Capitulo 32

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Después de recoger su auto y de reponerse de la resaca; Tom se dio cuenta de lo lento que avanzaban los minutos, las horas, los días. El resto de esa semana, se vio sumergido en la encomienda de arreglar con el arrendador un traspaso de contrato, por la oficina en la que tenía su despacho. Además firmó unos cheques y le dio una compensación a Rita, su secretaría.

Mientras hacía un par de llamadas y arreglos para ceder algunos de sus casos pendientes a Dave o a otros colegas, no pudo evitar sentirse triste por abandonar su profesión. Siempre supo que quería ser un abogado, quizás el mejor consejo que recibió en aquellos días de preparatoria, de su padre, fue aquel que atesoraba como uno de los momentos en que su padre le abrió su corazó

—"Haz algo que te haga sentir satisfecho de ti mismo, cuando vuelvas a casa por la noche..." —Dijo mientras sujetaba su caña de pescar y su mirada gris estaba centrada en el atardecer

Los últimos rayos de sol iluminaron el rostro altanero de su padre y Tom, repitió esas palabras varias veces en su mente, procurando que se grabaran para siempre. Y sabía perfectamente que lo hacía sentir satisfecho.

Siempre que estaba en la corte, defendiendo su caso, afirmaba en su mente con la certeza que sólo dan los hechos consumados, que el había nacido para ser abogado.

Pero ahora, tenía que abandonar esa pasión por Celine. Antes sus dos más grandes pasiones, coexistían sin mayor problema; pero con Celine, si no actuaba ahora, no podía siquiera vislumbrar una posibilidad para después.

Se dijo firmemente que cuando todo estuviera bien, podría volver a su profesión y todo sería como al principio. Incluso mejor.

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Celine estaba con la vista fija en las flores que Tom le envió al hospital. Ahora que sabía gran parte de lo sucedido, no podía evitar pensar en Tom, todos los días.

Pronto podría volver a casa. ¿Pero a que hogar volvería? No tenía muchas opciones que regresar a casa de sus padres.

—¿Verdad que son hermosas? —Comentó Lily al ver la mirada de su hija

—Preciosas. Lo mejor de lo mejor que Thomas Lynch siempre puede comprar —. Justo al decir eso, Celine se arrepintió. Sintió un aguijonazo en su conciencia. — Yo... creo que... es muy espléndido. 

—Opino lo mismo. ¿Vendrá para cuando te den de alta?

—Le dije a Erin que hablara con él. Yo... ni siquiera tengo su número.

Lanzó un suspiro y vio una vez más los arreglos, eran preciosos, sobre todo el que tenía un par de orquídeas. Le recordaban algo, pero no sabía exactamente qué. Tal vez fuera la historia en sí que había escuchado tiempo atrás. "Las orquídeas son para alguien muy especial"

Las blancas flores destacaban de entre la mezcla de rosas rojas y rosas del arreglo.

Cerró los ojos un momento, tratando de recordar algo de Thomas. Repasó en su mente una y otra vez la imagen del rubio, era atractivo, con unos ojos verdes brillantes y una petulante sonrisa, altanera y marcada.

Pero cuando se vieron en el hospital, sus ojos lucían diferentes.

Durante la tarde, tuvo oportunidad de entrar a su antigua computadora portátil. Por suerte la sesión en su cuenta de Facebook estaba iniciada, había demasiados mensajes y notificaciones, pero sobretodo, había fotos de ambos.

Había una en particular, en la que ella sonreía frente a un plato con panqueques y fresas. En la foto solo aparecía ella, pero por alguna razón, estaba segura de que Thomas había tomado esa foto. Se veía tan feliz, tan llena de vida. En otras, aparecían abrazados y sonrientes, mirándose el uno al otro, como si fueran lo único en el mundo. 

Si aún tenía dudas respecto a lo suyo con Lynch, esas fotos las descartaban. 

Amor en manos enemigas.Where stories live. Discover now