Los rayos del Sol comenzaban a nacer en esta mañana. Golpeaban la cara de Pete haciéndolo abrir los ojos lentamente, al mismo tiempo que la luz llegaba a iluminar la habitación. Esa luz que atravesaba la ventana cuando Cille abría las cortinas.
Ella se sentó a un costado de la cama, Pete le sonrió y tomo su mano. Cille respondió acariciando la cara de él y besando su mejilla.
—Buenos días Pete.
—Buenos días Cille. ¿Qué tal amaneciste?
—Muy feliz Pete, descanse tan bien. Puedo decir que como bebe, hahaha —dijo Cille sonriendo.
—Creo que ya es hora de que despierte. Vístete, iremos a un concierto.
Con todo el entusiasmo, Cille comenzó a vestirse con una camisa de color rosa pastel, el mismo color que el de sus mejillas. Se puso un short de mezclilla y sus tenis de color rojo.
No era una chica de lujos, Cille era sencilla, se amoldaba a lo que Pete le podía dar, ella sabía que el amor real no requiere de lujos sino de que realmente se está dispuesto a hacer por una persona.
Pete la llevó a un concierto. Este músico era parte de una banda popular y famosa que por cuestiones personales, se desintegraron y ahora, Jericho debuta como solista ahora.
— ¿Has pensado en qué canción favorita tocará? —preguntó Pete.
—Espero con ansias que cante "Por favor, no me dejes ir" —contestó Cille.
— ¿Por qué te gusta mucho esa canción?
—Porque tiene un verso que solo tú comprenderás.
Y ya lo pagué, caro esta vez
Lo devolveré por siempre esta vez
Oye, dame un momento
Me gustaría llevarte hasta casa
Porque solo tú supiste hacerme sonreír.