Amor en manos enemigas.

بواسطة SandyLee

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Imagínate que odias a un chico de tus años de colegio. Después, imagínate que ambos toman caminos separados. ... المزيد

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Covers de Regalo
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Agradecimientos
Epilogo I

Capitulo 31

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بواسطة SandyLee


La puerta volvió a abrirse y pensó que seria otra vez el estúpido de Thomas Lynch para seguirle vendiendo el cuento barato de "Quería saber como estabas..."

¿Cómo se había enterado ése, de que estaba en el hospital?

Entonces vio a sus padres.

—¡Gracias al cielo que son ustedes! —Quiso abrir los brazos con rapidez, pero se dio cuenta de que lo hacía como en cámara lenta.

—¡Celine!

Lily fue la primera en abrazarla. Depositaba besos con urgencia en las mejillas de su hija, aún sin poder creer que ella estaba despierta.

Celine no pudo contener las lágrimas al ver que su padre lloraba, mientras la rodeaba con esos brazos que siempre la hicieron sentir protegida.

No supo por cuanto tiempo estuvieron abrazados los tres. De hecho la castaña no tenía mucho sentido del tiempo en esos momentos. Aún cuando veía por la ventana que era de día, no podía ni siquiera aventurarse a decir si era de mañana o tarde.

—¿Qué... p-pasó?

—Tuviste un accidente.

Su padre tomó asiento a su lado, y le miró preocupado. Celine conocía perfectamente esa mirada. Algo pasaba además de lo de su accidente. De repente en su pecho se instaló un sentimiento inexplicable.

—¿P-pasó? —Preguntó otra vez, esta vez mirando a su madre.

—No creo que sea el momento —dijo Lily—. Ahora lo que importa es que estás bien. Harán un par de estudios más y quizás puedes salir muy pronto de aquí.

La castaña se limitó a lanzar un suspiro. Volvió la vista hacia las palmas de sus manos, y se dio cuenta de que tenía un par de cicatrices. Cerró los ojos tratando de recordar el accidente, pero después de unos minutos se dio por vencida.

—G-greg.

—Él no va a venir. —Contestó Jonathan.

—¿P-po-or qué?

—Porque no, Celine —Lily le tomó de la mano—. Te explicaremos todo, pero hoy no es el momento adecuado.

Cerró los ojos, porque estaba cansada, pero no tenía ni una pizca de sueño. No supo si era por lo agitada que estuvo todo la tarde, con doctores y enfermeras entrando y saliendo de la habitación, tomando muestras de sangre, haciéndole preguntas absurdas, pasándola de una camilla a otra, para llevarla a hacer resonancias, y ultrasonidos.

De momento, el pronóstico era favorable. Después de un largo tiempo en coma, solo tenía perdida de memoria y atrofia muscular. Cuando miró sus piernas, éstas estaban muy delgadas, al igual que sus brazos y manos. Eso explicaba la poca fuerza que tenía para moverse.

Abrió los ojos cuando escuchó un suspiro junto a ella. Era su madre, quién estaba plácidamente dormida en un silloncito junto a la ventana. Su papá estaba en la silla, en la que Thomas Lynch estuvo horas antes, pero él si estaba despierto y la miraba en ese momento con una sonrisa.

—No me vas a decir nada, ¿cierto? —Pronunció las palabras con una lentitud apabullante.

—¿Qué esperas que te diga?  —Jonathan se inclinó un poco hacia su hija.

—¿Por qué primero entró Lynch a verme y no ustedes?

—¿Por qué crees tú? ¿Te haces una idea?

A la castaña le dio un escalofrío.

—¿Somos amigos?

—Si —confirmó con una extraña sonrisa—. Es tu amigo.

—No entiendo...

No había una explicación coherente.

—Puede que no lo entiendas de momento, pero con el tiempo, espero que lo hagas.

—¿Te agrada?

—Ciertamente, él ha logrado ganarse mi aprecio y respeto. Ya basta de preguntas —agregó al ver como la castaña abría la boca de nuevo—. Descansa un poco. Mañana seguimos hablando.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

—¿A dónde crees que fue? —Aidan conducía por la avenida principal, mientras que Dave, en el asiento del copiloto, llamaba una vez más al rubio.

Era casi medianoche, y desde esa mañana no sabían nada de él.

—Conozco un lugar, es un bar que esta...

—¿Será ese pub de unos irlandeses? —Aidan recordó el bar que estaba cerca del hospital, en donde habían bebido días antes.

—¡Ese mismo! Siempre ha sido su rincón para pensar.

Para cuando llegaron, encontraron a Tom prácticamente dormido sobre la barra.
El cantinero solo se encogió de hombros.

—¿No pudo dejar de servirle? —Preguntó el pelirrojo enfadado al ver el lamentable estado en el que se encontraba el rubio.

—¿Sabe usted cuanto a tomado? Yo pensé que con los primeros tres tragos tendría, pero resulta que ha batido record y ha pagado todos y cada uno de ellos, así que no veo porque el alboroto. —Respondió el cantinero con cara de pocos amigos y retiró el vaso vacío que estaba cerca de Tom.

—¿Y usted sabe cuanto pesa este flacucho? — Repuso Dave molesto.

Trató de levantarlo, y como pudo, salió tambaleándose del bar, maldiciendo por lo bajo al cantinero y todo empleado incompetente en el lugar, que ni siquiera le abrieron la puerta.

El rubio se llevó un golpe en el hombro que no logró despertarlo, que hizo que Dave agradeciera su profundo estado etílico.

—¿Qué pasó? —Preguntó una vez que despertó el rubio. Estaba en su habitación, Dave lo miraba con los brazos cruzados sobre el pecho, y divisó una mata de pelo pelirroja.

En esos momentos el pelirrojo, estaba limpiando la alfombra con una toalla.

—¿Qué haces aquí?

—Limpiando tu vomito. Ya sabes, a modo de penitencia.

—¿Y Celine?

—Ahora si te acuerdas.

El pelirrojo se puso de pie.

—Es ella la que no me recuerda. —Contestó con reproche.

—Necesito que te bañes, no solo por el hecho de que hueles y te ves terrible, sino porque tenemos que hablar.

—¿Desde cuando la gente tiene que estar limpia para hablar? Por favor, no hagas que me duela más la cabeza.

—Tienes diez minutos. — Finalizó Dave, saliendo de la habitación, seguido por Aidan.

La puerta se cerró de golpe, haciéndole vibrar la cabeza.

—Si su señoría...

¿Como hizo para meterse en la ducha?

Solo Dios lo sabe, se tambaleo más de una docena de veces y el agua caliente no hizo nada, más que adormilarlo.  Una vez que salió, se vistió con lo primero que encontró y con una lentitud más admirable que la de una tortuga, caminó a la sala.

—Ya estoy aquí. ¿Qué quieres discutir?

—Nunca dije que quería discutir.

—Te conozco —Tom se frotó la frente con fuerza—. ¿Qué suecede?

—Toma  —Aidan le puso en la mano un vaso con un líquido rojo y espeso—. ¿Qué?

—¿Quieres envenenarme? Eso se ve asqueroso.

—Cállate y bébelo —Dave lo miró molesto—. Mira, entendemos por lo que estás pasando. De hecho si a Erin le sucediera algo así, seguramente tendría una camisa de fuerza puesta. Pero a estas alturas no puedes darte por vencido.

—Yo nunca dije que me iba a dar por vencido. Es sólo que ayer no pude lidiar con lo que sucedió. —El rubio se limitó a darle un sorbo a la bebida rojiza, para comprobar que tenía un sabor agridulce.

—Bien, porque Erin dijo que hoy iría a verla, seguro ya está ahí. Va a tratar de contarle lo que pasó —Dave le hizo un guiño—. Está decidida a hablarle de lo de ustedes.

—Pero, tienes que prepararte para... —Comenzó a decir Aidan.

—¿Ser rechazado? Estoy acostumbrado.

—No me refería eso, a lo que voy, es a que si estas preparado para hacer que ella se enamoré de ti, otra vez. —Aidan lo miró fijamente.

—Si se enamoró de ti la primera vez, no veo porque no haya una segunda vez. —Aseguró Dave.

A pesar de que la resaca le estaba taladrando la cabeza, la concentración que tenía, era prácticamente la misma que cuando se presentaba en corte.

—Si, tienes razón —el rubio apuró el resto de la bebida—. Tenemos que irnos.

—Espero que no quieras ir al hospital.

—Para eso necesito el auto. Lo dejé estacionado cerca del bar. ¡Vamos! —Los apuró.

                                                                     ≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Erin entró al hospital decidida a hacer algo, fuera lo correcto o no.

Se coló a último momento en el elevador, y apretó el botón del piso de Neurología. Las puertas se abrieron y pasó de larga a la recepcionista.

Observó los nombres de los médicos, y tocó la puerta de "Edmund Fillan"

La puerta se abrió para alivio de la pelirroja.

—Buenos días, soy Erin Schwartz, hablé anoche con usted por teléfono.

—Claro, la estaba esperando. Pase por favor. —Estrechó la mano que la pelirroja le tendía y cerró la puerta con suavidad.

—No quiero quitarle mucho tiempo —Erin lo miró nerviosa—, como le comentaba anoche, yo creo que ella necesita saber lo que ocurrió.

—Siendo completamente honesto, tengo mis reservas al respecto, pero temo que pueda sufrir alguna crisis, y es lo menos que necesita en estos momentos.

—¿Ha hablado usted con ella?

—Lo necesario. Ella está consciente de que es un milagro que haya despertado sin muchas complicaciones. Su pronóstico no era alentador. Así que, creo que pueden hablarle de lo que sucedió, pero de preferencia no le den datos inútiles, no la force. Si ella no recuerda o niega las cosas, no insistan. Es un proceso natural y espero que en un par de semanas ella esté recuperada.

—¿Ella estará bien?

—Tendrá que tomar terapia, en el estado de coma es muy normal que el cuerpo pierda tono muscular y fuerza, así como el equilibrio. Pero nada que no pueda superar con ayuda y dedicación.

—¿Existe la posibilidad de sus recuerdos no regresen?

—En este punto, puede ser una posibilidad.

Erin ni siquiera quiso imaginar en la reacción de Tom. Con la boca seca, se levantó de su asiento.

—Muchas gracias doctor.

—De nada.

Salió de la oficina, con unas ganas tremendas de llorar, pero no era el momento, así que tragando saliva dolorosamente, entró de nuevo al elevador.

  ≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪  

Celine acababa de terminar de desayunar. No era fanática de las comidas de los hospitales, pero esa mañana despertó hambrienta. Su madre se había quedado con ella, mientras que su papá, desvelado y cansado, tuvo que irse a trabajar.

Entonces escuchó la puerta abrirse, y vio que se trataba de Erin.

La pelirroja abrazó a su amiga y sin poder evitarlo comenzó a llorar. Celine siguió su ejemplo y sintió que efectivamente, el tiempo había pasado. No supo como tuvo el valor para terminar el abrazo, cuando precisamente se sentía mas cobijada.

—Amiga, yo... —La voz quebrada salía dolorosa de su garganta.

—No digas nada. Ya pasó todo.

Erin abrazó con fuerza a Lily, y después tomó asiento junto a la castaña.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien. Ya he desayunado, y quisiera darme un baño.

—Ya lo creo que si. Que bueno que has comido, tienes que ponerte fuerte porque Ryan es un pequeño muy pesado.

—¿Ryan? ¿Quién es Ryan? —Celine la miró aún más confundida.

Erin sacó su celular del bolso, y se lo dio a la castaña.

—Él es Ryan, mi hijo, va a cumplir tres meses la próxima semana.

Celine vio la foto de un pequeño bebé que sonreía a la cámara. Llevaba puesto un suéter color amarillo. Se le hizo un nudo en la garganta.

—¿Te casaste?

—Aún no.

—¿Lo conozco? A tu novio, ¿lo conozco?

Erin tragó saliva antes de contestar.

— Si, lo conoces. Es... Dave Sizamore.

Celine abrió los ojos como platos. Simplemente no lo podía creer y cuando pudo ver el anillo que su amiga llevaba en la mano y la sonrisa que ella tenía en los labios, supo que su amiga estaba perdidamente enamorada del compinche de Thomas Lynch

—Dios... Yo...

—Dave es maravilloso, un hombre increíble. Y no pude haber escogido mejor. Espero que pronto puedas ver lo que te digo, con tus propios ojos.

Celine no supo que contestar, y le dedicó una mirada nerviosa a su madre. Justo entonces, un joven entró a la habitación con un enorme arreglo de flores.

—Buen día. Es para Celine Byrne.

Lily presurosa quitó una revista de la mesita, para que pudieran poner el arreglo ahí. El joven agradeció la ayuda y salió rápidamente de ahí. La pelirroja fue hasta el arreglo y tomó la tarjetita, misma que le entregó a la castaña.

—Ellen Lynch —leyó la castaña—. ¿Pero que el mundo se ha vuelto loco?

—Celine —Lily habló en tono reprobatorio—, no digas eso. 

Erin y Lily compartieron una mirada.

—¿Por qué hacen eso? Me hacen sentir como si yo fuera la mala y... —Erin negó con la cabeza como si estuviera decepcionada, mientras que Lily estaba muy concentrada en buscar algo en su bolso—.  No vas a decirme nada, ¿verdad? —Le reprochó a la pelirroja.

—No me mires así Celine —pidió Erin—, pero te equivocas. Te voy a decir lo que pasó. A menos de que tu mamá quiera... —La pelirroja miró a Lily, ella simplemente negó con la cabeza y la pelirroja sintió el peso de la verdad, que ahora era su responsabilidad

—Celine —se sentó un poco más cerca de su amiga y le tomó de la mano —, Greg y tú, se divorciaron hace casi dos años. Tú le descubriste una infidelidad y le pediste el divorcio.

La castaña asintió levemente, miró el rostro de su madre y después el de Erin. Ambas parecían tan seguras y convencidas de lo que decían, que comenzó a sentir un nudo en la garganta.

Erin miró nerviosa a la madre de Celine, pero la castaña hizo un ligero movimiento con la mano que tenia libre, indicándole a su amiga que siguiera con el relato.

—Unos meses después de tu divorcio, llegué a la ciudad por un receso y te llevé a un club, ahí estaba Lynch...  —carraspeó un poco— Se portó muy amable con nosotras, incluso bailaste con él, desde entonces ustedes... salen juntos —la castaña le miró con el amago de una sonrisa—. Iban a casarse —apuntó Erin con seriedad—. Para ello pusiste en venta la casa de la calle Anchor. Pero no sé que pasó con Greg que perdió la razón, y te tendió una trampa. Él entró a la casa...   te apuñaló y tú caíste de las escaleras.

Celine lanzó un grito y comenzó a llorar mientras negaba con la cabeza.

—No puede ser. —Dijo entre el desgarrador llanto.

—Tienes que creernos. —Su madre le miraba suplicante.

En la frente sentía algo que se inflamaba y tuvo miedo de volver a perder el conocimiento, o que algo más se le olvidara. Se obligó a calmarse y escuchar el relato que su amiga le contaba. En su lógica, no entendía como todo aquello se había convertido en desastre y mucho menos como era que se iba a casar con su enemigo de antaño.

—¿Lynch y yo? —Preguntó al cabo.

—Si, Tom y tú.  —Confirmó Erin.

Su madre le puso en las manos un anillo. Cuando lo miró con cuidado, contuvo la respiración, era precioso y mucho más de lo que hubiera imaginado.

—¿Qué día es hoy? La fecha...

—Primero de febrero.

Trató de levantarse, pero le fue imposible, sus piernas le hicieron saber que tenía tiempo sin usarlas. Con ayuda de Erin, pudo dar tan solo unos pasos, pero acabó rindiéndose y tomó asiento junto a su madre, en una de las sillas para visitas. El cordón de la intravenosa estaba todo enredado por el manoteo.

Entonces pudo ver bien la habitación, en las mesitas habían varias flores, pudo ver varias tarjetas de "¡Mejórate pronto!" "Estamos contigo" y demás frases de ánimo y apoyo. En un rincón, algunas prendas de ropa lucían dobladas al lado de un par de libros.

—Tom ha estado aquí desde el accidente —ésta vez su madre fue la que habló al verla tratando de ubicar las pertenencias—. Trabaja por las mañanas, y por las tardes se la pasa aquí contigo. Durante estos meses —continuó— ha intentado ayudarte a despertar, leyéndote, hablándote... Es por eso que fue el primero en entrar después de que despertaste. Todo mundo sabe que estaban comprometidos.

—De hecho, ya vivían juntos. —Agregó la pelirroja.

Así que estaba divorciada de Greg, tenía una relación con Thomas Lynch, el mismísimo príncipe de la egolatría, enemigo jurado y elitista de porquería. Había puesto en venta su antigua casa, asumiendo que en la separación de bienes, ella resultó la única propietaria. Vivía ya con el rubito y para terminar el resumen, Greg la había apuñalado.

Por alguna extraña razón, la explicación parecía tener sentido.

—¿Qué pasó con Greg?

—Murió —Celine abrió demasiado los ojos, y sintió que le faltaba el aire, quiso hablar pero el nudo en la garganta no la dejó—. Cayó junto contigo por las escaleras, pero él se rompió el cuello. —Agregó al verla tragar saliva con dificultad.

Sintió que el corazón se le iba al suelo. Su memoria estaba sumida no en los dos meses atrás, sino en casi tres años en el pasado. El no tener sus recuerdos en orden la hizo sentir una completa loca.

¿Era tan necesario hablar? ¿Acaso las palabras ayudarían en algo?
Estaba segura de que el vacío y la desesperación que se instalaba en su estomago y pecho respectivamente, no se curaría con nada.

—Hay algo más hija, tú... estabas embarazada.

—¿Embarazada? —Repitió incrédula.

—No pudieron salvarlo, el golpe que recibiste en la cabeza fue fuerte, y además perdiste mucha sangre. La herida que hizo Greg en tu estomago, fue profunda.

Celine se tapó el rostro con ambas manos. De un momento a otro, pensó que gritaba. Miró a su alrededor asustada. El escalofriante grito, se repitió; entonces se dio cuenta de sólo podía escucharlo ella, en su cabeza.

Se frotó las sienes con fuerza, pero no volvió a escuchar nada.

—No se porque tenia que pasarte esto precisamente a ti. —Su madre la miraba con lágrimas en los ojos.

—¿Y Thomas? —Preguntó sintiendo que era una especie de reclamo para Lynch ¿Dónde estaba, que hizo cuando me pasó esto?

—Estaba en el trabajo —Erin retomó la conversación—. Greg trabó las puertas para que no pudieras escapar. Anna Slopper, la pareja de Greg en ese momento, le dio el pitazo a Tom en el trabajo, y fue inmediatamente a buscarte, pero llegó demasiado tarde. 

—¿Anna Slopper? ¿Ella como supo?

—Greg se puso como loco, primero la atacó a ella, y entonces Anna llamó a la policía.

Se quedaron en silencio unos minutos, mientras que Celine se limpiaba las lágrimas.

—Thomas ha sufrido mucho, pero jamás se dio por vencido contigo. —Lily rompió el silencio.

Las lágrimas continuaban saliendo de los ojos de la castaña, todo aquello que le contaban no lo recordaba, pero escuchar el relato era desgarrador. Las emociones que sentían, eran demasiado reales, demasiado ligadas a aquello que sucedió. Demasiado cruel, pero no por ello, irreal.

¡Hola! ¡Hola!

¡Ha sido un buen viernes después de todo!

Dejó un capitulo algo largo, espero que les guste. Ya me dirán en sus comentarios, los cuales agradezco infinitamente. Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer la historia.

¡Nos leemos muy pronto!


Sandy.


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