueda13

—Te amaré por siempre –le prometía él mientras tomaba su mano.

—Chat Noir, no insistas, sabes que nunca pasará –le aseguró Ladybug.

Han pasado diez años desde entonces. Diez años de tantos cambios, caídas, combates, rechazos; y después de tanto tiempo que parecía que las promesas nunca se romperían llegaron a su cruel fin.

Hacía un par de meses que Ladybug notaba a su compañero distante, era verdad que agradecía que ya no le coqueteara, le llevara flores o dijera sus tontas frases de ligue, aunque creía que algo en él había cambiado. Su amistad había cambiado.

Hubiera jurado que eso jamás le hubiera afectado pero la soledad comenzaba a resentirse en su corazón; no tenía mucho que Adrien Agreste tenía una relación con Lila Rossi, una ex compañera suya de la preparatoria, y a pesar de que ellos aún se trataban e incluso en algún momento de su vida fueron mejores amigos, la verdad era que nunca pasó más de un "te quiero" o miradas nerviosas. Con el tiempo Marinette supo sobrellevarlo y aceptarlo, nunca sería suficiente para aquél chico, aunque en realidad, él creía que nunca sería suficiente para la mujer que le profesó amor eterno tantos años.

—Entonces nos vemos a la próxima, Ladybug –anunciaba el gato de la noche mientras preparaba su bastón para salir huyendo antes de que su transformación llegara.

—¡Espera, Chat Noir! –le pidió la moteada mientras se acercaba con cierto recelo, lo que sentía en su interior estaba a punto de hacerla explotar, pedía por saber qué ocurría con su compañero, con su mayor confidente.

—¿Qué ocurre? –preguntó algo desinteresado desviando la mirada.

Ella apretó sus labios y lo dudo por un momento, algo la hacía sentirse mal por el interior, parecido a tener su corazón roto en miles de pedazos que no sabría cómo unir de nuevo, pero no sabía explicar cómo o porqué. Tal vez, al final de cuentas, él era más importante de lo que hubiera pensado.

—Quisiera saber qué ocurre entre nosotros, Chat Noir. Te he notado distante en estas últimas semanas y quisiera saber cómo llegaste a ser de pocas palabras, ¿qué hice? Dime si es que...

—Ladybug –le interrumpió él soltando un suspiro al desviar su mirada—. No hay un nosotros.

La chica de ojos zarcos sólo se quedó callada, observándolo. Miraba como los hombros de aquél muchacho se agachaban y pasaba sus garras por los mechones de su cabello mientras intentaba elaborar las palabras correctas qué decirle.

—Me costó mucho tiempo entenderlo, alrededor de diez años para ser exactos –decía él mientras se negaba así mismo, parecía que aquellos sentimientos que había luchado por quitarse querían salir a flote de nuevo, pero ya no podía ser así, él tenía que seguir y ser hombre de palabra—. Tenías razón, nosotros nunca estuvimos destinados a ser, ¿qué ironía, no crees? Tú la creación, yo la destrucción... no era más que eso, no era un complemento, cuánto me disculpo por haberte molestado tanto tiempo...

Ladybug seguía anonadada, ¿qué era lo que le estaba diciendo? Negó despacio mientras daba un paso hacia él pero Chat Noir sólo reaccionó alejándose.

—No tienes que preocuparte por mí, estoy bien, de verdad –le dijo él sin mirarla-. Sólo tardé en comprenderlo, es todo.

—Chat Noir, yo lo siento –se disculpaba ella sinceramente. En su pecho su corazón ardía y sus ojos anunciaban un mar de lágrimas. Jamás lo había visto de esa manera y lamentaba haber quebrado algo que jamás pudiera repararse.

—No tienes por qué sentirlo, my lady –dijo aun intentando sonreír un poco ante aquella frase antigua—. Lo pasado, pasado es...

Por un momento la idea de darle una oportunidad al gato pasó por la cabeza de Marinette.

—Pero, soy un hombre comprometido –dijo mientras un destello verde contorneaba su cuerpo y dejaba ver al hombre de veinticinco años que por primera vez le daba igual estar enfrente de aquella mujer de tal manera—. Soy un hombre comprometido y de palabra.

Claro que esa idea se esfumó rápidamente.

—¿Adrien Agreste? –preguntó ella mientras daba pasos atrás y negaba para sí misma. "No, no es verdad" intentaba convencerse en lo recóndito de su mente.

—Ladybug... -dijo el rubio con su voz baja intentando acercarse a ella, pero era demasiado tarde. Las lágrimas se escurrían por las mejillas de la chica quien tomaba su yoyo y antes de que a ella le pasara lo mismo salió huyendo de aquél lugar. Claro, que él ya estaba acostumbrado a esa escena.

Llegó al balcón de su casa justo antes de que su transformación terminara. Se sentó en el frío y duro piso mientras se abrazaba mirando todas aquellas imágenes en su cabeza.

—Marinette... -murmuró su kwami que la miraba con paciencia y compresión. Ella también lo había presenciado y pudo sentir y saber todo lo que pasaba por su cabeza.

—Todo este tiempo fue él, Tikki. Todo este tiempo fue Adrien –se quejaba mientras ocultaba su rostro en lo blanco de sus manos.

La criatura sólo guardó silencio emitiendo un suave suspiro, ¿qué podría decirle? Era mejor que externara todo su sentir y se controlara, aunque a decir verdad, ella también se encontraba triste, ambas habían perdido algo importante en ese momento.

***

Ese había sido su último intento, ese fue su último intento y como siempre recibió un batazo de ella. No cabía duda de que no lo quería ni en su forma "perfecta". Gruñó para sí mismo y le pidió a su kwami su transformación, a pesar de que no tenía la energía suficiente, sólo sería para volver a aquél departamento en el cuál vivía en los últimos dos años. Agradecía mudarse para ese entonces, porque al menos la soledad acumulada en aquél espacio no era la misma que en esa enorme mansión. Se tiró en cama y abrazó su almohada para derramar un par de lágrimas. No le importaba mucho si "no es de hombres llorar", pero en ese momento él estaba sintiendo demasiado y tenía que expresarlo de alguna manera.

—Niño, niño –le regañaba Plagg negando—. ¿Por qué eres tan cruel contigo mismo?

—¿Cruel conmigo mismo? –preguntó Adrien dejando ver su rostro entre los dedos de sus manos-. ¿En qué te parece que soy cruel conmigo mismo? –dijo con la voz raspada.

El gato negro rodó los ojos y buscó posarse sobre su frente mirándolo con simpleza.

—Que te vas a casar con alguien que no quieres, ¿no crees que ya es suficiente? Ser rechazado y ahora casarte para no estar solo. ¿Qué no has oído que mejor solo que mal acompañado?

—Lila no es una mala compañía Plagg, ella es dulce, amable, y me quiere, ¿qué tiene de malo querer estar con alguien que me quiera?

—¡No tiene nada de malo, Adrien! –dijo el kwami exasperado—. Es malo estar con alguien que te quiere y que tú no le correspondes.

Eso pareció poner pensar al rubio de ojos verdes, que ahora más que nunca se perdía en el techo de su habitación. Era ese momento en el que te sentías perdido, en el que creías por un momento que jugaron contigo y tus sentimientos para dejarte tumbado sobre la tierra.

—Deberías pensarlo –le aconsejó Plagg.

Y sí, así lo era. Lo pensaría, pero no daría marcha atrás.

Al día siguiente los amigos habían acordado con reunirse a desayunar. El rubio había anunciado su pronta boda que se llevaría a cabo en una semana.

—Viejo, para mí sería un honor ser tu testigo y compañero, ¡gracias por considerarme! —decía un moreno que utilizaba lentes de armazón y felicitaba emocionado a su mejor amigo.

—Gracias a ti, Nino. Eres como un hermano —le reconocía Adrien.

Sin embargo, Marinette era la que guardaba más silencio en aquella mesa, en donde veía a Alya, su, inseparable amiga, Nino y la prometida de su amor platónico, que parecía de igual manera, entablar conversación con los morenos.

—También te considero para dama de honor Marinette —le decía Lila sacando a la azabache de sus pensamientos.

—¿A mí? —preguntó inocente la de ojos zarco.

—Sí tontita —dijo la del saco naranja riendo un poco.

Si bien, meramente Marinette y Lila no tenían una relación tan estrecha. Se imaginaba que aquella propuesta de la morena clara era porque Adrien la consideraba una buena amiga y quería hacerla partícipe en... el día más importante de su vida.

—Sí, claro, me dices de qué color después —respondió la azabache sin muchos ánimos dándole una mordida a su tostada para ocultar sus emociones. Adrien no pudo evitar sonreír al escuchar que su amiga accedía.

Tal vez Ladybug no estaría aquél día, y el resto de los días que habrían de venir, pero le reconfortaba que su gran amiga Marinette accediera a formar parte, a pesar de que sabía que no tenía tan buena relación con su prometida. Por un momento se preguntó si acaso eso podría ser una señal de que lo que hacía no era precisamente lo correcto.

—Adrien y yo les agradecemos mucho, mucho, que hayan venido a esta reunión. Estamos muy felices por iniciar esta nueva etapa en nuestras vidas.

Lila agarró fuertemente a Adrien del brazo para plantarle un beso en su mejilla.

"Oh gatito, si sólo lo hubiera sabido antes... sé que desearías que fuera yo, ¿o no?"

Marinette terminó poniéndose una excusa del trabajo para poder retirarse, no sin antes haber sido detenida por su amiga cuando caminaba hacia la salida.

—Marinette alto —le decía Alya mirándola con compasión y dolor.

—¿Qué ocurre, Alya? —le preguntó la franco-china que bajaba la mirada a su reloj—. Se me hace algo tarde.

¡Como si ella se creyera tal cuento! Le miró feo y la tomó del brazo para sacarle de aquél restaurante y caminar con ella sobre la acera. Si algo le habían brindado trece años de amistad era la capacidad de poder conocerla y apoyarse mutuamente. Alya conocía a su mejor amiga, y ahora que lo pensaba se sentía mal al insistir tanto con aceptar la invitación del desayuno, debía imaginarse que en realidad Marinette no había superado a Adrien y temía porque esto la lastimara verdaderamente.

—Dime qué hacemos, Marinette —le dijo la morena observándola con sus ojos miel dulce—. Dime qué hacemos y yo iré contigo.

Sin embargo la de piel blanca se quedó confundida parpadeando un par de veces y observando a su amiga.

—¿Hacer de qué? —le preguntó ella.

—Dime qué quieres hacer —le dijo Alya determinada haciendo puño su mano y poniéndola en la palma de la otra mano—. ¿Quieres ser dama de honor? ¡Entonces seamos damas honor! ¿Quieres interrumpir la boda? Entonces... interrumpiremos la boda.

Si por Marinette fuera, hubiera detenido a la muchacha que pasaba a su lado para arrebatarle aquella botella de agua y darle un sorbo para después escupir el trago. ¿Ella? ¿Detener una boda? ¡Ni en sus sueños!

—Pero qué dices Alya —le reclama la azabache que busca retomar su camino, sacudiendo la cabeza de aquellas ideas atrevidas y desesperadas de interrumpir en aquella ocasión de blanco. No podía hacer eso.

No podía hacerle eso a Adrien, cuando él claramente era feliz.

—¡Es la verdad Marinette! —le dijo la morena yendo detrás de ella—. Estamos hablando de que es tu última oportunidad para que Adrien y tú puedan tener algo juntos. Después de esto no hay otro chance y lo sabes.

Alya soltó un suspiro para detenerse provocando que Marinette después de unos cuantos pasos también se detuviera.

—Lo amas, y sé que muy dentro de él, él puede amarte, Marinette. Piénsalo, es alocado, y atrevido pero... en la guerra y en el amor todo se vale.

Después de aquellas palabras, Alya acomodó sus lentes que se habían, ligeramente, caído de su nariz para regresar a aquél establecimiento, ideando la excusa perfecta de su huida tan espontanea detrás de su amiga. La azabache giró su cabeza para mirar a su amiga retirarse, acaso podría... sólo de verdad, en serio... ¿se opondría a aquella boda?

"No, no Marinette, haz perdido la cabeza" se decía al volver a casa. Sin embargo debía pensarlo un poco más, tenía que ser honesta con ella misma y sus sentimientos. Ladybug nunca se da por vencida, pero Marinette lo hizo hace mucho tiempo atrás, ¿por qué era tan difícil ser algo de a ratos? Lo mejor sería darse una ducha fría e intentar recobrar la cordura que parecía estar perdiendo con cada paso.

Pasos atrás, Adrien pudo notar la incomodidad de Marinette, y sinceramente se quedó preocupado. No negaba alguna vez tener conocimiento de que la azabache sentía cosas por él, en cierto momento él había pensado intentarlo, pero miraba a Marinette tan delicada, la miraba como el rocío sobre las flores del campo, una delicada pieza en piano, algo que... algo que él podía romper con todo lo que cargaba a diario, y era algo que no quería. No quería lastimar y perder a Marinette.

Claro que por otra parte estaba Ladybug, una parte difícil porque no podía evitar enamorarse de ella y admirarla, querer protegerla como le hubiera gustado proteger a su madre o a su padre. Sentado en aquella lujosa mesa de restaurante, escuchando las risas de su prometida y la plática que entablaba con su mejor amigo sintió por un momento ver su vida pasar. Recordó aquella noche. Aquella noche en la que lloraba fuertemente por segunda ocasión a lado del río de Sena arrodillado, sintiendo punzadas en su corazón y escuchando los pitidos de su anillo.

Sintió unas manos delicadas acariciar su cabello, sin importar que las gotas suaves de lluvia comenzaban a caer anunciando una gran tormenta. Se hincó frente a él y lo obligaron a alzar su rostro para toparse con una mirada aceitunada de una chica de cabello castaño con una tierna sonrisa.

Aquél día Lila Rossi supo la identidad de Chat Noir. Aquél día Adrien Agreste se enamoró de Lila Rossi.

"Quiso mi lado imperfecto" pensó girando a verla un tanto disimulado. La italiana pudo sentir aquellos ojos verdes sobre ella y le sonrió para acariciar su mano. "Algo que ella no hizo", insistió en convencerse.

"Sólo espero olvidarla algún día".

El tiempo avanzó, terminaron de desayunar, el Sol amenazó las pieles de los parisinos hasta que al fin comenzó a despedirse para dejarle paso a la Luna, que venía a ser la principal lumbrera de aquella hermosa ciudad.

Nuevo mensaje.

Para: Marinette Dupain

Texto: Hola, Marinette. Aquí Adrien, ¿todo bien? Buenas noches. Y nada, ya sabes, molestándote como siempre... me preguntaba si es que mañana te apetece ir a desayunar conmigo, quisiera distraerme un poco y, respirar de todos estos asuntos de la boda. No acepto un no como respuesta.

La azabache terminaba un diseño de un vestido color pastel. Era rosa con corte de corazón en el pecho y en el vértice central de este un pequeño degradado de color morado y negro con algunos destellos. Era holgado y sin tirantes. Alzó su mirada cuando escuchó la vibración de su móvil.

—¿De quién es Tikki? —le preguntó a su kwami que revoloteaba para leer aquél mensaje.

A pesar de su edad, Marinette aún residía con sus padres. Quería disfrutar lo más que pudiera de ellos y de su compañía, aunque muy pronto tenía que dejar su hogar para experimentar una vida "independiente" y explorar nuevos horizontes; aunque a sus padres les costaba dejar ir a su niña.

—Es de Adrien —dijo la motita roja con suma emoción—. ¿Has pensado lo que te dijo Alya, Marinette?

Ella rodó los ojos, ¿acaso ella también comenzaría?

—Sí y no lo haré. Adrien ha decido que Lila sea su esposa Tikki, y no hay mayor amor que, dejar que esa persona sea feliz. Y si Lila es felicidad para Adrien, entonces estoy bien.

—Hay que ser muy fuertes para aceptar ese hecho, Marinette. Estoy muy orgullosa de ti.

Nuevo mensaje.

Para: Adrien

Texto: Hola Adrien, todo muy bien. Y... sí claro, mañana, a las 11 hrs.

Nuevo mensaje.

De: Adrien

Perfecto, yo paso por ti. ¡Eres la mejor!

En el rostro de Marinette se esbozó una sonrisa, aunque eso le daba mala espina. Ciertamente Adrien y ella fueron... como uña y mugre en alguna época, pero después de un tiempo sólo se veían cuando estaban mal y necesitaban alguien con quién platicar, o porque había ocurrido un problema, tal y cómo Adrien lo expresaba en el anterior mensaje.

—¿Será el destino? —preguntó Tikki revoloteando.

—¿A qué te refieres? —le preguntó Marinette.

—Será que tengas que hablar con él... ya sabes, sobre tus...

—Jamás. Ese tema se terminó ¿está bien? Ahora, transfórmame. Es hora del patrulleo.

Era mentira. Faltaba más de media hora para la patrulla, pero con tal de no escuchar más sermones, Ladybug salió así de aquél balcón en dirección a su nostálgica y su mágico sillón de pensar: la torre Eiffel.

Para su sorpresa, un gato travieso estaba sentado en una de las estructuras metálicas y miraba la puesta de Sol mientras el viento sacudía sus cabellos rebeldes.

—Hey, llegaste temprano —le dijo al escuchar apenas la respiración de la chica a sus espaldas.

—Iba a decirte lo mismo —contestó Ladybug caminando hasta él. Pudo distinguir algo entre sus manos pero no pudo observarlo bien sino hasta que se sentó a su lado—. ¿Qué es eso?

Se pudo observar los hombros gachos del gato cuando él suspiraba y le entregaba un rectángulo de color beige decorado con una cinta naranja haciendo un perfecto moño.

—Tu invitación —le dijo él—. Irás, ¿verdad?

Los ojos azules de la heroína se posaron en aquella invitación que tenía grabado su nombre con letras doradas y brillaba. No supo que decir porque el aire se había escapado de su boca junto con las palabras.

—Tú... ¿estás seguro de esto? —le preguntó para mirarlo fijamente—. Chat Noir, ¿estás seguro de que... te quieres casar?

—¿Y por qué no querría hacerlo? —le preguntó con un poco de molestia.

Dentro de la cabeza del rubio demasiados pensamientos le estaban atacando. Sabía que entregarle aquella invitación a Ladybug ocasionaría un momento incómodo y de disturbio que le dejaría un mal sabor de boca como para no conciliar el sueño. Era por eso que con anticipación invitó a su amiga Marinette a verse el día de mañana, porque sabía que ella le haría sentir mejor.

—No me refiero a eso, Chat, lo sabes, si no que...

—Si no que déjame ser feliz, Ladybug. Si no puedo serlo contigo entonces lo seré con alguien más, así pasa en la vida —dijo extendiendo su barra cuando se ponía de pie y observaba la oscuridad atacar las calles tranquilas—. Espero que asistas, al menos en memoria de nuestra amistad.

Y con eso, el gato se despidió para saltar e irse entre los tejados, dejando a una muy triste y lamentada azabache.

Mordió sus labios mientras debatía y apretaba aquél papel entre sus dedos para seguirle detrás. Juraría que el corazón le saldría de su boca cuando podía acercarse más a él. Lo miró destransformarse en un callejón y después caminar para entrar a aquél departamento que recordaba. Miró la manera de subir por las escaleras que estaban a un costado del edificio y abrió su ventana encontrando al rubio quitándose su camisa para acostarse a dormir.

Detuvo su acción al mirar a la de motas entrar tan de repente en su modesto hogar, atacando sus labios con un beso que si pudiera ser expresado con palabras serían pocas pero dirían mucho. Sus delgados brazos rodeaban su cuello y las manos de él se posaban en su cintura. Cuántas noches no soñó con tenerla así, cuántas veces no buscó robarle un suspiro a sus labios, y cuando al fin lo tenía era de una manera incorrecta y algo en su interior le decía que debía pararla pero no podía, porque la amaba. La amaba para no tener ganas de amar a alguien más, la deseaba lo suficiente para esperarla miles de años incluso cuando ella le golpeara con su mirada fría. ¿Qué estaba haciendo? En serio, realmente, ¿qué estaba haciendo?

La tomó por los hombros y la separó de él mirándola agitado y confundido. ¿Podría estar jugando con sus sentimientos? O es que ahora que conocía su verdadera identidad, y siendo el famoso Adrien Agreste, un repentino amor se había despertado en ella.

Pensaba tanto, y ningún pensamiento era el correcto.

Le pidió que se fuera, le pidió que se fuera y no insistiera, así que eso fue lo que hizo.

A pesar de que el chico de los ojos esmeraldas quedó al pie de su cama aturdido mientras acariciaba sus labios, una muy feliz azabache corría entre los tejados y saltaba ansiosa en dirección a su hogar. Y es que una pequeña chispa de esperanza y amor se había despertado en ella, ese tonto y atrevido gato era de ella, y no iba a perderlo de una manera tan cobarde. Así que cuando pisó el suelo de su habitación, tomó su teléfono enviándole un mensaje a su mayor confidente. "Muy bien, lo haremos" le texteó ella. "Me opondré".

***

—Pues yo pensaba ponerme este —decía Marinette mostrando un vestido de color morado halter, que era plisado cruzado en el talle, con vuelo y no le llegaba a la rodilla.

—Es lindo —le respondió Alya—. Pero necesitas algo más que "lindo", amiga. Hablamos de que interrumpirás la boda de Adrien Agreste, serás recordada. ¡Tienes que verte sensacional!

Marinette seguía pensando que era una idea loca, y que tenía al menos el ochenta por ciento de fracasar. Pero el sabor de aquél beso en sus labios le hacía soñar, y levantaba sus pies del suelo para dar una danza en el aire.

Lo ama, y ni un solo pelo de ella podía negarlo.

—¡Ese! —dijo Alya señalando el sketchbook de Marinette—. ¡Ese es el vestido correcto!

***

El rubio soltó una carcajada que derritió el alma de Marinette. Siempre que reía de esa manera cerraba sus ojos y sus pómulos se marcaban al sonreír causando un leve sonrojo, pero nada de eso se comparaba con la melodiosa risa que salía de sus labios. Agradecía tanto que Adrien cerrara los ojos al reír porque de otra manera notaría la baba que se le podía salir cuando le miraba.

Un rubor se hizo presente en la franco-china cuando Adrien le miró y ella jugaba con aquél bísquet en su plato, sonriendo y agachando la mirada.

—Eres el remedio para todos mis males, Marinette —le confesó él mostrando sus perfectos dientes al sonreír—. Gracias.

Se miraron un par de segundos para luego desviar sus miradas. Ese pequeño corto circuito que se daba entre ellos y les hacía temblar sus manos. Marinette siempre se había visto perdida en los ojos de Adrien, pero ahora que miraba a Chat Noir en ellos también algo había cambiado en sus sentimientos, sin embargo, Adrien se sentía extrañamente atraído hacia los ojos de Marinette pero cuando se concentraba en ellos el estómago se le revolvía y le hacía sentir nostálgico. Como si esa mirada la hubiera visto antes y le hubiera lastimado; pensaba que era algo tonto porque él conocía a Marinette, y no es el tipo de persona que hiere a otras. O al menos a él, quería presumir.

—Oye Adrien...

"Tal vez Ladybug no pueda hablar con él, pero Marinette sí" se dijo ella misma. Adrien le iba a contestar cuando su teléfono sonó.

—Lo siento Marinette, pero es importante que responda —le dijo él poniéndose de pie. Ella asintió y lo miró retirarse un par de metros para contestar aquella llamada.

No tardó mucho para que él regresara y expresara que lo sentía pues tenía que retirarse. Una junta importante de trabajo, al parecer. Le dejó el dinero de la cuenta y se despidió de ella con un beso en la frente para tomar su saco y retirarse.

Aquella mujer sólo suspiró y jugó con sus dedos mientras reflexionaba todo lo que estaba sucediendo, ¿sería lo correcto? Lila, después de todo, era una mujer bella, inteligente y que con sólo observar aquella mirada que le daba a Adrien demostraba lo mucho que le quería. Tal vez no era lo correcto jugar así. No cuando después de tanto tiempo Adrien luchó por ella de alguna manera.

Dejó sus manos en su cabello suelto para alborotarlo. ¿Qué debía hacer? ¿A quién o qué debía seguir? Si era cierto, Adrien nunca le miró más que su amiga, incluso cuando ella le conocía más que la palma de su mano. De alguna manera ambos han sido tontos, pero ¿quién seguirá siéndolo?

Después de aquél desayuno, Adrien y Marinette no cruzaron miradas, como Ladybug y Chat Noir no cruzaron palabras. Todas las noches de aquella semana ella le visitaba en su departamento pero él no se acercaba a la ventana, e incluso una noche desató las cortinas.

"Por favor, Ladybug. No compliques más las cosas" pensó Adrien.

***

No, ella no es esa clase de chica que interrumpiría una boda. Pero él no es la clase de chico que deba casarse con la persona incorrecta.

Camina desesperada de un lado para el otro. Su mejor amiga la observa con nerviosismo pues ambas esperaban a la novia con su mejor amiga. Sale una chica rubia de la habitación y detrás de ella la susodicha, camina como si fuera una modelo y estuviera en una pasarela, aunque aquél vestido parece más como un pastel.

Impacientes llegan al fin a la cátedra, y la halagan con aquel vestido mientras que por un momento ella se esconde detrás de unos floreros. No, ella no quisiera verse en esa situación, y se siente perdida en aquél día de en sueño.

"Vamos, Adrien. Sólo no des ningún voto, y podremos huir"

La marcha nupcial comenzaba a sonar, aunque se oía más como la canción de un funeral. Era una suerte que hubiera sido invitada, y sabía que fue más por amabilidad que por gusto. Los murmullos se escuchan y la mira caminar hacia el altar. El muchacho rubio se ajustaba seguido el moño, que por cierto era naranja y cabía mencionar que a él no le gustaba. Pero qué más daba.

"Le queda mejor el verde", se dijo Marinette mientras camina delante de la de blanco y por un momento quiso extender su mano a Adrien, recordando aquellos viejos sueños de la preparatoria, pero tenía que contenerse.

Se posiciona a un lado de Alya, que estaba al lado de Chloé. Y la ceremonia comienza.

Había alrededor de trescientos invitados en aquél lugar, y era poco en realidad, dado a ambas celebridades que Adrien y Lila representaban. Al parecer habían querido "limitarse" e invitar sólo a los más "cercanos". Las flores que decoraban la cátedra era aves del paraíso y lilis en tonos cálidos en su mayoría, otra cosa que la azabache desaprobaba, pero bueno, no era su boda así que no tenía qué reprochar.

La gente vestía de colores pastel como rosa, azul cielo, beige, todos menos blanco, por respeto a la novia. Marinette había convencido a Lila de que el vestido de las damas no fuera naranja, punto que le apoyo la rubia exasperada de Chloé pues ella detestaba ese color. A regañadientes la italiana accedió y optaron por un tono melón pastel o rosa de la misma gama.

Jugaba con los holanes de su vestido. Alzaba la mirada de vez en cuando y observaba a Adrien girar discretamente la mirada a diferentes lados, como si buscara algo, pero en realidad... la buscaba a ella.

"Aquí estoy, Adrien", decía Marinette en su mente suspirando.

Sintió un codazo y observó que era su amiga, intentando tranquilizarla. "Contigo en todas", se habían prometido ambas. Asintieron y prosiguieron a escuchar el sermón del padre. ¿Cuánto más se tardaría?

Una mano la sacudió a los lados mientras le susurraba discretamente —Ahora Marinette, es el momento. ¡Ahora!

Escuchó al padre decir "Que hable ahora o que calle para siempre". Traga saliva y camina temblorosa hacia el altar alzando las manos. Todos le miran sorprendidas mientras alzaba las manos y las sacudía.

—¡Yo, yo me opongo! —gritaba.

Y todos de aquél lugar le miraban a ella, pero ella le miraba a él. Y abría la boca para hablar cuando...

—Marinette, Marinette —susurraba Alya dándole un pequeño codazo.

La azabache despertó de aquella imaginación mirando al frente, observando que la ceremonia continuaba en perfecta paz. Suspiró con pesadez pues hacía unos momentos ella se quedaba sin aire. Intentó actuar normal y miró a su compañera a lado.

—¿Qué ocurre? —le preguntó en voz baja.

—Ya casi termina el padre, ponte atenta, mujer —le gruñó la otra.

Chloé sólo las miraba de reojo. ¿Por qué tenía un mal presentimiento en cuánto a ellas? ¿Es que acaso querían sabotear la boda de sus mejores amigos?

Pero un ataque de nervios invadió a la azabache, y la llevaron a escabullirse por el costado de aquél lugar corriendo hacia la salida. Por un segundo todos la miraron huir, e incluso Adrien en un impulso quiso detenerla, pero Lila le tomó de la muñeca.

—Adrien... es nuestra boda —le dijo ella confundida por su futura acción.

El rubio pareció pensarlo y asintió acomodándose el saco para luego volver a su posición original, preguntándose qué había pasado con ella. Alya también quiso detenerla pero tenía rato que sentía la mirada de Chloé sobre ellas y era mejor que no alzara sospechas.

"Ojalá puedas arreglártelas, amiga" se decía la morena suspirando mientras miraba la entrada de aquél enorme lugar, del que salió huyendo su amiga. Se mordía los labios al sentir el tiempo pasar y escuchar al padre estar a punto de culminar. Ella aún no regresaba y se preguntaba si es que se había arrepentido, si es que había huido y en este momento se encontraba camino a casa, con los pies descalzos caminando hacia casa. Incluso escuchaba una canción triste de fondo para aquella escena.

Lila y Adrien se pusieron frente a frente para escuchar los votos de cada uno.

—Prometo, Lila Rossi, cuidarte, protegerte, darte todo lo necesario para que vivas plena y feliz, estar contigo en las buenas y en las malas hasta que la muerte nos separe.

Un gesto de disgusto se hizo notorio en la italiana. ¿En serio sería aquél el voto de Adrien? ¿Qué le ocurría que estaba tan tenso? ¿A caso tenía que ver con Marinette? Cuando observó que él desviaba la mirada, le tomó ella delicadamente la mejilla para comenzar a decirle sus votos, que por cierto, venían muy del corazón.

—Prometo, yo, Lila Rossi, amarte y cuidarte, Adrien Agreste. Prometo ser una buena mujer para ti, ser el apoyo que necesita, tu ánimo, tu bálsamo. Hacerte reír cuando más lo necesites, salvarte de ser necesario y dejar que me salves también —comentaba guiñando ligeramente el ojo a lo cual el rubio se incomodó.

En uno de esos versos el moreno hizo contacto con su chica y le preguntó en un gesto a dónde es que se había ido Marinette hacia varios minutos, a lo cual ella negó dando a entender que no sabía. El moreno era el único aparte de ellas que conocía aquél plan, y aunque se le hacía egoísta al principio, puesto que se trataba de la felicidad de su amigo, al verlo hoy en la mañana ya no estaba muy seguro sí de verdad Adrien quería esto.

Aquellos anillos dorados quedaron atorados en los dedos anulares de los jóvenes y se giraron para ver al padre.

—De ser así, y para concluir esta ceremonia religiosa mis amados hermanos, quiero preguntar, si hay alguien en desacuerdo en la unión de estas dos personas, que hable ahora o calle para siempre.

Un silencio inundó el lugar.

Esperaron un par de segundos más. Al ver que ninguno amonestaba, el padre sonrió y prosiguió.

—¡Un minuto! —gritó alguien entrando como un hombre araña al lugar, atorándose en las gárgolas interiores de la cátedra y dejándose caer atrás de la pareja que casaban—. Yo me opongo.

Todos comenzaron a murmurar, algunos incluso se pusieron de pie para tomar fotografías o grabar. La italiana miraba sorprendida y de nuevo furiosa a aquella mujer que intentaba sabotear, otra vez, su encuentro con Adrien.

—¿Ladybug? —le preguntó ella molesta, y luego miró al chico rubio esperando una explicación. ¿A caso ella conocía su identidad? ¿Lila ya no era la única que lo sabía?

Adrien miraba perplejo a la heroína. Sentía la adrenalina, y como sus manos sudaban. Había venido, pero no sólo eso, impidió su casamiento.

—Adrien, tenemos que hablar —le pidió ella mirándolo fijamente a los ojos, pero Adrien no podía reaccionar.

Sentía tanto coraje, enojo, pasión. Quería besarla pero marcharse de ahí en un momento. ¿De qué quería hablar ahora? ¿Por qué no antes? ¿Le tomaba por juguete? Pero es que Marinette no podía dejar que la abofetearan solamente, porque mientras él amaba su lado perfecto, su lado imperfecto le seguía a donde fuera, pero siempre fue invisible a sus ojos.

—Por favor, Adrien —le volvió a suplicar.

La morena intentaba tranquilizarse. Un montón de teorías cruzaban por su mente. ¿Es que Adrien era Chat Noir? ¿O es que Marinette era Ladybug? ¡Qué coincidencia que ella haya impedido la boda! O mejor aún... ¿Es que ellos eran los famosos héroes? "¡¿Qué carajos sucede?!" se preguntaba en su interior.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar —le dijo Adrien con dolor buscando romper el contacto con aquella mirada, pero no podía. Esos ojos azules le daban tristeza pero una inmensa paz. ¿Por qué se sentía tan atraídos a ellos?

—Adrien, te amo —le dijo ella mirándolo.

La gente estaba alborotada, grababa, tomaba fotos con el flash incluso cuando los de seguridad intentaban controlar la situación.

—Adrien —gruñó Lila volteando a verla. El padre se quedó como espectador pues en realidad, no se había imaginado tal situación, aparte de que la joven Rossi se miraba muy alterada. Era mejor que se tranquilizara un poco ella sola.

Sin embargo, el de los orbes verdes no supo qué contestar a eso.

Su boca de movía pero no emanaba sonidos, a pesar de que su corazón gritaba un "¡Yo también!", pero le había lastimado tanto, que se le hacía injusto dejar a la pequeña y frágil Lila de esa manera en el altar, sobre todo cuando ella había tenido la paciencia para entenderlo, cuidarlo, quererlo.

—Ladybug.... —musitó él bajando la mirada—. No, no ahora...

Marinette mordió sus labios mientras una lágrima se escapaba sobre aquel disfraz. El instinto del gato lo hizo preocuparse y negar. "My lady", pensó y quiso acercarse a ella para consolarla pero sus pies no podían moverse.

—No te preocupes, Adrien... —le dijo ella negando mientras miraba el piso alfombrado—. Si no quieres hablar conmigo, está bien... pero sí podrás hacerlo con mi yo civil. Tikki, fuera motas.


||Holaaaaaaaaaaaaaaa. Aquí, publicando a media noche. ¡Un nuevo One Shot con un ship que no había probado! : Ladrien.

Es una idea algo rara. Tenía tiempo que quería escribir este concepto pero no había tenido oportunidad así que aproveché esta pequeña participación en el concurso de EiikoChan88 para escribirlo. ¡Espero que sea de su agrado! Me gustaría saber qué piensan. ¿Creen que debería haber una continuación? 

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