No supo que hora era cuando despertó, sabia que como mínimo había dormido una hora, además, por la ventana aun podía verse el cielo nocturno y los faroles encendidos.
Se levantó con suavidad de la cama, tratando de no despertar a Thomas aunque, al parecer nada podría hacerlo. Lucía cansado, pero tranquilo.
Se puso la camisola de Thomas y entró sigilosa al cuarto de baño. Le llamó la atención una mesita con perfumes y cosas femeninas. Por un momento sintió un pinchazo de decepción, entonces una cajita de color purpura llamó su atención. Esa cajita había estado con ella desde siempre. En ella guardaba sus joyas y de vez en cuando encontraba alguna foto en el fondo.
Observó con cuidado, cada una de los perfumes. Algunos eran de mujer, otros de hombre. Olió algunos, mientras extrañas corrientes eléctricas le recorrían la piel. En la ducha, había un par de productos que ella solía usar.
Respiró hondo. Tom había dejado todo como estaba, y eso sólo lo podía interpretar como que el rubio nunca perdió la fe en que ella se recuperara. Tragó saliva con dificultad, sentía mucha tristeza por lo ocurrido, porque para Tom debió ser muy difícil tener que ver sus cosas todos los días.
Salió de ahí, pero antes de que pudiera volver a recostarse, por alguna extraña razón, su vista se fijó en las puertas del closet. Lo abrió, no sabiendo exactamente porque o que esperaba encontrar, y automáticamente el interior se iluminó, dejando ver la ropa colgada.
Curiosamente recordaba un suéter azul, al tomarlo hizo un espacio entre la ropa y pudo ver un enorme forro con el logo de una tienda de novias. Con delicadeza y echando vistazos hacia atrás, por si Tom se despertaba, sacó el forro, cerró el closet y salió de la habitación.
Una vez en la sala, se sentó cómodamente, como si fuese a leer su libro favorito y bajó el cierre. Con cuidado sacó el vestido y le observó con cariño. Miles de lágrimas comenzaron a aparecer ante sus ojos. Parpadeó, dejando caer el agua salada, y se fijó en el pequeño librero que estaba frente a ella. Eran sus libros.
Ese era su hogar, ese era el lugar correcto en el que tenía que estar.
Entonces un intenso dolor hizo que dejara caer el vestido y sus oídos pudieron escuchar el sonido de la tela chocando contra el suelo, su cabeza parecía estar a punto de estallar y ella cayó al suelo.
Miles de imágenes se posaron frente a sus ojos mientras ella seguía sujetándose la cabeza con ambas manos en el piso de la sala.
Vio a Greg, recordó el divorcio, la vez que tropezó con Thomas, los tragos en el club, la pantalla del cine diciendo "Te amo", y como Greg clavaba un cuchillo en su vientre y pudo experimentar de nuevo el vacío bajo su espalda. El dolor se detuvo al igual que su cuerpo dejó de temblar. Se quedó echa un ovillo en el suelo, temblando y con lagrimas saliendo por montones de sus ojos.
Ahora lo recordaba, recordaba todo... pero por alguna extraña razón seguía llorando, hasta entonces reconocía el peso del dolor, de la capacidad que tenían las personas de hacer daño hasta niveles insospechados.
Maldijo una y mil veces a Greg por el tiempo perdido, porque pudo no haber despertado nunca. No podría estar con Tom, ni vivir su amor, no podría ver a sus padres ni tener a sus amigos. Y ese pensamiento la hizo que llorara aun más.
Trabajosamente se puso de pie y camino hacia el gran ventanal de la sala, pudo ver como el cielo comenzaba a perder su oscuridad y en el horizonte un pequeño rastro azul se dejaba ver, entonces supo que era tiempo.
Tiempo de aprovechar el tiempo.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Bip, bip, bip.
Un sonido molesto lo saco de sus sueños.
Abrió los ojos con dificultad y apagó el despertador. No recordaba haber activado la alarma, buscó a su lado el cuerpo de la castaña, pero no la encontró.
En ese momento sintió como todo se desvanecía, después de todo se había arrepentido, fue entonces cuando vio una nota sobre la almohada.
"Thomas
Se que dije que estaría aquí cuando despertaras, pero no he podido evitarlo.
No pienses mal, si me he ido es por algo que necesito hacer, pero necesito de tu presencia.
Ve a la playa de Galveston, sé que esta como a una hora, quizás un poco más de aquí, por eso puse el despertador, (aunque sé que lo odias) porque de lo contrario llegaras tarde.
A las 11.00 de la mañana, te veo ahí. Vístete formal, aunque sé que esta de mas mencionártelo.
Te ama,
Celine."
¿Qué clase de jueguito era ese?
"...Vístete formal..."
Vio de nueva cuenta el despertador y este marcaba las ocho con cinco minutos.
Corrió al baño y se dio una ducha rápida, revolvió el closet y se vistió rápidamente.
Cuando encendió el auto, el reloj del tablero marcaba las ocho con cuarenta minutos.
Salió a toda velocidad. Apenas llegaría a tiempo. Eso si es que no había mucho tráfico.
¿Qué necesitaba Celine hacer en esa playa? Dudaba mucho que se tratara de surfear.
Aceleró lo mas que pudo y agradeció que no hubiera trafico, la verdad era que nunca había ido a esa playa a tales horas... debía de estar sola.
Estacionó su auto cerca de la entrada y bajo rápidamente por las escaleras que daban a la playa.
Ni rastro de ella y eran las diez con cincuenta minutos.
Caminó con dificultad, mientras la arena se colaba en sus costosos zapatos, pero no había ni un alma en esa playa vacía.
Se pasó la mano por la cabeza con enfado.
—Thomas —escuchó la voz de la castaña—, llegaste. —Cuando se volteó para verla, sintió que las piernas se le doblaban.
¡Estaba vestida de novia!
Era el vestido que estaba guardado en el closet.
Se ajustaba perfectamente a su torso mientras que una vez que llegaba a las caderas, caía en una falda amplia, llevaba su cabello ondulado y sobre este una tiara de cristales pero lo que más le llamó la atención fue ver el diamante que le regaló colgando de su cuello.
Parecía salida de un cuento. Una princesa, una hada, una reina, su reina.
—Celine... ¿pero por que estas vestida así? —Cuando terminó la pregunta se sintió tan estupido, pero entonces Celine camino hacia él decidida y le besó sin contestarle nada.
—Recuerdo todo, Thomas. —Dijo una vez que se separo de el, mientras el seguía sujetándola de la cintura.
—¿Hablas en serio?
—Si. —Contestó ella sonriendo.
Definitivamente era ella, volvía a tener ese brillo en sus ojos y su expresión había cambiado.
—Todo pasó anoche. —Explicó. Entonces el rubio la abrazo aun con mas fuerza, pudo sentir la brisa del mar dándole de lleno en la espalda, el sonido de las olas le tranquilizo, todo estaba bien, ya había pasado la tormenta.
Cuando abrió los ojos, pudo ver que a su madre, junto con Erin, Aidan, Dave, Jonathan, Lily, y otras personas iban bajando las escaleras para entrar a la playa.
Todos iban vestidos de fiesta y Erin llevaba en las manos un ramo de rosas blancas.
—Me tomé la libertad de llamarles a todos, y organizar esto. Es que no quería esperar ni un día mas para estar contigo para siempre, como se supone que debíamos estar desde hace meses.
—Que bueno que hayas pensado en todo.
Erin se acercó a ellos y abrazó a ambos.
—¡Estoy tan feliz por ustedes!
—Oye —dijo después de que se separaron— ¿Cómo hicieron para reunir a todos y en domingo?
—Nunca dudes de mi poder de convencimiento. —Contestó Erin.
Dave simplemente movió la cabeza afirmando lo dicho.
—Erin y yo seremos tus padrinos. —Anunció Dave con orgullo.
—Yo escogí los anillos. —Aidan les mostró un par de anillos en platino dentro de una cajita de terciopelo azul marino.
—Yo compré el lazo. —Ellen, les sostenía en sus manos un lazo hecho de perlas.
—Y también sacamos de la iglesia al sacerdote Fisher, quien de inmediato accedió a venir hasta acá. —Agregó Lily.
—Eso de que inmediatamente accedió no es cierto. —Soltó Erin, con expresión inocente.
—Prácticamente lo secuestramos. —Completó Dave con sonrisita.
—Gracias, en verdad muchas gracias —Celine besó en la mejilla a cada uno—. Gracias por todo.
—Bueno, ya que estamos todo ¿Por qué no empezamos? — Sugirió Aidan.
Celine y Thomas, asintieron emocionados.
—¡Deena! ¡Padre Fisher! ¡Por acá!—Gritó Aidan haciendole señas a Deena que iba al lado un hombre algo bajito con cara de simpático.
Un corro de gente se formó alrededor de ellos, esperando a que diera inicio la ceremonia.
—¿Estas lista para ser mi esposa?— Le preguntó a Celine mientras llegaba el padre.
—¿Y tu estás listo para compartir toda tu vida conmigo?
—¿Listo? Yo siempre he estado listo, eres tu la que se ha tomado muy en serio el cuento de...
—¿El de la bella durmiente?
—Si, ese mismo.
—Entonces, ¿me amas?
—Celine —Thomas la miró divertido—, esa pregunta esta de mas entre tu y yo. ¡Sabes que te adoro! —Y la tomó entre sus brazos para después besarla.
—¡Hey hey! —Los regañó el padre— ¡Al menos esperen a que yo diga "los declaro marido y mujer"!
—Acaba de hacerlo padre. —Thomas río con ganas mientras volvía a besar a Celine y los invitados comenzaron a aplaudir.
—Es la ceremonia mas corta que me ha tocado oficiar. —Se quejó el padre.
≫ ──── ≪•◦ FIN ◦•≫ ──── ≪