Cautiva

By RyMcK92

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El frío distrito universitario de Cambridge es el único hogar que Lepbinia Miller conoce, criada por dos padr... More

Booktrailer
Aclaración
Tomo 1
Prefacio
El principio del fin (parte I)
El principio del fin (parte II)
Precipicio
Reminiscencias (parte I)
Reminiscencias (parte II)
Tiempo
Acción y reacción (parte I)
Acción y reacción (parte II)
Rastros de cordura (parte I)
Evolución
Interrogatorio
El sentir y sus paradojas
Caída libre
Caída libre (parte II)
Distorsión
Subordinación
La curiosidad siempre mata al gato
Cálido como el hogar
Inanidad
Perspectivas
Resiliencia
Cómo no necesitar
Desde casa
Más de la cuenta
Familiaridad
Ceder pero no soltar
Relatividad
Confesiones (parte I)
Confesiones (Parte II)
El precio de las cosas (parte I)
El precio de las cosas (parte II)
Dando vueltas (parte I)
Dando vueltas (parte II)
Inevitable
Aterimiento
Rendición
Visita al médico
Pero no soy enfermera
Una más, una menos
De golpes y otros modos
El universo
Trazando caminos
Efecto colateral
Autonomía
Punto final
Esplendor
Muerte
Alternativas
Renacer
Esta no es mamá
Fin del camino
La confianza parte por casa
Máscaras
Hipocresía
El término de un comienzo
Fin del acertijo
Aceptación
Paradigmas
Epílogo
Redimida

Rastros de cordura (parte II)

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By RyMcK92

(All We Do/ OH WONDER)


Con la venda limpia en las manos volvió hacia mí.

Y lo comprendí.

Me ahorcaría.


Estaba segura de ello, me sostendría del cuello con aquel duro género hasta que la falta de oxígeno me acabara.

Se agachó hasta estar a mi altura y yo me encogí aun más mirándolo de reojo.

—Por favor no me mates —rogué sin dejar de lagrimear—, no quería hacerte daño a ti —insistí esperando que creyera en mis palabras, deseando vivir un poco más, no obstante, vi en sus ojos que sabía la verdad detrás de mis acciones.

Sentí su pulgar recogiendo las lágrimas de mi mejilla izquierda y cerré los ojos esperando que me pusiera la tela en el cuello, solo rogaba que no fuese tan terrible como imaginaba.

—No te haré daño. —Abrí los ojos de golpe al escuchar su tono de voz pacífico, sin rencor, para ver si había rastro de sarcasmo en aquella oración, pero no lo parecía—. Mucho menos voy a matarte. —Sonrió como si le causara gracia mi comentario—. Pero si voy a decirte que tu idea era realmente estúpida —habló serio secando esta vez las lágrimas de la mejilla derecha—. No durarías ni cinco minutos intentando escapar de aquí. —Su mano tomó un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja, sus ojos se veían sinceros, inconscientemente apoyé mi mejilla en su palma, adorando el contacto cálido, adorando el recuerdo de lo que era ser un humano, porque para estas alturas yo me sentía más como una bestia.

No le creí el comentario respecto a mi plan de escape, sentí que solo me lo decía para infundirme miedo, para evitar problemas con su jefe. Debían existir riesgos, claro, pero no podía ser imposible, yo no era torpe y poseía una habilidad innata para correr con rapidez.

Su rostro no mostraba nada, no había ningún atisbo de enojo, de felicidad, de rabia o de tristeza.

—Perdóname —pedí cerrando los ojos, sintiéndome completamente avergonzada.

—Será mejor que volvamos. —Se limitó a decir, alejando su mano de mi rostro y corriéndose un par de centímetros para que pudiera ponerme en pie, omitiendo mis disculpas.

No insistí, solo torpemente apoyé mis manos en el piso asqueroso del lugar para levantarme, con el estómago hecho un puño lo sentí tomarme del brazo para facilitarme la tarea y una vez de pié se acercó por detrás para vendarme los ojos, estaba a menos de medio metro, pero se sentía a una distancia más grande que el océano. 

De camino al cuarto donde estaba antes, agradecí al cielo una y mil veces mientras me prometía a mí misma no volver a hacer algo como aquello, no sin antes pensármelo mejor. Harry iba en silencio, hecho una tumba, lo que por primera vez se me hizo tremendamente incómodo.

Sentía que perdía al único aliado en aquel lugar.

Cuando entramos al cuarto cerró la puerta y se dirigió conmigo hasta la barra de metal, la cual para esas alturas era mi mejor amiga, pero a diferencia de otras veces, me esposó con las manos abajo, seguramente pensando en que mis muñecas ya no debían soportar el constante estrangulamiento, además del dolor agudo que quedó luego de que me torciera la mano para despojarme del palo con que intenté acabarlo.

Susurré un gracias mientras lo sentía alejarse sin siquiera preguntarme si deseaba que me quitara la venda, no dije nada, era justo, me lo merecía desde su perspectiva supongo y lo entendí de alguna extraña forma, sentí rabia, por supuesto, no podría pensar él que me quedaría sentada ahí sin más, a esperar que pasaran las horas sin saber que harían conmigo, y sí, sentía rabia por darle el espacio suficiente como para que me importara en lo más mínimo su confianza, rabia por entender que se sintiera traicionado por mí.

Caí en la cuenta de que un extraño sonido se oía en el fondo del lugar, un "tap tap" constante y repetitivo, como si golpeasen madera con un encendedor, quizás era la locura asomándose a pasos agigantados. 

Golpeé despacio mi cabeza contra la barra que, como siempre, me sostenía, estaba adolorida pero no pensaba lo que hacía, solo me movía por desesperación. Cada pequeño golpe me sacudía el mundo, como efecto de las contusiones que me generaron los traumas anteriores supongo. 

Hasta que no se detuvo el sonidito, no me di cuenta de que solo estaba siguiendo el ritmo del molesto golpeteo, abrí la boca para medio jadear sin entender qué me estaba pasando.

—No hagas eso —Harry habló desde la ubicación que supuse sería la silla contra la puerta—. Tu cabeza ya está lo suficientemente maltratada. —me detuve un par de segundos para oírlo, pero cuando se calló el vaivén de mi cabeza continuo. Lo sentí ponerse de pié y caminar hasta mí, pero no me detuve, sentí que se me formaba una sonrisa en la cara sin ninguna razón concreta.

—¿No lo oyes? —pregunté mientras el ruidito volvía a atacar.

—¿Qué cosa? —preguntó casi a mi lado, sentí su cuerpo descender hasta sentarse junto a mí.

—Ese tap tap tap... —hablé lento, frunciendo el ceño sin entender cómo él no lo oía—. ¿O me estoy volviendo loca? —cuestioné golpeando un poco más fuerte la cabeza. Sus manos detuvieron mi movimiento mientras lo sentía quitar la venda de mis ojos.

—Ya no sigas. —ordenó mirándome directamente y no pude hacer más que reírme, la situación se me hacía completamente graciosa—. Y no estás enloqueciendo, yo también lo oigo —finalizó mirando hacia el frente, supe en ese instante que él sabía de donde provenía el sonido pero no quiso explicarme qué era. 

Volvió la vista a mí nuevamente y sin quitar la sonrisa de mi rostro pronuncié lo siguiente.

—Que te den. —La frase fue con tanto desprecio que me quemó la lengua mientras las letras salían de mi boca, pese a ello no hizo ni un solo gesto. Solo se limitó a analizar mi herida en la frente.

—Eso está terrible, debería traer algunas cosas para desinfectarlo —dijo tomándome el mentón para mover mi cabeza de modo que la luz le mostrase mejor mi herida.

—Eres un hijo de puta. —Volví a insultarlo mientras soltaba otra carcajada, me daba un coraje tremendo que omitiera mis palabrotas—. ¡Eres un hijo de la gran puta! Ojalá te cagues en el infierno maldito cabrón.

Me observó en silencio, su rostro impasible, sus ojos atentos. Sin coraje, sin pena, no había nada. Los ojos se me humedecieron, pero no aparté la vista, lo seguí observando. 

—¿Podré salir de aquí? —pregunté de pronto, casi en un susurro. 

Y ahí estaba, ese rostro imperturbable se volteó intentando ocultar la pequeña mueca que sus labios hicieron, como si se mordiese los carrillos de la mejilla.

Nuevamente sonó la barra de metal, mi cabeza se golpeó contra ella otra vez, una, dos, tres veces. Lo vi cerrar sus ojos, le molestaba que lo hiciera, el ruido lo perturbaba y yo, yo solo quería volverlo loco, se lo merecía por todo lo que me estaba pasando.

Una, dos, tres veces más.

Pam... Pam... Pam...

Ante mis ojos pasó la sonrisa de Callie, la imaginé aplastándome sobre la cama al llegar del colegio y sentí la mandíbula temblar de la pena. El color azul oscuro de las paredes se encogía cada vez que mi cabeza estrellaba contra la barra.

Otro golpe, otra imagen de mis hermanos corriendo en el campo donde pasábamos las vacaciones de verano cerca de la abuela.

Pam... Pam

—¡Joder ya detente! —gritó Harry de pronto, sus ojos verdes muy abiertos con las pupilas dilatadas me miraban fuera de sí, su respiración estaba acelerada. 

Su mano voló rapidísimo y me encogí esperando que me golpeara, pero aterrizó en una parte alta, sacudiendo la barra metálica contra la que mi cabeza se estrellaba. 

—¡Para! —Volvió a repetir por si tenía alguna intención de continuar. Se tomó del cabello, estirando las ondas desordenadas que le enmarcaban el rostro y sentí que la demencia que se apoderaba de mí también intentaba tomarlo él.

Sonreí feliz de lograr aquello, si creía que no intentaría nada estaba muy equivocado,  quizás no podría matarlo, pero me prometí a mi misma que él no me olvidaría nunca. En un mundo tan brutal y efímero como aquel, quizás la locura era lo único importante que teníamos.

Y yo estaba más que dispuesta a sacrificar mi cordura por llevarlo a él conmigo.

<< No quiero estar en un mundo donde tu no existas ¿Eso me convierte en loca?>>


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Parte dos del capítulo que estaba muy largo y con algunos errores jiji, espero que les hayan gustado las modificaciones(?


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