Vinilo Vol. 1 : Mrs. and Mr...

Oleh genesaorus

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Camille Casablancas es obligada a asistir a Berkley, internado para gente talentosa, mayormente poblada por h... Lebih Banyak

¡Bienvenidos, estudiantes!
Artículo (2006)
Carta de aceptación a Camille Casablancas:
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Oleh genesaorus

—¡La tengo! —celebro, saltando en mi cama, con el brazo en el aire sosteniendo la llave.

Me costó un beso y un poco de coqueteo pero al fin tengo, literalmente, la llave para que nuestra broma nos de la victoria... es decir, los asistentes.

Paris, Inna y Reegan me miran con los brazos cruzados y con las caras serias. ¿Por qué, demonios, no están contentas?

—Llevas una hora saltando, Camille. ¿No preguntarás si tenemos las cosas? —cuestiona París, sacando un cigarrillo de su bolsillo interior de su chaqueta de cuero.

Pongo los ojos en blanco por la aguafiestas y asiento.

—¿Tienen las cosas? —pregunto, dejando de saltar. Las tres asienten pero continúo inspeccionando—: ¿Condones? ¿Gel? ¿Cinta adhesiva? ¿Llave? —asienten a todo—. Estamos bien.

Continúo saltando. Reegan se ríe mientras Paris saca un encendedor de otro bolsillo.

—¿Cómo la conseguiste, Cam? —pregunta Inna—. ¿Qué hiciste?

Me detengo en seco al recordar a la medidas que tuve que llegar para conseguirlo.

Bajo de la cama de un brinco y corro hasta el baño, empujando con mis hombros a Paris e Inna. Ambas gimen pero las ignoro, buscando en mi gaveta mi cepillo de dientes y pasta dental. Después de unos segundos, salgo del baño con el cepillo en mi boca.

—Díganme que la sarna no se pasa con un beso.

—¡¿Besaste a Kaidan Jaxx?! —preguntan al unísono.

Asiento, cerrando mis ojos para dejar de verlas sonreír.

Las tres me miran alucinadas. Paris levanta sus brazos y los deja caer diciendo—: La hemos perdido.

Pero lo dice con una sonrisa, de hecho, las tres disfrutan de mi confesión más de lo que deberían.

—¿Qué? —gruño.

—El muchacho dijo palabras bonitas y listo, caíste. Camille, estamos en medio de una guerra de bromas. ¿Podrías concentrarte?

Me están jodiendo, ya les había dicho que todo esto era para una broma. ¿Son sordas o qué?

—¡Lo hice para conseguir la jodida llave! —la toma de encima de la cama para tirarsela al pecho. Regreso al baño para terminar de cepillar mis dientes y regresar—. No me gusta, tomé ventaja de que le gusto para tomar la puta llave y así avanzar con la puta broma. Ahora, calmemonos y ordenemos las cosas para avanzar con esto, ¿vale?

Paris toma la llave del suelo y se da la vuelta, Inna y Reegan asienten.

Miro las cajas que están encima del sofá y les doy un vistazo. Hay cinco cajas pequeñas de condones, veinte cada una, un bote de gel y cinta adhesiva.

Estupendo.

Ahora, necesitamos organizar esto.

—Vamos a hacerlo durante clases.

Inna se levanta de su cama de un tirón y me toma de los hombros para que la vea.

—No pienso perder clases por una broma.

—¡Inna! —grito—. Necesitamos a esos asistentes para joderle la vida a Kaidan. Recuerda que Rajiv te invitó a una cita la cual resultó falsa. ¿No te gustaría vengarte?

Ella quiere hacerlo pero el hecho de que su madre podría matarla la pone en una situación difícil. Estoy a punto de darle unas cuantas palabras persuasivas pero me veo interrumpida.

—Tomaremos tu silencio como un si —sonríe Reegan—. Ahora, conseguí una copia de los horarios de los chicos.

—Reegan, ¿cómo lo hiciste? —pregunta Paris, caminando hasta nuestro escritorio.

Veo a mi amiga pelirroja quién parece sonreír con orgullo.

—Es muy probable que los chicos se salten clases para hacer la broma. Así que, ¿a qué hora lo hacemos?

—Pero no tienen la llave —dice Paris—. ¿Cómo podrían entrar?

Saco nuestro aparato de comunicación del bolsillo de blazer.

—Saquemos el walkie talkie entonces —sonrío.

Enciendo el aparato y enseguida Inna y Reegan me rodean, enfrente de Paris. Puedo escuchar unos pasos pero nada más. Luego de unos segundos, escucho la voz de Rajiv.

—Entonces tenemos todo pero no tenemos la llave de su cuarto —dice.

Conveniente.

—Eso no importa —dice Kaidan—. Podemos conseguirla con alguien de limpieza, ahora, lo que importa es la hora. ¿A qué hora lo hacemos?

No puedo evitar reír porque son exactamente las mismas palabras de Reegan hace unos segundos.

—Después del segundo receso —dice Chris—. Luego tengo Biología y ya falté dos veces la semana pasada.

Reegan asiente, regresando al escritorio, tecleando a la velocidad de la luz. Desde allí, nos dice en silencio que Paris y ella tienen Biología a esa hora con él.

—Tengo aritmética junto a Kaidan —les dice Brunno— y Rajiv tiene historia a esa hora.

—Podemos trabajar a esa hora —puedo imaginarme a Kaidan sonreír—. Mantengan los ojos abiertos. Si una de ellas falta a clases es que están trabajando en la jodida broma.

Apago el walkie talkie y sonrío.

Tontos, no van a obtener la llave ni de nosotras ni de nadie.

Reegan me mira—: Podemos trabajar en el primer receso. Hay mas de cinco mil alumnos y la mayoría va a la cafetería a esa hora. Estará lleno. No nos podrán ver.

Las tres asentimos.

Esta broma será genial.

12: 59 pm

Siento la adrenalina en geometría, esa adrenalina cuando haces algo malo y alguien está cerca de descubrirte. Miro el reloj que cuelga sobre la pizarra blanca de nuestro salón seguido del mío. Falta un minuto solamente para darle la mejor decoración del mundo a la habitación de los chicos.

Volteo a ver a Reegan y esta me guiña el ojo. La campana suena y al instante en que lo hace, me levanto de mi asiento para ser la primera en salir. Es en el ascensor que Reegan me alcanza. Ambas miramos hacia enfrente, con sonrisas maliciosas.

Al salir del edificio, saco mi teléfono de mi mano para llamar a las chicas pero estas no contestan. Durante el camino, al llegar a la piscina, me encuentro con Brunno y Chris.

No, mierda.

—Mira, es la sarna andante —sonríe mi hermano, mirándome.

Como es típico de mi cada vez que veo a mí hermano, cruzo mis brazos y pongo los ojos en blanco.

—Mira Reegan, el portador del SIDA número uno después de Charlie Sheen —replico—. ¿Qué me dicen, gérmenes?

Brunno sonríe, viendo sus zapatos y luego subiendo la mirada para posarla sobre Reegan.

—Les digo que vamos a ganar a los asistentes. No hay manera de que superen nuestra broma —nos advierte, con suficiencia.

Oh, hermanos, si tan solo supieran.

—Yo que tú no hablaría así. Nunca se sabe.

Reegan choca su puño con el mío.

—¿Y a donde iban? Porque la cafetería esta del otro lado. Si saben que está prohibido ir a los dormitorios en los recesos, ¿verdad? —dice Chris, con su brazo cruzado y su dedo índice señalando detrás de nosotras.

Estoy sorprendida porque de todas las reglas que hay en esta institución, Chris se tuvo que aprender esa. De las miles de reglas que hay, tuvo que ser esa. No tengo ni la menor idea y no se la creo. No viniendo de Christian Casablanca. No me la hace buena. No es desconfianza, es precaución.

—Enséñame la página donde dice eso, virus —gruño.

Él, con la sonrisa más grande que se puedan imaginar, se limpia su garganta mientras su puño cubre su boca. Un chico con lentes camina a su lado pero Christian lo detiene para quitarle las gafas y ponerselas.

—Página 631, Sección: 4, Habitaciones, párrafo dos, regla 788 —Brunno saca el reglamento de su mochila y lo extiende ante mi. Dudosa, viendo a Reegan, tomo el pesado libro. Busco la página junto a Reegan mientras Chris dice la regla en voz alta—: Las habitaciones deben estar vacías durante clases y recesos. Las únicas áreas donde los estudiantes deben estar en el horario escolar es la cafetería, el parque, el cine, los kioscos y las piscinas, a menos que sea una emergencia.

Me dan ganas de enfatizar que dice durante clases también, pero eso significa revelar que sé su broma, y no me arriesgaré a ello.

¡De ninguna jodida manera!

Pero tengo una idea.

—Aquí dice, mundano con estupidez elevada, "a menos que sea una emergencia" y yo tengo una emergencia —Reegan saca un encendedor de su bolsilo, lo enciendo sin dejar de ver a Chris y dejo que mire como se quema. Ella lo suelta, dejando caer el libro—. Buen intento, chico. Gracias por tu preocupación, por estar siempre atento a mi, pero tengo una emergencia y necesito ir a mi habitación.

Tomo el reglamento, de la parte que no está quemada y lo tiro a la piscina.

Soy una genio, ¡aplausos!

—¿Qué emergencia? —pregunta Brunno.

Bueno, ciertamente no esperaba esa pregunta y es claro que yo no tengo una emergencia.

Miro a Reegan y le sonrío con complicidad, una muy buena idea cruzando por mi me mente, pero ella no entiende nada.

—Se le pasó a Reegan —digo, rápido.

Ella me mira con los ojos y boca bien abierta.

Bueno, pensé rápido.

Como es típico de los hombres, quienes no entienden el lenguaje femenino mucho menos de el período, unos de ellos pregunta a qué diablos me refiero.

—¿Se le pasó? —pregunta Brunno.

Golpeo a Reegan con mi hombro para que me ayude en esto ya que viendo a Brunno con pánico no ayuda mucho.

—Me vi—vi—vino mi perí—rí—período y no tenia mi... mi... ¡Mierda, Camille! —reprocha, mirándome.

Debo aguantar la risa porque Brunno tiene una mueca de asco. Hombres.

—Necesitamos una toalla —les digo mientras tomo a Reegan de los hombros—, con permiso.

Chris no se mueve. Luego de unos segundos, finalmente, saca algo de su mochila y cuando lo saca a la luz, miramos que es una toalla.

¿Por qué...?

Christhian se la pasa y Reegan lo toma sin saber que decir o si quiera como reaccionar.

—Chris, ¿por qué tienes una toalla femenina entre tus cosas? —pregunto.

Le arrebato la toalla a Reegan para ver si no tiene pegamento. No lo sé, sería una buena broma.

—Sirve para las bromas exprés —dice orgulloso—. Como sea, su emergencia ya fue resuelta, por lo que deben dirigirse a la cafetería o quedarse en esta zona.

Maldita sea... ¡piensa rápido! ¡Otra vez!

—Bueno, pero yo también tengo una emergencia —digo, con la frente en algo.

Camille, ¿qué diablos?

Brunno y Chris se miran, no tienen ni idea.

—¿Se te pasó también? —intenta Chris provocando que Brunno estalle en risa.

Ignoro el comentario.

—Estoy mojada —cierro mis ojos y los vuelvo abrir.

¿De dónde diablos salió eso, Camille Casablancas?

—¿Mojada? —se cuestionan los tres y creo que yo pero en silencio.

—Reegan, estoy mojada —digo entre dientes.

Ella no entiende nada hasta que tiro mi mochila al suelo, me agacho para que mi teléfono no sufra daño alguno y extiendo mis brazos. Ella sonríe y me empuja, haciéndome caer al agua.

Fría, está fría.

Saco mi cabeza del agua y lo primero que escucho son las risas de los chicos y demás. Salgo de la piscina con ayuda de Reegan y los chicos me miran con los brazos cruzados.

—¡Camille, lo siento! —dice Reegan, en tono fingido—. ¡No me dí cuenta!

Escupo el agua que casi me trago y le sigo el juego—: ¡Reegan, estoy mojada! ¡Deberé cambiarme mi uniforme!

A mi nadie me engaña, lo mío no es música, es la actuación.

—¡Lamento que tengas que ir a tu habitación cuando es prohibido! —exclama tomando mi pelo y exprimiendolo.

—Pero no importa... —sonrío.

—Es una emergencia —decimos al unísono.

Ambas volteamos a ver a los chicos. Ellos niegan lentamente y les lanzo besos, mientras tomarme teléfono y Reegan mi mochila. Ambas empujamos a los chicos, abriendonos paso hasta llegar a nuestro edificio.

A eso le llamo ¡piensa rápido!

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