Perfidia

By Bluecities

132K 12.6K 5.7K

Juegas con las reglas que ya manipulas, pero te lanzas al peligro del que ahora no sabes cómo escapar. ¿Qué p... More

Perfidia
Reparto
INTRODUCCIÓN | Ya estamos muertos
CAPÍTULO 01 | Primer ataque
CAPÍTULO 02 | Segundo ataque
CAPÍTULO 03 | Tercer ataque
CAPÍTULO 04 | ¿Qué es esto?
CAPÍTULO 05 | Ocurrirá
CAPÍTULO 06 | Estoy aquí para salvarlos
CAPÍTULO 07 | Lámpara incandescente
CAPÍTULO 08 | Teléfono fijo
CAPÍTULO 09 | Sonrisa sin vida
CAPÍTULO 10 | Pasaje al infierno
CAPÍTULO 12 | El dibujo del reloj
CAPÍTULO 13 | La habitación del ataúd
CAPÍTULO 14 | Nada más que la verdad
CAPÍTULO 15 | Cuarto ataque
CAPÍTULO 16 | La cámara que sólo ella puede usar
CAPÍTULO 17 | ¿Puede un simple beso forjar algo más grande?
CAPÍTULO 18 | Confía en mí
CAPÍTULO 19 | Los refugios me odian
CAPÍTULO 20 | Adrenalina
CAPÍTULO 21 | Perfidia
CAPÍTULO 22 | La página número 24
CAPÍTULO 23 | Las personas muertas estamos más presentes de lo que crees
CAPÍTULO 24 | Apretar el gatillo
CAPÍTULO 25 | Más viva que nunca
CAPÍTULO 26 | Tic, toc
CAPÍTULO 27 | ¿Quieres jugar un juego?
CAPÍTULO 28 | Grita por mí
CAPÍTULO 29 | Es fácil cuando duele
CAPÍTULO 30 | Mueres salvándolo y vives matándolo
CAPÍTULO 31 | Te odiaré cuando muera
CAPÍTULO 32 | Absolutamente todo
CAPÍTULO 33 | Toma lo que siento
CAPÍTULO 34 | Algo tiene que quedar
CAPÍTULO 35 | Un poco más fuerte
CAPÍTULO 36 | Por ti
CAPÍTULO 37 | Una mala razón para ir detrás del pasado
CAPÍTULO 38 | Tan presente
CAPÍTULO 39 | No hagas que me arrepienta
CAPÍTULO 40 | No más preguntas
CAPÍTULO 41 | El fuego se encuentra con la gasolina
CAPÍTULO 42 | Caminar a través del fuego y sobrevivir
CAPÍTULO 43 | Infinitamente complicado
CAPÍTULO 44 | Lo que fue verdad y ahora es mentira
EPÍLOGO | Seguiré cayendo
10 años después
Agradecimientos y algo más
Playlist

CAPÍTULO 11 | Buen presentimiento

2.8K 309 193
By Bluecities


STEPHEN

Después de lo de Douglas, una parte de mí llegó a pensar en que por fin esto calmaría un poco las bromas de Freddie, pero lo que ocurre es exactamente lo contrario. Desde que despierto, lo único que hago es tenerlo a mi lado, hablando o sólo observando cada movimiento que realizo intentando ignorar su presencia. Es como si alguien le hubiese puesto pegamento para adherirlo a mí y, tratándose de él y sus burlas, la idea no me agrada de ninguna forma.

Bradley y Brenton no están en ninguna de las casas, así que supongo que subieron sobre estas. No hay rastro ni de Maddie ni de Cameron, pero Heather nos dejó una caja blanca llena de comida justo en la puerta. En realidad, sólo traía manzanas y un par de botellas de agua, pero no pienso objetar contra el único alimento que al parecer recibimos después de tantas horas.

Estaba muriéndome de hambre.

—Oye, ¿y cómo dices manzana?—me pregunta Freddie, observando fijamente cómo le doy un mordiscón a la que tengo en mano.

—¿Cómo cgees que lo digo?—le espeto, frunciendo el ceño.

Estoy fuera de la casa, con la espalda apoyada en la pared a un lado de la escalera, intentando pasar de él. Aunque resulta casi imposible. Su simple presencia es captable, me hace sentir un poco triste el recordar los sucesos de la noche anterior, su expresión al gritar de dolor y ver el cadáver de Douglas.

Pero ya no se ve de esa forma.

—Pues no lo sé. Hablas de una forma muy curiosa, incluso a pesar de tu extraño... ya sabes. Eso. ¿Y cómo es que dices...?

—Fgeddie, ¿qué maldito pgoblema tienes conmigo?—lo interrumpo en cuanto tengo la oportunidad.

Él se limita a seguir sonriendo durante un par de segundos y, finalmente, deja de hacerlo. Se gira para evitar observarme y apoya su espalda, como yo, en la pared, justo a mi lado. Entonces, por fin, lo suelta.

—¿Tú qué crees?—inquiere, hablando pausadamente—. Ya sabes... sobre escapar.

No sé qué decir o cómo debería responder ahora mismo. Sé que él es de quienes están con Heather y que yo, aparentemente, soy de los que estamos con Bradley, pero... en realidad no lo tengo del todo claro. Ni siquiera sé cómo debería pensarlo. Sé que detesto estar aquí, encerrado, y que lo detestaré incluso más cuando el verdadero dolor empiece. Sé que lo de anoche fue una simple advertencia, que aún hay más y que no tengo ni la más mínima idea de lo que me espera. Pero... ¿escapar es la respuesta? ¿Es la solución? ¿Es lo que podría librarme?

Cometí un error al alzar la mano. Lo tengo claro, sin ninguna duda, pero no quiero volver a cometer el mismo error intentando tachar el anterior.

—Cgeo que no cgeo nada—respondo, tomando aire—. ¿Y tú?

—Creo que lo que dice Heather tiene más sentido que lo que dice Bradley. Es que... escapar no nos hace libres. Acabar con esto sí. Así es como lo veo yo, ¿sabes? Como si... ahora nuestro mundo se limitase a estas dos casas. Sin más, sin menos. ¿Ves alguna salida?

No sé si debería responder, así que no lo hago. Sólo observo cómo las cosas quedaron desde lo de anoche. Todo se ve tan triste y opaco, tan... no lo sé. La imagen que tengo delante de mis narices sólo refleja la respuesta del enojo y la negatividad. Es esto lo que hizo Bradley al intentar rebelarse, ella, de alguna forma, mató a Douglas.

Pero, al final del día, ¿no somos todos asesinos?

—¿No es la libertad lo único que ganamos terminando con lo que empezamos?—continúa Freddie, y en esta oportunidad, me atrevo a girarme para encararlo.

Sigo frunciendo el ceño para demostrarle la confusión que genera esto. ¿Por qué me está hablando? ¿Por qué ahora dejó de burlarse? ¿No debería estar gritando o mostrándose asustado? Hablo de que... anoche murió alguien a quien él amaba. ¿Y hoy actúa de esta forma tan normal?

Y, de hecho, esto... ¿es normal o diferente?

—Fgeddie, ¿qué tgamas?

—Sólo quiero entender por qué apoyas a Bradley.

—No lo hago—admito finalmente—. ¿Feliz? ¿Ahoga me dejagás en paz?

Puedo percibir un cambio en su mirada, algo así como un brillo de esperanza. Su sonrisa vuelve y él se ve, otra vez, como antes. Tan dispuesto a seguir burlándose de mí como lo hizo desde que descubrió que no pronuncio la r.

—No—dice, cruzándose de hombros—. Dime, ¿qué te gustaba hacer en tu tiempo libre, Stephen?

CAMERON

¿Quieres escuchar la historia de Melody, Richard? ¿Dices que es lo último que necesitas de mí? ¿Y por qué, eh? Ella no fue la chica más hermosa de todas, ni siquiera la más atractiva o la más resplandeciente. Tampoco la más cariñosa o la más simpática. Melody Hansen era una más entre las iguales, una que caminaba en un grupo de chicas y una más que bajaba la cabeza al cruzar frente al orfanato. Y yo siempre la veía, a pesar de eso, pero no la miraba a ella. Veía su libertad, la posibilidad que tenía de estar rodeada de cariño y de poder dejar que sus piernas la lleven a donde sea sin sentirse culpable. Eso era lo que me interesaba y lo único que, desde el primer momento, me interesó.

Su libertad. Su vida.

La primera vez que la vi tenía alrededor de 13 o 14 años. Yo estaba sentado junto a Aldous en el césped jugando a las cartas. Era nuestro tiempo libre. Era casi mediodía y teníamos que hablar entre susurros de nuestros planes de medianoche.

—¿Estás seguro?—estaba preguntándole a mi amigo, sin tener idea de nada—. La última vez que lo intentamos así, casi nos pillan, tío. No deberíamos arriesgarnos tanto.

—Que sí, anda—me estaba respondiendo él, bajando sobre mi cuatro de copa el seis de oro—. ¿Cuándo te fallé?

—Es que... nunca antes habíamos escapado para ir a una fiesta. Siempre lo hacemos a la hora de la siesta o cosas así. Nunca de noche. ¿Y si alguien nota nuestra ausencia? Tengo entendido que...

—Oh, cállate y baja ese lindo siete de espadas que sé que tienes. Lo necesito—me espetó, y lo hice. Aldous sonrió—. Nadie notará nuestra ausencia. Créeme, ni aunque nos piráramos en este mismo instante lo harían.

En ese mismo instante, una pequeña parte de mí sintió la necesidad de alterarse. Volví a sentirme poco apreciado, y recordé—a pesar de que, desde que Aldous había llegado, ya no lo sentía—que era verdad. Ahí no me necesitaban y, en definitiva, poco importaba mi presencia o mi ausencia. Sólo podían esperar y rezar para que, en algún momento, por fin pudiese irme. Y yo, más que nadie, sabía que eso sólo ocurriría al hacerme mayor. Ya había perdido la esperanza de conseguir una familia y comenzaba a idealizarme mi vida sin ella. Sólo... tenía que esperar. Y, cuando sea, el momento llegaría.

Casi nadie cruzaba por la calle de en frente. Era bastante triste, pero era verdad. Digo... ¿quién quiere tener que ver un jardín repleto de niños sin familia? Sé que muchos piensan que somos personas tristes. Pues no, no todos. Yo no lo era. En cualquier caso, ese detalle inquietaba mucho a Aldous hasta el punto en el que había creado un juego que estaba presente a todas horas, y se basaba en ver quién podía entablar contacto visual con quien sea que se cruce por el otro lado de la cerca de metal.

Y, cuando menos me lo esperaba, ella apareció. Normalmente caminaba a la par de seis o siete chicas, pero ese día iba sola. La vi apresurada. Nunca levantaba la cabeza y, por ende, era su culpa la mayoría de las veces que yo termine perdiendo. Pero ese día la pillé en el momento exacto y nuestras miradas se cruzaron el tiempo suficiente como para que Aldous se diera cuenta y girara la cabeza en su dirección.

—¿Lo hiciste?—preguntaba—. ¿Tienes el punto?

Vi en Melody lo que veía en cualquier persona del otro lado pero, por primera vez, nuestras miradas se habían cruzado. Tenía un punto más gracias a ella. ¿Y cuál era el premio? Bueno, no había. Pero me sentía feliz de poder haberla mirado a los ojos al menos una vez en la vida.

Pero Melody, después de eso, bajó la mirada y, cabizbaja, siguió de largo. Me evitó, evitó a Aldous y en definitiva evitó al mundo. Y no sé qué hizo después porque desapareció y quedó fuera de mi alcance.

—¿Y su grupo de tías tontas?—inquirió mi amigo en ese instante, volviéndose hacia mí. Bajó otra carta. El uno de espada. Me apresuré a tomarlo—. ¿Crees que esté fugándose?

Permanecí en silencio, ignorando la extraña felicidad y curiosidad de Aldous, observando el punto en el que la había visto. Melody siempre llevaba el cabello suelto y ropa grande, usualmente abrigos, más que nada en invierno. Pero nunca mostraba mucho. Y ese fue el primer día en el que, en definitiva, la vi con otros ojos. Y nunca mejor dicho. No me había fijado en ella antes, ella tampoco había reparado en mí, estoy seguro, pero ese pequeño punto para mí que también era un encuentro tonto, insignificante y bobo, había alterado algo.

—Oye, conozco esa sonrisa—exclamó Aldous, sacándome de mis pensamientos.

—¿Crees que vaya a la fiesta de esta noche?—dudé, esperando que la respuesta fuese positiva.

Mi amigo ladeó la cabeza para indicarme que bajara una carta. Ni siquiera miré, sólo lo hice. Aldous repitió el gesto con rapidez, como si estuviese demasiado aburrido.

—No lo sé. Estoy encerrado en este lugar de porquería junto a ti. Pero espero que lo haga.

—¿Por qué?—dudé, y esta vez enarqué una ceja.

Bajé todas las cartas que tenía en mi poder. Mi puntaje ni siquiera era alto o considerable, pero estaba bien y ya no teníamos tiempo para seguir jugando. Mi amigo sonrió y bajó su juego.

Otra vez me había ganado.

—Tengo un buen presentimiento—murmuró, antes de comenzar a guardar las cartas.

Lo que ocurrió después se ve borroso en mi mente. Sólo sé que habrá sido otro día como tantos en los que en mi cabeza sólo tenía lugar para pensar en cómo saldrían las cosas a la hora de la verdad: escapar. Incluso cuando era consciente de que lo vivía haciendo tenía miedo. De sólo pensar en qué podría ocurrir de ser descubierto, quería echarme atrás. Pero Aldous volvía a convencerme, una y otra vez, de hacerlo. Decía que no tenía nada de malo. Que ir a una fiesta era lo más normal del mundo. Y, además, estaba al tanto de una debilidad que hasta yo desconocía: Melody. Cada vez que aseguraba que existía la posibilidad de encontrarme con ella, de alguna forma, me convencía para que quisiera ir.

Y así, lo hicimos. Escapamos. Esperamos a que el reloj diera las doce y, sólo entonces, fuimos cautelosos para levantarnos, intentar usar ropa decente y escabullirnos. Sabíamos que la tercera ventana, sobre la cama de Theo, se había roto y por alguna razón siempre estaba abierta. Y Theo dormía como no puedo explicarte. Por eso, salir de ahí era sencillo. Luego corrimos hasta la cerca de metal y la saltamos. Aldous fue primero y luego fui yo. Entonces... nos tocó ubicarnos y caminar. Las calles eran oscuras, apenas iluminadas por uno que otro poste de luz, y como ya te dije, poco transitadas. Era como avanzar por un camino rodeado de fantasmas que no dejaban de mirarnos.

Aldous se manejaba por las calles de la ciudad que no conocía como si las supiese de memoria hasta que, en un momento, comenzamos a escuchar la música. Primero era lejana pero perceptible, y a medida que avanzábamos podía escuchársela con más claridad. Además, las calles eran más transitadas y ruidosas, llenas de luces y de casas. Muchas de ellas, abiertas de par en par. Y ahí, con mi amigo, escapándome del orfanato, me pregunté si así se sentiría ser libre. Caminar por donde sea un viernes por la noche. Escuchar la música y sentir que te llama. Tenía catorce años pero no era ningún tonto, Richard. Sabía qué era lo que me estaba perdiendo.

La fiesta de la que Aldous hablaba era la más ruidosa de todas. Si bien las casas explotaban de personas, a la que él me llevó era la única a la que alguien como él podría haber querido ir. Lo sé porque en el jardín había dos tíos tumbados sobre el césped peleando y, alrededor de ellos, muchas personas aplaudiendo. En la entrada, tías hablando entre sí sosteniendo vasos de quién sabe qué bebida. Y... adentro. ¿Qué iba a saber yo que podía encontrarme dentro de esa casa?

Déjame darte una pista. Yo no lo vi porque no soy detallista y, en definitiva, los pequeños signos suelen pasarme por alto. Pero, sin embargo, sé que Aldous lo tuvo muy en cuenta a la hora de decidir a dónde llevarme de juerga.

En la entrada de la casa había una placa de oro en la que podía leerse el apellido de la familia: Hansen.

Y sí, esa era su fiesta. Grande, alocada, y llena de alcohol. Y yo la busqué toda la noche, pero no la encontré en ningún momento. Sólo podía ver personas bailando o riendo estrepitosamente, besándose o sentadas unas sobre otras, quizás metiendo mano en lugares oscuros. Pero esa era la fiesta y, en realidad, fue divertido. Vi por primera vez de qué está hecho el mundo y cómo se puede sentirlo metiendo las manos en el fuego.

A eso de las tres la fiesta estaba cayéndose abajo. Las personas terminaban tiradas en el suelo o se iban, o peleaban o se aburrían. No lo sé. Yo había estado vigilando a Aldous, y él había estado vigilando a las chicas con bebidas. Tomó mucho, y supe cuando lo vi que era mi deber no hacerlo para poder volver al orfanato. Estaba jodido, cosa que me preocupó, pero tampoco me hice un mundo por ello.

En algún momento, la música se detuvo y a nadie le importó. A mí sí, porque era lo único que tenía para hacer: escuchar y observar. Y, sin la música, me sentí vacío. Aldous estaba hablando con una chica pelirroja y yo tenía que hacer algo, así que me dirigí a la salida y... adivina qué.

Choqué con ella.

Melody tenía exactamente la misma estatura que yo. Llevaba ropa grande, como siempre, y el cabello suelto, como siempre. Pero me sorprendí, y ella también se sorprendió al verme, y juro que no puedo explicar qué sentí o cómo vi la forma en la que ella sonrió al verme.

Esa sonrisa. Esa maldita sonrisa.

Hasta el día de hoy juro que sigo viéndola como ese exacto momento en el que la vi por primera vez.


No digo nada pero las cosas van a comenzar a volverse locas 7u7

En fin, voy a ir dejando un par de ediciones que hice para esta historia. Además de un gif de Cam y uno de quien yo veo como Melody.

Eh, que a esta no la nombró solo Cameron. ¿Lo habéis notado?

:)

¿teorías? ¿ideas? estoy dispuesta a escuchar lo que sea.

¿os va gustando la historia?

¿seguís extrañando a los antiguos jugadores?

¿el aire puede ser azul?

ilusm.

Continue Reading

You'll Also Like

12.3K 1.2K 46
𝑺𝑬𝑮𝑼𝑵𝑫𝑶 𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 No tener pareja en San Valentín es un poco deprimente, aunque no tanto si disfrutas de la soltería. Pero no puedes besar un...
724K 61.3K 60
-Te creo Tomás, pero aun asi necesito un tiempo de ti y de toda esta mierda he tenido, ya suficiente, quiero ser feliz y siento que contigo jamás pod...
1.5K 94 5
Kelly siempre ha sido la chica "ejemplar" de su escuela ¿La causa de esto? Padres exigentes con su vida académica Su vida se complica cuando se encu...
109K 12.7K 33
⚠️ Terminada ⚠️ Y es que nunca pude amar a alguien más con la misma intensidad con la que te ame a ti, te recuerdo día y noche. Jamás olvide nuestros...