No me tientes, Álvarez.

By beautytrouble

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Tras una dudosa merecida expulsión, los padres de Laura deciden mandarla a un internado privado de niños pijo... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Tuve un accidente de tráfico
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40. Final
Epílogo.
Agradecimientos & Aclaraciones

Capítulo 37

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By beautytrouble

NARRA LAURA

Saltarme la clase de sociales para planear mi venganza no ha sido una buena idea.

Qué pena que me haya perdido una clase tan interesante.

Me aseguro de que los pasillos estén completamente vacíos antes de salir de los cuartos de baño. Camino entre el silencio hasta la taquilla de mi mejor amiga. Sí, de esa chica a la cual adoro.

Por si no os habíais dado cuenta, me refiero a Lisa.

Giro la cabeza a ambos lados cuando estoy en frente de su taquilla, comprobando nuevamente que estoy sola.

No hay monos en la costa.

Se me hace ridícula esa expresión, no estoy de humor, conciencia.

Es verdad que ya he abierto anteriormente esta taquilla, pero ahora mismo no tengo una horquilla ni nada que me sirva de ayuda.

Cuenta con una clave, de tres números. Pruebo todas las combinaciones que se me pasan por la cabeza. ¿333? ¿321? ¿490? No me sé ni su cumpleaños —a decir verdad tampoco me interesa—, así que puede ser cualquier cosa.

Le pego un puñetazo a la taquilla después de mi vigésimo intento fallido. El metal chirría por el golpe. ¿Y si pruebo a abrirla usando la fuerza?

Cinco minutos más tarde, ya la he abierto. Estaba mal cerrada, así que sólo tuve que dar un par de golpes cerca de la cerradura.

Bien, veamos. Aparte de fotos de chicos en la cara interior de la puerta y mucho color rosa chillón, nada interesante. Rebusco entre sus cosas durante un rato hasta que, en el fondo de la taquilla, una pantalla se enciende. Revuelvo todo un poco más y finalmente cojo el aparato. Es un móvil. Pero no un móvil cualquiera, y apuesto lo que quieras que tampoco es de ella. Estoy segura de que lo visto antes en algún lado.

Lo cojo y pulso el botón para encenderlo.

¿Debería sorprenderme que la foto de bloqueo sea una de Nick con unos amigos en la playa?

Definitivamente es el móvil de Nick. Recuerdo haberlo encendido e intentar desbloquearlo cuando nos quedamos encerrados hace unos meses en un sótano por culpa de las lluvias. Recuerdo haberme quedado mirando la foto por varios minutos mientras él dormía soñando con sabe Dios qué.

Y también recuerdo que no me sé su contraseña. ¿Por qué tendría Lisa su móvil? De todas formas, lo escondo entre la falda y el jersey.

Antes de cerrar la taquilla coloco todo más o menos como estaba. Es en ese momento cuando diviso unos números en rotulador negro en una esquina.

«2325»

Esos números si que los ví la última vez que abrí la taquilla de la rubia.

—¡Eh! ¿Quién está ahí?

Mierda. Una voz proveniente del final del pasillo interrumpe mi plan. Genial. Desde la distancia no puedo ver quién es, pero creo que es uno de los del equipo de fútbol.

Se acerca a grandes zancadas hacia donde estoy, así que rápidamente cierro la taquilla y empiezo a correr.

Se supone que todos están en clase, pero parece ser que no soy la única que hace pellas.

Voy corriendo hasta el final del pasillo y bajo las escaleras. En cuestión de segundos llego al tercer piso y allí busco un escondite. Mientras corro, leo los carteles de los clubes que hay. Pintura, Interpretación, Yoga, Fotografía...

Me dirijo hasta el último nombrado. Robert —el que nos da fotografía— es bastante despistado y nunca cierra la puerta con llave. Para mi suerte, la clase pasada tambien se despistó y puedo entrar en ella.

Cierro la puerta intentando hacer el menor ruido posible. De fondo oigo unos pasos acelerados que se van acercando. Después dan la vuelta y tras llamar a "quién quiera que esté ahí" vuelve a subir las escaleras.

Lo he despistado.

Intento calmar la respiración mientras inspecciono la sala. A simple vista todo está en orden.

La recorro. El material está todo en su sitio, las sillas bien colocadas y las persianas están a medio bajar, igual que siempre. Me acerco a la mesa de Robert. Allí, unas llaves descansan sobre una carpeta azul. Frunzo el ceño, esas son las llaves del aula. Es verdad que Robert siempre la deja abierta, pero no es tan tonto como para dejar las llaves dentro y si se atasca la puerta no poder entrar. Las cojo. Aparte de la llave de la puerta, está la del armario de cámaras, la del sótano donde guardan todo el material para celebraciones —el trastero de dónde sacamos lo necesario para la fiesta de Halloween— y un par más que no sé para qué son.

Cojo la del armario, y me aproximo a él. La introduzco y abro la puerta. Todas las cámaras están en su sitio, todas menos una. La cual siempre uso ya que estoy más acostumbrada a ella y me es más fácil de manejar. Estas cámaras sólo se usan para el taller de fotografía, y el internado nos las deja prestadas. Cada alumno del taller escoge una a principios de septiembre, y con ésa se queda hasta final de curso.

Recuerdo que me había peleado con la chica de pelo blanco. Creo que se llamaba Melisa. La cuestión es que ella quería la misma que yo, y se cabreó porque según ella no puedo llegar nueva y robarle las cosas a los demás. Por una parte lo entiendo, pero es que yo tengo más experiencia que ella y seguro que se cargaría la cámara al primer día. Y no son baratas. Además, me juego la cámara a que Melisa sólo entró en el taller de fotografía para poder acceder al periódico y editar los hechos a su gusto.

En fin.

Apoyo el móvil de Nick en la mesa. Cojo mi cámara, me pongo la correa que tiene para que no se me caiga y la enciendo. Busco la galería, pero antes de que vea la primera foto el móvil vibra. Y no fue el mío exactamente.

Dejo que la cámara cuelgue de mi cuello y tomo el móvil. Contraseña de cuatro dígitos. Pruebo varios números sencillos y finalmente decido poner «2325», los números escritos a rotulador negro en la taquilla de Lisa.

Creo que la hacker interior que llevo dentro ha salido a flote, porque el móvil se desbloquea, permitiéndome acceder a su información.

No me gusta cotillear en el móvil de otras personas ya que no me gustaría que me hiciesem eso a mí, pero esto es una excepción. Es demasiado tentador como para negarse.

Lo primero que hago es revisar la barra de notificaciones. La última que le ha llegado —por la cual le vibró el móvil — es de un mensaje en Whatsapp.

Y es tan sencillo como un solo punto. Sin poder evitarlo entro en la conversación y leo los dos últimos mensajes.

»Eh
Escúchame
No me dejes en leído cabrona
Que me respondas
Plis
Tampoco es como si te estuviera acosando o petandote con mensajes.
Sólo es mucho tiempo libre

Un sudor frío seguido de un escalofrío me dominan en estos instantes. Ni de coña.

»Vas a seguir ignorándome?

.

Y ya está. El resto de la conversación ha sido borrada. Con un ligero temblor cojo mi móvil y lo saco.

Ahora tengo señal de Wi-Fi, porque el aula de informática está en frente de la de fotografía, y aunque esa conexión a Internet sólo la pueden usar los ordenadores de dicha aula, Ale y yo nos habíamos encargado a principio de curso de romper esa regla. El punto lo había enviado yo por la mañana, pero apenas me quedaban datos porque me los había fundido en el viaje de vuelta de Madrid al internado. El mensaje no se debió de enviar, y no me di cuenta. Y ahora, al captar la mínima señal, se ha enviado.

En mi móvil tengo la misma conversación.

Siento como un bajón. Una parte de mí se lo esperaba, pero otra descartaba totalmente esa idea porque; si esta tonteando conmigo es muy estúpido decirme por detrás sus líos con otras chicas. No tiene puta lógica.

Ni de coña pudo Nick enviar eso. Puedo ser un poco tonta e ingenua, pero no soy imbécil y carezco de cualquier retraso mental.

Aprieto los puños, cojo los dos móviles —el mío y el de Nick— y salgo disparada por la puerta. Me niego a pensar que he sido tratada como un juguete, que he formado parte de una apuesta o de algo por el estilo. Rechazo el sentimiento de traición que debería estar sintiendo. Es que no puede ser, ésa idea no me entra en la cabeza.

El pasillo de las clases sigue en silencio, aún estando a la hora anterior del descanso para comer.

Las taquillas rojas parecen mucho más grandes en este momento, y yo me siento más patetica y pequeña que nunca.

Pero sigo sin entenderlo. No busco un príncipe azul, ni un bad-boy con lado tierno. Sólo una persona que sepa darme guerra y estar contra mí y conmigo a la vez.

No merezco ser el juguete de nadie. Nadie merece serlo.

En un acto impulsivo me acerco a gran velocidad hasta mi clase, donde se supone que debe de estar Nick ahora. Me detengo justo antes de golpear la puerta con fuerza. Vamos a ver, ¿qué pienso hacer, entrar y cantarle las cuarenta? ¿Montarle el número del año? ¿Hacerle una escenita y darle la bofetada culminante?

Si es que es así, si es que él envió los mensajes conscientemente, de un par de golpes no se libra, pero si saco trapos sucios él pensará que me importa, y acabaría mas ridiculizada de lo que ya estaría.

Flipo con lo que las clases de Psicología y las reflexiones de Robert me están haciendo.

Me acerco a la puerta de su clase y llamo. Oigo un 'adelante' por parte de la profesora y decido entrar.

—Señorita Álvarez, ¿qué ocurre?

—Clark me ha pedido que si puedo llevar a Nick al despacho del director —rápidamente me invento la primera excusa que se me viene a la cabeza.

—Por supuesto, siempre y cuando te lo haya solicitado el director —recalca. Asiento para darle más fiabilidad. Entonces la profesora dirige su mirada hacia el sitio de Nick, quien está tieso como un palo.

Seguramente estaba durmiendo y cuando me escuchó despertó. Por la expresión de su cara, se nota que está cansado.

—Nick —lo llama, y señala la puerta con la mano—. A poder ser rápido, debo de continuar la lección que tenéis el examen en tres días —dice, y tras una pausa en la que le da tiempo a Nick de acercase hasta la puerta, añade—: No te olvides de pedir luego los apuntes.

Típico de profesores.

Le sonrío forzadamente a la profesora y cierro la puerta detrás de mí. Paso por delante de él y voy hasta el final del pasillo.

—¡Eh! Espera —me alcanza corriendo—. ¿De qué va todo esto?

—No sé, eso es lo que te iba a preguntar yo —contesto enfadada. Rápidamente saco mi móvil y le enseño La conversación—. Entoncesm ¿de qué decías que iba todo esto?

Él me lo coge y empieza a leer los mensajes, pero no responde.

—Dímelo Nick, lo podré aguantar —digo fría—. ¿Una apuesta, un juego entre colegas, algún tipo de ritual que le hacéis a las que llegan nuevas?

Él me mira confuso.

—Joder, Nick. Si estabas jugando conmigo creo que a dos meses de acabar el curso podrías habermelo dicho —subo el tono de voz—. Si tienes huevos para hacerlo, también para decirlo.

—Laura, yo no lo he hecho.

Enarco una ceja.

—¿Y quién fue?

—Ni puta idea, pero te juro que cuando lo sepa, se va a arrepentir.

Chisto con la lengua.

—Ya, y voy yo y me lo creo.

Saco su móvil —él me mira sorprendido por tenerlo, pero no hace preguntas— y le enseño los últimos mensajes del mismo chat.

Él los lee y después me mira intensamente.

—¿Donde lo encontraste? —pregunta—. La última vez lo usé en los vestuarios, pero se me debió de caer, y cuando lo volví a buscar ya no estaba ahí. Por eso no te pude desear suerte para la competición.

He de decir que no me esperaba la última frase.

—Taquilla de Lisa —respondo seca. Él aprieta la mandíbula y frunce los labios.

—Ahora sí que me la cargo.

~~~~~~

Hii chicuus!💙🐾

Dios, un mes sin actualizar. Matadme. Y, por si fuera poco tiempo, creo que el capítulo no es lo suficiente bueno e interesante para tanto tiempo esperando.

Tengo una idea en borrador que me está tomando bastante tiempo, pero está quedando bastante bien, si os sirve como consuelo JAJJAJA

Intentaré actualizar más seguido para compensaros.

¿Qué tal las notas? ¿Tenéis que estudiar en verano? Si es así, ánimo ;)

A mí me las dan mañana :((

Chauu🙆🏻💚

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