BODYGUARD

By feelmyhearth

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VERSIÓN 2021. Caliente como el infierno, malvado como lucifer, y más vengativo que cualquiera, él llega a la... More

Introducción.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés.
Un adiós (n o t a )
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiseis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cinco.
Capítulo treinta y seis.
Capítulo treinta y siete.
Capítulo treinta y ocho.
Capítulo treinta y nueve.
Capítulo cuarenta.
Capítulo cuarenta y uno.
Capítulo cuarenta y dos.
Capítulo cuarenta y tres.
Capítulo cuarena y cuatro.
Capítulo cuarenta y cinco.
Capítulo cuarenta y seis.
Capítulo cuarenta y siete.
Capítulo cuarenta y ocho.
Capítulo cuarenta y nueve.
Capítulo cincuenta.
Capítulo cincuenta y uno.
Epílogo.
0. El regreso.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.

Capítulo siete.

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By feelmyhearth

Abrí los ojos con cuidado, el ardor en mi cabeza era realmente insoportable, todo me daba vueltas y mi brazo seguía adolorido por el corte de la noche anterior. Recordé como Adam me observaba, había tanta decepción y miedo en esos bonitos ojos.

Se había comportado de una forma tan linda conmigo, y yo estaba siendo la chica más hija de puta con él.

Volví a observar mi herida, podía recordar la mirada del chico de ayer, este estaba dispuesto a matarme, él iba a hacerlo. Estaba dispuesto a todo por saber el paradero de mi padre.

Apreté el cojín rosa con fuerza, el recuerdo me atormentaba, el «qué hubiera pasado si...» me tenía frenética. Sentía miedo, nunca alguien había estado tan cerca de acabar con mi vida.

Y yo nunca había sido tan estúpida.

Entonces recordé aquellos ojos mieles, su calor, su mirada, el olor que desprendía... me sentía tentada hacia él, me atraía, me gustaba. Me sentía segura a su lado, ayer probó que podía confiar en él, que él me defendería ante todo, que él me protegería.

La puerta de mi habitación se abrió y reveló al castaño, me escondí bajo las sábanas, no quería que me observara en este estado, estaba asquerosa, mis ojeras caían por mis ojos, seguramente tenía el rimel y el pintalabios corrido, y a juzgar de cómo fue la noche de ayer, debía estar pálida.

No podía olvidar que sentía mi boca deforme, la chica que ayer me había golpeado probablemente había causado una muy buena hinchazón.

—Vete—hablé—tengo unas ojeras que me llegan hasta el coño—Adam carraspeó la garganta.

—No seas vulgar, niña, y no podría verte en peores condiciones de las que te vi ayer así que no vengas con bobadas.—y ahí fue cuando mi sueño fue fastidiado con su actitud, Adam jamás cambiaría, siempre sería ese salvaje que no sabe controlar lo que dice.

Pero ya no me interesaba

Me levanté de la cama con pereza con mi pijama puesta, ¿Quién la puso?  Él esbozó una sonrisa. Me derretí por un segundo.

—Pareces una de esas modelos de un programa de televisión que veo, tu labio está tan hinchado que parece que te has operado—dijo, intentando sonar gracioso.

—Eres un idiota, ¿Me has puesto tu la
pijama? —le dije, cambiando rotundamente el tema.

—No, ha sido una mucama.

Se acercó a mi cama, y pude observarlo mejor, traía puesto la camiseta blanca de siempre, con unos pantalones color negro, acompañado de unas botas del mismo color, me fijé en su rostro y en unas pequeños cortes que poseía alrededor.

Un pequeño sentimiento de culpabilidad me recorrió por completo.

Adam se acercó y me observó el rostro.

—Empezarás otra vez tu entrenamiento en una hora, si te sientes mal no me interesa. Ayer te podrás haber dado cuenta que las cosas están complicadas—me dijo, y comenzó a salir por la puerta. Maldecí en mi interior—, y debes aprender a trabajar de todas formas así estés sintiéndote mal.

—Que imbécil—susurré.

—¿Disculpa?

— Este imbécil te salvó la vida, ya que la policía te había capturado por tu estúpido capricho de querer salir, ¿Todavía tienes la cara para decirme que el imbécil soy yo?

Hasta ahí había llegado mi buena mañana y mis buenos pensamientos hacia él.

—Idiota, es tu deber, no te debo estar agradeciendo nada.

—Pues deberías—se acercó más hacia mi persona y acarició un mechón de mi rizado cabello—. Porque he acabado con la vida de seis policías en lo mismo que he demorado en darme cuenta que te habías escapado, seis segundos.

—¿Sí?—le pregunté—, te demoraste más de eso en encontrarme.

Le miré a los ojos,  nunca habían estado tan brillantes como hoy, Adam era precioso. Su rostro parecía haber sido tallado por los
dioses.

Observé los cortes que tenía, era uno bajo el labio, y otro al lado de la nariz. Acaricié con suavidad el corte rojizo que estaba cerca de su labio inferior, Adam suspiró. Mi corazón latía como en una carrera, jamás habíamos estado tan cerca.

Ya que el jamás lo había permitido.

—He perdido dos hombres por tu culpa, y apenas Leonardo llame, le comunicaré lo que hiciste, debes aprender a comportarte—soltó derrepente.

—Mi padre conoce a su hija, no me reprochará nada si es lo que piensas.

—¿Sabe que su hija es una idiota?—me dijo, mirándome a los ojos—, me alegro que lo sepa, y no tenga que recordárselo.

Salió de la habitación dando un portazo que terminó por hacer caer uno de los cuadros que tenía colgado en la habitación. Adam podía ser el más despreciable si se lo proponía.

Lo odiaba, lo odiaba tanto por hacerme desearlo de la forma en la que lo estaba haciendo, me estaba comenzando a volver loca.

Una hora más tarde yo ya estaba vestida, la ropa deportiva me favorecía en algunos aspectos, me encontraba bajando las escaleras, y todos posaban su mirada en mi, carraspeé incómoda, Sabía que lo hacían por sus dos compañeros perdidos, y a decir verdad quizás si fue culpa mía, pero ellos antes de entrar en este mundo están advertidos, deben dar la vida por la persona que protegen, deben darlo todo, digo, para eso les pagan.

Y aunque una parte de mi no podía evitar sentirse muy culpable por lo sucedido, la parte hija de puta me decía que ellos sabían a lo que venían. Estaban entrenados para eso, y la vida y la muerte eran algo que jugaba todos los días en este trabajo.

Miré a mi alrededor, ahí estaba Ryan.

—Hola—saludó desde la cocina.

—Buenos días.

—Buenas tardes, querrás decir—aclaró.

Ryan hasta ahora, había sido la única persona que me había tratado con cariño en todo el tiempo que llevaba aquí. Ryan era realmente amable conmigo, no lo sentía forzado.

—¿Cómo dormiste?—le dije, sacando una manzana y pegándole un mordisco.

—Pésimo, una señorita hizo que asesinaran a dos de los nuestros, y hacerme despertar a las dos de la madrugada, cuando mi horario es a las doce.

—Lo lamento—Ryan rió.

—Tranquila, al que le deberías decir eso es a Adam, fue el que más desesperado estaba, hubieras visto su rostro cuando Ian le dijo que no estabas en tu habitación. Jamás lo había visto tan enojado—murmuró lo último.

—¿Está molesto porque perdió dos hombres? ¿O porque es así naturalmente?

—Está molesto porque lo has desobedecido, y él odia eso, lo de los hombres le da igual, créeme. Además, si te llega a suceder algo, la culpa recae sobre él.

Aquello que me había dicho Ryan era cierto, el estaba así no porque se preocupara por mi, sino porque si algo me sucedía, lo asesinaban. Así era su trabajo.

Y yo más que nadie conocía a mi padre, y sabía de lo que era capaz por mi.

—Además—continuó—ahora alguien debe reemplazar a los dos chicos que fallecieron en el tiroteo.

—No pueden traer a cualquier fulano a la casa—hablé enfadada, mi padre había traido a los mejores de confianza, y Adam podría arruinar eso.

—Adam lo sabe, por eso Anabelle y Scott ya se dirigen hacia acá.

—Espera... ¿Has dicho Anabelle? ¿Acaso han llamado a una chica? —le pegué una mordida a mi sándwich.

—Al parecer sí, y no es cualquier chica—se me acercó, como si quisiera contarme algún tipo de secreto—es la chica.

—¿Por qué? —pregunté, no creía que lo fuera, yo era más bonita que cualquiera.

O eso quería creer.

—Dicen que la chica parece de revista—me
dijo, tomando un sorbo de su batido—. Tiene unos veintidós años y es una de las mejores en el rubro, además, nadie se acerca a ella porque es la ex novia de Adam. Dice que tuvieron una historia de amor envidiable y todo lo que ella sabe, lo aprendió de ese Dios de las armas.

Quizás la idea de ver a Adam tratar a una chica decentemente iba a joder mi orgullo de todas las maneras posibles, o quizás no podía aceptar que Adam en algún momento tuvo novia y fue una persona.

—¿Fue su novia?—le pregunté, con la comida en la boca.

—Claro—susurró, tomando de su bebida—, estuvieron muchos años juntos, creo que cinco o cuatro. Como sea, cuando les comenzaron a tener diferentes empleo terminaron, o eso dicen.

—Eres muy chismoso, ¿Los sabias?—le dije, y Ryan rió con fuerza.

—Y tú preguntas demasiado por el guardaespaldas.

Le pegué un codazo a Ryan y este carcajeo, Adam entró en la cocina.

—Skyler, hoy las clases son conmigo—habló cortante y se retiró. Me levanté de la mesa para dirigirme al gimnasio.

—Ve con Dios—brameó Ryan, haciéndome la señal de la cruz.

Una vez allá, amarré mi cabello en una coleta, observé a Adam y no me pude contener.

—¿Traerás una chica?—le pregunté directa, el me observó con cautela y murmuró algo que no logré oír.

—Veo que Ryan no ha perdido el tiempo—murmuró mientras secaba su rostro con la toalla—. Es un humano, aquí somos todos iguales, todos vinimos a lo mismo. Ahora silencio y dirígete a la casona.

—No me hagas callar—hablé tranquilamente.

—Hago lo que quiero contigo.

Iba a responder, juro que iba a responder, pero me lo impidió su toque en mi cintura, me derretí a. instante. Estábamos en un lugar un poco apartado, era el lugar de los tiros, habían muchas armas, algunos unos muñecos, taponeras, y unos cuantos tiro al blanco.

Era impresionante la poca tolerancia que teníamos el uno con el otro, realmente era imposible que mantuviéramos una conversación de más de tres minutos sin que alguno la jodiera.

—Bien, colócate ahí—me dijo, e hice caso, por primera vez, hice caso a lo que el me ordenaba. Colocó unas taponeras negras en mi cabeza.

—Son horribles estas taponeras, ¿Podrías pasarme alguna que tenga color?—le dije, viendo que habían más en el estante. Adam me observó como si quisiera asesinarme—, ¿Por fis?

—No.

—Pero las rosadas son lindas, ¿No me vería mejor con ellas?

—¿Algún día dejarás de joderme la existencia? —murmuró, trayendo las tapaorejas rosa, le agradecí—. Bien... posiciónate delante de mi.

Obviamente había entendido el doble sentido de la frase, y obviamente él no, como siempre igual de bruto.

—Vale.

Mi cuerpo estaba pegado al suyo, y una sensación que no quería se coló por mi cuerpo.

—Más adelante, no te pegues tanto a mi.

Asentí, aunque no hice lo que él quería. Me removí unos centímetros y mi corazón palpitó con fuerza.

—Dispara al centro.

Fueron tres palabras, pero las suficientes como para calentarme, su voz estaba jodidamente ronca, respiré profundamente, pegando más aún nuestros cuerpos.

Podía sentir la respiración de Adam en mi cuello, y el toque en mi cintura ya me estaba jodiendo la vida, sin decir cómo el bulto crecía en el medio de su negro pantalón. Disparé, una, dos, y tres veces. Ninguno habló, no era necesario, los tres tiros habían dado en el centro.

Me di la vuelta lentamente, Adam todavía no había dicho nada, quedé frente a él, la lejanía casi no existía, mi pelvis estaba pegada a su miembro, el cual se veía bastante voluptuoso.

Sonreí, y coloqué mis brazos alrededor de su cuello.

Adam quitó mis manos de su cuello y las volví a colocar. Me miró enfadado.

—¿Que haces?—me dijo, mirándome a los ojos.

Me acerqué a su cuello, y se mantuvo inmóvil.

—No lo hagas—murmuró.

—¿Que no haga qué? —le dije, cerca de su cuello.

Él negó con la cabeza.

—Ya—me detuvo—. No te humilles de esta manera.

Bien, me lo había hecho dos veces hoy, muy bien Skyler, muy bien. Tu dignidad no existe.

—¿Qué?

—No vuelvas a hacer eso—dijo, saliendo rápidamente del lugar.

Quise golpearme mentalmente, estaba segura que él quería ese beso casi tanto como yo, pero no era ni serpia capaz de admitirlo. No con ese carácter tan jodido.

Me saqué las tapaorejas y las lancé al suelo con rabia, ¿Por qué justo me tenía que encaprichar con la persona que más parece odiarme?

No había nadie con más mala suerte que yo.

hola hola, subí el capítulo hoy porque bueno... no las quería hacer esperar más! ¿que piensan de Adam?

besoss, E.

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