EN FIN, LO QUERÍA
Me tapé la boca con las manos al segundo, él estaba quieto, procesando la información y se giró. Se acercaba a mi y a medida que lo hacía me latía más fuerte el corazón. Se acercó más de lo normal, a unos centímetros de mí y me besó.
No sabía lo que estaba pasando, sabía mi edad y le daba igual. Logré mirarle a los ojos y el me dijo:
- Ya lo sabía
-¿Perdón?
- Te ví el uniforme en tu maleta cuando entré en el baño en mi casa el otro día.
-¿Y? ¿Qué piensas hacer? ¿Me vas a dejar?
- Mira, sinceramente no soy partidario de las relaciones con mucha diferencia de edad. Pero Ana, no eres la típica chica quinceañera con pavo y que no se toma las cosas en serio. ¿La edad sólo es un número no?
- Tenía miedo. De que me dejaras o de que pensaras que era una niñata.
- Una niñata horrible por cierto.
Y respiré, en realidad, no me arrepentía de habérselo dicho, algún día se habría enterado. No se lo quería decir de esta manera pero, la cosa es que estaba dicho y punto. Eso era lo que importaba.
A veces, por miedo a decir las cosas podemos perder a personas importantes en la vida.
Al fin fuimos a comer y estuvimos todo el rato bromeando, hablamos de todo, por fin, TODO.
No tenía nada que esconder y eso me hacía sentir aún más agusto con Pedro.
En fin, lo quería. Y como siempre me pasa todo lo bueno viene acompañado de algo malo.
No me dió tiempo de comer cuando Pedro dijo:
- Y ya que todo está aclarado, ¿quién era ese Jose?