Cuando habla el Corazón 2 (ch...

By Saku_Mayu

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Después de haber creido que lo había perdido todo, Julian comprende que algunas veces seguir con vida, aferra... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36

Capitulo 30

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By Saku_Mayu



—¿Qué es lo que ocurre, Kei?

Julian se dejó guiar por los corredores de la fortaleza en la que Kei se había recluido en Rusia, siguiendo casi con esfuerzo el ritmo que el chico rubio había marcado y trató de esquivar a todo el ejercito de hombres y mujeres que había dentro y que se movían a una velocidad que hacía que Julian se sintiera pequeño e inútil.

—¡Kei!

Kei se detuvo finalmente y se giró, dando un paso hacia él. Julian retrocedió instintivamente, tal vez dudando de que la expresión de rabia y peligro no estuviera dirigida en parte a él y se encogió involuntariamente cuando Kei alzó una mano, pero no fue un golpe lo que sintió, sino los dedos del chico agarrando su brazo y tirando de él.

—Fuera. Ve a buscar a Sakuya a los dormitorios. Ella te llevará al refugio.

Julian abrió mucho los ojos, incapaz de saber lo que debía sentir ene se momento. ¿Feliz porque pese a todo aún pensaba en él lo suficiente como para que fuera a protegerse? ¿O triste porque prefería enviarlo lejos del peligro y de su vista porque lo consideraba un estorbo en su camino? Julian cerró los labios, notando como los dedos de Kei aún agarraban su brazo, seguramente sin darse cuenta aún que lo hacía mientras daba órdenes, indicaciones y no sólo en un idioma.

—No me iré, Kei —susurró Julian, aún sin saber si realmente quería que Kei lo escuchara pero sí sintió, incluso manteniendo la cabeza inclinada y la vista pegada a los zapatos, como los ojos del chico rubio se clavaban en su nuca. Ni siquiera necesitó mirarlo para saber que sus ojos brillaban furiosos—.Puedo quedarme. Lucharé y...

—Oh, no —la fría voz de Kei hizo que Julian se encogiera aún más—. No me gustaría tenerte cerca en un momento de crisis. ¡Largo!

Kei sólo soltó su brazo pero Julian lo sintió como un acto desgarrador y se quedó mirando su espalda mientras se perdía entre los demás y vio como Rykou e Isi se les unía, éste último bastante alterado y finalmente se quedó completamente sólo.

El sonido de alarma se detuvo tan bruscamente como había comenzado y Julian levantó la mano para mirar el arma que aún mantenía fuertemente agarrada y trató de ubicarse, algo imposible ya que no había tenido muchas opciones de moverse libremente por aquel lugar y tras un momento de pausa corrió hacia los ascensores y subió hasta el piso donde se encontraban las habitaciones pero al llegar, todo estaba completamente vacío ya y Julian dejó su habitación para el final, comprobando que Kevin tampoco se encontraba dentro.

Confuso y con cierto temor, dudó antes de volver corriendo al ascensor, abriendo las puertas una a una, asegurándose una vez más de que las habitaciones se encontraran vacías y pulsó el número cuatro, escuchando un ruido seco mientras se cerraban las puertas y el eco de unos disparos, haciendo que por un momento creyera que se le pararía el corazón y se acercó completamente a la puerta, dando inconscientes golpecitos con las zapatillas al suelo, escuchando los fuertes latidos de su corazón en las sienes y cuando el ascensor sufrió la típica sacudida al detenerse e indicar el número cuatro, Julian levantó la pistola bien alto, apuntando a las puertas mientras se abrían y estuvo a punto de disparar cuando se encontró prácticamente en su cara con dos armas.

—¡Es Julian! ¡Es amigo!

La voz de Sakuya se escuchó detrás de los dos chicos que le apuntaban y vacilaron antes de echarse hacia atrás, sin bajar el arma y mirándolo desconfiados.

—Baja la pistola, Julian —ordenó Sakuya, irritada y nerviosa, mirando continuamente hacia la derecha, hacia algún punto, hacia alguna de las habitaciones que se encontraban en el hospital.

—Ah, sí.

Julian obedeció de inmediato y los hombres también bajaron sus armas, dejándolo entrar y Julian se apresuró a acercarse a la mujer.

—¿Por qué no has ido al refugio? —exigió saber ella, sin prestarle atención.

Julian se fijó que los ojos de la mujer se desviaban de la habitación donde recordaba que se encontraba Oshi hacia la que se encontraba justo enfrente, frotándose las manos nerviosa.

—Kei me dijo que subiera a las habitaciones y que bajara contigo al refugio.

Sakuya lo miró finalmente, apretando los labios, molesta y volvió a girar el cuello, con la cabeza en alto.

—No voy a ir al refugio —murmuró la mujer más para sí misma que para que él lo escuchara y luego, como si de pronto se acordara que seguía allí, volvió a mirarlo, señalando el ascensor y sacó una llave—. Tómala, Ve al último piso y abre con esta llave. Si sigue recto te llevará....

—¿Te recuerdo que le estás dando indicaciones de donde llegar a una zona que debe ser protegida a un traidor? —soltó Julian sin muchas energías pero zanjando una posible discusión con la chica. Él no pensaba ir a esconderse a ningún lado. No estaba allí para eso. Y sí, claro que estaba asustado, pero hacía tiempo que había tomado una decisión y si... Respiró hondo y se enfrentó a Sakuya que lo miraba entre la rabia y confusión—. No deberías darme esa llave ni enviarme a un lugar cuando posiblemente pueda ir diciendo donde se encuentra a cualquiera que me apunte con un arma.

No estaba siendo justo y mucho menos racional, pero en ese momento le daba igual. Julian se adentró más en el pasillo y caminó hacia la habitación de Oshi, deteniéndose en la puerta, sin atreverse a mover la puerta y entrar. De pronto un miedo irracional le invadió e hizo que se congelara completamente. Y si...

Abrió la puerta de la habitación casi con urgencia, ganándose una mirada de alerta y reprobación de un enfermero y una nueva arma apuntando su cabeza. No prestó atención a ninguno de los dos. Sus ojos sólo se fijaron en el cuerpo inmóvil de Oshi. Seguía teniendo todos los tubos conectados al cuerpo y unos ruidos provenientes de las maquinas que lo mantenían con vida hacían que el chirriante resonar de su corazón en las sienes y oídos quedara completamente silenciados, como si lo único que se oyera fuera ese sonido.

—¿Qué estás haciendo, Julian?

Notó casi sin sentir la mano se Sakuya sobre su hombro, tirando de él fuera de la habitación pero tardó unos segundos en dejar que la mujer lo guiara fuera y volviera a cerrar la puerta. La imagen de Oshi seguía en su cabeza como si aún pudiera verlo frente a él, su rostro casi completamente oculto entre el oxígeno, los tubos y la venda que le tapaba prácticamente toda la cabeza y la frente. Dejó escapar un extraño sonido, parecido a un sollozo y se dejó caer al suelo, al lado de la habitación, enterrando la cara en las rodillas.

Entendía por qué insistían en mantenerlo con vida de esa manera. Era más difícil no volver a verlo pero sabía que ver a alguien como Oshi de esa manera acabaría por destruir a Rykou y a Kei... si no morían antes, si una bala no atravesaba antes sus cuerpos...

—¡Julian!

Julian levantó la mirada hacia Sakuya y se dio cuenta que la estaba mirando espantado y trató de tranquilizarse, respirando hondo y liberó la presión que inconscientemente ejercían sus uñas en la piel de las palmas de sus manos pero no intentó levantarse, sino que fijó su atención en la habitación frente a él. La puerta estaba cerrada y no salía ningún sonido de voces de dentro.

—Julian —Julian apartó con desgana la mirada de la puerta y levantó la cabeza para mirar de nuevo a Sakuya que se había apoyado en la pared, a su lado y miraba también fijamente la puerta—. De alguna manera has cambiado desde la primera vez que te vi, en Tokyo.

Julian sonrió sin ganas y apartó la mirada. No quería recordar esos días. De alguna manera aunque tenían todos un recuerdo amargo, ahora le parecían unos momentos increíblemente buenos y hasta hubiera dado cualquier cosa por retroceder en el tiempo y hacer que jamás llegara ese día, el día que había comenzado todo aquello por su culpa. Sí, hubiera sido más fácil si le hubieran matado a él y a Kevin aquel día... pero ni siquiera hubiera sido necesario eso si no hubiera cometido el capricho de decidir marcharse justo en aquel momento...

—Soy un asesino —soltó con amargura—. Es normal que algo haya cambiado después de que haya muerto tanta gente por mi culpa.

Intentó incorporarse y alejarse pero la mano de Sakuya se lo impidió.

—Lo siento, Julian —La disculpa de Sakuya hizo que Julian girara bruscamente la cabeza para mirarla. La japonesa sonreía a modo de disculpa pero endureció rápidamente la mirada y desvió la cabeza—. Se que no es exactamente tu culpa. Hablé con Kei, ¿sabes? Él no te culpa realmente.

Julian escuchó el sonido estrangulado de su propia garganta cuando contuvo la respiración y apoyó una mano en la pared, mareado.

—¿Qué...?

—Era imposible que dejarás matar a Kevin sin más. No es tu forma de ser. No hubieras sido capaz. Es lo que él dice.

—Eso... —Julian sintió un sudor frio recorriendo toda su espalda, cada vez más mareado. ¿Kei no lo culpaba? ¿De verdad? ¿Entonces qué era lo que estaba sucediendo?

—Kei —continuó Sakuya sin escucharlo—, se culpa a sí mismo por lo que ocurrió.

—No es culpa suya, es culpa mía —intervino Julian rápidamente—. Yo...

Sakuya rió sin ninguna emoción, aunque más que una risa fue como un sonido desde el fondo de su garganta, un ruido quedo, vacío.

—Piensa que si él jamás te hubiera tenido a su lado, si nunca te hubiera llevado con él, jamás hubiera ocurrido eso.

Julian se movió bruscamente hacia la mujer. Necesitaba explicar a alguien que no era verdad, que no fue el error de Kei, que había sido su culpa, que necesitaba estar a su lado y que prefería morir a que Kei decidiera cargar con esa culpa y alejarlo de él, pero no tuvo ocasión de hablar. El ruido del ascensor en movimiento hizo que los dos hombres que estaban en la puerta se movieran alertas, pendientes de la puerta con las pistolas en la mano, pero todo fue demasiado rápido. Las puertas se abrieron ya disparando y los dos rusos cayeron al suelo antes de que incluso pudieran abrir fuego. Sakuya se puso en medio, desafiante, delante de Julian y de las dos puertas del final del hospital, pero posiblemente el primer hombre que salió del ascensor no hubiera dudado en disparar como lo había hecho con los dos guardias si uno de ellos, aún vivo, no hubiera conseguido alcanzarlo y disparar antes de que sus dedos hubieran apretado el gatillo y la bala hubiera atravesado directamente el menudo cuerpo de la joven.

Varios gritos se escucharon al otro lado del ascensor y un chico ruso salió de él, sacudiendo una pistola en la mano mientras apuntaba con otra al hombre del suelo sin dejar de hablar en su idioma. Julain se apresuró a reaccionar y levantó su arma, poniéndose al lado de Sakuya que no dejaba de mirar con ansiedad la puerta cerrada frente a ellos.

—No sé lo que estás diciendo —murmuró Julian tratando de razonar con el chico que dio un pisotón al guardia que estaba aún vivo y alejó el arma con el pie—. Baja el arma, por favor.

Unos nuevos gritos de su parte hicieron que Julian se tensara y casi dio un golpe a la chica para que retrocediera con él.

—¡No te entiendo! —gritó Julian—. ¡Baja el arma!

Para su sorpresa, Sakuya respondió algo en ruso y de una manera tan grotesca que hizo que el otro chico se callara bruscamente, un segundo antes de que la apuntara con el arma que había estado sacudiendo hasta ahora y Julian, sin pensarlo, bajó su propia pistola, apuntando en menos de dos décimas de segundo su pierna y disparó sin dudar, haciendo que el hombre errara su disparo y fuera a dar contra la pared, justo entre los dos. Julian se quedó completamente inmóvil, impactado y sólo volvió a reaccionar cuando Sakuya lo empujó hacia la habitación de Oshi antes de que el chico que había caído al suelo por el impacto de la bala de Julian volviera a dispararlos.

—Quédate ahí —ordenó Sakuya desde la otra habitación.

Julian no se movió. Notaba la respiración entrecortada, como si le faltara el aire y casi soltó un grito cuando el hombre que había dentro de la habitación lo tocó y le ayudó a levantarse, echándolo hacia atrás y se puso al lado de la puerta, haciendo señas a Sakuya y a varios hombres más que había en la otra habitación con su arma.

—¿Cuántos son?

Julian tardó en comprender el acento del ruso.

—Sólo he visto uno. Y lo he disparado pero creo que había más en el ascensor... Creo...

El hombre asintió y tras dar unas señas más, dos de ellos salieron fuera y tras unos instantes de un silencio cortante, volvieron a escucharse más gritos y disparos. Julian deseó taparse las orejas con las manos pero tras mirar al enfermero que seguía atendiendo a Oshi como si pasara lo que pasara su prioridad era su trabajo, se acercó tímidamente a la puerta. En la otra habitación no se veía a nadie, ni siquiera a Sakuya y tras respirar hondo varias veces y buscar el valor que no tenía, salió al pasillo con el arma levantada, dispuesto a disparar, pero una mano agarró con fuerza la pistola, desviándola de su cuerpo.

—¿Qué? —escuchó con alivio la mofa en la voz de Kei—. ¿Al final has decidido matarme?

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Pero que sueño tengo... T_T Gracias por leer, votos y comentarios!!!! Cualquier cosa en facebook ^^

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y ahora a dormir :)

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