Las vacaciones de navidad estaban prácticamente a la vuelta de la esquina, de manera bastante literal. No era un secreto que Seúl entero se "disfrazaba" hermosamente para celebrar una de las más grandes fiestas del año, y en cada negocio, centro comercial o parque al que se volteara, podían verse las luces y los adornos de navidad, además de la característica nieve, algunos días falsa y otros real que ambientaba cada sector de la cuidad. Hasta su universidad estaba acorde a la época, tanto así, que en cada uno de sus salones había un pequeño árbol navideño decorado con buenos deseos y pequeñas lucecitas, y en el centro del patio, el pino más alto y viejo, había sido adornado por diversos estudiantes voluntarios quienes con demasiada emoción, habían dejado el pino completamente vestido. Pero eso no era exactamente lo que consumía los pensamientos de Min YoonGi, no señor, y tampoco es su JiMinniePoo el que lo hace.
Son sus parciales.
Esos malditos proyectos finales que los profesores preferían no desvelar hasta el final, dando plazos súper cortos y fechas de entrega súper pegadas la una con la otra. YoonGi llevaba aproximadamente un mes tan sumergido entre maquetas, presentaciones y trabajos escritos, que cuando vio en el calendario que al próximo día, el 20 de diciembre, que era la entrega de su último trabajo, una mezcla enorme de alivio y desesperación recorrió su cuerpo.
Alivio por un lado, ya que la parte más compleja del año ya había prácticamente acabado, y por fin podría sacar la nariz de sus grandes textos de arquitectura, pero por otro lado, la desesperación lo invadió cuando abrió el documento de Word y tres míseras páginas se abrieron ante sus ojos.
Debía ponerse a trabajar a como dé lugar.
-PinkyPoo, ¿Ya vas a venir a la ca...?
La pregunta de un demasiado tierno JiMin, quien venía caminando por el pasillo, bostezando y resfregándose los ojos del sueño, vestido con su pijama de Rilakkuma, quedó en el aire al segundo en el que sus ojos se toparon con una imagen que partió su pequeño corazoncito.
YoonGi yacía sobre la mesa del comedor completamente dormido, rodeado de unas tres tazas de café y la laptop abierta casi apagándose por del desuso frente a él. Podía ver desde su posición, al otro lado de la sala, las marcadas ojeras de su mayor, y con un puchero lleno de tristeza, caminó hasta su PinkyPoo Hyung para envolverlo con la manta rosada con la que hace dos segundos él se cubría. Consideró en despertarlo, pero conociendo al mayor, este querría seguir trabajando en su proyecto en vez de dormir, y aunque JiMin lo entendía, sabía que no era correcto.
Por pura y mera curiosidad, cuando tomaba las tazas de café a medio beber de la mesa, ojeó rápidamente el trabajo del pelinegro, notando con orgullo como la palabra "Bibliografía", seguida de muchos enlaces llenaban la página.
En esos momentos, una idea llegó a su cabeza.
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No hizo más que despertar, con los primeros rayos del sol pegando en su rostro, cuando sintió su mundo venirse abajo. De un salto se despegó de la mesa en la que incómodamente había dormido, y sintió las ganas de llorar apoderándose de él cuando recordó con exactitud aquellas 75 páginas de proyecto no corregidas que por nada del mundo alcanzaría a terminar en los veinte minutos que le quedaban para irse a la universidad. Pensó, casi rompiendo en llanto, que tal vez ni siquiera podría ducharse, puesto que tenía que imprimir todas esas planas, y dar de desayunar a JiMin.
JiMin.
Al momento en el que notó la ausencia de todas sus tazas sucias y su laptop, el nombre del menor voló a su cabeza demasiado rápido para procesarlo. ¿Había guardado el trabajo antes de dormirse?, ¿Qué tal si no lo había hecho y JiMin había apagado la computadora?, No sabía cuánto del trabajo habría desaparecido entonces y su respiración comenzó a alterarse de tan sólo pensarlo.
Su mirada viajó por la habitación a la velocidad de un rayo y no fue hasta que su mirada se posó con un cuerpo enfundado en un beige pijama junto a una montonera enorme de hojas que todo terminó por culminar. Se levantó de su lugar dejando la manta rosada que, supuso, JiMin le había puesto sobre los hombros cayera al piso y sus piernas frágiles y temblorosas, caminó a paso lento en dirección al chico que yacía dormido frente a él, rompiéndose más el corazón con cada paso, al notar que sus sospechas eran ciertas.
Dormido sobre la mesa de la impresora, yacía JiMin, con su trabajo final corregido e impreso a un lado de su cuerpo inconsciente.
-Oh por amor de... -La frase no fue completada, puesto que unos pequeños ojos marrones se encontraron con los suyos antes de terminar de hablar, y una sonrisa tierna y cansina lo recibió armoniosamente.
-Buenos días, PinkyPoo Hyung -Saludó el menor estirándose en el asiento, como si nada hubiera pasado, como si no hubiera salvado el culo de YoonGi y como si no le hubiera hecho el favor más enorme del mundo.
-Eres... eres... -La palabra no fluyó como él esperó de sus labios, pues aún se encontraba demasiado anonadado como para hablar, pero su cuerpo sí que reaccionó, y cuando sus brazos apresaron el pequeño y delgado cuerpo de su chico, sus ojos se llenaron de lágrimas- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, eres lo mejor que tengo, por favor, nunca te vayas de mi lado, JiMinnie.
Decir que YoonGi no lloró esa mañana, entre los brazos de JiMin, antes de irse a la universidad para conseguir un diez perfecto en el proyecto, es un poquito, mentira.
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Siento que este capítulo es demasiado sad y demasiado malo, pero es que en estos momentos no estoy para escribir algo lindo y alegre, lo siento muchísimo, ¿No prefieren que deje el maratón para cuando pueda escribir algo decente? Porque osea, no me importa escribir ahora, pero siento vergüenza de traerles cosas tan malas cuando en el maratón debería haber capítulos mejores.
Bueno, ustedes saben que ustedes deciden.
Gracias por leerme.
PinkyPoo
-Nico
#CajitadeLeche.