RETROSPIRAL © (Terminada) ( #...

By rosalinagmoya

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*Ganadora de los Wattys 2018 en la categoría "Los Héroes"* Por accidente, Zaid descubre una espiral que lo tr... More

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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 | Cristal
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (borrador)
Epílogo
¡Aviso!
Agradecimientos
¡Wattys 2018!
¡Wattys 2018! [-Parte 2-]
¡Premios PGP2021!

Capítulo 35

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By rosalinagmoya

18 de Mayo de 2021

–¡Darko, última vez que lo digo, ven acá! –gritó la madre desde la habitación del niño.

El pequeño rubio abrió sus ojos azules sorprendido y, de prisa, se levantó del suelo. Estaba tirado sobre su barriga, jugando en el sótano con esas figurillas de dinosaurios que tanto le gustaban. Se puso de pie para ir con su madre, cuando algo en el suelo llamó su atención y lo recogió. Después, subió las escaleras del sótano y fue corriendo a su habitación.

Cuando su madre decía "última vez", Darko sabía que ya estaba enojada y no debía hacerla esperar más tiempo.

Al llegar a la habitación se encontró a su madre, erguida en toda su estatura, con los brazos en jarras. A Darko le daba miedo encontrarla así. No es que ella fuera mala o violenta, pero cuando se enojaba, el niño sentía que la había decepcionado y le entraban ganas de llorar.

–Hijo, ya te habías acostado, ¿por qué saliste de la cama?

La señora Suker llevaba varios días tratando de corregir ese comportamiento en su pequeño hijo sin ningún éxito. Cada noche, al dar las ocho, ella o su marido le pedían a Darko que era hora de acostarse y éste extendía el momento lo más posible. Entonces ella se molestaba y su hijo iba a la cama. Al ir a comprobar si aún dormía, ya no estaba; lo encontraba, en cambio, en el sótano, jugando con sus figuras de acción o con los dinosaurios que le había regalado el abuelo la navidad pasada.

El niño la observó con culpa mientras se metía de nuevo en la cama.

–Aún no me has respondido, hijo –insistió ella.

–Estaba jugando –respondió.

–Ya sé que estabas jugando, pero no es hora de jugar, es hora de dormir –le reprendió.

–Si es hora de dormir, ¿por qué no estás dormida?

La señora Suker apretó los labios para evitar reírse. Ese niño era muy listo.

–Porque yo soy la mamá y las mamás tienen que estar seguras de que sus hijos ya se durmieron, antes de que la mamá se duerma también.

–¿Por qué? –La miró con ojos curiosos.

–Porque así son las cosas... Y ya, a cerrar los ojos, que ya es tarde, ¿vale?

Darko asintió con aparente cansancio.

La señora Suker se sentó en el borde de la cama para darle el beso de las buenas noches, cuando vio que el niño apretaba un papel entre sus manos.

–¿Qué es esto?, ¿puedo verlo?

El niño volvió a asentir, entregándole el papel. Ella lo tomó entre sus manos y lo observó. Era una fotografía que no recordaba haber tomado, seguramente su hija Sanja era quien la había capturado, pero la foto tenía algo extraño.

–Darko, ¿quién tomó esta foto?

–Sanja –respondió soñoliento.

–¿Por qué la tienes tú? Sabes bien que tu hermana te deja jugar en el sótano siempre y cuando no tomes sus cosas.

El pequeño guardó silencio, se estaba quedando dormido.

La señora Suker depositó un beso suave en su cabellera rizada.

–Buenas noches, hijo mío.

Apagó las luces de la habitación, excepto la lamparilla en la mesa de noche que funcionaba para que al niño no le diera miedo si despertaba en la madrugada al baño, y salió de ahí con la foto entre las manos.

xxx

22 de Febrero de 1614

–¿Zaid, has visto a la señora? –preguntó Ana con ingenuidad.

El muchacho frunció el ceño.

–Debe estar acompañando a Sir Payne –resolvió disgustado.

–No es así, he preguntado por ella y el señor ha dicho que podría estar contigo.

Zaid frunció el ceño.

–No, Ana, conmigo no está desde hace mucho rato –su voz sonó preocupada, la doncella cruzó los brazos y se llevó una mano a la barbilla en actitud pensativa.

–Entonces...

–¿Crees saber dónde se encuentra?

–No, pero cuando te pregunté por Gracia, te escuchabas preocupado...

–Claro, su bienestar me preocupa –respondió Zaid.

–Pero cuando le pregunté a Sir Payne por ella, no se preocupó ni un poquito.

–Pues no, ¿acaso no viste cuando la golpeó? –gruñó– A ese imbécil no le importa Gracia, sólo quiere arruinar su vida.

Zaid estaba muy enojado, la doncella se sorprendió.

–¿Sir Payne golpeó a la señora?, ¿cuándo? –ella estaba horrorizada.

–Fue el peor momento de mi vida, Ana; jamás había visto a un hombre golpear a una mujer, quise matarlo con mis propias manos –dijo entre dientes.

–¿Nunca has visto a un hombre golpear a una mujer? –preguntó Ana con el tono de voz de quien piensa que eso es algo que ocurre a diario.

–¡No! ¡Ana, eso no es normal!

La doncella sacudió la cabeza.

–Creo que debemos discutir eso luego, primero está la señora.

Zaid asintió enérgicamente.

–Si Sir William ha golpeado a la señora Gracia delante de ti –dijo ella con su acento español–, es porque está celoso... si está celoso, es porque sospecha que entre ustedes dos hay algo y si yo le pregunté por ella y me mandó contigo tan tranquilo, eso sólo puede indicar una cosa...

Zaid seguía el hilo de los pensamientos de Ana.

–...Entonces significa que él sabe en dónde está ella –concluyó el chico.

La doncella asintió.

–Debió haberla ocultado en sus aposentos o en el calabozo, pero ambos sitios son imposibles de penetrar sin ser advertidos.

–Piensa, Ana, ¿qué haremos?

–No te preocupes, sé cómo encontrarla. Sir William sospecha de ti, no de mí; mientras investigo en dónde está la señora, planea muy bien cómo saldrán de aquí, pero no levantes más sospechas.

–¿Saldrán? Querrás decir "saldremos"; tú también vendrás con nosotros –aclaró Zaid.

La doncella agachó la cabeza.

–Mmm... Respecto a eso... me temo que no iré.

–¡¿Qué?!, ¿por qué? –Explotó– No te voy a dejar aquí, Ana, y Gracia tampoco lo permitirá, no es seguro para ti aquí... además, eres una gran amiga para nosotros, ¡debes acompañarnos!

–Está bien, pero prometedme algo –ella tomó amistosamente sus manos–: si algo marcha mal y yo no estoy cerca vuestro, vosotros deberíais partir sin mí. No podéis arriesgaros tanto por mi causa.

Zaid dudó.

–Promételo, amigo mío. Debéis marchar sin mí si no estoy cerca y vosotros os encontráis en peligro.

El chico no respondió, pero ella lo presionó con la mirada.

–No, Ana. No voy a prometerte eso.

–Debes hacerlo. Es factible de que Sir William se enfurezca rápidamente. El ambiente está tenso porque no confía en ti y es capaz de mataros a los dos. ¿Es que no lo ves? El amo no tiene nada en mi contra y puedo vivir sana y salva muchos años, al contrario de vosotros. Debes prometer que os marcharéis si no alcanzo a estar cerca de vosotros cuando decidáis partir.

El chico guardó silencio. Era impensable que se fueran sin la doncella, a esas alturas, ya era más como una hermana para Zaid, pero sabía que no tenían alternativa si su preciosa Gracia o él estaban a punto de ser asesinados. Lentamente y con tristeza, asintió.

–Lo prometo.

La doncella sonrió satisfecha, pero el chico advirtió un brillo acuoso en sus ojos antes de que le diera un apretón en las manos y saliera de su habitación sin decir ni una palabra más.

Zaid, aún preocupado por el paradero de Gracia, fue a su habitación a terminar de planear la forma de salir de ahí.

xxx

18 de Mayo de 2021

–¿Algo de tomar? –preguntó la mesera de minifalda en la cafetería.

–Un frappuchino moka, por favor –respondió Patricia.

–¿Y para ustedes, chicos? –Pato logró advertir que la mesera dijo "chicos" refiriéndose a Gustavo, aunque éste fue indiferente al coqueteo.

–Para mí un americano –pidió Jorge.

–Igual para mí –resolvió Gustavo sin mirarla, entregándole la carta.

La chica le guiñó un ojo a Gustavo antes de retirarse.

–Así lo verás siempre –dijo Jorge a Pato rodando los ojos–, las chicas lo buscan tanto como las moscas a la miel.

–Cualquiera diría que tienes celos de su suerte –dijo Patricia divirtiéndose un poco.

Jorge cruzó los brazos en actitud resentida y Gustavo soltó una carcajada.

–Lo peor de todo es que tienes razón –admitió–, no me conviene andar cerca de este güey, porque siempre me gana a las nenas.

Ahora Gus fue quien puso los ojos en blanco. Patricia soltó una risita.

–Güey, tú juras que las chavas no te pelan porque eres feo, pero te aseguro que no es por eso. 

–¿Ah, no? Entonces, ¿por qué es?

–Verbo mata carita, y tu verbo es malísimo.

Patricia se rió con ganas.

–¿Ah, sí, Patito?, ¿te diviertes? –preguntó Jorge con picardía.

–De hecho sí –volvió a reír–. Mira, Jorge, Gustavo tiene razón, todo es cuestión de seguridad. A las chicas nos importa el físico, pero no tanto como para no andar con un feo que tiene personalidad.

Gustavo soltó una risotada, mientras Jorge fruncía el ceño.

–¡Me dijo feo! –se quejó.

–¡No, no quise decir eso! –exclamó Pato.

–¿Entonces?

–Ash, es que ustedes no entienden.

–Sí, güey –dijo Gus–, te dijo feo.

–¡No!, no es cierto, Gustavo, no seas mala onda –Pato comenzaba a sentirse mal por su comentario.

Ambos soltaron una carcajada, mientras ella los veía sin comprender.

–Estamos jugando contigo, Patito –dijo Jorge.

Ella arrugó el entrecejo.

–¡Qué malos! –Se quejó, aunque estaba aliviada de no haber ofendido a nadie.

–Hacemos el mismo número frente a todas –dijo Jorge–. No me siento mal por ser feo, hace mucho tiempo me acepté y soy más feliz.

Patricia se rió. A ella no le parecía tan feo Jorge, sólo tenía la boca y los dientes un poco grandes y los ojos saltones, además era desgarbado y muy alto, pero no era tan feo como él mismo acababa de asegurar. Tenía unos bonitos ojos color verde y su cabello era castaño claro. No es que fuera su tipo, pero, ¿feo? Conocía sujetos más feos y no precisamente hablando del físico.

Segundos después, apareció de nuevo la mesera y colocó las bebidas de cada uno frente a ellos.

–¿Algo más en lo que les pueda servir? –inquirió la mesera. Nuevamente todos notaron que la pregunta iba dirigida sólo a Gus.

–Mmm... De hecho sí –dijo Pato–. ¿Puedes dejar de mirar a mi novio de esa manera, por favor?

La chica abrió los ojos como platos al escuchar lo que dijo Patricia, quien tenía cara de pocos amigos.

–L-lo siento, no fue mi intención. Con permiso –se disculpó la empleada tomando la bandeja de la mesa y alejándose rápidamente hacia la barra.

En cuanto la chica desapareció, Pato soltó una carcajada.

Ambos chicos la miraron comprendiendo la broma y se echaron a reír también.

La noche transcurrió entre risas y conversaciones poco serias, Patricia jamás se imaginó que podría llevarse tan bien con aquél par. Sin duda eran divertidísimos.

El celular de Patricia sonó. Ella lo sacó de su bolsa de mano y observó la pantalla. Era su madre.

–¡Rayos!

–¿Qué?, ¿quién es? –preguntó Jorge.

–Es mamá y ya son las once.

Gustavo se sorprendió.

–¡¿Ya son las once?! ¡Tu madre va a matarme! –exclamó asustado.

Patricia contestó.

–¿Hola...? Sí... Lo siento, má, se nos pasó el tiempo... –frunció los labios– Sí, pagamos y ya vamos para allá... Sí, traigo el coche. Claro, má, tendré cuidado. Hasta pronto.

Mientras colgaba, Jorge levantó el brazo en dirección a la mesera e hizo la señal universal para pedir la cuenta.

–¿Dijo algo sobre mí?, ¿sobre lo irresponsable que soy? –quiso saber Gus.

Patricia rió.

–No, no dijo nada.

Gustavo acarició su barba, se veía un poco aliviado.

La camarera llegó con la cuenta, esta vez ni se le ocurrió mirar a Gus. Les dio privacidad para realizar el pago, alejándose a un par de mesas de ahí y cuando vio que depositaron el dinero en la cartera, fue por él y más tarde llevó el cambio. Ellos seleccionaron la propina y se levantaron para marcharse.

–Chicos, yo los llevo –propuso Patricia.

–No, Pato, nosotros tomaremos un taxi, mejor vete a casa o van a castigarte hasta que tengas treinta y no queremos eso –dijo Jorge–. Después no podremos salir contigo de nuevo.

Ella sonrió.

–Bueno, entonces acompáñenme hasta mi coche.

Los tres comenzaron a caminar hasta donde se había estacionado ella.

Aunque era martes, las calles de la zona estaban concurridas, había un extraño evento en donde un par de hermanos jugaban a la cuerda floja, ninguno de los tres chicos prestó atención al espectáculo.

–Quién diría que, sin planearlo, saldríamos con la hermanita de Zaid –comentó Gustavo, como si estuviese pensando en voz alta.

Patricia se rascó el lóbulo de la oreja, hacía eso cuando estaba nerviosa. Se preguntó la razón de su nerviosismo, pero no logró descifrar si era por Jorge o por Gustavo... o por ambos.

–Es cierto –concedió Jorge mirándola fijamente–, y eres más divertida que Zaid. Creo que lo reemplazaremos contigo –sonrió de lado–. ¿De casualidad tocas la batería? Podrías entrar a nuestra banda en su lugar, si quieres.

–Estoy de acuerdo con este flaco –aceptó Gustavo.

Patricia se puso seria al escuchar que reemplazarían a Zaid con ella. Sabía que jamás nadie podría alguna vez tomar el lugar de su hermano, mucho menos ella. Sus amigos se lo habían recordado y se preguntó, por enésima vez durante la noche, si él estaba bien. ¿Habría muerto en la horca ya?, ¿se revirtió el pasado para que él jamás muriera ahorcado? Necesitaba estar segura de que los viajeros estaban bien, pero al no tener la certeza se puso muy ansiosa.

–¿Está todo bien? –Preguntó Gustavo con el ceño fruncido. Ese chico era como un bendito lector de gestos humanos.

–Sí, no te preocupes... de repente extrañé a mi hermano –confesó. Por decir la verdad, Gustavo le creyó.

–Pensándolo bien, eres divertida, pero Zaid es hombre y nos entiende mejor... –continuó Jorge mientras cruzaba los brazos.

–Hacemos muchas tonterías con él que definitivamente no me atrevería a hacer delante de ti –admitió Gus riendo.

Sin darse cuenta, ya estaban frente al coche de Patricia.

–Bueno, yo aquí me quedo. 

Los muchachos asintieron sin decir nada.

–Oigan, lo pasé muy bien esta noche, gracias por invitarme la cena –dijo ella.

–El gusto fue nuestro –comentó Gustavo– ojalá que se repita pronto.

Ambos chicos se despidieron de ella con un abrazo, ambos eran tan distintos físicamente, que a Pato le hizo gracia compararlos, uno musculoso y de estatura mediana, el otro huesudo y muy alto. 

Subió a su coche y los vio marcharse. Antes de poner en marcha el vehículo se puso a pensar: ¿Debería pasar por la propiedad abandonada una vez más?, ¿o quizás debería sólo ir a casa y descansar? Había sido un día muy largo. Casi en cuanto lo pensó, lanzó un enorme bostezo. No se había percatado de cuán cansada se encontraba, hasta ese momento.

Encendió el coche y decidió que pasar por la vieja casa no hacía daño a nadie. Sólo echaría un último vistazo ante de regresar a su hogar para corroborar que Zaid no hubiese llegado aún.

xxx

"¿Dónde podrá estar mi señora?, ¿dónde?", se preguntaba Ana con ansiedad, mientras pasaba por el corredor que conducía a los aposentos de Sir Payne. Sintió un aleteo en el pecho, como cuando tenía alguna corazonada. Supo que su amiga estaría encerrada ahí dentro.

"Piensa, Ana, ¡piensa!", se exigía ella misma. Necesitaba acceder a los aposentos del señor mientras él continuaba reunido en el salón con su lacayo.

Repentinamente, tuvo una idea. Fue corriendo a la cocina. No era normal para un doncella correr, a menos que fuese una verdadera emergencia, por ello redujo la velocidad cada vez que se encontró con algún compañero.

Una vez en la cocina, colocó en una bandeja un pedazo de pan y una copa de vino y de prisa se dirigió de nuevo a los aposentos de Sir Payne, pasando antes por el salón para comprobar que el señor estuviese aún reunido con Connor.

A toda prisa, subió las angostas escaleras y atravesó el corredor iluminado por las antorchas en los muros, hasta que llegó a su puerta. Afuera había un par de guardias, lo que no era común, por lo regular sólo había uno. Ver a ambos hombres custodiando la entrada, le confirmó lo que sospechaba. Puso la cara más normal que pudo antes de hablarles.

–He venido a traer esto a la señora.

Ambos hombres se miraron extrañados.

–Me envía Sir William –agregó.

Uno de ellos, el de cejas rubias, asintió en dirección a su compañero y le abrieron la puerta a Ana.

Pasó con inseguridad, buscando por todas partes a su amiga. Ella estaba recostada sobre la cama, dándole la espalda a la doncella.

La puerta se cerró detrás de Ana y ésta, abandonando la bandeja en la mesa situada al lado de la entrada, corrió hasta Gracia. La muchacha dio un ligero brinco bajo el contacto de Ana.

–Señora, debemos irnos –dijo en un susurro.

Gracia se quejó. Se giró lentamente para quedar boca arriba, y cuando Ana logró verle bien el rostro, se llevó las manos a la boca con horror.

–¡Señora! –articuló en un hilo de voz.

Gracia tenía en el rostro no uno, sino varios golpes. Entre ellos, tenía el ojo izquierdo entrecerrado por la hinchazón y de un color morado rojizo que le puso los pelos de punta a Ana.

–¿Estáis bien?

Recibió un quejido a cambio.

–Debemos irnos de aquí, señora.

Gracia se veía muy adolorida, se movía con bastante dificultad.

–¡Dios mío, ¿qué hago?!

La doncella pudo darse cuenta de que el corazón le latía con violencia tras las costillas y no tenía idea de cómo sacaría a su señora de ahí.    

xxx

N/A: ¡Hola, espiralitos! :D

¡Estoy muy contenta de notificarles que Retrospiral lleva ya más de 1800 lecturas! Muchísimas gracias por todo el apoyo, sus presencias son inigualables, en serio se los digo. La semana pasada llegamos a la posición #34 en el género Aventura, y debo decir que es la posición más alta a la que hemos llegado, sin embargo, en este par de días que pasaron, bajamos tanto que ya ni siquiera estamos dentro de los 1000 :( 

Lo que tanto le ayuda a Retrospiral a seguir dentro de los primeros puestos, es su apoyo con las lecturas, sus votos, pero sobre todo con sus comentarios. Cualquier pensamiento que se te ocurra es bueno, ayúdame a cumplir mi sueño de ver mi novela publicada en papel, será hermoso saber que nació en esta comunidad de escritores y lectores maravillosos.

Estoy pensando en hacer una segunda parte. ¿Tú qué opinas?, ¿dejamos esta primera parte sólo con un buen final, o aún no te cansas de los personajes y te gustaría leer una segunda temporada? 

Recuerda que tus comentarios son muy, muy importantes para mí, no sólo para subir de posición en el ranking de los 1000 mejores, sino para saber cómo te vas sintiendo con la historia y lo que vas pensando de ella.

Lamento mucho el retraso de actualización, pero por ser un capítulo con múltiples escenarios, me costó más trabajo de lo habitual. Trataré de que no vuelva a ocurrir.

¡Los amo!

–RosalinaG.

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