— ¡PinkyPoo Hyung!, ¡PinkyPoo Hyung! —Gritó un pequeño Park JiMin de doce años a la vez que corría con sus cortas piernecitas en dirección a su Hyung favorito en tooooodo el mundo.
Cuando el de menor edad divisó a su mayor a la salida de la escuela, no dudó en lanzarse de lleno a sus brazos confiando ciegamente en que el mayor lo atraparía.
— ¡Minnie! ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso de repente? —Le reprendió YoonGi una vez que el lindo azabache estuvo entre sus brazos sano y salvo. En momentos como esos, YoonGi agradecía al baloncesto por estimular sus reflejos al punto de ser al menos decentes, porque si no, JiMin estaría ahora mismo con la cara estampada contra el piso y su uniforme manchado con tierra.
El menor, en vez de responder, hizo lo de siempre, se acurrucó fuertemente en el pecho de YoonGi, frotando su rosada naricita contra el pálido cuello del mayor y murmuró algo inentendible que YoonGi por pura deducción entendió como un "Te extrañé".
—Ah JiMin, nos vimos ayer en la tarde, y hablamos por teléfono en la noche —Rió YoonGi admirado por la ternura natural que expelía Park JiMin.
—No es lo mismo —Negó el menor con un puchero separándose del más alto para ahora, tomar su mano y comenzar a avanzar con suaves saltitos.
Min volvió a no contestar y tan sólo negó con la cabeza. Su niño era un caso. Respondió a las miradas venenosas o despectivas que los rodeaban a la salida de la escuela de JiMin con miradas aún más venenosas y despectivas hasta que pudieron liberarse de la enorme multitud de personas que rodeaba la entrada. Una vez a una cuadra del establecimiento, YoonGi recién pudo relajarse, y con una sonrisa complacida, disfrutó la calidez de las rechonchitas manos de JiMin y el suave balanceo de sus dedos entrelazados.
Le encantaba, le fascinaba la manera en la que a pesar de que habían crecido, habían cambiado, madurado –aunque de JiMin no lo creyeran- y se habían alejado ahora que YoonGi estudiaba en un instituto y no en la escuela de JiMin, ambos seguían siendo la misma pareja de amigos que las ajummas de su calle alagaban al verlos pasar porque "eran demsiado tiernos, sobre todo el bajito". Seguían tomándose de la mano, abrazándose, dándose cariños y emocionándose al verse tal y como cuando eran unos niños, a pesar de que ahora eran todos unos adolescentes y los comentarios molestos alrededor nunca faltaban, ellos nunca se habían separado por eso.
— ¿Pasa algo, PinkyPoo?
Sí, ese es Park JiMin, de doce años, pronto trece, el muchacho que estaba a punto de salir a la escuela para pasar al instituto y ser un adolescente hecho y derecho, quien seguía siendo el pequeño niño extremadamente tierno con las mejillas regordetas y los ojos sonrientes que había sido desde el primer día cuando YoonGi lo vio por primera vez cruzando la reja del jardín. Y eso, mierda, como le encantaba eso.
—Uh, no, nada, ¿Por qué, sol? —Preguntó YoonGi desinteresadamente, sonriendo al notar de soslayo como los colores subían al avergonzado rostro de JiMin.
—Estabas muy callado —Respondió Park brevemente escondiendo la mitad de su rostro entre su bufanda. El otoño estaba en todo su esplendor y el frío invernal comenzaba a hacerse presente poco a poco, por lo que YoonGi procuraba todos los días cuando iba a buscar a JiMin para llevarlo a la escuela y cuando iba al horario de salida para llevarlo de vuelta a casa, que su bebé estuviera apropiadamente abrigado, aunque tuviera que aguantar a veces interminables berrinches por parte del menor.
—Sólo estaba pensando —Explicó YoonGi sonriéndole con suavidad para que el menor no se preocupara. Sabía lo paranoico que podía ser JiMin algunas veces.
— ¿En qué? —Inquirió el menor curioso ladeando la cabeza para poder ver mejor el perfil de su PinkyPoo Hyung. Le gustaba ver al mayor cuando hablaba, sus PinkyPoo labios eran tan rosaditos y pequeñitos que a JiMin se le hacían lo más lindo del mundo.
—En ti.
Simple y conciso, pero hizo que el interior de JiMin estallara con fuerza provocando un fuerte escalofrío en su columna y un inminente sonrojo en sus mejillas, ¿Cómo no sonrojarse cuando YoonGi era tan... PinkyPoo Hyung?
El mayor no esperaba una respuesta, y no la tuvo, en vez de eso, un leve apretón de manos por parte del menor, quien había apartado la vista luego de esas cortas palabras, fue como un claro "hyung, me estás avergonzando". El gesto fue correspondido por YoonGi, quien volvió a apretar con suavidad sus manos unidas en algo que JiMin interpretó como un "es la verdad", que pudo escuchar fuerte y claro en su mente con la voz del mayor.
Porque aunque JiMin se lo guardara porque era demasiado vergonzoso decirlo, él también amaba la manera en la que su relación se había conservado hasta el momento. Amaba recibir los PinkyPoo abrazos apretados del azabache, hacer sus tareas con el mayor y enseñarle los nombres de todos los personajes japoneses que hacían aparición en la punta de sus PinkyPoo lapiceros mientras era mimado por él, le gustaba cuando merendaban juntos y JiMin se manchaba el rostro con cualquier cosa que estuvieran consumiendo, provocando la dulce risa de YoonGi, esa donde enseñaba sus rosadas encías. Amaba ser el niño de YoonGi. Amaba ser el JiMinniePoo de PinkyPoo Hyung.
Después de eso, el trayecto hasta la casa de JiMin, y por consecuente a la de YoonGi, fue corto, en menos de lo que pensaron, ya estaban frente a la puerta del menor mirándose fijamente, esperando que el otro se despidiera primero para no tener que romper el contacto.
— ¿Vas a pasar, PinkyPoo? —Preguntó dulcemente JiMin tomando el pomo de la puerta con su mano enfundada en la manga de su sweater escolar, el cual le quedaba demasiado grande.
—No puedo Minnie, tengo tarea que hacer y... ah, no hagas esa cara, MinMin —Negó YoonGi apartando la vista para no ver la cara de gato con botas que JiMin le ponía— ¡Está bien! Pero vendré después, ¿sí?
JiMin asintió con energía y con una pequeña sonrisa triunfante que YoonGi pudo clasificar como la cosa más tierna del mundo. JiMin y sus ojos sonrientes eran lo más tierno del mundo.
— ¿Tu madre está abajo? —Preguntó YoonGi finalmente, justo antes de dar media vuelta e irse a su casa.
—Síp, papá puso unas rejitas muy lindas en la escalera y sólo él y yo tenemos llave ¡Mira PinkyPoo Hyung! Le compré un PinkyPoo llaverito con una ranita —JiMin balanceó el mencionado llavero frente a su rostro y YoonGi sólo rió por cómo el menor cambió el tema en dos segundos.
—Es muy lindo —Opinó YoonGi ganándose un "¡¿Verdad que sí?!"— Pero ahora debo irme, Minnie.
— ¡Oh, claro!
YoonGi iba a despedirse como siempre, dejando un pequeño beso en una de las abultadas mejillas de JiMin, como todos los días, para luego revolverle el cabello con cariño al bajito. Nunca esperó que a la hora de inclinarse, JiMin juntara sus labios en un tierno e inocente roce de labios que puso el mundo de YoonGi patas para arriba.
—JiMin, ¿Q-qué...? —YoonGi simplemente no tenía palabras para comenzar a preguntar. ¿JiMin acababa de besarlo?, ¿A él?, ¿JiMin acababa de... darle su primer beso? Era obvio que no era el suyo, YoonGi ya tenía dieciséis años y a pesar de que no era el primer beso que daba –pues por improbable que suene su primer y segundo beso se los robaron- era la primera vez que sentía ese cosquilleo en las terminales nerviosas que casi lo marea.
—Es un Ppoppo, PinkyPoo —JiMin en cambio, sonrió con naturalidad, mostrando todos sus dientes, pues se hallaba de lo más feliz en esos momentos. Los labios de YoonGi se sentían bonito contra los suyos. Muy, muy PinkyPoo bonito— ¿P-por qué? ¿No le gustó? —Preguntó sintiendo la inseguridad apoderarse de él cuando notó que YoonGi simplemente no le respondía— Y-yo vi a un niño de mi clase dándole uno a una niña y... y... yo pensé que... —Su labio inferior comenzaba a temblar levemente y sentía que su mirada pronto se empañaría, por lo que decidió desviarla con ánimos de esconderse.
Lo que no vio venir él ahora, fue que esta vez, YoonGi uniera sus labios, creando un segundo beso que a pesar de ser igual de inocente que el anterior, era más profundo, más duradero y más demostrativo. Era un beso en todo su esplendor, y JiMin sentía que acababa de enamorarse de la sensación de esponjosidad que los labios de YoonGi le proporcionaban.
—Nos vemos más tarde, bebito bonito.
Y antes de que pudiera decir algo más, YoonGi corrió con todas sus fuerzas a la casa de al lado y se metió de sopetón, para una vez dentro, esbozar la sonrisa más estúpidamente enamorada de su vida, mientras que JiMin, aún de pie en la puerta de su casa, temblaba como una hoja en invierno, tocando su labio inferior con la punta de sus dedos mirando al infinito, rememorando en cada célula de sus labios, el efímero contacto con el mayor.
Desde ese momento, ambos supieron que aunque ese había sido el primer beso, no sería, por ninguna razón en el mundo, el último.
🌸
Yo no entiendo la razón por la que ustedes siguen leyendome, pero gracias de todas maneras💞
Había pensado en muchas cosas que debía decir aquí, pero ahora que estoy escribiendo la nota las olvidé todas TT
Tengo unos shots que quiero subir, pero aún están sin terminar, así que no puedo darles una fecha exacta de publicación😢
Mis notas últimamente suenan súper secas, lo siento, enserio me esfuerzo por hacerlas más cercanas y ponerles emoticones y esas cosas, pero no lo sé, nada me está resultando como quiero este último tiempo, cosas que pasan😟
¿Qué les gustaría ver en esta historia?, me refiero a, ¿Hay algo que les gustaría que aclarara o algún tema que les gustaría que toque? siéntase libres de aportar💞
Ah, y una última cosa, nada que ver con la historia, pero lo pongo igual, he estado pensando en volver al rol¿? Porque hace mucho no roleo y me gustaba bastante hacerlo, ¿les gustaría rolear conmigo?
¡PinkyPoo!💞
-Nico
#CajitadeLeche.