RETROSPIRAL © (Terminada) ( #...

By rosalinagmoya

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*Ganadora de los Wattys 2018 en la categoría "Los Héroes"* Por accidente, Zaid descubre una espiral que lo tr... More

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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 | Cristal
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (borrador)
Epílogo
¡Aviso!
Agradecimientos
¡Wattys 2018!
¡Wattys 2018! [-Parte 2-]
¡Premios PGP2021!

Capítulo 16

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By rosalinagmoya

16 de Febrero de 1614

La noche anterior, Gracia le dijo a Zaid que ahora que estaba recuperándose, creía conveniente que abandonara sus aposentos y se instalara en el de los huéspedes; era demasiado riesgoso que continuara allí con ella. Ana les dijo que había escuchado rumores en las cocinas sobre la supuesta identidad del «extranjero» y que era extraño que la señora lo tuviera en sus habitaciones. Ana las calló, diciéndoles que la salud de ese hombre estaba en peligro y que lo único que hacían era curarlo. La doncella dijo que quienes habían estado cuchicheando dejaron de hacerlo, pero que si deseaban acallar los rumores para siempre, no bastaba con eso, sino que había que demostrarles que Zaid no tenía ningún trato distinto al de cualquier invitado.

El chico aceptó de inmediato, por ningún motivo deseaba que ellas tuvieran problemas por causa suya, de modo que Gracia consiguió la llave de la habitación de huéspedes y trasladaron a Zaid entre ella y su doncella.

Ya tenía cuatro días en ese lugar, suficiente tiempo como para descubrir que no había baño en esa inmensa casa, sino una especie de letrina a la que las muchachas llamaban «necesarias» y que olía terrible incluso a decenas de metros antes de llegar y estando aun la puerta cerrada; aprendió que nadie podía darse un buen baño porque el agua limpia era demasiado escasa, a cambio subían una palangana con agua de lluvia que calentaban previamente en el fogón y usaban paños de lino para frotarse el sudor y la suciedad del cuerpo. También en ese tiempo comprendió que las mujeres eran tratadas como si éstas no sirvieran para otra cosa que no fuera casarse y tener hijos, aunque en realidad eran quienes hacían que todo funcionara. Por esa razón, la mayoría quería estar casada con un hombre que tuviera fortuna, pues así se casaran con el amor de sus vidas, debido a la cultura de esos tiempos, siempre iban a ser tratadas como personas inferiores.

Zaid comenzó a extrañar a su familia, a sus amigos, a su entorno; los días soleados que había en México, los rosados atardeceres que pasaban desapercibidos frente a sus ojos, la sensación de libertad que tenía al ir de un lugar a otro. Comenzó a echar de menos las duchas calientes que tomaba antes de bajar a desayunar o los momentos apacibles en que iba al baño a hacer sus necesidades; ciertamente, este sitio era gris, sin rastro alguno de sol, todos los días hacía mucho frío, había aguaceros constantemente —si no había lluvia, permanecía nublado— y la casa era casi imposible de calentarse, por estar construida con piedra.

Aunque, también había encontrado que, ahí, en Irlanda del 1614, estaba ella... Había descubierto que su presencia era similar a cuando veía el atardecer sentado en la arena a la orilla del mar junto a su familia. Sentía la misma calidez, la misma paz, la misma inspiración para componer música, con la excepción de que esta chica era más hermosa que el mismísimo sol, y lo había descubierto todo en cuatro días. No, de hecho fue cuando la vio por primera vez. Ese día se sentía como hipnotizado cuando la miraba a la cara y el efecto persistía cada vez que ella le hablaba o le explicaba algo.

Se dice que los hombres son incapaces de hacer dos cosas a un tiempo, pero Zaid no era uno de esos hombres. Él era perfectamente capaz de concentrarse en hacer su tarea, mientras hablaba por teléfono con Francisco, escuchaba música y además veía televisión, todo al mismo tiempo. Era sorprendentemente hábil, quizás por eso había aprendido a tocar la batería en tan sólo una semana. Era bueno haciendo varias cosas a la vez. Y por dicha razón era que él mismo se sentía sorprendido de no poder ni pensar cuando Gracia estaba en la misma habitación. Si ella le hacía una pregunta, él tardaba en responder porque todos sus sentidos estaban completamente centrados en la presencia de esa joven mujer. Notaba su respiración, analizaba el tono de su voz y registraba el eco que ésta emitía dependiendo de la habitación, observaba la forma en que caminaba, la manera en que sus ojos azules brillaban junto a la chimenea, el tono cálido de su rostro cuando ella se encontraba bajo la tenue luz de las velas, en lo bonita que se veía cuando sonreía, observaba la forma que tenían sus uñas y sus dedos, en lo sedoso que lucía su cabello oscuro cuando estaba de espaldas... pensándolo bien, seguía siendo hábil, porque prestaba atención a todos esos detalles sin ni siquiera quererlo y aún trataba de encontrar su pensamiento racional —en donde quiera que éste estuviera— para arreglárselas en responder sus cuestionamientos. Pero le era difícil. Demasiado.

Se notaba nervioso cada vez que ella y él se encontraban, le temblaban las manos si ella se acercaba, tartamudeaba un poco al hablar —lo que empeoraba su nerviosismo—, y sentía una presión en el estómago cada vez que ella le dirigía la mirada. Simplemente no podía evitarlo, ya estaba loco por ella y aunque nunca en su vida había estado loco por nadie, le pareció demasiado obvio. Jamás había prestado atención a tantos detalles en una chica antes. Para él las mujeres eran hermosos seres humanos que estaban ahí para complementar al sexo masculino, pero nunca, jamás, había sido tan consciente de la presencia de una chica antes. Incluso, en un par de ocasiones, había sido capaz de sentirla cuando ella estaba a punto de llamar a su puerta.

Esta situación le hacía recordar un poco la historia de Peter Parker cuando descubre que tenía un sentido arácnido que acababa de despertarse en él y aún no podía controlar. Zaid sentía como si uno de sus sentidos, antes dormido, se hubiera despertado cuando ella apareció en escena. Era completamente abrumador, pero aunque trataba de detenerse, sencillamente no podía. Ya había pasado.

Sabía que su familia quizás estaba muy preocupada por él, pero si Gracia estaba presente, se olvidaba de todo. Le daba vergüenza admitirlo, pero así era. Sentía que un tremendo milagro le había sucedido al estar atascado en ese tiempo y ese lugar, simplemente porque había tenido la oportunidad de conocerla a ella y daba gracias a Dios cada día por ponerlo en ese camino.

🌀🌀🌀🌀🌀

—¿Qué voy a hacer, querida amiga mía?

Gracia estaba caminando de un lado a otro en el salón y Ana la seguía con la mirada.

—Nunca había querido desposarme con nadie —continuó—, jamás fue mi deseo, pero de alguna manera lo aceptaba, pues casarse es el destino de todas las mujeres... ¿qué más podemos hacer? Me vi forzada a aceptar la oferta de William porque es un buen hombre... lo es, pero es viejo...

—...El señor Zaid es joven —añadió Ana en voz muy baja.

No supo si su ama la ignoró o simplemente no la había escuchado.

—...y nunca me hace reír... —siguió Gracia, caminaba como una presa dentro de una jaula.

—...El señor Zaid os hace reír —volvió a sugerir Ana en un hilo de voz.

Gracia se detuvo y la miró fijamente.

—En serio, Ana, no me estás ayudando. Sí... te he escuchado decir eso.

La doncella frunció los labios, temerosa de lo que iba a hacer a continuación, pero durante dos años y medio, Gracia le había probado que eran amigas y Ana no se preocupaba por ninguna otra persona más que por ella, la sentía como si fuera la hermana que nunca tuvo.

Ana se levantó, envalentonada por la idea de ayudar a su mejor amiga.

—¡Señora, basta ya! Os comportáis como una chiquilla.

Gracia tenía el ceño fruncido. Ana siempre había sido sumisa, serena y dócil. Su ama jamás la había visto alzarle la voz. Pero no se sentía ofendida, sino sorprendida.

—Yo... lo... lamento mucho señora, no debí hablaros así.

—No, no, no... —Gracia tomó las manos de su amiga entre las suyas— Ana, tu puedes decirme cualquier cosa, dime, ¿qué ibas a decirme?

La doncella jaló aire para recomponerse. Realmente estaba avergonzada, pero la reacción de Gracia la hizo retomar la conversación.

—Señora, desde que el señor Zaid apareció, vos no dejáis de sonreír. En vuestros ojos no veo sino felicidad cuando él está cerca y...

Gracia levantó una mano, como no deseando escuchar el resto, pero esta vez, Ana no respetó su postura como doncella y como sirviente, al contrario, en ese momento llevaba puesto en el corazón la bandera de la amistad y, aunque hizo una pausa, decidió continuar.

—...no soy tonta, me doy cuenta de que pasa algo entre vosotros.

Gracia lucía consternada. Tenía los ojos llorosos, estaba temblando.

—Estoy comprometida, ¿no lo ves? —ignoró la insinuación de la doncella, elevando la mano izquierda, donde tenía el anillo con un gran rubí sobre el dedo anular.

—Sí, señora, pero ¿sabéis qué otra cosa veo? No sois feliz con vuestro compromiso. No lo habéis sido ni un sólo día desde que Sir William os propuso contraer nupcias. Vos sois más feliz con el señor Zaid en una hora, de lo que lo habéis sido con Sir Payne en más de dos años.

Gracia hizo un puchero y luego rompió a llorar.

Se tiró de costado sobre la cama mientras Ana le frotaba el hombro con fraterno cariño. Siguió llorando como una niña, hasta que tuvo la nariz y los ojos hinchados. La doncella le pasó un pañuelo para que se limpiara.

—Tienes razón... toda la razón del mundo. No amo a William y nunca le he amado, y también tienes razón respecto a Zaid, él es un tanto... exótico —emitió una risita—, pero es amable, joven, carismático... ¡y tan gallardo! Oh, mi Dios, ¡¿por qué lo creaste tan apuesto, tan interesante, tan... perfecto?! —Gracia enterró el rostro entre las almohadas.

—Señora, lo amáis. Admitidlo de una vez por todas.

La chica la miró seriamente. Jamás había considerado amar a alguien, pero ciertamente, las cosas con Zaid surgían de forma natural y sencilla. No se esforzaba en ser quien no era, no se sentía presionada a ser recatada o a guardar la compostura. ¡En una ocasión él le había dicho algo absurdo y sin pensarlo, había reído a carcajadas! Un gesto demasiado impropio viniendo de una dama; si William la hubiese visto, seguramente se avergonzaría de su comportamiento, pero con Zaid no se sentía juzgada ni analizada o criticada. Él provocaba que en ella naciera esa euforia que tenía a los seis años, cuando trepaba los árboles y pretendía ser un ave. Cuando estaba cerca suyo le daban ganas de correr, de saltar, de danzar, de vivir su propia esencia... de ser lo que en el fondo era y que la gente tanto le exigía que se esmerara en suprimir. De algún modo él la volvía libre... esa sensación era preciosa y no quería perderla nunca.

—¡Sí! ¡Sí, Ana... lo amo! —sus ojos brillaron al pronunciar esas palabras— No lo sabía antes, pero me has abierto los ojos, amiga mía... has tenido razón cuando has dicho que he sido más feliz con Zaid en una hora de lo que he sido con William en dos años. Ahora lo sé. Lo sé en mi corazón, cuyo ritmo incrementa apenas verlo; lo siento en mi estómago, en mi sangre, en mis huesos... —suspiró con tristeza— pero amarlo sólo va a traerme problemas. Sabes perfectamente que William cree que me posee como si yo fuera de su propiedad, estoy segura de que si se entera que tengo sentimientos por otro hombre, lo matará, sabes que no miento, querida Ana.

—Sí, señora, conozco a Sir Payne mucho antes que vos. Es muy bueno, pero cuando se enfurece, suele ser tan agresivo como un oso.

Gracia emitió un sonido que denotaba desesperación.

—No puedo amarle... —era un lamento.

—Sí, sí que podéis —la doncella la interrumpió, tomando las manos de Gracia entre las suyas—. Señora, yo nací para ser una simple criada, pero vos no, vos sois diferente y en la época del Señor Zaid, las personas eligen a quién amar...

Los ojos azules de Gracia se abrieron como platos.

—¿Qué estás sugiriendo?

—Si encontramos la manera...

—¡No, Ana! ¡Me rehuso a escuchar esa idea tuya! ¿Acaso no ves que sería como si yo misma cometiese un asesinato?

—¿Qué queréis decir? —Ana no estaba siguiendo los pensamientos de su ama.

—¡Intentar seguir ese camino es como mandar ahorcar a Zaid! Y luego me colgarán a mí, por traición a mi prometido. Sabes que eso pasará si nos atrapan. No quiero arriesgarme a perderlo tan pronto, ¿no lo ves, Ana?

Gracia volvió a deshacerse en llanto. Su pecho estaba aprisionado entre el corsé y el sentimiento creciente de tristeza por amar a Zaid y no poder hacer nada para estar con él. Con desesperación intentó quitarse el corsé, pero al no poder hacerlo, sólo se sintió aun más impotente. Su amiga corrió a auxiliarla para evitar que se asfixiara.

—Vivimos en prisiones imaginarias —dijo Gracia una vez liberada de la ajustada prenda—.

—Sí, señora.

En su voz no había condescendencia alguna, sino un profundo entendimiento. La doncella se sentía de la misma forma.

—¿Ves esto? —Elevó el corsé con una mano— ¡Es una forma de prisión en la que vivimos todas las mujeres! Yo era tan feliz antes de involucrarme en este mundo, Ana... —sollozó con desconsuelo— Vivía al lado de mi padre en las condiciones más humildes, pero también era más libre... no tenía que pretender ser una dama o usar estos estúpidos corsés —lo arrojó furiosa al suelo—.

—Señora, entiendo vuestro sentir. Y es por eso que os sugiero que busquéis la forma de salir de aquí... Pensadlo, pero si decidís ir tras vuestra libertad, tras el amor, debemos trazar un plan lo antes posible, no nos queda mucho tiempo antes de que Sir William regrese a casa.

Más tarde, Gracia escribió unas palabras sobre un pequeño trozo de papel.

Estimado Zaid:

Hoy hace un buen día, demos un paseo.
Encuéntrame en los establos al mediodía.
G.

Gracia le entregó el papel doblado en dos a Ana y le pidió que fuera a entregarlo a los aposentos de Zaid.

La doncella se encaminó a cumplir con la orden de su señora. Llevaba la nota entre sus manos, pero escuchó pasos tras ella. Con cuidado se giró y vio a Connor, quien rápidamente fingió no estarla mirando. Ana tuvo una corazonada, así que, al llegar, llamó a la puerta de Zaid. Mientras ella esperaba a que el muchacho atendiera, Connor la alcanzó y la dejó atrás, no sin antes voltear para echarle un rápido vistazo a la doncella.

Por lo general las corazonadas de Ana resultaban ser ciertas, tenía una percepción inigualable para detectar las intenciones de las personas, y en Connor había algo últimamente que no le gustaba nada.

La puerta se abrió y la sonrisa de Zaid la hizo olvidarse un poco de lo que estaba pensando. Él era cálido, estaba segura de que a su señora le haría bien seguir procurándolo.

Zaid leyó de inmediato la nota que le fue entregada, tardó bastante en hacerlo, parecía que le costaba un poco de trabajo.

—¿Tampoco sabéis leer? —Preguntó Ana con curiosidad.

El chico soltó una carcajada.

—Sí, sé leer. El problema es que no entiendo esta caligrafía.

—Es del puño y letra de la señora Gracia —Ana observó su reacción.

Él sonrió al escuchar su nombre, estaba emocionado. Volvió a insistir leyendo el papel.

Un minuto después pareció entender el mensaje, porque volvió a sonreír.

—¿Tengo que escribirle de vuelta?

—Como gustéis.

Ahora el chico parecía avergonzado, se rascó la nuca.

—Quiero escribirle, pero no sé utilizar esas plumas —señaló el escritorio que había a un lado de la ventana de la habitación.

Sobre él, había un papel manchado casi por completo de tinta.

Ana no pudo evitar reír. Al menos no era la única a la que le pasaba eso.

—Me pasa lo mismo. La señora Gracia está enseñándome a leer y escribir, pero usar la pluma sin derramar la tinta es todo un fracaso para mí.

—Me da gusto que estés aprendiendo... si en algo puedo ayudarte también... —sonrió sinceramente— aunque creo que voy a tener que aprender a leer caligrafía antigua primero —dijo alzando las cejas.

La doncella volvió a reír, pero no dijo nada.

—Dile a Gracia que estaré ahí a la hora que ha dicho.

Ella hizo una reverencia y salió de la habitación.

Más tarde, al mediodía, Gracia había mandado a la servidumbre a preparar alimentos para llevárselos al aire libre. Necesitaba estar a solas con Zaid, pero eso la ponía muy nerviosa, le estaban sudando las palmas de las manos, así que ahora caminaba con las manos pegadas al vestido.

Tenía consigo la cesta donde había puesto los bocadillos y el vino, pero ya pasaba del mediodía y Zaid no aparecía. Se estaba impacientando, creyendo que nunca iba a aparecer.

—Señora, tranquila, él prometió que vendría. Además... —añadió— Cuando le dije que era un mensaje vuestro, sonrió como si le hubiese dicho que le obsequiaba una estrella.

Gracia paró de moverse. Por un momento había sonreído, pero luego una sombra cruzó sus ojos.

—Ana, amiga mía, ve a buscarle a sus aposentos. Algo no va bien.

La doncella pareció recordar algo que la asustó. Asintió y se marchó a toda prisa.

Gracia continuaba dando vueltas y vueltas sobre el suelo del establo, los sementales relinchaban suavemente, parecían quererle decir algo... o quizás era su imaginación.

Reflexionó en lo que le había dicho Ana. Si él tuvo esa reacción al saber que el mensaje provenía de ella, entonces ¿por qué no aparecía? En su corazón hubo un punzada de miedo. ¿Y si él ya había regresado al lugar y tiempo al que pertenecía? Moría de miedo de no tener otra alternativa que casarse con Sir William. Tenía mucho miedo.

—¡Señora! —gritó Ana desde lejos.

Gracia salió del establo para encontrarse con una Ana fatigada y atemorizada.

—Señora, el señor Zaid no está en la casa —dijo sin aliento.

—¿Qué... q-quieres decir? —el pánico asomaba por sus ojos azules.

—Busqué al señor por todos lados, pero no está, nadie lo ha visto.

Gracia corrió a la casa para cerciorarse de que él no estuviera ahí. Preguntó a los sirvientes, tratando de no revelar su preocupación —aunque todos la percibieron—, y nadie sabía donde podría estar. Entonces era verdad: Zaid se había ido.

🌀🌀🌀🌀🌀

N/A: Gracias a todos por continuar apoyándome! Hubo más comentarios el capítulo pasado y me dio mucha emoción 😭♥️😁

🌀¡Ya alcanzamos 927 lecturas!  ¡GRACIAS, GRACIAS infinitas 🙏🏻♥️ por estar pendientes leyendo, casi llegamos a 1000! ¡Qué emoción! 😭😭😭😭😭♥️♥️♥️♥️♥️ Los amo de verdad mucho, son los mejores lectores de la vida.😭♥️🙏🏻

🌀No olvides votar si te gustó este capítulo, nos vemos el próximo Martes 😄

🌀Agradecidísima:

RosalinaG⭐️♥️

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