Augusta Longbottom estaba sentada en la sala del número 6 de Privet Drive, haciendo algo que nunca pensó posible, hablar con un mortífago. Para ser justos, un ex-mortífago. Y este amablemente le estaba sirviendo un té con galletas. Como si la escena por sí misma no fuera lo suficientemente surrealista, este individuo era además de todo; el guardián y tutor del niño-que-vivió.
Harry la había recibido en su chimenea y la guió hasta un cómodo sofá, luego le ofreció amablemente galletas del servicio de té mientras Severus Snape le ofrecía una taza de té de menta con una educada sonrisa ligera, luego de los saludos de cortesía. Su nieto y Harry pidieron permiso para salir a jugar con el primo muggle de Harry (Dudley, le dijo su nieto que se llamaba) en cuanto Augusta tuvo el té en sus manos dejándola a solas con Severus.
—Señora Longbottom, ¿A qué debemos el repentino interés en nuestra familia? No me malentienda, no es un secreto que tengo la custodia de Harry, sé que el asunto esta callado tanto en el ministerio como en la prensa, pero sé que usted y su familia conocían este hecho mucho antes de que Harry entrará a Hogwarts—.
—Mi nieto. Él es la razón—Augusta dijo con mucho aplomo. Su porte era el de una persona que no se andaba con rodeos.
—Neville, es un chico estupendo, Harry y él se han hecho amigos—.
—Y el hecho de haber enfrentado un Señor Oscuro ayuda mucho a crear lazos—.
—Respecto a eso, no pensamos que él quedaría en la línea de fuego, pensábamos detener a Quirrell solos, Harry tenía la instrucción de huir si la situación nos superaba. Ni siquiera debimos llegar a pensarlo, pero Dumbledore no escucho mis advertencias sobre Quirrell, aun me asusta pensar en que hubiera pasado si lograba obtener la piedra—.
—No me molesta que mi nieto se pusiera en peligro, me molesta que no estaba preparado para hacerlo. Él creía que el sombrero debió ponerlo en Hufflepuff, que no tenía la valía para estar en Gryffindor, y lo ocurrido con la piedra, le dio ánimos. ¡Incluso me hizo un berrinche porque no le compre unas ranas de chocolate! ¡A mí! No sabía si darle un golpe en su trasero con mi bastón o comprarle una escoba de carreras como premio—.
—Así que puedo suponer que esta visita no es para reclamarme por poner a su nieto en peligro ni para entregarme a los aurores por el mismo hecho—.
—No, pero si quiero saber algo antes de decir a lo que vengo ¿Por qué tienes tú la custodia del joven Harry? ¿Y por qué lo has entrenado en combate mágico y muggle además de toda la educación mágica extra que ha tenido desde los 7? Mi nieto me comento sobre esas clases extras que tuvo antes de convertirse en alumno de Hogwarts... Francamente, es como si hubieras sabido que necesitaría todo eso mucho antes de que volviera a aparecer el Señor Oscuro—.
—Precisamente esa es la razón de que le diera y le siga dando esas clases a Harry, señora Longbottom—.
—Llámame Augusta—.
—Augusta, no sabía si iba a regresar pronto o más tarde, solo pensaba que el Señor Oscuro no estaba muerto y que un día volvería y querría terminar lo que empezó con Harry. Al contrario de Albus o Minerva que claman que es mejor que los niños crezcan inocentes del mundo que los rodea y les dejen ese trabajo a los adultos, yo creo que es mejor que los niños conozcan los riesgos de este mundo, hay peligro en todos lados y no solo amenazas de magos tenebrosos—.
—¿Por eso es por lo que empezaste a darle clases de defensa personal al primo de Harry? —.
—En parte, además; si Voldemort se entera de que Harry tiene una familia a la cual el ama, ¿Cuánto tardaría en usarla en su contra? ¿O torturarlos? ¿O matarlos? Su tía prefiere ignorar la magia, pero su hijo es más receptivo a nuestro mundo—.
—Sí, Neville me contó de su visita al callejón Diagon. Al parecer tuviste un encuentro "amigable" con Lucius Malfoy—Dijo Augusta mirando las reacciones de Severus.
—Esa infame cucaracha, no me lo menciones, estuve a punto de mandarle un Crucio—Contesto Severus perdiendo su máscara de frialdad.
—Entonces es verdad que abandonaste totalmente tus creencias, Severus. Francamente aún tenía mis dudas, sonaba extraño que un supuesto ex-mortífago hubiera renegado del que antaño fue su compañero de armas, y aún tenía la idea de que el hecho de que cuidaras a Harry se debía a un elaborado plan para convertirlo en el sucesor del Señor Oscuro—.
—¿En serio creías eso? No sé si reír o no Augusta. Eso suena a un plan muy retorcido ¿No lo crees? ¿Y cómo lo haría bajo las barbas de Dumbledore? —.
—No me puedes culpar Severus. En la guerra, no sabíamos en quien confiar, y francamente a todos nos sorprendió cuando Albus dijo que habías sido espía para la orden. Y cuando me enteré de que tenías la custodia de Potter, fue aún más difícil de creer ese hecho. ¿Cómo podía Albus confiarte al pequeño que derroto al Señor Oscuro? —.
—Eso puedo contestártelo fácilmente Augusta—.
Severus se puso de pie y se arremango la manga izquierda para mostrarle su brazo límpido a Augusta Longbottom.
—¡No puede ser! No tienes marca, ¡Se supone que eras un mortífago! ¡Deberías tener la marca! —.
—La tenía—.
—¿Cómo pudiste borrarla? —.
—Harry—.
—¿El pequeño la borro? —.
—Albus me dejo tener la custodia con una condición, hacer un hechizo vinculante, pero cuando hice mi juramento de lealtad, algo extraño paso y la marca se borró—.
—Eso no es posible, no así de fácil. La única manera de borrar una marca de lealtad es hacer otro juramento a un mago más poderoso. Eso significaría que el pequeño... —.
—Es más poderoso que Voldemort, sí, eso significa—.
—Y significa que en vez de la marca tenebrosa tienes otra en algún lado—.
—Así es. No te asustes cuando la veas. ¿De acuerdo? —.
Severus cerró las cortinas con un movimiento de varita y se desabotono la camisa frente a su invitada. Augusta ahogó un grito cuando vio la marca que indicaba la lealtad de Severus. El tatuaje había ido cambiando con los años, el cachorro de león que había cuando la marca se creó, había ido creciendo conforme lo hacía Harry, ahora se veía a un león joven y una serpiente, estar sentados pero la serpiente seguía frente al león, protegiéndolo. Severus se volvió a abotonar la camisa y abrió de nuevo las cortinas.
—¡Por Merlín! Nunca había visto nada así, parece como si fueran a salir de tu pecho—.
—Y eso no es todo, ha ido cambiando con los años, cuando hice el hechizo, era un cachorro de león—.
—¿Albus sabe de esto? —.
—De la marca, sí. De qué ha cambiado con los años, no—.
—Severus, esa marca es inusual y francamente no creo que haya habido una así antes. ¿Por qué no le has dicho a Albus? —.
—Aún tengo secretos que mantener, por el bien de Harry, y Albus no está preparado para lidiar con ellos, no creo que pueda hacer lo mejor para Harry si los sabe. Y si te los cuento, no podrás repetir nada de lo que te diga—.
—De acuerdo, pero quiero algo a cambio—.
—Dime tu precio—.
—No es dinero, Severus Snape, es mi nieto. Quiero que lo entrenes como a Harry, ese era el motivo de mi visita. Quiero que le des las mismas herramientas que a tu muchacho. Si estás haciendo esto por lo que pienso, mi nieto está en el mismo peligro que Harry si Voldemort regresa—.
—Trato hecho Augusta. Solo no pienses mal de mi cuando termines de escuchar—.
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Augusta Longbottom se había ido poco después de la hora de cenar, su nieto, Harry y el primo de este, Dudley; habían puesto la mesa y todos cenaron en calma. Severus y ella habían llegado a un acuerdo, y contrario a lo que él podía esperar, Augusta fue muy comprensiva con lo que le contó. Sinceramente, Severus no esperaba haber ganado una aliada tan poderosa. Por qué Augusta, pese a su edad y apariencia delicada era una tremenda adversaria mágica y ella tenía lo mismo que perder que Severus si Voldemort regresaba. Después de esa cena, Severus y Harry fueron invitados a cenar un día antes de partir a Hogwarts en la mansión Longbottom. A partir de ahí, ambas familias quedaron de verse regularmente el siguiente verano y quizás pasar algunos días de las vacaciones de navidad.
Esa cena fue un antes y después para Neville, había pasado de ser un chico retraído y tímido a ser un cada vez más confiado león, y ahora más que nunca gracias al anuncio de su abuela y el profesor Snape de que recibiría clases especiales de defensa igual que Harry durante el siguiente año escolar. Neville no cabía en su asombro. Había visto el nivel de magia que sus amigos tenían, y él quería poder llegar a alcanzarlos. Y para redondear su felicidad, su abuela le confió que le compraría una varita nueva, para que su entrenamiento diera mejores resultados.
Harry estaba feliz por su amigo, se veía en su cara que esto era como la mañana de navidad para él y ahora, Harry tenía más amigos con los cuales compartir esas clases especiales. Había visto lo que podían hacer y él quería que sus amigos pudieran protegerse. Seguro este iba a ser un año interesante.
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Harry, Neville, Ginny y Ron estaban buscando un cubículo desocupado en el tren, habían quedado con Hermione y Draco de verse en el tren, así que esperaban ya tener un lugar en donde sentarse cuando ellos llegaran. Encontraron uno al fin y subieron los baúles a la parte de arriba. Apenas había pasado media hora cuando llegaron Hermione y Draco. Todos se pusieron al día respecto a sus vacaciones. Draco le preguntó a Harry sobre quién era el mago que quería visitarlos y Neville fue quien le contestó que era su abuela. De ahí la conversación derivó hacia las clases especiales que tomarían Harry y Neville, y que ya tomaban Hermione y Ron.
Draco y Ginny preguntaron sobre esas clases y estaban dispuestos a tomarlas, querían saber cómo eran y que tenían que hacer para poder tomarlas.
—Supongo que primero deberían pedírselo a mi tío, y conseguir permiso de sus papás, Ron y Hermione tuvieron que hacerlo antes de que mi tío aceptara darles las clases—Comentó Harry.
—La abuela fue en persona a pedirlo por mí, le había dicho como se defendieron del profesor Quirrell y ella estaba fascinada, dijo que convencería a tu tío de darme esas clases. Y ya ves, empezaran en menos de un mes—Dijo Neville.
—Y son clases muy duras chicos, uno pensaría que todo en el mundo es la magia, pero los muggles tienen muchas habilidades útiles en combate, uno no pensaría que es así, pero lo es—Agregó Ron muy entusiasmado.
Hermione asentía vigorosamente dándole la razón a Ron, y los chicos se imaginaban a sí mismos tomando esas clases. Ginny y Draco estaban decididos a tener esas clases con sus amigos, aunque si el profesor Snape pedía el permiso de los padres, Draco no sabía cómo iba a convencer al suyo de que le dejará estudiarlas.
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Después de la primera clase de Gilderoy Lockhart a ningún Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff varón le quedo duda de que Lockhart como profesor era un completo idiota, algunas chicas apoyaban esta moción, pero la mayoría del alumnado femenino, insistía en que Lockhart era un estupendo profesor. "Si claro, un estupendo profesor incapaz de tratar con simples duendecillos de Cornualles" pensaron la gran mayoría de Gryffindor y Slytherin; "Un completo fraude" pensaron casi todos los Ravenclaw y "¿Cómo pudieron darle el puesto de profesor a este cerebro de troll?" los Hufflepuff. Claro que estos pensamientos solo los compartían los alumnos fuera del radar de los profesores.
Y en el caso de los profesores la situación para Lockhart no era mejor, fuera de Dumbledore, ningún profesor lo consideraba siquiera "soportable" como persona, ya no digamos apto para dar clases.
Al fin había algo que todas las casas tenían en común, ninguna de ellas (al menos los chicos) soportaban al insufrible Gilderoy Lockhart. Y de todos los alumnos, quien menos lo aguantaba era Harry. Desde que entro a la escuela, Lockhart no paraba de perseguirlo, de intentar hablarle y ofrecer "ayuda" en sus clases, a lo cual Harry rechazo cada intento, primero educadamente, luego no tan educadamente y al final, con sincera exasperación. Definitivamente Harry se mantenía todo lo que pudiera, alejado de Gilderoy Lockhart.
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Ya había pasado una semana desde el inicio de clases y además del excesivo interés de Lockhart en él, a Harry le habían pasado las cosas más extrañas del mundo, incluso para ser un pequeño mago perseguido por un psicópata megalomaníaco desnarigado. Para empezar, su tarea de transformaciones desapareció antes de que pudiera entregarla a la profesora McGonagall, luego alguien partió el palo de su escoba en dos, por fortuna para Harry, pudo repararse sin problemas, luego alguien tuvo a bien lanzarle bombas fétidas y estuvo oliendo a huevos podridos por casi 2 días, y tenía la constante sensación de ser vigilado. Y lo extraño era que todo paraba en cuanto estaba cerca de Draco.
Harry no entendía que estaba pasando, pero pensó que seguramente era algún bromista muy malintencionado y durante ese tiempo, ningún Gryffindor, excepto sus amigos, quiso estar cerca de él para no ser objeto de las mismas bromas. Casi al mes, esas extrañas cosas pararon y todo parecía ir normal. Hasta el primer partido de quidditch, Slytherin contra Gryffindor.
Draco había conseguido el puesto de buscador, y aunque ambos eran amigos, ninguno quería perder, así que ambos estaban dispuestos a vencer al otro. El partido iba bien, a favor de Gryffindor, algunos Slytherin empezaron a hacer trampa, Draco y Harry estaban ajenos a esto ya que ambos se dedicaban a buscar la snitch afanosamente cuando una bludger pasó rozando a Harry, este casi cae de su escoba y no hubiera sido extraño (en quidditch era común ese tipo de accidentes) sino fuera porque la bludger fue golpeada por uno de los gemelos y esta, regresó inmediatamente a querer golpear a Harry.
Harry que estaba bajo el asedio de la bludger empezó a volar erráticamente, intentando en vano perder a la bludger, era evidente que estaba hechizada. Draco que empezó a notar lo que pasaba voló hacia Harry intentando ayudarlo y la bludger le dio a la punta de su escoba y lo lanzó hacia las gradas, afortunadamente para Draco, la tela de las gradas amortiguo su caída y aterrizó apenas con un esguince en la mano y varios rasguños. Harry como medida desesperada voló hacia el suelo y antes de alcanzar el suelo levantó la punta de su escoba para volar al ras del suelo y la bludger golpeó el suelo y se enterró. Harry suspirando de alivio vio la snitch y trato de agarrarla, cuando lo logró, la bludger; que se había logrado desenterrar del suelo, golpeo su brazo en el codo y tiró a Harry de su escoba.
En cuestión de segundos, Harry rodaba por el suelo intentando esquivar los golpes de la bludger, fue hasta que Snape llegó hasta él que la bludger quedó inutilizada por la varita de su tío. Rápidamente fue levitado hasta la enfermería por su tío y otra persona que no alcanzo a divisar. Aunque por la voz parecía ser uno de los gemelos.
Ya en la enfermería, Madame Pomfrey le dijo que la bludger había roto en varios fragmentos el húmero y casi pulverizado la mitad de su radio. Básicamente tenía que reponer dos de los huesos más largos de su brazo y eso significaba una sola cosa.
—¿Crecehuesos Madame? —Pregunto Harry con aprensión.
—Me temo que sí jovencito, ya sabes el procedimiento—Le dijo Madame Pomfrey.
Y vaya que Harry sabía el procedimiento, recordó cuando tenía nueve intento ir al bosque prohibido, se le ocurrió volar entre los árboles con su escoba de juguete, no vio un árbol y se estrelló contra él, con tan mala suerte que una de sus ramas, una muy pesada rama; cayó en su pie y le fracturó varios dedos, al menos eso pareció; cuando llegó su tío y Hagrid a rescatarlo, porque no lo habían visto en el castillo y recordaron su afición a volar cerca del bosque; lo llevaron inmediatamente a la enfermería y Madame le dijo que los huesos de los dedos de ese pie, estaban demasiado fragmentados para repararse de forma fácil, así que paso una de sus peores noches de la infancia, reponiendo los huesos de su pie, luego de tomar una de las pociones con peor sabor en el planeta.
Regresando al tiempo actual, Harry odio esa poción desde ese incidente y sabía que esa noche iba a ser especialmente desagradable. Aun así, disfruto cuando el equipo de quidditch llegó a querer animarlo, llegaron con jugo de calabaza, bocadillos y ranas de chocolate, habían puesto a Draco al lado de su cama, así que a pesar de haberle ganado a Slytherin, los Gryffindor lo incluyeron en su improvisada fiesta por haber intentado ayudar a su buscador. Luego de que se fueron los Gryffindor, los Slytherin arribaron, Harry se hizo el dormido y dejo que Draco tuviera la compañía de sus otros amigos, Harry tenía que aceptar que lejos de las demás casas, los Slytherin solían ser leales entre ellos.
Él tenía un par de amigos en Slytherin además de Draco, aunque la identidad de estos era para algunos un shock, Marcus Flint el capitán del equipo de quidditch de Slytherin había empezado a enseñar a Harry cuando este tenía 9 luego de verlo volar con su escoba de juguete; lo hizo con la esperanza de que cuando fuera seleccionado quedaría en Slytherin, cosa que no paso, pero eso no impidió que siguieran con su amistad. El otro Slytherin con el que trabó amistad fue con Theodore Nott Jr. Este empezó a ser su amigo luego de que se encontraron en la biblioteca y este le preguntó a Harry sobre la inusual relación de un Gryffindor con su jefe de casa. Luego de explicarle que el profesor Snape era en realidad su tutor, empezaron a hablar de otras cosas y descubrieron que ambos tenían muchos gustos en común, en especial pociones, Harry le contó que él tenía unos apuntes muy diferentes sobre pociones y prometió enseñárselos algún día, lo que sucedió hasta el final del año escolar anterior, sin embargo, aun así, no habían profundizado en su amistad más allá de algunas cartas vía lechuza en vacaciones y pláticas durante las clases. No es que Harry no tuviera más amigos Slytherin, tenía muchos a los que saludaba y esas cosas, pero amigos-amigos, solo Draco, Marcus y Theo. Y Draco más que los otros dos.
Cuando la mayoría de los Slytherin se fueron, Harry por fin se "despertó" y pudo saludar a Marcus.
—Potter—.
—Flint—.
—¿Por qué te hacías el dormido? —.
—No quería incomodarlos, después de todo ganamos el partido—.
—Fue suerte Potter, los venceremos la próxima vez—.
—Si claro—Dijo con suficiente sarcasmo Harry.
Marcus solo le alboroto el ya de por sí revuelto cabello a Harry y suspiro.
—No sabes cómo me hubiera gustado que estuvieras en mi Casa—.
—Y a mí, Gryffindor no está mal, pero quería mucho estar en la casa de mi tío—.
—Espera cararajada, estás diciendo ¿Qué querías estar en Slytherin? —Dijo Draco sorprendido.
—Sí rubio, pero el sombrero me dijo que, aunque hubiera sido una excelente serpiente, mi lugar estaba con los leones, y pues ha sido una buena casa. Mis amigos de ahí son muy agradables—.
Después de eso, la conversación fue más sobre las posibles causas de por qué la bludger iba contra Harry, desde que Voldemort la había hechizado hasta que Lockhart la había hechizado para luego "salvar" a Harry. Esta última podía ser cierta, tuvo que aceptar Harry.
Marcus se fue de la enfermería diciéndole a Harry que la siguiente vez "mordería el polvo" y a Draco que tenía que entrenar más, ya que ahora le debía 20 galeones a Oliver Wood, habían apostado sobre el partido y Wood gano. Ambos niños debían pasar la noche en la enfermería por orden de Madame Pomfrey.
Al día siguiente, Madame Pomfrey dio de alta a ambos, Harry había repuesto sus huesos y los rasguños y esguince de Draco ya estaban bien, así que ambos iban camino hacia el Gran Comedor. Un Gryffindor de primer año con una cámara los interceptó antes de que entraran.
—Y-yo... este... Harry, quiero decirte... algo—El pequeño aferraba una cámara y una foto en sus manos.
—Te veo adentro cararajada—Dijo Draco entrando al comedor.
—Si, voy en un segundo. Hola Colín, ¿Qué quieres decirme? —.
—¿Recuerdas esas "bromas" que te jugaron hace unas semanas? —.
—No me lo recuerdes—.
—Creo... creo que encontré algo—Le dijo Colín dándole la foto a Harry.
En la foto estaba Harry poco antes de atrapar la snitch y con la bludger soltándose del suelo se veían las gradas de Gryffindor, pero en la parte de abajo, justo donde empezaban las gradas de Hufflepuff se veía una figura extraña, con orejas de murciélago, la figura se veía demasiado lejana para notar un rostro, pero Harry sabía lo que era, un elfo doméstico, y si había algo que podía hacer tantas "bromas" sin ser atrapado y encantar una bludger de esa forma, era un elfo doméstico.