Amor en manos enemigas.

By SandyLee

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Imagínate que odias a un chico de tus años de colegio. Después, imagínate que ambos toman caminos separados. ... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Covers de Regalo
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Agradecimientos
Epilogo I

Capitulo 32

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By SandyLee

Después de recoger su auto y de reponerse de la resaca; Tom se dio cuenta de lo lento que avanzaban los minutos, las horas, los días. El resto de esa semana, se vio sumergido en la encomienda de arreglar con el arrendador un traspaso de contrato, por la oficina en la que tenía su despacho. Además firmó unos cheques y le dio una compensación a Rita, su secretaría.

Mientras hacía un par de llamadas y arreglos para ceder algunos de sus casos pendientes a Dave o a otros colegas, no pudo evitar sentirse triste por abandonar su profesión. Siempre supo que quería ser un abogado, quizás el mejor consejo que recibió en aquellos días de preparatoria, de su padre, fue aquel que atesoraba como uno de los momentos en que su padre le abrió su corazó

—"Haz algo que te haga sentir satisfecho de ti mismo, cuando vuelvas a casa por la noche..." —Dijo mientras sujetaba su caña de pescar y su mirada gris estaba centrada en el atardecer

Los últimos rayos de sol iluminaron el rostro altanero de su padre y Tom, repitió esas palabras varias veces en su mente, procurando que se grabaran para siempre. Y sabía perfectamente que lo hacía sentir satisfecho.

Siempre que estaba en la corte, defendiendo su caso, afirmaba en su mente con la certeza que sólo dan los hechos consumados, que el había nacido para ser abogado.

Pero ahora, tenía que abandonar esa pasión por Celine. Antes sus dos más grandes pasiones, coexistían sin mayor problema; pero con Celine, si no actuaba ahora, no podía siquiera vislumbrar una posibilidad para después.

Se dijo firmemente que cuando todo estuviera bien, podría volver a su profesión y todo sería como al principio. Incluso mejor.

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Celine estaba con la vista fija en las flores que Tom le envió al hospital. Ahora que sabía gran parte de lo sucedido, no podía evitar pensar en Tom, todos los días.

Pronto podría volver a casa. ¿Pero a que hogar volvería? No tenía muchas opciones que regresar a casa de sus padres.

—¿Verdad que son hermosas? —Comentó Lily al ver la mirada de su hija

—Preciosas. Lo mejor de lo mejor que Thomas Lynch siempre puede comprar —. Justo al decir eso, Celine se arrepintió. Sintió un aguijonazo en su conciencia. — Yo... creo que... es muy espléndido. 

—Opino lo mismo. ¿Vendrá para cuando te den de alta?

—Le dije a Erin que hablara con él. Yo... ni siquiera tengo su número.

Lanzó un suspiro y vio una vez más los arreglos, eran preciosos, sobre todo el que tenía un par de orquídeas. Le recordaban algo, pero no sabía exactamente qué. Tal vez fuera la historia en sí que había escuchado tiempo atrás. "Las orquídeas son para alguien muy especial"

Las blancas flores destacaban de entre la mezcla de rosas rojas y rosas del arreglo.

Cerró los ojos un momento, tratando de recordar algo de Thomas. Repasó en su mente una y otra vez la imagen del rubio, era atractivo, con unos ojos verdes brillantes y una petulante sonrisa, altanera y marcada.

Pero cuando se vieron en el hospital, sus ojos lucían diferentes.

Durante la tarde, tuvo oportunidad de entrar a su antigua computadora portátil. Por suerte la sesión en su cuenta de Facebook estaba iniciada, había demasiados mensajes y notificaciones, pero sobretodo, había fotos de ambos.

Había una en particular, en la que ella sonreía frente a un plato con panqueques y fresas. En la foto solo aparecía ella, pero por alguna razón, estaba segura de que Thomas había tomado esa foto. Se veía tan feliz, tan llena de vida. En otras, aparecían abrazados y sonrientes, mirándose el uno al otro, como si fueran lo único en el mundo. 

Si aún tenía dudas respecto a lo suyo con Lynch, esas fotos las descartaban. 

  ≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪  

—¿Te hice esperar mucho? —Dijo Erin sentándose frente al rubio

—Acabo de llegar. —Tom dejó de lado el menú de cafés y miró a su alrededor con cierto desdén.

Estaba atestada de parejas felices y enamoradas. El local tenía mesas dentro y fuera, con manteles en color rojo y blanco. La música dulzona que sonaba en esos momentos, le estaba provocando jaqueca.

Desgraciadamente, San Valentín estaba a la vuelta de la esquina, así que no tenía más remedio que aguantar y dejar que toneladas de hiel se acumularan en su estomago.

—Pues le conté todo —habló Erin sin rodeos—. A grandes rasgos, porque hay muchas cosas que no puedo decirle a detalle. Pero sabe de ustedes, del compromiso y del bebé.

—¿Qué... te dijo?

—Lloró mucho y... me sentí fatal. Un capuccino, por favor. —Pidió antes de que el mesero hablara.

—Lo mismo para mí —dijo el rubio con un nudo en la garganta—. No sé qué decir.

—Sólo di que vendrás mañana para cuando la den de alta. Nos gustaría que estuvieras ahí.

—¿El "nos gustaría", incluye a Celine?

—¿Tú qué crees? —La pelirroja lo miró con una ceja enarcada— ¡Es tu oportunidad!

—Disculpa que no me tome las cosas con tanto entusiasmo como tú, pero me limitaré a ir mañana y es todo.

—No seas negativo.

—De hecho, es todo lo contrario. Voy a tomar las cosas como vengan.

—Te estás rindiendo. —Aseguró Erin.

Tom no contestó, pero en parte era verdad.

  ≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪  

—Erin, estoy muy nerviosa.

Dijo Celine, quien se vestía con ayuda de Erin. Las piernas le temblaban ligeramente, después de haberse preparado mentalmente, o al menos eso creía, para esa mañana de viernes; al parecer no había sido suficiente. En cualquier momento llegaría Dave con Tom, y la incertidumbre le provocaba nauseas.

—Yo no sé porque —Contestó su amiga con naturalidad mientras le calzaba unos tennis—, ni que nunca lo hubieras visto.

—¿Tú crees que haya aceptado a acompañarnos? —Preguntó Celine mordiéndose el labio inferior, pero Erin le miró severamente— ¿Cómo me veo? —Preguntó tratando de cambiar el tema.

—Te ves preciosa. —Dijo Lily.

—Y no tiene nada que ver que te haya arreglado yo.

Celine abrazó a su amiga.

—No te vayas a poner a llorar, ¿sí? Me vas a hacer llorar a mí también.

La pelirroja sabía lo que significaba ese abrazo, que estaba cargado de agradecimiento. Pero a Erin, no le importaban las gracias, le importaba que pudiera estar ahí, hablando con su amiga otra vez.

La castaña se separó de su amiga con lágrimas en los ojos. En ese momento tocaron la puerta.

—¿Podemos pasar? —Preguntó Dave, seguido de Jonathan.

Ambas asintieron enérgicamente, la puerta se abrió de par en par y el moreno entró, después entró Tom. El silencio que se apoderó del lugar, era aplastante.

Ahí estaba, con las ganas carcomiéndole las entrañas, esas ganas que tenia de abrazarla y besarla. Celine le observó un poco, iba vestido con jeans oscuros y una camiseta negra, un estilo nada usual en él. Y entonces antes de hablar, le vio a los ojos... Dolor, soledad... no hacía falta ser muy inteligente para notarlo y sentirlo.

La tensión crecía hasta que Jonathan fue el único capaz de romper el silencio.

—¡Vaya! Creo que primero me llevaré estas cosas al auto.

Y caminó hacia donde Erin guardaba un poco de algo de ropa en una maleta pequeña.

Fue un momento extraño y qué decir, incómodo.

Tom y Celine, simplemente compartían miradas, mientas que Lily recibía instrucciones del médico. Dave, se zafaba de la situación, al llevar las cosas al auto y esperarlos a la salida.

Una vez que le permitieron salir a Celine, sentada en una silla de ruedas, Erin se puso detrás de ella, para ayudarla, pero curiosamente, la castaña se opuso.

—Creo que sería mejor si me ayudara Tom.

 Erin sonrió, y Tom no tardo ni tres segundos en tomar el lugar de la pelirroja. Lo primero que recibió Celine fue una vaharada de un perfume tremendamente exquisito y varonil que sin duda le endulzo el olfato y súbitamente fue como si entrara en una visión...

...Solo el eco de sus pasos, de pronto fue como si le hiciera un acercamiento solo a una mano pálida que le tendía su bolso y después la imagen de Tom desapareciendo tras las puertas de un elevador...

Parpadeo varias veces y su corazón acelerado hizo que se ruborizara...

—¿Estás bien? —Preguntó el rubio mirándola preocupado.

—Eso creo...

Tom colocó una de sus manos sobre el hombro de la castaña, y ésta pudo sentir la electricidad recorrer por su cuerpo y se sentía tan bien. En ese instante supo que era verdad, no importaba que su cabeza no lo recordara, había una historia entre ellos y que su cuerpo lo reconociera era lo único que necesitaba. Avanzaron por los pasillos, en silencio, mientras dejaban atrás a doctores, enfermeras y gente.

Al salir del hospital, Aidan ya los esperaba con el auto. A Celine le molestaba la luz del intenso sol que se alzaba en lo alto del cielo, al punto de que sus ojos se llenaron de lágrimas. Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la intensidad de la luz, y de pronto unos brazos fuertes la guiaron hacia el interior del auto. El rubio se acomodó junto a ella, mientras que Erin le entregaba la silla a un enfermero.

Una vez iniciado el camino, fue mucho más fácil de lo que pensaban, la plática fluyo de lo más normal.

Después de ayudar a entrar a la casa de los papás de Celine, Tom supo que era la hora de despedirse.

—Bueno, creo que es hora de irme.

—¿Ya tan rápido? ¿No quieres quedarte un rato y ordenamos algo de comida?

—Gracias, pero quiero que Celine descanse, los veo luego. —Se despidió agitando la mano.

El aludido asintió, y él se dio la vuelta yendo directamente a la puerta.

—Espera Thomas —la voz de Celine lo detuvo— ¿Puedo hablar contigo un momento? Afuera, si no te molesta. —Agregó, lanzándole una mirada de suplica.

El rubio la ayudó a salir, la castaña aún no podía caminar bien. Una vez afuera, la depositó en una pequeña banca y acto seguido tomó asiento junto a ella.

Se quedaron en silencio unos momentos. Por el rabillo del ojo, vio como ella observaba la calle con una rara expresión en el rostro.

—Sé lo que paso —dijo al cabo—, me han contado todo.

—No deberíamos de hablar de eso en estos momentos —bajó la vista—. No te hace nada bien, menos en tu estado.

—Estoy muy segura que hubiésemos sido muy felices —continuó ella—, podemos volver a intentarlo.

Esta vez ambas miradas se encontraron.

—Eso será más adelante Celine, mi preocupación en esos momentos es que estés bien.

—¿Y si no recupero mis recuerdos?

—No digas eso, es cuestión de tiempo —contestó volviendo la vista al frente, no quería oír mencionar esa posibilidad, porque entonces sabía que estaba perdido—. Ya verás que  todo irá bien. —No podía creer lo que estaba diciendo.

Entonces pudo sentirla acercándosele. Una temblorosa mano lo hizo volverse.

—Bésame. —Pidió cuando pudo ver sus ojos verdes.

—¿Qué? —Musitó confundido.

—¿Eres sordo? — Lo miró con suficiencia, el rubio se quedo con pinta de tonto y entonces ella se acercó más.

 En ese momento se perdió: no supo si fue ella o él, quien cerró el espacio entre sus bocas, sólo pudo sentir sus labios ardientes y suaves nuevamente en los suyos y no pudo evitarlo. La besó desesperadamente, como si esa fuese la ultima vez, no le sorprendió que la castaña le siguiera el paso, como si fuera la Celine de meses atrás, a la misma que le propuso matrimonio...

Mientras tanto ella sentía un calor extraño en su pecho, una sensación extraña fue apoderándose de ella, fue como si repentinamente quisiera saltar por todos lados y reírse a carcajadas sin razón aparente.

Sin darse cuenta estaba rodeando el cuello de Thomas con fuerza, como si no quisiera separarse nunca de él, y encontró sumamente vergonzoso el hecho de que estaba a punto de fundirse en el cuerpo del rubio, pegándose a él, besándolo de esa forma... en verdad ella también lo necesitaba.

El aire comenzó a escasear y fue el momento en el que los dos tuvieron que separarse, ambos con el corazón acelerado, ella ligeramente despeinada y él con la camiseta arrugada.

Fue ella la primera en ruborizarse...

—Yo... —quiso disculparse pero no sabía exactamente qué era lo malo de la situación

—No digas nada —habló en un ronco susurro—, solo abrázame.

Y así lo hizo, se quedaron abrazados, no supieron cuanto tiempo, pero el pudo acariciar su cabello, pudo escuchar nuevamente su respiración, pudo estar nuevamente con ella.

 Después de tanto tiempo ahí estaban, como siempre debieron estar.

—¿Quieres salir un día de estos? —Preguntó el rubio, aún abrazados.

—Me encantaría. —Contestó ella y ambos se separaron.

—¿Mañana por ejemplo?

—Mañana estaría bien. —Respondió con el corazón acelerado y una sonrisa tonta en los labios.

¡Hola! 
Mil disculpas por no actualizar el día de ayer, pero no sé que pasó que tuve problemas para subir el cap en la página, y tardé mucho editando porque al subir se desconfiguraban los espacios... Un verdadero lío desastroso. 

Pero ya está aquí y espero que les guste! Si ven algún errorcillo, mil disculpas otra vez, pero ya cuando terminé la historia, me pondré a editar toda la historia exhaustivamente. 

Muchas gracias por seguir aquí! No me abandonen, ya casi es el final!

Un abrazo!

Sandy.

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