De cuando Draco Malfoy abrió...

By AtaraxiaHipnos

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Pansy está cansada de la frialdad y la indiferencia de quien se supone es su novio, por eso utiliza una poció... More

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6 (Primera parte)
6 (Segunda y última parte)
|Respuestas y agradecimientos|

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By AtaraxiaHipnos

Esto no está pasando, se dijo Pansy con firmeza. No es posible.

Harry tampoco le creía. El golpe que se dio debió de haber sido fuerte, no encontraba otra explicación. No sabía que era lo que lo alarmaba más; si la sonrisa que le ofreció, el tono amable con el que le habló o la manera en la que sus ojos lo atravesaron.

Por lo normal Malfoy pasaba de él, casi que lo esquivaba a toda costa. En cambio, ahí estaba, con un brillo inusual en su mirada, las nubes impenetrables habían desaparecido, tanto que Harry podía asomarse y caer en ella, ahogarse en su pozo de plata fundida.

Tragó saliva, nervioso por tanta atención y por sus propios pensamientos. ¿Acaso él tambien se había caído de cabeza? Era Draco Malfoy, el chico que se había esforzado de hacer su estadía en Hogwarts un infierno y quien tal vez estaba sufriendo una contusión cerebral en esos momentos.

Harry se aclaró la garganta.

—Deberías ir a ver a la señora Pomfrey —dijo, poniéndose de pie.

Malfoy seguia mirándolo con esa sonrisa en la cara, que ahora tenía un toque más lascivo que cariñoso. Dudó por un segundo, antes de tenderle su mano. Algo fugaz destelló en los ojos del chico, que levantó su mano para tomar la de Harry... cuando Parkinson se interpuso.

—Déjame ayudarte, Draco —dijo Pansy con dulzura, dandole un empujon con la cadera a Harry y dirigiendole una gélida mirada mientras tomaba la mano de Draco—. Me asustaste mucho.

El rubio frunció el ceño, viéndose un poco contrariado. Aún así dejó que ella lo ayudará.

Harry, por otro lado, estaba tratando de controlar la rabia y la indignación ante semejante acto. ¿Y ella quién se creía? Claro que había salido con Malfoy y sido su amiga todos esos años en Hogwarts, pero eso no le daba ningún derecho a despacharlo así.

—Apoyate en mí —dijo ella, pasando uno de los brazos de Malfoy por sus hombros.

Harry apretó la mandíbula, y se agachó a buscar la capa, aprovechando que los Slytherin estaban muy entretenidos al parecer. Tocó la inconfundible tela y se la volvió a guardar bajo la túnica. Después, se dio la vuelta dispuesto a dejar a esos dos solos.

—Oye, Potter —lo llamó Draco, cuando vio que se marchaba.

—¿Qué? —dijo Harry de manera un poco brusca, deteniéndose.

Draco se apresuró a mover los engranajes de su cabeza, la verdad que no tenía nada que decirle, solo que al verlo irse algo dentro de él se desesperó, y antes de darse cuenta ya había hablado.

—Bueno... ¿de dónde has salido?

Harry se tensó al instante, y desvió la vista. Había sido un estúpido al salir así como así de debajo de la capa. Le había alarmado que Malfoy se cayera de repente, y había actuado sin pensar un segundo. Cosa que hacía seguido y seguido le salía mal.

—¿Nos estabas espiando, Potter? —exclamó Pansy indignada, apretando su agarre en la cintura de Draco—. ¿Qué pasa? Ahora que tienes mucho tiempo libre te dedicas a espiar a los demás.

La sangre se le subió a la cara, no sabía si por la furia o por la vergüenza de haberse expuesto el mismo. ¿Qué podía decir? Los había seguido porque pensó que tal vez tramaban algo, pero estaba seguro que si lo decía sonaría a excusa pobre.

Pansy embozó una sonrisa malvada ante la falta de respuesta.

—No sé a quien les pasaras tus chismes, ahora que Dumbledore no está.

Harry sintió la ira bullendo desde el fondo de su estómago e instintivamente llevó su mano a su varita.

—Suficiente, Pansy —dijo Draco, cortante. Tanto Parkinson como Harry lo miraron estupefactos—. No tienes porqué comportarte así, seguro Potter solo vio lo que pasaba y se acercó a ayudar.

Draco lo miró, como apremiando a que confirmara su versión. Harry, que todavía no entendía el hecho de que Malfoy saliera en su defensa, tartamudeó una respuesta.

—S-si, yo solo... —tragó saliva, obligándose a despertar a su lengua—. Yo iba al baño, cuando te vi caer.

—¿Ves? —se jactó Draco.

Fue inevitable para Harry disfrutar de ver a Parkinson pasmada, boqueando como un pez hacia Malfoy.

—Pero... pero... ¡¿No pensarás creerle, verdad?! —chilló la chica.

El rubio se encogió de hombros.

—¿Y por qué habría de mentir?

Una sonrisa tonta afloró de los labios de Harry, y cuando Malfoy lo notó, le devolvió una más grande. El aliento de Harry se atoró unos segundo en su garganta, pero logró recuperar la compostura de inmediato.

—Definitivamente te llevare a la enfermeria —dijo Pansy, mirando con rencor hacia Harry y tirando de Draco por el pasillo.

—Estoy bien, Pansy —dijo Draco, queriendo quedarse un poco más.

—Te desmayaste, Draco —dijo ella entre dientes, queriendo largarse de allí de inmediato—. Eso no es estar bien.

—Pero...

—Creo que deberías hacerle caso —intervino Harry, sin saber morderse la maldita lengua—. Digo... te diste un golpe fuerte. Eso podría haberte dejado más tonto que de costumbre —concluyó, tratando de reivindicar su estupidez.

Parkinson lo asesinó con la mirada, pero Malfoy no pareció ofenderse.

—¿Tú crees, Potter? —dijo alzando sus rubias cejas. El tono que uso hizo que un ligero estremecimiento lo recorrió—. Entonces debería ir a asegurarme, no vaya a ser que quede como tú.

—No creo que tengas esa suerte —dijo Harry, tratando de contener la sonrisa que quería tirar de sus comisuras.

—Agradezco tu preocupación, Potter —dijo Draco, divertido.

La sonrisa de Harry se esfumó.

—Yo no...

Pero Malfoy le guiñó un ojo, y su lengua se enredó de nuevo. Los vio voltearse y desaparecer al doblar el pasillo, todavía se sentía desconcertado para cuando regresó junto a Ron y Hermione.

¿Qué diablos había sido eso?

***

Y esa no fue la única vez que Harry notó el raro comportamiento de Malfoy. En el Gran Comedor, por ejemplo, se veía más alegre, menos apagado. En una ocasión, cuando Harry levantó la vista se encontró con que los ojos grises del rubio se encontraban sobre él, y otra vez hizo eso. Lo de la sonrisa ladeada, y hacerle un guiño. Harry se atragantó con su jugo de calabaza y Hermione tuvo que darle palmaditas en la espalda.

Cuando Harry se volvió a fijar el rubio le estaba sonriendo divertido, antes de girarse a hablar con Zabini, mientras Parkinson , al verse ignorada a su lado, estaba acuchillando a su comida con una mirada de infinito odio hacia Harry.

Pero la gran sorpresa fue al día siguiente, cuando escuchó que Harper, el buscador de Slytherin no podría jugar en el próximo partido de quidditch ya que al parecer alguien le había lanzado algún hechizo que lo tenía desde la mañana vomitando babosas. Notó algo familiar en todo aquello, y él no fue el único que se dio cuenta.

—Seguro que fue Malfoy —dijo Ron, enfurruñado—. Esa maldita serpiente copiona.

Ninguno de los tres amigos olvidaba aquella vez en la que Ron quiso atacar a Malfoy en defensa de Hermione, y le salió el tiro por la culata. O mejor dicho, por la varita.

Y dicho y hecho, esa tarde durante los entrenamientos, aparecieron los Slytherin, como siempre antes de que les toque su hora. Harry descendió hacia el césped con su escoba, hecho una furia.

—¿Qué hacen aquí? —espetó.

—¿Y a ti qué te parece, Potter? —escupió Urquhart, el capitán de Slytherin—. Es nuestro turno de usar la cancha.

—¿Acaso no sabes la hora? —dijo Ron, bajando a su lado—. Tenemos práctica por media hora más, así que ya se pueden ir yendo por donde vinieron.

—Nadie pidio tu opinion —dijo el otro, y ambos comenzaron a discutir como ya era costumbre desde que a los Gryffindor les tocó entrenamiento antes que a los Slytherin.

Harry suspiró, ahora si que no iban a poder continuar.

—Si Weasley sigue así van a perder los treinta minutos por los que está peleando —siseó una voz a su espalda.

Harry pegó un respingo, Malfoy sonrió por eso.

—Bueno, pues tu capitan perderá parte de su tiempo también —replicó Harry, con toda la dignidad encarando al rubio.

—Lo dudo mucho —dijo Malfoy—. Urquhart se detendrá cuando sepa que es nuestra hora. Es un Slytherin, ¿recuerdas?

Harry bufó, y le echó otra mirada a la vestimenta y a la escoba que Malfoy portaba.

—¿Y tú qué haces aquí? —inquirió—. ¿No se supone que habías dejado el quidditch?

—Si, pero Harper está en la enfermería y me pidieron que los sustituya —Se encogió de hombros—. No pude decir que no.

—Que generoso de tu parte —le dijo Harry—. Y que conveniente para tí que lo hayan hechizado, ¿no?

Algo parecido a sus anteriores miradas de burla cruzó la cara de Malfoy, Harry hace tiempo que no veía esa expresión en él.

—¿Estas insinuando algo, Potter? —preguntó el rubio—. Porque si no recuerdo mal el hechizo vomitababosas lo ví antes —Elevó las cejas hacia Ron, que aún discutía con el capitán de Slytherin—. ¿Qué pasó con el honor Gryffindor? ¿Están tan asustados de que los derrotemos como para olvidarse de él?

Harry no podía creer su caradurez.

—¿Asustados? —inquirió con una risa forzada—. ¿Olvidas las veces en las que barrimos el suelo con ustedes? ¿La vez en la vez en que tuviste la snitch justo al lado de tu cabeza y no fuiste capaz de atraparla?

Harry se preparó para ver la rabia en los ojos de Malfoy, en su lugar, este se acercó los dos pasos que lo separaban, con la determinación brillando en sus ojos plata. Todos sus nervios se pusieron alerta.

—Esta vez las cosas serán distintas —siseó Malfoy, su aliento chocó contra Harry. Era abrumador tenerlo tan cerca, pero se resistía a retroceder ante él—. Seremos tú y yo, Potter, como en los viejos tiempos —Una de las comisuras de sus rosados labios se levantó, Harry levantó la vista de inmediato a sus ojos de nuevo—. Y creeme; no dejaré pasar la oportunidad.

Fueron segundos en los que solo se miraron el uno al otro sin decir nada, Harry no estaba seguro de que su voz saliera estable si lo hacía.

—¡Oye, Harry! —La voz de Ginny se escuchó a lo lejos.

Draco endureció su expresión y levantó una ceja, mirando con desdén a la comadreja menor por encima de su hombro.

—Tu novia te busca —dijo con frialdad.

Harry enrojeció.

—Ella no es mi novia.

Malfoy elevó una ceja rubia, interesado.

—¿Ah, no?

Harry iba a decirle que Ginny y él terminaron después de la guerra, porque como él le dijo a Parkinson, no tenía la cabeza para ser buen novio. Pero luego se dio cuenta que diciendo eso solo admitiría que los había estado espiando.

—¡Muy bien, chicos! —se escuchó la voz de Urquhart, que lucía gesto triunfante—. ¡A sus escobas, ya es la hora!

Ron lo observó furibundo, cuando el capitán de Slytherin paso por lado de él, sin responder a sus provocaciones. Malfoy elevó las dos cejas hacia Harry como diciendo "te lo dije", se montó en su escoba y se elevó junto con sus compañeros.

Harry todavía tenía sus ojos sobre él cuando Ginny volvió a su lado.

—¿Qué te dijo? —le preguntó ella.

Parpadeando, se enfocó en su amiga. Las cosas estaban un poco raras entre ellos dos, en especial desde que descubrió aquel día en la Sala de Menesteres que no solo Seamus se alegró de la llegada a sano y a salvo de Dean.

—Nada —dijo Harry—. Solo estaba presumiendo.

Por alguna razón, Harry sintió que estaba mintiendo. Que Malfoy había hecho más que presumir. Pero la sola idea lo hacía sentirse avergonzado y tonto, ¿qué otra cosa iba a ser?

Y mientras ambos se alejarban junto con el resto de los Gryffindor, desde las gradas Pansy estaba recurriendo a todo su autocontrol para no hechizar a Potter desde allí. Pero poca paciencia le estaba quedando, en especial desde que Draco la estaba ignorando de nuevo y se había empecinado con la idea de volver a entrar al equipo de quidditch. Blaise y Theo tambien se extrañaron por esa actitud, ya que su amigo hace tiempo que perdió el interés por otra cosa que no fueran las clases.

Claro que Pansy sabía lo que le pasaba. Que Draco solo se metió en el equipo porque sabía que Slytherin jugaría contra Gryffindor al día siguiente. Pansy quiso negárselo a ella misma, pero todo era más que obvio. La poción 'Amor a primera vista' había hecho efecto, y no solo eso, había hecho efecto con Potter. Bastaba en la forma en que lo miraba, en como su rostro se iluminaba cada vez que le devolvía el gesto, en como parecía ser el único al que se dignaba a sonreírle...

Draco estaba enamorado de Potter.

Horrorizada ante la sola idea, Pansy se puso de pie. Iba a mandarles una lechuza a los Weasley de inmediato. Necesitaba solucionar el error que hacía que el idiota de el cara-rajada se llevará la atención que ella tendría que estar recibiendo de Draco.

—¿A dónde vas? —le preguntó Blaise, al ver que la chica comenzaba a irse.

—¡No es asunto tuyo! —espetó Pansy.

El moreno miró indignado como se marchaba.

—¿Y ahora qué diantres le pasa? —le preguntó a Theo, que estaba leyendo a su lado.

Theodore se encogió de hombros con desinterés y regreso a la lectura de su libro. Blaise bufó y se fijó en Draco, quien al parecer le había dado un subidon de energia de repente y buscaba con ojos ansiosos la snitch. Sí, definitivamente tenía que buscarse otros amigos.

***

Llegó el sábado, el gran día del partido de Gryffindor contra Slytherin, y como siempre cada vez que estas dos casas se enfrentaban, las tribunas estaban repletas. El apoyo de Slytherin trataba de oírse por encima del de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw, que como siempre apoyaban al primero.

Harry se sentía nervioso, se dijo a sí mismo que era el nerviosismo que siempre le atacaba antes de cada enfrentamiento, pero él sabía que desde la charla con Malfoy se sentía ansioso por que aquel día llegará. En especial porque el rubio parecía estar siempre alrededor para reafirmar sus palabras y ofrecerle aquella sonrisa que Harry pensaba que no era justo que alguien como él tenga.

Como siempre, los capitanes estrecharon manos, y Urquhart trató de triturar sus dedos como en cada oportunidad.

—A sus escobas —indicó la profesora Hooch, y todos obedecieron—. Atentos al silbato. Tres... dos... uno...

Apenas sonó el silbato todos se impulsaron con una fuerte patada en el suelo y echaron a volar.

Los primeros puntos fueron para Gryffindor. Treinta a cero, como anunció Luna por el megáfono de manera distraída. Pero pronto los Slytherin lograron igualar, y cuando Urquhart metió la quaffle en el aro y el marcador quedó cuarenta a treinta a favor de Slytherin, Harry comenzó a alarmarse. Tanto Malfoy como él se movían por la zona tratando de entrever el destello dorado, pero por el momento no había aparecido nada. Harry se vio más de una vez distraído por la visión de Malfoy, más cuando una bludger estuvo a punto de derribarlo de su escoba. Desde entonces Harry se dijo que tenía que concentrarse en el juego y olvidarse del rubio.

—Espabilate, Potter —escuchó que le gritaban.

Harry se giró, irritado, sabiendo de quién era esa voz. El insulto se quedó en la punta de su lengua cuando la vio.

Era increíble que estuvieran en la misma situación de nuevo. Draco Malfoy estaba sobre su escoba, con su rubio cabello alborotado por el viento, la túnica verde ondeando y una retadora sonrisa en sus malvados labios. Y justo al lado, a unos centímetros de su oreja, estaba la snitch dorada. Y como aquella vez, hace más de cinco años, Malfoy parecía demasiado concentrado en Harry como para darse cuenta.

Se quedó quieto por un segundo, nervioso de que si iba al encuentro de la snitch, Malfoy se daría cuenta. Lo unico que tenia que hacer era levantar la cabeza y la vería... pero los ojos de él seguían fijos en Harry, hasta se veía un poco ansioso. Una bludger pasó rozando su cara, recordando que si bien ahora no tenía una bludger loca que lo perseguía solo a él, estas seguían circulando y no podía quedarse estático hasta que una le diera. Se inclinó sobre su escoba, y fue a por Malfoy.

La sonrisa de éste se intensificó, como si lo estuviera esperando. Eso lo confundió un poco, pero no se detuvo, aceleró aún más. Y cuando estaba a menos de un metro de distancia de su objetivo, Malfoy estiró la mano y atrapó la snitch justo antes que esta aleteara hacia otro lado.

Harry frenó, un silencio pesado se instaló por todo el campo por un segundo hasta que la suave voz de Luna se escuchó por los altavoces:

—Bueno, eso no me lo esperaba —dijo ella, ligeramente sorprendida—. Draco Malfoy atrapó la snitch. Creo que eso significa que Slytherin...

La voz de Luna fue tapada por los vítores de Slytherin, quienes se habían despertado y no dudaron en festejar la victoria de su casa en el partido. Harry no salía de su estupor, fue por eso que no vio venir la bludger que Jimmy Peakes había golpeado con furia y que se dirigía a él. Sintió el impacto en el hombro y ni siquiera tuvo tiempo de agarrarse de su escoba.

El corazón le latía a mil mientras caía, apretó los párpados con fuerza y esperó el impacto contra el suelo, sabiendo que terminaría despertando en la enfermería, de nuevo. Pero el golpe no llegó, en su lugar, sintió unos dedos cerrarse sobre su mano y un tirón. Harry abrió los ojos y vio su pies colgando a unos dos metros del césped. Levantó la vista, y se encontró con unos plateados ojos de plata fundida puestos en él.

—Te atrape —dijo Malfoy, con la voz tensa por el esfuerzo que tenía que hacer para sostener a Harry.

Lento y con cuidado, Draco descendió al suelo, y no lo soltó hasta que los pies de Harry tocaron el piso. Un dulce cosquilleo le atravesó la piel allí donde lo tocaba cuando se vio obligado a soltarlo. Agitado y sonriente, le mostró la snitch que aleteaba entre su pulgar y anular, queriéndose escapar.

—Pero ¿cómo...? —balbuceó Harry, debatiéndose si lo que le asombraba más era que Malfoy había atrapado la snitch o lo había atrapado a él.

—Te dije que esta vez iba a ser distinto —dijo él, como única respuesta, antes de que el resto del equipo Slytherin llegara y lo arrastrara al festejo.

—Maldito Malfoy —espetó Ron cuando bajó a su lado, sonando entre sorprendido y enfadado —. ¿Cómo diablos lo hizo? ¡Fue como si él supiera que estaba ahí!

Por supuesto, se dijo Harry. Él lo sabía. Seguro lo supo incluso antes de gritarle, buscaba que Harry fuera hasta él. Todo estuvo planeado.

Harry miró hacia su mano, que hace solo unos momentos estuvo en contacto con la de él. Se sintió tonto y la cerró en un puño, apartando los pensamientos estupidos que estaban comenzando a formarse y preguntándose, al mismo tiempo, qué es lo que estaría pasando por la perversa mente de Draco Malfoy.

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