La Hija del Pastor

By AlexitaMay

7.9M 315K 609K

Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 39 3/4
Capítulo 40
Epílogo
Buenas nuevas

Capítulo 37

121K 6K 14K
By AlexitaMay


-¡No!- me levanté estrepitosamente de la cama. Mi pecho subía y bajaba violentamente, cerré los ojos y me volví a acostar. Tomé la playera que me dio en mi cumpleaños y la llevé a mi pecho para abrazarla. Su olor se ha ido desvaneciendo así que mi mente ha ayudado un poco a sentirlo como el primer día. Sólo necesito cerrar los ojos para sentirla a mi lado y sólo necesito abrirlos para regresar a la realidad en la cual ella no está.

Hoy se cumplen dos meses desde la última vez que le hablé y casi cinco de que nos separaron. Me duele no hacerlo pero es más difícil para mí. Después de que cuelgo el teléfono siento que mi corazón se rompe un poco más y ya no puedo. Ya estoy harta de esa sensación de vacío. Estoy harta de conformarme sólo con su voz, de no poder tocarla o al menos verla. He estado enojada, he estado resentida, he llorado tanto por ella, por lo que nos hicieron. Como dice mi ángel, es una mierda.

Y Olivia no ayuda, trato de ignorarla pero la mujer sabe por dónde herir y no se cansa de hacerlo. Incluso con las amenazas de Ingrid no ha parado de hacerlo pero al menos ya no es tan obvia. La profe Norma también ha adoptado un papel protector conmigo; constantemente me vigila y vigila a Olivia. Aunque ya no tiene a sus secuaces, eso no la hace menos peligrosa, todo lo contrario. He aprendido a ver sobre mi hombro en estos meses, a ser más precavida, a ser más consciente de todo a mi alrededor. Lo que Lara hacía he aprendido a hacerlo por mi cuenta: cuidar de mí.

Ahora entiendo a mi Lara y el porqué de su necesidad de darle una lección a Olivia pero ni eso la detuvo. Primero lo que supuestamente pasó con Marcos y mi relación con Lara no ha ayudado a que sea muy fan mía. El que la escuela o al menos el equipo de voli esté de mi lado tampoco le cae muy en gracia. La gente ha estado un poco menos tolerante ante sus abusos y con orgullo puedo decir que en eso tiene mucho que ver mi novia. Estoy llegando a un punto donde todo me está rebasando y ya no puedo más. Siento que en cualquier momento voy a explotar y lo más seguro es que lo haga con Olivia; una parte de mí espera que lo haga con ella.

Vi el reloj en mi buró marcaba pasadas de las seis de la mañana; fui por algo de café. Me levanté descalza, al llegar a la mesa vi una pequeña nota con la letra de papá: Voy al otro pueblo. Regreso antes del anochecer. Te amo. Las salidas al otro pueblo eran cada vez más constantes y él cada vez estaba más estresado al igual que la profe Norma. Sé que tiene que ver con mi Lara. La única que ha permanecido como siempre ha sido Ingrid quien se ha convertido en mi sombra. Ha estado tan pegada a mí como ha podido y lo agradezco. Es maravillo sentirse protegida y querida.

El amanecer me encontró entre pensamientos y café. Desde la última vez con Lara los días eran más malos que buenos. La ansiedad y las pesadillas comenzaban a tomar control otra vez. Cerré los ojos, solté el aire que no sabía que contenía y me recliné sobre la silla. Le estoy fallando; no estoy cumpliendo con nuestra promesa; no esto siendo la persona que era como cuando estaba con ella. Corrí a mi habitación, me puse lo primero que encontré, tomé la llave que estaba en el cajón de mi buró y salí de la iglesia.

Recuerdo esta sensación de hacer las cosas de manera mecánica, sin emociones, sin importarme nada, sin motivación, sin ánimos. Recuerdo este amargo sabor a soledad. Sólo quería esconderme de la gente y esperar a la noche para que él apareciera. Luego ella llegó e iluminó mi vida y luego se fue de nuevo. Dios, mi único consuelo hasta ahora también era un conspirador y todavía no decido si está a favor o en contra de nosotras y si no está a favor de nosotras haré todo lo que pueda para hacerlo cambiar de opinión. No quiero motivos para enojarme con Él.

Me mantuve frente a la puerta de la otra casa de papá. Agradecí que fuera sábado y que no había posibilidades de encontrarme con alguien tan temprano en la mañana, no quiero dar explicaciones. Estoy harta de las miradas casi con lástima; estoy harta de las palmaditas en la espalda como si fueran a hacer que me sienta mejor. Tomé un largo respiro, puse la llave en la cerradura y la hice girar; abrí lentamente, el olor a humedad me pegó de inmediato. Mi Lara estaría muriendo de alergia aquí.

Saqué la llave y cerré la puerta; el vacío del lugar, la soledad que reinaba ahí me golpeaba fuerte. No estaba acostumbrada a esto, esperaba ver los llamativos tenis de Lara, su mochila tira, algo de ropa en los sillones, su computadora sobre la mesa, algo de ella. Tragué el nudo que se formaba en mi garganta. Cautelosamente caminé a la que era su habitación, me quedé en el umbral de la puerta, todavía tenía puesta la ropa de cama; me acerqué. Estuve de pie unos segundos antes de decir acostarme. Sentía su olor que comenzaba a opacarse por el de la humedad. Tome la almohada y la llevé a mi pecho.

-Me haces tanta falta, ángel mío- sentí las lágrimas acumularse en mi rostro –y no sé cuánto más pueda soportarlo.-

Volteé a un lado y vi su iPod, el cargador y un pedazo de papel donde estaba la almohada. Me sorprendió muchísimo esto. No recuerdo en qué momento Lara regresó y dejó eso aquí. Tomé el papel y de inmediato reconocí su letra.

Anita,

Escribí esto mientras empacaba y ha sido lo más doloroso que he hecho hasta ahora; me cuesta creer que tenga que dejarte aquí. Me niego a aceptarlo pero es necesario. Creo que este tiempo lejos nos ayudará a ambas a fortalecernos individualmente, a aprender a estar sin la otra, viviendo con esa llama que quema en nuestros corazones. Nuestro amor. No sé cómo puedo escribir esto mientras mi corazón se rompe al saber que no te tendré a mi lado.

Te escribo desde el rincón más iluminado de mi alma, ese lugar que se hizo tuyo con cada una de tus acciones, de tus sonrisas, de tus besos, de tus miradas. Y te puedo decir que te amo como nunca he amado a alguien; contigo a mi lado conocí las profundidades de mi corazón y supe de lo que era capaz. Lo que tú provocas en mí no tiene forma de ser descrito. Y si por alguna ácida broma del destino nunca volvemos a cruzar nuestros caminos o nos volvemos a ver después de diez, quince, veinte o cincuenta años te puedo asegurar que seguiré diciendo lo mismo. Te amo, Ana y eres el amor de mi vida.

Te dejo una parte de mí, algo muy importante, algo que de alguna manera nos conectó y nos acercó más de lo que pudiéramos imaginar. Te dejo la música que ha hecho que mi piel se erice; te dejo las voces que me han hecho viajar a otras dimensiones; te dejo un parte de mi corazón. Yellow, Aprender a Quererte, Nothing Else Matters, A Thousand Years, Make You Feel My Heart, todo lo que escuchamos juntas nos conectará para siempre. Agregaré a esto una de mis canciones favoritas, Memento Mori; hay una frase en particular que me define mi situación "te esperaré hasta que cierre los ojos".

Siempre serás tú, rubia tonta. Tienes todo de mí y así será en esta vida...

-Y las que siguen- complementé con mi rostro bañado en lágrimas. Tengo que hacer que pase. Tomé lo que Lara me dejó y salí de la casa tan rápido como pude pero casi me muero de un susto al ver a Omara parada afuera de la casa de Lara.

-¿Todo bien?- Preguntó tranquilamente.

-Sí- respondí –no- negué –nada está bien.-

-Vamos adentro- asentí, fui al sillón ella hizo lo mismo segundos después de cerrar la puerta. -¿Qué quieres compartir?-

-¿Está mal amar tanto a alguien?-

-Sí- me sorprendió su respuesta. –Está mal para los que tenemos que ser testigos de eso, ponen la vara muy en alto. Ustedes dos hacen que pongamos las expectativas muy altas en el amor- le sonreí. –No es malo, Anita, en absoluto. Es maravilloso que puedas sentir algo así de intenso.-

-A momentos eso que hay aquí- señalé mi pecho –me hace sonreír y a momentos me ahoga, me asfixia... me mata la incertidumbre, me mata saber que quizá no pueda verla de nuevo. Eso es lo que no soporto.-

-¿Y si no la vuelves a ver?-

-Oscuridad... una vez más- negaba lentamente –no puedo permitirme eso otra vez.-

-No puedes- me veía intensamente.

-Lo hemos platicado muchas veces en estos cinco meses, no es dependencia. Sé que me quiero, lo hago, estoy en un lugar muy diferente ahora... ella hace que todo sea mejor, es mi complemento. Sólo siento que no estoy haciendo lo suficiente.-

-¿En qué sentido?-

-No estoy peleando, no estoy buscando maneras como ella lo hace. Creo que es eso lo que me tiene en este estado catatónico, necesito extender mis alas, Omara- la joven mujer se acercó más a mí y tomó mis manos.

-¿Qué te detiene, Anita?- Sonreí con lágrimas en los ojos.

-Nada.-

-Estás en lo cierto- me aventé a sus brazos –nada te detiene, maravilloso ser humano- me abracé a ella tan fuerte como pude.

-Iré a recuperar al amor de mi vida- dije con la voz entrecortada –iré por mi Lara.-

-Sigue tu corazón.-

-Mi corazón está donde está ella. Ella es mi brújula- se separó de mí y tomó mi rostro con mucho amor.

-Dios las mandó especialmente la una para la otra. Se merecen. Ve y haz lo que tengas que hacer para recuperarla- asentí.

La plática con Omara fue una inyección de energía que necesitaba. Nada me detiene y nada lo hará; voy a recuperar a Lara. Apenas llegué a la iglesia corrí a la habitación de papá y busqué en donde tenía nuestros papeles importantes; busqué mi pasaporte y para mi suerte aún tenía vigencia. Recuerdo que papá pensó en algún tiempo en irnos a otro país pero las terapias y todo hizo que papá decidiera que nos quedáramos aquí.

Tomé una pequeña mochila y fui a mi habitación a empacar un poco de ropa, lo necesario. Mientras lo hacía pensaba en lo que diría, en lo que debía hacer, en cómo debía comportarme. Creo que lo primero sería hablar con Manuel, si es que existe aún sino tendría que hablar con la bruja y eso me intimidaba un poco... quizá mucho. No sé de lo que puede ser capaz esa mujer.

-¡La puta carta!- Me llevé las manos a la frente –perdón, Señor pero estoy muy emocionada, ¿crees que puedes dejar pasar esto? Sólo por esta vez, por favor- fui a mi armario una vez más y busqué la carta que Lara había escrito meses atrás; esta podría ser mi arma secreta. Cuando estuve contenta con lo que tenía en la mochila busqué mi caja de ahorros; no era mucho. Fui de nuevo a la habitación de papá y fui directo al colchón. Sí, bastante predecible. –Lo siento mucho, papá pero te juro que te devolveré todo.-

Dejé todo pulcramente arreglado y salí de la iglesia una vez más; casi por inercia mis pies me guiaron a esta casa. Lo único que no me gustaba de venir para acá era la cercanía con la casa de Olivia. Nadie podía saber nuestros planes. Caminé tan rápido como pude prácticamente ignorando a todo el que se me cruzaba. Apenas llegué toqué atropelladamente. Unos pasos apresurados se acercaron.

-¿Quién mierda... oh, Ana, ¿qué pasa?- Entré sin pedir permiso y comencé a dar vueltas por su pequeña sala. -¿Ana?-

-Iré por Lara.-

-¿Qué?-

-Iré por Lara- repetí un poco más enérgica.

-¿Con quién?-

-Contigo- me sonrió ampliamente. Creo que es la primera vez que la veo sonreír de esta manera tan esplendida.

-Conmigo, ¿eh?-

-Sí, no puedes negarte.-

-¿Cómo sabes que no lo haré?-

-Porque me quieres- le sonreí.

-¿Cuándo nos vamos?- Esta era su forma de decirme que me quiere; yo también la quiero.

-Hoy. Aprovechando que papá no está aquí, no puede saberlo- la mujer asentía.

-Bien, iré por ti a la iglesia en un hora, ¿te parece?-

-Perfecto- me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo. –Gracias, Ingrid.-

-Cualquier cosa por ti, Anita- sonreí. Dejé un rápido beso en su mejilla y salí de ahí.

Sentía que mi corazón saldría de mi pecho mientras caminaba de regreso a la iglesia; era una extraña mezcla de emoción, alegría, miedo, adrenalina. Había tanto dentro de mí y no sabía cómo canalizarlo. Quizá por primera vez en mi vida, no quiero canalizar nada, ni razonar, ni nada, sólo me dejaré llevar. Y me dejé llevar tanto que de pronto estaba en el piso.

-Pequeña zorra, tiempo sin verte- la odiosa voz de Olivia retumbó en mis oídos.

-¿Qué quieres, Livy?-

-¡No me llames así, idiota!- Me puse de pie rápidamente y me alejé de ella tanto como pude.

-¿Qué quieres?-

-Recordarte que tu amada está revolcándose con otro.-

-¿Qué ganas tú al decirme esto?-

-Verte infeliz.-

-¿Tan triste es tu vida que te enfocas tanto en la mía? Te compadezco.-

-No te hagas la valiente, te está matando el no tenerla aquí como tu esclava. Desviviéndose por ti.-

-¿Celosa?-

-Ni en un millón de años- sonreí.

-Yo creo que sí.-

-Sé que la cara de culo está en su casa así que no hay nadie para defenderte.-

-No es necesario, Olivia porque nada va a pasar- tragué –sé que estás celosa porque ella me eligió a mí.-

-Se entretuvo contigo aquí- "corrigió".

-Y aunque haya sido eso me eligió sobre ti y eso te mata. Yo pude probar sus labios, yo sentí su piel sobre la mía, yo la veía sonreír, yo podía dormir a su lado y tú, tú sólo soñaste con eso y te consume.- Su rostro era completamente serio –y yo tengo su corazón y ella el mío y nada ni nadie lo cambiará, Olivia, ni siquiera tu veneno y resentimiento con el mundo.-

-Cállate- negué.

-Estoy harta de callar. Ya no más- siempre sostuve la mirada. –Ella me ama, lidia con eso- se acercó rápidamente a mí y me dio una bofetada pero apenas me había tocado cuando yo le respondía con todas mis fuerzas. Sentí que mi mano se dobló del ímpetu con el que impacté su mejilla. –Yo no más Ana estúpida, si me haces algo ten por seguro que te lo voy a devolver. Estoy harta de vivir escondiéndome de ti y temiéndote. No eres mejor que yo, no eres superior a mí.-

-Eres patética- dijo sobándose la mejilla.

-Tan patética que la chica más maravillosa del mundo me eligió.-

-Por lástima- escupió.

-Pero ni eso inspiraste en Lara; como sea salgo ganando, Olivia.-

-¿Crees que tienes el apoyo de todos?-

-No tengo el apoyo de todos pero de los que lo tengo es más que suficiente. Lara te lo dijo una vez y te lo repito ahora, deja esto de lado, por el bien de ambas.-

-Nunca- sus vibrantes ojos azules buscaban quemarme.

-Entonces sigue viviendo llena de ira y de rencor- retomé mi camino a casa.

-No eres importante para ella- me giré bruscamente y paré a centímetros de su cara. Se veía bastante sorprendida.

-¿Sabes qué me pidió el día de mi cumpleaños después de hacerme el amor?- Comencé –me pidió que me casara con ella, así que técnicamente somos prometidas. La próxima vez que regrese será con un anillo en mi mano izquierda y con su apellido- la incredulidad reinaba en su rostro. –Así que por favor deja de meterte en mi vida y en la de mi futura esposa o afronta las consecuencias- no esperé respuesta y salí de ahí.

-No es cierto...-

-No podría importarme menos si lo crees o no.-

Tenía ganas de vomitar, nunca me había portado así con alguien, no estaba acostumbrada pero una parte de mí lo disfrutó y me decía que era necesario. Por fin exploté, después de tantos años lo hice y nunca me sentí tan orgullosa de mí misma como ahora. Muero por decirle a Lara lo que hice. Sonreí. Lara. Espero en Dios pronto tenerla en mis brazos.

El tiempo que pasé esperando a Ingrid fue agónicamente largo, constantemente veía el reloj y parecía que las manecillas no se movían. Daba vueltas de un lado, los pensamientos iban a mil kilómetros por hora en mi mente. No estaba muy segura de lo que haría pero algo en mí me dice que debo hacerlo, por ella y por mí. Casi me tropiezo cuando escuché la puerta de la iglesia ser golpeada. Al abrir me encontré con la sorpresa de que la profe Norma estaba frente a mí. Mis ojos se abrieron y creo que mi piel quedó sin color.

-Vamos adentro- dijo solemnemente. La dejé pasar, cerré la puerta y la seguí a la cocina. Muy tranquilamente se sentó y esperó a que hiciera lo mismo- así que, ¿qué planeas hacer?-

-Ir por Lara- me veía atentamente –profe, no espero que lo entienda pero espero al menos no interfiera.-

-Te entiendo muy bien, Ana y por eso estoy aquí, para ayudar- me sorprendió mucho. –Cada vez escucho más apagada a Lara, más estresada... me cuesta reconocerla. Algo le está pasando o le están haciendo. No puedo permitirlo más.-

-¿Cuándo fue la última vez que habló con ella?-

-Hace un par de días- sacó una pequeña bolsa y me la pasó. –Lo vas a necesitar- lo abrí y había dinero. Mucho dinero.

-Profe, ¿en serio?-

-Por supuesto. Tengo dinero suficiente y no me importaría venderlo todo por verlas felices.-

-No sé cómo podré pagarle por todo lo que hace por nosotras.-

-Sean felices- le sonreí.

-Gracias, mil gracias.-

-Ahora a esperar que tu padre no me mate cuando sepa lo que hiciste y que yo ayudé.-

-No lo hará- la mujer se sonrojó un poco.

-En caso de que lo haga sé que estoy haciendo bien.-

-¿Cómo pueden ser tan maravillosas ambas?-

-Anita, quizá te cueste creerlo pero sacas lo mejor de las personas. Tienes algo especial que hace que queramos dar más.-

-Gracias- la mujer se paró para tomar mis manos.

-También la amo y mucho. Esa niña es una bendición, mi bendición... sólo quiero verla feliz y sé que dónde está no lo es.-

-Estoy muy contenta- las lágrimas comenzaban a juntarse en mis ojos –puede que esto sea el final a nuestra agónica espera.-

-Haremos que así sea.-

Ingrid llegó a casa unos minutos después con una pequeña maleta; creo que ninguna de las dos sabía a ciencia cierta qué es lo que iba a pasar pero nos veíamos emocionadas. Tomé una libreta y le escribí una pequeña nota a papá, espero que la lea cuando ya estemos llegando a Texas.

Pa,

Perdóname por esto pero si algo he aprendido contigo es a seguir mi corazón y es lo que estoy haciendo. De verdad discúlpame, la profe Norma no tiene la culpa, no le di muchas opciones. Al menos voy con Ingrid y sé que no dejará que nada malo me pase.

Espero puedas perdóname.

Te amo,

Tu niña.

Era muy temprano todavía como para que papá regresara pero podía correr el riesgo de que me reconocieran en el otro pueblo. Lo único en lo que pensé fue en tomar una sudadera de las que Lara me dejó y me puse el gorro. Al menos no verían mi cabellera dorada, la única en no sé cuántos kilómetros a la redonda, y la que me identifica como la hija del pastor.

Me despedí de la profe Norma con un gran abrazo; no se cansó de repetirme lo orgullosa que estaba de mí. Me pidió que me cuidara mucho y que por nada del mundo creyera lo que venga de los labios de los padres de Lara, más de su madre. Ellos buscan sólo su bienestar y están cegados por la parte económica. Me entregó un papel con la información más relevante de mi novia, como el nombre de su escuela, su número de teléfono y la dirección de la casa de sus padres. Tengo lo suficiente para poder encontrarla.

-¿Estás segura?- Preguntó Ingrid después de mucho tiempo. Llevábamos un buen tramo de camino en silencio.

-No pero algo me dice que debo hacerlo.-

-La vaca loca realmente te cautivó, ¿eh?-

-Sabes muy bien que la amo y que es lo mejor de mi vida. Sólo quiero verla. Incluso si no regresa conmigo, sólo quiero abrazarla aunque sea un segundo.-

-Eso debe ser lo más romántico que he escuchado- me sonrió.

-¿Por qué no eres siempre así de linda?-

-Sé que tú te manejas muy diferente pero yo no doy lo mejor de mí a todos.-

-Yo tampoco- agregué de inmediato.

-Eres tan genial que ni siquiera te das cuenta que das tanto a la gente- volteó a verme –yo no soy así, Anita. Yo no quiero ser así, la gente se va, te deja un vacío y una miseria que te marcan toda la vida.-

-¿Alguien te dejó?- Pregunté.

-Algo así... no es una historia que quiera compartir ahora.-

-Lo siento.-

-No, no es por ti es sólo que te veo muy emocionada por ir con ella y esto lo va a arruinar. No quiero hacer eso.-

-Gracias- le sonreí.

-No tienes que hacerlo.-

-Gracias por cuidarme.-

-Me nace hacerlo y Lara me lo pidió.-

-Es maravilloso que sigas órdenes de mi Lara.-

-Hey, nunca dije que estaba siguiendo sus órdenes; es más como un favor- riñó.

-Sí, lo que digas- sonreíamos –la quieres.-

-No.-

-Claro que sí pero crees que admitirlo hará que se te caiga un brazo o algo.-

-No voy a admitir algo que no siento.-

-Ella te quiere mucho.-

-Se jodió- me eché a reír mientras ella sonreía. –También quiero a la mocosa... es especial.-

-Muy especial- sonreí –Lara hace que todo sea mejor, de muchas maneras. –Levanté mi vista al cielo –cuando encuentras a gente como ella es cuando te das cuenta que hay alguien más allá arriba cuidando de ti y que por más malo que sea el panorama, siempre hay una recompensa- cerré los ojos. –Lara es mi retribución divina.-

-Apuesto mi vida a que ella piensa exactamente lo mismo de ti; son perfectas juntas- me acerqué a Ingrid y la abracé.

-Muero por verla.-

-Pronto, mi niña. Muy pronto.-

Al ser un pueblo un poco más grande, la gente no se detenía mucho a ver a los foráneos. Mucha gente usaba este pueblo como conexión y era el más grande en muchos kilómetros a la redonda y el único con transporte para la capital. Pasábamos el hospital cuando Ingrid me empujo y arrojó su mochila; antes de que pudiera decirle algo escuché una voz muy familiar.

-Ingrid, ¿qué haces por acá?-

-Vengo por algunas cosas.-

-¿Necesitas ayuda?-

-No creo que puedas ayudarme con estas... necesidades- papá se echó a reír.

-Bien, no me meto en eso.-

-Pero agradezco la oferta aunque no creo que le agrade a ya sabes quién- me imaginaba la sonrisa malvada de Ingrid.

-No pierdes oportunidad, ¿eh?-

-Son un par de hipócritas porque alentaron a las niñas a seguir su corazón y ustedes están haciendo todo menos eso.-

-Es diferente.-

-Sabes tan bien como yo que es más factible que perdonen que el pastor se case y tenga veinte hijos a que dos mujeres se amen como ellas lo hacen.-

-Tienes razón- me encantaba la forma en como papá era tan tolerante con las personas. Nunca las contradecía, ni les refutaba aunque no estuviera de acuerdo con ellos. Él siempre dice que no podemos ver todo con el mismo cristal.

-No es que me afecte o me beneficie pero si hay algo, no pierden nada con intentarlo. Creo que serías el único al que aceptaría- papá rió de nuevo.

-Gracias por el incentivo, Ingrid, lo tendré muy en cuenta.-

-Tomemos un poco de ellas y sigamos nuestro corazón. Yo lo estoy siguiendo hasta donde me lleve y lo cuidaré hasta mi último aliento- tuve la extraña sensación de que Ingrid estaba implicando algo más.

-Me alegra saber eso.-

-No te interrumpo más, seguro tienes cosas que hacer.-

-Sí, un par de enfermos que visitar, quizá llegue hasta muy noche.-

-Bien. Nos vemos allá.-

-Con cuidado.-

-Como siempre, pastor- escuché los pasos alejándose y a Ingrid acercándose al enorme contenedor donde me había escondido. –Necesito ir al baño a ver si todo está limpio, estuvo muy cerca- la mujer sudaba a mares.

-Tranquila, lo hiciste muy bien.-

-¿Ingrid?- Volteamos a ver ambas.

-¡Héctor! ¿Cómo estás?- Se acercaron y se dieron un breve abrazo –tiempo sin verte.-

-Oh, ha sido una mierda eso de ser chofer, nunca estás en un puto lugar- entiendo porque se llevan.

-¿Estás de servicio?-

-Sí, necesito llevar paquetería a la capital.-

-¿Tienes espacio?-

-Sí, ¿vas para allá?-

-Vamos- con la cabeza señaló a donde estaba.

-¿Está enferma?, ¿por qué usa ropa de invierno en el infierno?- Me descubrí un poco la cara. -¡Mierda! No voy a ser parte de un secuestro.-

-No, idiota, no la estoy secuestrando. Tenemos asuntos que arreglar allá. Pero nadie puede saberlo o usaré tu cerebro para alimentar a mis peces.-

-Entiendo, secreto. Andando entonces antes de que las vean.-

Dicen que cuando lo pides con todo el ahínco y la fe que puedas tener, Dios, la vida, el universo y todo hace que pase. Y creo que nunca he querido tanto algo como el poder ver a mi Lara una vez más. Creo que Él está del lado de nuestro amor.

Los adultos platicaban animadamente durante el camino; sus ácidas bromas me hacían reír a mí también. Ingrid constantemente me veía como buscando indicios de duda o de arrepentimiento pero eso no pasará. Los dejé sumergirse en un mundo y yo hice lo propio. Tomé el iPod de mi novia y busqué la lista de reproducción que hizo para mí. Saqué la libreta que tomé de remplazo por mi diario y busqué las últimas notas que he estado escribiendo.

Yo era pena y dolor, yo era vacío y oscuridad. Yo me sentía nada; yo creía que era nada. Hasta ti. Tú llegaste e hiciste que me viera desde otro ángulo. Hiciste que me encontrara; hiciste que fuera visible. Gracias a ti volví a ver un reflejo en el espejo, no más sombras, no más oscuridad. Me mostraste el camino y ahora lo único que pido es ser el tuyo así como tú lo eres para mí.

Pido ver tu sonrisa todos los días; tus radiantes ojos viéndome con amor. Quiero que seas testigo de todo lo que has causado en mí... quiero pasar mi vida sintiendo que yo también puedo hacer eso por ti y darte lo mejor. Lo que nunca le he dado a nadie, lo que no he descubierto de mí todavía.

Ya no más demonios, ya no más temor que el de no tenerte a mi lado. Tu ausencia pesa más que él. Él por fin entendió que eres más grande que su suciedad. Se ha ido, La, pero tú no estás... no por mucho. Pido a Dios que no sea por mucho más.

Te dije que era un hasta pronto, que era temporal, ángel mío, un amor así no puede ser destruido; es puesto a prueba pero nunca se rompe. Así que prepárate para una eternidad juntas porque no te dejaré ir en esta vida... ni en las que siguen.

Llegamos a la capital, el hombre amablemente nos acercó al aeropuerto y nos deseó suerte en lo que fuera que tuviéramos planeado. Nuestro vuelo salía en unas horas, las cuales aprovechamos para comer, refrescarnos un poco y platicar. Ingrid era tan genuina, tan graciosa y tan sincera que es casi imposible aburrirte con ella. Agradezco a Dios por ponerla en mi camino y por el cariño que me tiene. Sentí mis piernas temblar cuando anunciaron nuestro vuelo; Ingrid tomó mi mano y me dio un apretón.

-¿Segura?-

-Más que nunca- le sonreí nerviosamente.

He añorado esto desde el día que se fue, he querido verla otra vez, tenerla en mis brazos, besarla, verla, sentirla cerca de mí, aspirar su olor, que me toque... y ahora estoy aquí a horas de verla. Comienza la cuenta regresiva para ver al amor de mi vida, para aclarar las cosas y para pelear con uñas y dientes por ella. De mi pequeña mochila saqué la carta que Lara me dio, nunca la leí, creí que era muy invasivo aunque ella me dio la opción de hacerlo; siento que hoy es un buen momento para saber más de ambas.

Mami,

No sé cómo comenzar esto... hay tanto desbordando mi mente y mi corazón en estos momentos. Si pudiera te llevaría todas las lágrimas que he derramado por ti, por mí, por lo que fuimos, por lo que dejamos de ser y por la sombra de lo que somos ahora. Nunca me he atrevido a decirlo pero he sido todo menos una hija digna de ti. Me enfrasqué en mi mundo de rebeldía que no me permitió ver que perdía a la persona que más amo en el mundo.

Sí, después de todos estos años eres tú y seguirás siendo tú la única a la que quiero recurrir cuando las cosas no están bien; a la que le quiero contar mis secretos. Quiero, con todo mi corazón, decirte que me enamoré, que encontré a mi persona, quiero decírtelo, mamá y que me aconsejes cuando no sepa que hacer, para cuando pierda el rumbo o simplemente que te platique de lo maravillosa que es. No me equivoqué al escribirlo, es una chica; la chica más increíble del mundo y la amo. Pero aunque ella tiene mucho de mí, la mujer a la que siempre amaré más eres tú.

Te necesito, mamá, me hace falta el tiempo a tu lado. Escuchar tu voz sin el tono de regaño o el tono arrogante que a veces usas conmigo. Te prometo cambiar, te prometo que haré todo para que las cosas vayan bien y podamos ser las mejores amigas como lo éramos antes. Sólo te quiero de vuelta, por favor.

Gracias por la decisión de enviarme para acá, la conocí, aprendí, valoré y entendí que ambas tenemos nuestra parte de culpa. Esta soy yo sacando la bandera blanca y pidiendo una tregua. Más que nunca desearía ver tu precioso rostro y poder decirte esto. Si antes refunfuñaba por mi parecido a ti, ahora comprendo que seré afortunada si llego a ser la mitad de lo que tú eres.

Te amo, mamá y perdóname por no decirlo, ni mostrarlo lo suficiente.

Ni siquiera hice el intento de contener las lágrimas al leer parte del corazón de Lara. El mundo no la merece; su corazón es tan vasto y noble que no se da cuenta de ello. Supongo que ambas no nos damos cuenta de muchas cosas y por eso congeniamos tan bien. Le pasé la carta a Ingrid quien me veía intensamente. Después de leerla me la devolvió sin verme.

-Si esto no la hace recapacitar, ni el tártaro lo hará.-

-Esperemos que esto sea más que suficiente.-

El tiempo voló o yo me perdí, no sé lo que pasó pero cuando reaccioné estábamos en el imponente aeropuerto en Dallas; Ingrid se comunicaba con la gente de ahí sin ningún problema usando inglés muy fluido, ¿cómo podía hacer eso? Hay mucho de ella que no conozco. El hombre que hablaba con ella se me acercó y me hizo unas preguntas y me pidió el papel que llevaba en la mano, ¿cuándo tomé el papel? Lo vi y me sorprendí aún más de ver que estaba lleno. No sé qué pasó en este tiempo. Finalmente pudimos salir del tumulto del aeropuerto, Ingrid constantemente volteaba verme, se veía preocupada.

-¿Ana?-

-¿Sí?-

-¿Estás bien?-

-Eso creo- me tomó del brazo y me arrastró lejos de las personas que estaban ahí.

-¿Crees?-

-Estoy... no sé hay algo en mi pecho que... sólo quiero verla- sonreí.

-Bien, vamos por el puerco- me sonrió de igual manera –pero mañana. Ahora debemos descansar un poco, es de noche y nos exponemos. Buscaremos un hotel y mañana a primera hora vamos, ¿te parece?- Asentí.

Nos recomendaron un hotel cerca del aeropuerto, era bastante económico y muy seguro por lo que nos dijo la persona que nos ayudó. Ella se había quedado ahí un par de veces y le había dejado un buen sabor de boca. Tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara al lugar. Ingrid se encargó de registrarnos y en minutos subíamos a nuestra habitación. La primera en tomar una ducha fue ella, mientras yo seguía con los audífonos pegados a los oídos. La vi salir, me sonrió y fue mi señal para entrar.

Me tomé mi tiempo, dejé que el agua se deshiciera de todas mis dudas, miedos, inseguridades y todo lo que pudiera obstaculizarme. Por mi mente rondaban miles de cosas, ¿qué le diría a la mamá de Lara? Conozco parte de su historia, sé que ha pasado a grandes rasgos pero no creo que se tome a bien el que le diga que estoy ahí porque amo a su hija. Hice mis respiraciones más pausadas y oré; le pedí a Dios la serenidad para hacer bien las cosas. Él sabe que sólo quiero que ella esté bien.

Creí que tendría problemas para dormir pero creo que era demasiado para mi cuerpo y quedó completamente rendido. Ingrid hizo lo mismo y en cuestión de minutos soltaba pequeños ronquidos, después le seguí yo. Recuerdo soñar con la vez que Lara me llevó al bosque y me preparó una linda comida. Fue antes de que nos hiciéramos novias, llevaba el vestido blanco con el que la había conocido y muchas veces contuve el decirle que me gustaba. Fue una noche maravillosa, ella se portó estupendamente y creo que fue ahí donde acepté que estaba completamente enamorada de ella. Lo acepté pero me daba tanto miedo porque una parte de mí sabía que nunca me correspondería.

Por la mañana, me puse ropa cómoda y dejé mi cabellera suelta, no había tanto calor por lo que opté por eso. Me puse un poco de rímel y algo de brillo en los labios, si la veía quería impresionarla. La sonrisa no se quitó de mi rostro en todo el desayuno e Ingrid estaba en la misma sintonía. Terminó el desayunó y salimos de ahí.

Tomamos un taxi, Ingrid dio las indicaciones correspondientes para llegar a la casa de Lara. Me puse los audífonos, escuchaba Yellow y en mi mano llevaba la carta que Lara le había escrito a su madre. No podía permitir que Ingrid entrara conmigo, esto era entre nosotras; hablaríamos de nuestra Lara con total honestidad e Ingrid no cuadra ahí y porque no quiero que la mamá de Lara muera.

Una imponente edificación se divisaba en una pequeña colina; mucha vegetación, una cancha a lo lejos, grandes árboles; conforme nos acercábamos más preciosa se veía la casa. Vaya que eran ricos; era el castillo digno de un cuento de hadas. Ingrid pagó cuando nos dejaron frente al enorme portón con una gran O dorada enfrente.

Un sonriente señor se acercó a nosotros. Vestía todo de azul pero no llevaba ningún arma, sólo un gran manojo de llaves y una gorra que tenía una estrella azul con bordes blancos. Nos examinó un momento, abrió la puerta y se paró frente a nosotras.

-Buenos días, ¿qué puedo hacer por ustedes, señoritas?-

-Buenos días, necesito hablar con la señora Minerva.-

-¿Las espera?-

-Me temó que no- contesté de nuevo.

-Somos viejas amigas- dijo Ingrid –dígale que Cardozo y la bibliotecaria están aquí- regresó a la pequeña caseta de donde salió; tomó un teléfono e hizo su trabajo.

-¿Crees que nos deje entrar?-

-Eso espero porque no creo poder brincar la barda- el hombre se acercó de nuevo.

-Pueden pasar- anunció alegremente.

-Gracias- respondió Ingrid.

La entrada era grande. A lo lejos podía ver el estacionamiento donde habían siete carros aparcados; los jardines estaba pulcramente arreglados; los arbustos elegantemente podados, esto era un palacio. La casa era de color coral que hacía que se viera aún más bonita. La fachada tenía un estilo muy moderno y elegante. Los padres de Lara tienen muy buen gusto.

-¿Puedo saber de dónde conocen a la señora Minerva?-

-En realidad a la que conozco bien es a Lara- hablé –ella estuvo conmigo cuando estuvo lejos y quiero darle unas cosas a su madre.-

-Oh, la señorita Lara, nos hacía falta.-

-¿Ella está aquí?-

-No, pero no debería tardar en venir. Hasta donde sé ha estado viniendo los últimos cinco domingos a desayunar con su mamá.-

-Bien- sonreí. Mi corazón se aceleró cuando vi a la guapa mujer en la puerta de la casa viéndonos caminar a ella.

-Buenos días- dijo el hombre cuando estuvimos cerca.

-Buen día, Alejandro. Gracias por acompañarlas.-

-Para servirle, señora. Permiso- sólo atiné a asentir con la cabeza.

-Creí que era Alberto.-

-Lamentamos venir de improviso, señora- veía a Ingrid.

-No te preocupes, vengo con bozal, estás a salvo- regresó su mirada a mí.

-Necesito hablar con usted, a solas- asintió.

-Sígueme- su silueta era abrazada por ropa deportiva completamente negra que la hacía ver más delgada todavía. Sólo su melena iba levantada en una cola de caballo. –Nana- gritó y una señora algo grande salió de algún lugar.

-Señora- sus ojos se abrieron grandes como platos cuando me vio.

-Atienda a la señorita Ingrid.-

-Como diga, señora- se dirigió a mi acompañante –sígame- Ingrid me vio con cierta duda.

-Estaré bien- le sonreí. Asintió y se fue con la mujer. Yo hice lo propio con la madre de Lara quien me llevó a una gran oficina. Olía a madera y a vainilla. Muchos libros pulcramente acomodados adornaban ahí.

-Siéntate- señaló al pequeño juego de sala que había ahí. Esperó a que me sentara para ella sentarse frente a mí. -¿En qué puedo ayudarte, Ana?- Necesito toda la ayuda divina.

-Hay muchas cosas que ni siquiera sé por dónde comenzar.-

-Por el principio- sonreí al verla sonreí levemente. Verla a los ojos era como ver a Lara su parecido era impresionante.

-Yo... vine porque... yo- aparté la mirada.

-¿Hace cuánto que están juntas?- Dijo con calma.

-¿Qué?-

-Tú y Lara, ¿hace cuánto que están juntas?- El rastro de la sonrisa se borró.

-Unos meses después de que llegó allá comenzó.-

-¿Qué quieres de ella?-

-Todo- levantó una ceja –en el plano emocional... a mí no me interesa el dinero que puedan tener. Yo la conocí sudando y maldiciendo para pagarse su comida y el lugar donde dormía. De esa chica me enamoré y esa chica es la que quiero.-

-A pesar de todo lo que Lara proyecta es una niña hasta cierto punto ingenua, noble y muchas veces no se da cuenta de las intenciones de la gente- sonreí y vi hacía abajo.

-Creo que el señor Manuel ya le habrá dicho mi historia... soy la persona más insegura del mundo y sólo Lara me ha hecho sentir que soy visible. No tengo más intenciones que pasa mi vida con Lara.-

-No sé nada de tu historia, niña- su rostro se suavizó levemente.

-Abusaron de mí, por eso papá se fue de la empresa para llevarme lejos.-

-Tu papá se fue porque se metió a una religión y ya no se le permitía tener cargos ostentosos- negué –todo el mundo sabe eso.-

-Es lo que papá quería que ustedes supieran pero no fue por eso.-

-¿Sabes quién fue?- Negué -¿tu padre metió una demanda?-

-No lo recuerdo, señora...-

-Lo lamento tanto- su tono cambió drásticamente.

-Yo no, de otra manera no hubiera conocido a Lara- saqué de la bolsa de mi pantalón la carta. –Eso lo escribió ella para usted hace algunos meses, creí conveniente que la leyera. Lara es una chica estupenda y lo mejor que me ha pasado.-

-¿Qué quieres decir?-

-Que vine a pelear por ella, por su felicidad, por nuestra felicidad. Si la conoce sabe que sus ojos no brillan de la misma manera que lo hacía antes. Y no, no es rebeldía, es un grito de ayuda porque la extraña tanto como usted la extraña a ella.-

-¿Te dijo?-

-Mi hombro bebió sus lágrimas muchas veces. Está arrepentida y sólo quiere hacer las cosas bien pero como su novia no puedo permitir que la consuman. Ella no lo merece. Usted lo sabe tan bien como yo- la mujer sonreía ampliamente.

-Para ser una chica insegura tienes muchos pantalones para venir a mi casa y declararme una guerra.-

-Se metió con lo que más amo en el mundo, cualquiera sacaría las garras.-

-Puedo comprender porque Lara te eligió.-

-¿Lo sabe?-

-La mirada no miente y sé que su tristeza no es por haber dejado a Norma o Alberto allá. Su tristeza es por ti. Tienes razón, sus ojos no brillan igual que antes- fue su turno de ver a otro lado.

-Entonces libérela, por favor- me puse de pie –déjela ser feliz. Podemos regresar allá y no le daremos lata, se lo prometo- me veía intensamente.

-Te admiro, Ana, eres valiente- a lo lejos escuché el sonido de carros acercándose. -¿Dónde se están quedando?-

-En un hotel cerca del aeropuerto- tomó el teléfono y marcó un solo digito.

-Dile a Eddy que lleve a la señorita Cardozo y a Ingrid por sus cosas a su hotel y las regresan para acá. Ya- colgó -quédense aquí, tenemos mucho que platicar con Manuel y Lara, los cuatro- asentí. –Gracias por venir.-

-Gracias por escucharme, señora.-

-Minerva.-

-Minerva- repetí en un susurro.

-Puedes buscar a la nana y comer, si así lo deseas. Siéntete como en casa.-

-Gracias nuevamente- salí del lugar con las piernas temblorosas pero con el corazón lleno de esperanza. De pronto un nudo en mi estómago y unas manos sobre mí tan pronto caminé lejos de la oficina. Me arrastró, pasó su brazo sobre mi cintura y me atrajo a su cuerpo.

-Sigues igual de hermosa que la última vez que te vi- su nariz se enterró en mi cabello.

-No- susurré. El olor a colonia era el mismo, no podía ser cierto.

-Te dije que te encontraría- se fue la pesadilla pero tomó su lugar el infierno.


A/N Hola, queridos lectores!

Simplemente puedo decir que a mi parecer este es mi mejor capítulo, disfruté mucho escribirlo y siempre me mantuve con el corazón acelerado, con lágrimas en los ojos, lo viví, lo sufrí y espero que les guste tanto como a mí.

Como ya les venía anunciando la historia está a un par de capítulos de su final y me da tristeza pero a la vez alegría porque he crecido mucho con esto y estoy más que orgullosa de lo que he podido plasmar. Claro todo esto de la mano con su invaluable apoyo y paciencia con los capítulos. Tengo en mente cada voto, cada comentario, cada mensaje; no habrá manera suficiente de retribuirles por lo que han hecho por la historia.

Aprovecho para aclarar que NO habrá segunda parte del libro. Cierro el ciclo y comienzo con otro. A como tengo planeado que vayan las cosas los 39 o 40 capítulos de esto son más que suficientes para contar lo que yo quería contar.

Gracias por su paciencia. Nos leemos y escribimos en twitter donde la horda del drama y la desesperación no tienen comparación @Alexita_May  y para los agónicos adelantos de los últimos capítulos. Ya casi llego a los 500 seguidores, ¡Hurray!

Besos y abrazos desde mi rincón con olor a café (en algún lugar del mundo son las siete de la mañana),

Ale

Continue Reading

You'll Also Like

5.2K 453 17
La manada está en su punto más alto, nuevos integrantes y entre ellos sus hijos. Las amenazas son menores y por ende tienen más tiempo para compartir...
250K 12.6K 56
Hay casualidades en el mundo. Casualidades que nos cambian la vida y que hacen que todo se vea mejor. Casualidades que nos marcan para toda la vida. ...
607K 34.3K 31
Dawn se entera de que está embarazada al mismo tiempo que descubre que su compañero y pareja le es infiel. Luego de eso, decide escapar para converti...
175K 11.7K 54
Atreverse a amar a alguien es un acto honorable, pero atreverse a amarse a sí mismo es un acto que requiere de valentía; Emma Miller se dará cuenta d...