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By vcarlabianca

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Trilogía UNBREAKABLE. Primer parte: "El collar alrededor de tu cuello" | C O M P L E T A | ✔️ Estoy exha... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Epílogo

Capítulo 3.

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By vcarlabianca

"Un diamante brilla como un ángel en las manos de un demonio."
(Carla.B)

P.O.V HOPE

¿Alguna vez experimentaron el dolor y el placer al mismo momento? Precisamente eso me pasó. —¿De qué estoy hablando?

¡Retira la mirada! ¡Deja de mirarlo, idiota!—me decía la conciencia.

Su mano caliente agarró fuerte mi rodilla, lo mire a los ojos con ¿Miedo?, ¿Extrañeza? Todo mi cuerpo se tensó, un sentimiento de calor me invadió, mientras que en mi estómago se formó una pequeña tormenta.

—Puedo sola. —susurré al final sintiendo como me sonrojaba. Él seguía mirándome a los ojos, sin retirar su mano—. Gracias por la ayuda.—insistí , mirando a cualquier otra parte que no sea su mirada intimidante. Poco a poco retiró su mano, miré mi pierna roja, había marcado mi piel con su mano.

—¿Te quedas con estos?—dijo levantándose poco después, miré los hermosos tacones en mis pies, eran tan hermosos. Igual de hermosos que el precio, 10.000$.

¿Qué?

—No.—conteste de inmediato—. ¿10.000$ por unos zapatos? Ni que fueran de oro.—espeté sarcástica y avergonzada al mismo tiempo.

¿Por qué me había traído aquí? ¿No se dio cuenta que mi situación económica no tiene nada que ver con la suya?

—¡Paola!—gritó de repente haciéndole sobresaltarme, aún con su mirada fija en mi. La misma mujer de antes se nos acercó—. Los compramos.—extendiendo su tarjeta de crédito.

—¡No!—grite levantándome rápidamente de la silla con un pie aún en el zapado. La mujer se fijó en mi con una mirada de disgusto. ¡Órale!

—Paola, haz lo que te dije.— le indicó mientras apretaba la mandíbula—. Y tú..—me señaló con el dedo—. Siéntate y que sea la última vez que me levantas la voz o te pones en contra de mis decisiones.—me advirtió con voz sería.

—Nunca recibí regalos de un hombre, y menos si son tan caros.—dije aún de pie.—. Y mucho menos quiero hacerlo en este momento.

No tengo la menor idea de quién cree que soy, pero yo no voy a aceptar su regalo. No me puede obligar, ¿O si?

—Yo no soy cualquier hombre señorita, pensé que lo había entendido, la gente no acostumbra cuestionar o dudar mis órdenes—me seguro  y después se fue de ahí, dejándome sola en la tienda.

Pues... Acepté el regalo.

Poco después la misma mujer regresó con una caja donde metió los zapatos, claro, no antes de sonreírme falsamente.

Por fin estaba en el coche, hablando con Peter, mientras que Andrew... ¿Dibujaba? En menos de treinta minutos ya estábamos en frente del edificio. El caminaba antes y yo lo seguía, hasta que nos subimos en el elevador. ¡Que falta de aire! Un Andrew era demasiado, ahora veía cuatro reflexiones de él. Y cada parte que se reflejaba en los espejos era perfecta.

—Necesito que me hagas una conferencia telefónica con David Méndez , Paul Velays y Celin Ferrer.—dijo mientras me miraba por el espejo del frente .

—¿La mujer con la visita sorpresa?—dije girando mi cabeza hacia el.

¿Cómo es una visita sopresa si sabe que iba a venir?

—Señorita Hope.—sonrió girándose hacia mi, mientras metía su brazo alrededor de mi cintura hasta que presionó un botón y el elevador se paró. Se acercó más a mi hasta que pude sentir su respiración en mi rostro.

—¿Pasó algo?—pregunté de manera inocente, incomoda por la situación, mientras que sus ojos se clavaron en mis... Labios.

—Le recomiendo que no se meta en cosas que no le importa, nunca sabe que demonio puede despertar y tal vez me olvido que aún es intocable.—resopló Andrew acercando su cuerpo más al mío y presionando otro botón, el elevador empezó a subir de nuevo.

—¿Intocable?—pregunté con el corazón acelerado y con los pies temblando.

Sonrió.

—Límites.—aclaró, mientras retiraba lentamente su mano que tocaba cada parte de mi cintura—. Y a mí me encanta desafiarlas.—añadió cuando las puerta del elevador se abrieron y empezó a caminar, lo seguí hasta su oficina, entró y me cerró la puerta en la cara.

¡Este hombre me volverá loca!

La recepcionista me dirigió hacia mi oficina. Estaba precisamente al lado de la oficina de Andrew, nos separaba solo una pared de vidrio rodeado por un montón de flores. Empecé a hacer mi trabajo, de vez en cuando levantaba la mirada para mirarlo, estaba tan enfocado en su trabajo. Tomé una pausa y saqué la caja con los zapatos, eran hermosos, lo probé y decidí quedarme con ellos. Mientras miraba mis zapatos por debajo de la mesa, sonó el teléfono.

— ¿Tan interesante es lo que tiene debajo del escritorio, señorita Hope?—era Andrew, levante rápidamente la cabeza y lo vi mirándome.

—¡Estos zapatos son hermosos!—dije muy contenta.

—No me refería a eso—dijo con una sonrisa pícara, aún mirándome—. Necesito que haga ahora mismo la conferencia telefónica.

—Bien—colgué pero el teléfono volvió a llamar.

— ¿Cómo se atreve colgarme? ¿Es necesario aclararle que usted está a mi disposición y no yo?—dijo en tono molesto. Lo miré por la ventana. Si, no parecía nada contento. Bueno... Nunca lo vi contento.

—¿Quiere esa conferencia hoy o cuando deje de regañarme?—conteste con tono molesto también. Podría ser mi jefe, podría correrme pero mi dignidad se mantiene en pie. Colgó y yo rodé los ojos, después de unos segundos el teléfono sonó de nuevo.

—Si sigue rodeando los ojos una vez me más, la haré yo rodearlos pero de otra manera.—me aseguro rápido, fulminándome con la mirada y después colgó.

Respiré hondo, dándome cuenta que no sé hacer una conferencia telefónica. Saque los números y empecé a llamar...

P.O.V ANDREW

Cada día me era más difícil aguantarme las ganas de follarla sobre mi escritorio. Su mirada, su inocencia, su timidez me mataban por dentro literalmente.

Era como si hace poco me había enterado que el número de mi destino es un seis, y ahora, para poder ser plenamente feliz, necesitaba encontrar el nueve.

Esperaba la conferencia telefónica, miré un dibujo que hice, mejor dicho la mitad de él cuando llamo el teléfono.

—¡Buenos días Andrew!—dijo David—. ¿Cóm...?—colgó pero el teléfono volvió a llamar—. Buenos días, ¿Llamo para llevarle el desayuno?—dijo un hombre.

—¿Qué?—pregunté confundido—. Yo no llame para nada—colgué pero el teléfono sonó de nuevo.

—Hola cariño—dijo Celin—. Te echo de menos am...—colgó.

¿Que mierda? Parece que Hope no sabe hacer una conferencia .

El teléfono llamó de nuevo y nervioso conteste.

—Hola Andrew—dijo Paul—. Tú secr...—colgó.

—¡Hope!—grite lo más fuerte que pude. La miré por la ventana y ella se tensó, le hice una señal con los dedos para presentarse  a mi oficina de inmediato.

Poco después entró, caminando como si fuera borracha, entendí que era por culpa de los tacones.

—¿Cómo es posible que arruines una conferencia?—alce la voz, estaba enojado. Trabajé mucho por esta empresa y era algo muy importante para mi, era lo único que me quedo de mis padres.

—Perdón.— se disculpó bajando la cabeza y empecé a sentir remordimientos, tal vez fui demasiado duro con ella.—. Me equivoqué.

—¡Te equivocas en una llamada no en tres!—m creció la tensión de nuevo—. ¿Y esa llamada que recibí del restaurante?—pregunté.

—¿Qué restaurante?—preguntó más confusa que yo.

—¿Por lo menos sabes a quién llamaste?— suspire cansado, negando con la cabeza.

—Claro.—dijo segura de si misma—. A la sorpresa... digo a la señora Celin, al señor Paul y el señor David que tenía dos números, uno escrito David Méndez y el otros David's.—la miré con asombro cerrando los ojos.

—¡David's es un maldito restaurante, Hope!—dije levantándome de la silla.

—Arreglaré todo.— su voz sonó como un susurro lleno de vergüenza.

—Le voy a pasar este trabajo a otra persona, una vez fue suficiente. Aquí no vienes a aprender, vienes a trabajar de la manera más eficiente.—seguí regañándole—. Ven acá.—le ordené mientras sacando unos papeles. Ella se acercó a mi lado. Estaba sentado en la silla y ella en mi parte derecha, llevaba un perfume dulce que lo sentí igual de fuerte como en el elevador—. ¿Qué opinas de esto?—le enseñé el dibujo de la última colección de diamantes que hice.

—¿Quieren mi opinión sincera?—preguntó—. ¿O la de una empleada de esta empresa?—añadió y yo la miré.

—Sorpréndeme—dije sarcástico .

—Como empleada le diría que es lo mejor que he visto.—hizo una pausa—. Como mujer, jamás vi una cosa más dura.

—No lo dudó.—la miré con una sonrisa pícara—. En fin, explícate.—le pedí y ella tomó el dibujo en sus manos.

—Es un diamante negro lleno de otros diamantes transparentes, es hermoso pero...—hizo una pausa—. Yo preferiría algo más sencillo, más fino. Tal vez un simple collar con un diamante negro y una piedra transparente en el centro.

—¿Por qué?—pregunté curioso, acariciando mi barbilla y mirándola cautivado.

—Para transmitir un mensaje. En lo más oscuro, que es la vida, siempre hay una pequeña luz.—contestó sonriéndome—. Es solo mi opinión, aparte yo no se mucho de joyas y diseños.

—¿Y si la luz nunca llega?— seguí la conversación, por algo me interesaba su opinión.

—Hasta el demonio fue un ángel antes.—contestó y dejo el papel en el escritorio.

—No buscas el paraíso en el fuego del infierno.—digo mirándola, esperando una respuesta filosófica de su parte.

—¿Por qué me quemaré?—preguntó mientras soltaba una risita irónica que escondía un sentimiento de dolor.

—Porque no lo encontraras.—confesé.

Me levante de la silla pensativo, ella dio unos pasos atrás, perdiendo el equilibro y me apuré en agarrarla. Mis manos agarraron su cintura con fuerza, unos pelos suyos acariciaron mi rostro, mientras que sus manos se clavaron en mi cuello. Sus senos chocaron con mi pecho y su abdomen con mi pene, haciéndolo despertar. Estábamos tan cerca que si movía mis labios tocaba los suyos...

No dijo nada, tenía la respiración agitada. En el momento que me di cuenta de la situación quise alejarme pero antes la apreté más fuerte a mi cuerpo.

—¡Ay.—se quejó Hope con la voz entrecortada, girando su mirada hacia la puerta que se abría lentamente, apareció una mujer casi desnuda que se movía sensualmente, la solté de inmediato, la mujer que hizo toda esa escena erotica en la puerta entró. Amanda.

—Cariño.—dijo sonriéndome—. ¿Y esta?—dijo mirando a mi secretaria.

—Hope.—contestó rápidamente sorprendiéndome, la miré y ella a mi—. La secretaria.—añadió mirándome.


Me senté en la silla, mientras que Hope seguía a mi lado, parecía tan tensa. Miraba fijamente a Amanda y Amanda a ella mientras se acercaba más a nosotros, hasta que llegó al lado de Hope empujándola por error hacia atrás sonriente, unos segundos después se sentó sobre mi piernas, Hope giró la mirada.

—Si no me necesitan, me retiro.—dijo sin mirarme,

—No, te puedes ir. —conteste mientras que Amanda empezó a besarme el cuello.

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