—Thomas, por favor. — le llamaba persiguiéndole.
Pero como él estaba mucho más pendiente en perderme de vista que en centrarse en ir a la clase correspondiente, acabamos en un pasillo sin salida. Y la campana ya había sonado, así que no había apenas gente.
Finalmente se detuvo.
—Estoy enfadado. Vete, Lena. — me pidió con el ceño fruncido.
—Pero no quiero que te enfadas conmigo, Thomas. ¡Eres mi mejor amigo desde los siete años, venga ya!
—¿Por qué no me has dicho nada? ¿Quién es ese chico? Joder Lena, suena como si te acosara, pero estoy seguro que tu estarías igual si fuera al revés. Me lo ocultaste y me dejaste tirado. Me mentiste, y eso me molesta. Me molesta mucho.
—Tienes razón, y ha estado mal. Debí haberte contado la verdad, yo...
—¡Vosotros dos! ¡A clase! ¡Ya! — gritó un profesor que nunca supe como se llamaba y le obedecimos.
A decir verdad, agradecí la intervención. ¿Que se suponía que debía decirle a Thomas? Por mucho que le contara sobre Peter nada justificaría lo de la misión. Thomas no me creería, me conocía demasiado bien como para saber cuanto mentía.
Las clases terminaron al cabo de varias horas, pero era arriesgado que fuera directamente a la Torre Stark, así que primero iría a mi casa, y luego me escabulliría por el mismo callejón que utilicé la última vez.
—Y bien. — era Thomas. — Sigo esperando tu explicación. — no pude evitar sonreír. Me gustó ver que seguía interesado en solucionar las cosas.
—Se llama Peter Parker, algún día debo presentartelo. Lo conocí... Bueno... Es vecino de mi abuela.
—¿Siempre ha vivido allí? No recuerdo que tu abuela tuviera vecinos de nuestra edad.
—Es que se mudó hace poco, con su tía. Va a Midtown, o eso creo. Es muy inteligente, te caería bien. Y es bastante lindo, todo hay que decirlo.
—Te gusta.
—No, claro que no. Solo somos amigos. Compañ... Amigos.— rectifiqué.
—No era una pregunta, te gusta, lo se.
—No puedes pensar eso porque simplemente te haya dicho que me parece guapo. Tú también me pareces lindo y no estoy enamorada de ti.
—Ya... Pero no es solo eso. Ayer pareciste nerviosa, deduzco que estabas con él. No creo que me hubieras dejado tirado si hubierais estado jugando simplemente a la Xbox. Y eso explicaría porque no querías que me enterase.
Era eso o contarle que había trabajado para los Vengadores porque ahora tenía poderes psíquicos. Si se creía su propia historia era su problema, debía aprovechar.
—Me has pillado. — decidí admitir falsamente.
—Pero eso no explica lo del cuello.
—Es una herida tonta, seguro que tan solo fue un despiste. Ni siquiera recuerdo como pasó.
—Está bien. — me sonrió y me rodeó el cuello con su brazo mientras caminábamos. — Pero la próxima vez dímelo antes de que me lo cuente el gilipollas de Clayton.
—Vale— le sonreí. — Lo haré. — pero no lo haría. Porque Thomas no podía saber la verdad. O por lo menos no debía saberlo.
[. . .]
—El señor Stark quería decirnos algo.— me dijo Peter de espaldas colgado del techo una vez llegué a la torre Stark.
—¿Cómo sabes que estoy aquí? ¿Me sientes? ¿Me oyes? ¿Cómo funciona exactamente?
—Es mi sentido arácnido. El me avisa, sobre todo si estoy en peligro.
—¿Me he convertido en algo malo para ti y no me he dado cuenta? Avísame si eso pasase, no quiero ser la típica amiga tóxica que todos tienen.
—¿Qué? — rió descolgándose del techo.— Eres mi compañera favorita de misiones, ¿recuerdas? — me sonrió.
—La única que tienes en realidad.
—Bueno... Pero imagina que no. — reímos.
—Oye Parker, ¿no te enfadarás si te digo que he hecho algo para incubrirnos, verdad?
—¿De que hablas?
—Le he dicho a mi amigo Thomas que me gustas, bueno le he dado a entender que hay algo entre nosotros que va más allá de la amistad.
—¿P-pero como has llegado a eso? ¿Cómo te han relacionado conmigo? — juraría que se sonrojó.
—Newton Clayton, otro amigo me vió contigo cuando vinimos aquí el día de la misión.
—Debimos ir con más cuidado.
—No importa, se crean lo que se crean no tiene nada que ver con Tony Stark ni con los Vengadores, así que no hay de que preocuparse.
—¿Qué es lo que no tiene nada que ver ni con Tony Stark ni con los Vengadores y porque no hay que preocuparse por ello? — Tony había llegado.
—Nada, es una tontería. — contestó Peter por mi.
—Será mejor que me acompañeis, el capitán Rogers y yo queremos enseñaros algo. — le seguimos hasta una sala donde había una amplia mesa. En la cual solo estaban Sam Wilson y Natasha Romanoff, y luego estaba Steve Rogers, que se encontraba de pie, apoyado en la pared con los brazos cruzados. Se enderezó cuando entramos por la puerta.
—Será mejor que os sentéis. — nos aconsejó Tony.
A decir verdad aquella situación me imponía más terror que respeto. Las caras de los cuatro adultos parecían preocupadas, y tal vez sea cosa mía, pero si los Vengadores estaban preocupados por algo, yo debería estar el triple, o el cuádruple.
—¿Pasa algo? — se atrevió a preguntar Parker.
—Tenemos problemas. Problemas con Lena.
Genial. Problemas y conmigo. Desde ese momento comencé a repasar todo lo que podría estar pasando. A lo mejor solo era por el error que cometí en la misión y querían echarme, o tal vez algunos alienígenas estuvieran planeando como matarme. El abanico de opciones era demasiado amplio, y aquello me gustaba más bien poco.
—Hydra ha vuelto. — anunció el Capitán.
A simple vista lo de los alienígenas sonaba peor.
—¿Pero no acabasteis con ellos? — preguntó Peter. — Pensaba que la agente Romanoff había hecho públicos todos sus archivos. Que ya no tenían nada que hacer.
—Era lo mismo que nosotros pensábamos. — respondió Natasha.
—Pero parece ser que no. — razonó Steve. — El barco de vuestra misión, la gente con la que peleasteis era de Hydra. No sabemos como han resurgido ni quien está detrás de todo esto, pero querían robarnos la mercancía, para poder investigar como acabar con nosotros.
—Capitán Rogers. — no se como tuve valor de interrumpirle. —Disculpa pero, ¿yo que tengo que ver con todo esto?
—Vinieron buscando cobre y parece ser que encontraron oro. — contestó Tony por Steve.
—Al parecer. — retomó el Capitán. — Vieron tus poderes. Como te teletransportabas. Quisieron recuperar a Wanda y a Pietro porque ellos crearon sus poderes con una de las gemas y sospechamos que ahora quieran recuperarte a ti también.
—¡Pero eso es imposible!— salté yo. — ¡Nunca han experimentado conmigo, y menos unos soldados terroristas! Si no me acordaría.
—Ya, ¿pero y si tus poderes son culpa de los experimentos que les hicieron a otros? — planteó el señor Stark.
—No lo entiendo, ¿me estáis acusando de formar parte de Hydra?— me estaba empezando a poner nerviosa.
—Lena, puede que simplemente seas una mutante que ha desarrollado sus poderes en la adolescencia. Pero, ¿y si esos experimentos los hubieran hecho con otro miembro de tu familia, y tú simplemente los hubieras heredado?— me preguntaba Tony
—Eso es imposible. ¿Cómo... ¡Yo lo sabría!— yo continuaba negando.
—Pero, ¿y si no?
—Pero es que no tenéis ni siquiera pruebas de que me quieran capturar.
—Tan solo tratamos de unir cabos, Lena. — Steve trataba de calmarme. — Al soldado Barnes le han llegado noticias, una pequeña parte de Hydra sigue confiando en él, y eso no proporcionará información que nos servirá de ayuda.
Miré a Parker en busca de ayuda. En mi cabeza solo escuchaba las palabras "poderes, Hydra y mutante" no sabía que hacer.
—Queremos protegerte, Lena. Mantenerte a salvo.— dijo Steve— Tal vez acabar con los atracadores del barco fue fácil, pero si vuelven y traen a uno de los soldados de invierno...
—No estás preparada para pelear con uno de ellos. — continuó Sam por Steve.
PUES CLARO QUE NO LO ESTABA. ¿Bromeaban? Quería irme a mi casa. Y quería irme ya.
—Será mejor que te quedes aquí hasta que sepamos algo más. — propuso Tony.
—¿Aquí dónde? ¿En la torre? Mis padres se piensan que estoy en casa de mi mejor amigo, y mañana hay clase. No podré mentirles.
—Haré como que no he oído eso. — comentó Tony.
—Es por tu seguridad. — retomó Steve.
—Lo siento pero no. — negué convencida. — No pienso arriesgarme. No me harán nada, no en mi casa. No saben donde vivo.
—No deberías subestimarlos.— me dijo Natasha— Han hecho cosas más complicadas.
—Lena. — Steve intentó hacerme entrar en razón pero Tony le detuvo con la mano.
—Está bien. Vete a tu casa con tus padres. Nosotros estaremos vigilando, pero que sepas, que ni tus padres ni tu mejor amigo podrán salvarte de ningún soldado de invierno.
—No esperaba que lo hiciesen. — dije apenada por el hecho de que era cierto.
Seguramente quedarme en casa sería una de las peores decisiones de mi vida, pero estaba confusa. No terminaba de entender nada. No podía ser real. Todo estaba pasando demasiado deprisa.