Cállate y Bésame (TQST Libro...

By Zara_Black

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Dafne y Damian llevan toda la vida inmersos en una guerra de bromas y los gritos e insultos se han convertido... More

Serie TQST
Sinopsis
1. Una relación complicada
2. Diferentes puntos de vista
3. Misión: Ignorarte
4. ¡No me ignores!
5. Un buen equipo
6. Un nuevo amigo
7.Traición
8.Huyendo de Triz
9.El gorro de la discordia
11.Mi héroe
12.¿¡Qué dijiste?!
13.Comportamiento sospechoso
14.Tres son multitud
15.Ese sentimiento inexplicable
16.Un día para olvidar o quizás no...
17.¿Enamo..qué? Vaya estupidez
18. La no cita
19.Acercamientos
20.¡Tú y yo somos rivales!
21.Seamos novios
22.¿Rendirse? Eso nunca.
23.Triangulo amoroso
24.Noche de borrachera
25.¿Dulce despertar?
26.Lo que nuestros padres quieren
27.Alianza
28.Perder no entra en mi vocabulario
29.Dos chicos
30.Dudas y más dudas
31.No estoy preocupado
32. Del odio al amor
33. Guerra de amor
34. Cállate y Bésame
"CyB" en librerías a partir del 13 de DICIEMBRE 2018

10.De excursión

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By Zara_Black

(Damián)

Abandonó el coche de Will dando un fuerte portazo e ignoró las quejas de su amigo por ser tan bruto, ¡el coche no iba a romperse por darle un golpecito de nada! Depositó la tabla en el suelo y decidió practicar hasta su casa, había mejorado bastante en las últimas semanas pero todavía podía ser mejor. Aunque desgraciadamente en estos momentos su concentración no era la mejor del mundo, por alguna extraña razón no podía sacarse de la cabeza la extraña conversación que había mantenido con Will y Ren en el coche.

¿¡En qué demonios piensas?! ¡Le has regalado tu gorro, tu gorro! ¡Tú nunca regalas tus gorros, por dios si ni siquiera me dejas probármelos!―espetó furioso mientras miraba fijamente la nuca de Ren para provocarle un fuerte dolor de cabeza.

Claro que no te los deja, tú no eres Dafne.―dijo Will con voz divertida mirando de reojo a Ren.

¿Qué quieres decir? ―preguntó confuso.

― Pues...

Si te molesta tanto la próxima vez que vayas a mi casa te dejo probarte la colección entera.―indicó Ren volteando durante unos segundos y sonriéndole con amabilidad.

¡Los gorros son lo de menos! ¡Esa mujer publicó una foto mía en el periódico anunciándome como stripper, no puedes andar con ella como si no hubiera mancillado el honor de tu amigo!―aseguró intentando apelar a su amistad para que dejase de pasar tiempo con Dafne. ―Tienes que ayudarme a derrotarla, no regalarle cosas.

No voy a ayudarte a nada, ahora somos amigos te guste o no.―ante la afirmación de Ren abrió la boca escandalizado.

¿¡Amigos?! ¿¡Pero qué te ha dado ahora con hacerte su amigo!? ¿¡Por qué quieres ser su amigo?!―Ren tosió con timidez y Will miró de reojo hacia el japonés.

Buena pregunta, ¿por qué tanto interés de repente en hacerte su amigo? ―insistió Will con cierto tono de estar pasándoselo bien.

¡¿Sabes qué?! ¡Me da igual, no te doy la autorización para hacerte su amigo!

¿Y desde cuando tú tienes que darme permiso? ―preguntó Ren con interés

¡Desde siempre! ¿¡Y tú de qué te ríes?―preguntó entrecerrando los ojos y fijando la mirada en Will.

Nada, nada... sólo estaba pensando que dentro de poco Triz va a tener un gran tema para su periódico.―dijo Will con misterio; Ren y él lo miraron sin entender nada y siguieron a lo suyo.

No había podido convencer a Ren de que desistiera en su idea de hacerse amigo de Dafne y al final el japonés acabó enfadándose con él. ¡Pero sí lo hacía por su bien! Cuanto menos tiempo pasase con ese demonio, menos posibilidades tenía de ir al infierno. Además, no sabía porque pero que Ren y Dafne estuviesen empezando a tratarse de forma tan cercana no le gustaba, no le gustaba en absoluto.

Trató de dar un salto con vuelta de tabla incluido pero desgraciadamente falló y a punto estuvo de caerse al suelo, menos mal que tenía unos muy buenos reflejos.

―Mierda.―masculló en voz baja

Aunque un pequeño traspiés no iba a desmoralizarlo, volvió a subirse sobre la tabla y lo intentó de nuevo; esta vez con un resultado positivo. Sonrió satisfecho y continuó en línea recta hacia su casa; sin embargo, al divisar escaleras decidió desviarse un poco. No estaba mal practicar un poco más, además así se distraería y sacaría a la mujer demonio y a su "supuesto" amigo de su mente.

Estuvo practicando saltos y demás trucos que había visto en el youtube por lo que el tiempo se le pasó volando. De hecho no regresó a casa hasta que su padre lo llamó ordenándole que fuese inmediatamente  porque tenía que ahorrar energía para mañana. Ays, que asco; mañana era la maldita excursión, sólo esperaba que a la "Oye, oye" se le hubiera ocurrido alguna forma de librarse.

―¿Dónde estabas?―preguntó su madre una vez que entró, él señaló el monopatín.―Ten cuidado, que todavía me acuerdo de cuándo empezaste con el parkour, no había día en el que no llegases lleno de rasguños.

―Déjalo, un hombre sin cicatrices de guerra no es hombre.―intervino su padre por lo que su madre le lanzó una mirada asesina.

―Mi niño no tiene que llenarse de cicatrices para demostrar que es un hombre y más te vale que mañana vuelva de una pieza.―amenazó su madre con el cucharon, su padre levantó las manos en señal de rendición y lo miró de reojo.

―    Eso no depende de mí.―declaró su progenitor con diversión.

Rodó los ojos y se marchó a su dormitorio; era mejor alejarse de sus padres cuando empezaban a hablar de su seguridad. Entró en su dormitorio y dejó la tabla apoyada en la pared tras la puerta mientras que su mochila la depositó sobre la silla que estaba al lado del escritorio. Sin pensarlo dos veces se tiró sobre su cama y se quedó mirando el techo; aún no se había vengado de Dafne por el anuncio en el periódico. ¿Qué debería hacer? ¿Llenarle la habitación de ratones? ¿Robarle la guitarra y devolvérsela pieza por pieza? ¿Grabarla mientras duerme y subirlo al youtube? ¿Cambiarle toda su ropa por vestidos rosas? Se rió ante su última ocurrencia, eso no estaría mal.

Comenzó a hacer abdominales mientras pensaba una buena venganza, pero desgraciadamente no se le ocurría nada lo suficientemente malvado. Bueno, mañana siempre podía tirarla montaña abajo.

&&&&&&&&&&&&&&&&&

Bostezó y apoyó la cabeza sobre el cristal, su padre lo había obligado a levantarse a las seis de la mañana para que se preparase, menos mal que se había acostado temprano. No obstante, eso no impedía que siguiese teniendo sueño (tres horas de viaje eran agotadora incluso para alguien tan lleno de energía como él); aunque afortunadamente no era el único. Miró hacia su derecha y se encontró a Dafne apoyada sobre la puerta intentando colocarse en una postura cómoda para dormir. La chica como era de esperar llevaba ropa deportiva: pantalones negros, camiseta de acillas de color gris y una chaqueta verde que hacía juego con el gorro de lana. Centró la mirada en el gorro y frunció el ceño, esa mujer se había puesto ese gorro a propósito porque sabía que le molestaba, estaba seguro. ¿Pero por qué le irritaba tanto? No era más que un estúpido y feo gorro de lana.

―Oye, oye... deja de mirarme.―masculló la morena apoyando la cabeza sobre su mano y mirándolo fijamente.

―Te dije que te pusieras enferma.―recordó entrecerrando los ojos, ella agitó la cabeza y comenzó a estirarse.―No sirves para nada; mira como tu hermana sí que pudo librarse.

―Yo no tengo la culpa de que mi padre me obligase a venir y que Nora tuviese que hacer de canguro de los gemelos; además, tú también podrías haber fingido estar enfermo.―se defendió ella lanzándole una mirada asesina y colocándose el gorro con felicidad, gruñó enojado y miró por la ventana.

Él no se hubiera podido librar ni aunque se estuviese muriendo, de hecho una vez su padre lo obligó a ir aún estando enfermo y con una fiebre altísima. Luego se tuvieron que ir corriendo a urgencias pero tuvo que ir a la maldita excursión, de verdad, ¿sus padres en qué pensaban? Ellos dos se llevaban mal y no había ocasión en la que no acabasen a golpes y aún así seguían obligándolos a pasar tiempos juntos, de verdad que no entendía a los adultos. Volteó de nuevo hacia Dafne y la encontró sonriendo con maldad mientras lo enfocaba con el móvil, escuchó un click y ella amplió su sonrisa.

―Ahora se la mandaré a Triz y la publicaremos con una frase que ponga: "Todo tuyo por un económico precio".―terminó la frase añadiendo un "miau" y moviendo la mano como si fuera una garra; enarcó una ceja y se quitó el cinturón de seguridad.

―Trae eso.―exclamó estirando la mano y tratando de arrebatarle el móvil pero ella también se quitó el cinturón y comenzaron a pelearse en los asientos traseros hasta que dieron un frenazo que provocó que chocasen contra los asientos delanteros y luego cayesen al suelo.

―Oye, oye... que nos matas.―protestó Dafne mientras él se incorporaba y sacudía el brazo con fuerza.―Y luego te quejas de la forma de conducir de Triz, al menos ella no frena tan bruscamente.

―No me quejo de la forma de conducir de Triz, me quejo de su coche.―indicó Óscar Castillo con voz seria.―Preparos que ya hemos llegado.

Ambos asintieron de mala gana y una vez que el coche se detuvo por completo bajaron. Como era de esperar había ido al bosque dónde iban siempre de excursión, pero en vez de ir al lugar de siempre estaban en una zona totalmente diferente. Se acercó al maletero del coche y sacó la mochila con provisiones que su padre le había obligado a traer, se la colocó y esperó a que Dafne hiciese lo mismo.

―¿Y bien? ¿Qué vamos a hacer hoy? ―preguntó mirando a su padre con cierto reparo; de las ideas de esos dos hombres nunca salía nada bueno.

―Una competición.―indicó su padre acercándose a ellos y le entregándole un mapa a él y a Dafne una brújula.―Vosotros dos sois un equipo y Óscar y yo otro; ambos equipos tenemos un mapa que nos lleva al mismo sitio pero tomando rutas distintas, el primer equipo que llegue gana. ¿Qué os parece? ¿A qué es divertido?

―    Sí, pero sería más divertido si fuésemos usted y yo juntos y Damián con mi padre.―sugirió Dafne con voz tierna y dulce pestañeando mucho.

― Tú vas con Damián; la idea de esto es que colaboréis y aprendáis a trabajar en equipo.―indicó el padre de la morena tomándola de los hombros y colocándola a su lado, por lo que ambos se cruzaron de brazos y gruñeron con enfado.―Míralos, ¿te acuerdas de cuando los vestimos de Peter Pan y Wendy?

―Como olvidarlo. ―comentó su padre con una sonrisa melancólica, luego cerró el maletero y con el dedo le indicó que se acercase.―Vais a estar solos en el bosque, quiero que protejas a Dafne.

―¿¡Protegerla?! ¿A ella? ¡Pero si esa mujer es más peligrosa que una manada de lobos hambrientos! ¡Deberías preocuparte por mí que me voy a quedar a solas con esa psicópata!―exclamó señalando a la chica que en esos momentos hablaba con su padre mientras tensaba la cuerda de un tirachinas.―De hecho si ves el bosque ardiendo es su culpa.

―Eres un exagerado, ella no es tan mala.―ante tal absurdo comentario levantó las cejas y miró con incredulidad a su padre.―He dicho que tienes que protegerla y es lo que vas a hacer.

―Pero...―intentó protestar pero su padre le lanzó esa mirada de "ni se te ocurra protestar". ―Sí, señor.

―Así me gusta; según los cadetes, el objetivo está aproximadamente a unas dos horas y media de aquí. Será mejor que os pongáis en marcha. Nosotros nos vamos al otro punto de salida, nos vemos en la meta.―su padre se acercó al de Dafne y ambos se subieron al coche, arrancaron y se marcharon dejándolos allí solos.

―Oye, oye... esto es peor que una pesadilla.―aseguró la morena acercándose a él e intentando quitarle el mapa.

― ¡De eso nada! ¡El mapa lo llevo yo, tú solo sígueme mujer inservible!―indicó esquivando a la chica y comenzando a caminar mientras trataba de leer el mapa; no obstante se detuvo al sentir un dolor intenso en la cabeza. Inmediatamente se volteó y se encontró a Dafne apuntándolo con el tirachinas.

―Oye, oye... déjame ver el mapa o te arrepentirás Damián. ―amenazó ella con voz firme y tensando la cuerda.

―¡No te lo voy a dar!―exclamó antes de adentrarse en el bosque siguiendo una flecha de color violeta que había clavada en el suelo y que debía ser la que indicaba el camino a seguir; a lo lejos escuchó como ella lo imitaba para luego correr tras él.

―¡Que me lo dejes ver!

―¡Que no! ¡Es una tontería enseñártelo, seguro que una mente tan diminuta como la tuya no sabría interpretarlo!―gritó examinando el mapa y luego metiéndolo en el bolsillo, al parecer los soldados hicieron una ruta bastante sencilla; bastaba con seguir recto.

―¡Ag! Le prometí a mi padre que me portaría bien pero te estás ganando una paliza.―Dafne lo adelantó para luego ponerse frente a él y extender la mano. ―Enséñame el mapa.

―Cállate y camina "Oye, oye".―ordenó dando un salto por encima de un tronco y adentrándose aún más en el bosque.

Chasqueó la lengua al sentir un nuevo golpe en la cabeza, se volteó rápidamente y tal y como esperaba encontró a Dafne apuntándolo con el tirachinas; entrecerró los ojos y la miró con furia. ¿Protegerla? ¿A ella? Si esa mujer era un peligro. Sin pensarlo dos veces volvió a saltar el tronco dispuesto a arrebatarle el maldito tirachinas y  atarla a un árbol como escarmiento pero la morena al verlo formó una pequeña O con la boca antes de salir corriendo.

Treinta minutos más tarde ambos estaban exhaustos, llenos de hojas secas, sucios y de muy mal humor examinando el mapa con desesperación. Le había conseguido arrebatar el tirachinas pero a costa de perderse en el bosque, aunque lo peor no era que estuviesen perdidos sino que también habían roto el mapa al comenzar un tira y afloja para ver quién debía llevarlo.

―Bien, sólo tenemos que encontrar el río.―constató al revisar lo que quedaba de mapa; puede que no supiese dónde estaban pero el punto de la meta estaba cerca del río.

―Escala ese árbol y mira a ver si puedes ver algo.―indicó Dafne señalando hacia el enorme árbol que estaba a su lado.

―¿Te crees que soy un mono? ¡No respondas!―gritó al ver la intenciones de la chica, a regañadientes se acercó al árbol y lo examinó. Vale, si que podía subir; y su padre diciendo que el parkour era una idiotez; tiró la mochila al sueloy comenzó a escalar.―¡Subo porque yo quiero, no porque tú lo hayas dicho!

―¡Lo que tú digas! Pero mueve tu culo y mira si hay algún río cerca.―ordenó Dafne sentándose en el suelo con aburrimiento mientras él trepaba y trepaba.

Ey, eso de trepar árboles molaba. Siguió subiendo apoyándose en las ramas hasta que creyó que estaba a suficiente altura, se quedó en cuclillas sobre una rama sujetándose con las manos a la que estaba por encima.

―¡Oye, oye...¿ves algo?! ―gritó la morena desde abajo por lo que comenzó a mirar a su alrededor pero enseguida se dio cuenta de que con tanto árbol le era imposible ver más allá.

Iban a tener que buscar el río a ciegas, ¡genial! Comenzó a bajar con cuidado y cuando estuvo a unos cuatro metros del suelo saltó, se sacudió las manos y miró a Dafne que lo observaba expectante.

―No se ve nada. ―aseguró con fastidio pasándose la mano por el pelo.

―¡¿Qué?! ¿Seguro que miraste bien?

―¡Claro que miré bien!

―¡Perdidos! ¡Estamos perdidos por tu culpa!

―¿¡Cómo?! ¡La culpa en todo caso será tuya, fue por ti que empezamos a correr sin rumbo!

―¡Por qué tú no me quisiste enseñar el mapa! ―chilló Dafne para luego sentarse y cruzarse de brazos con enfado, a continuación levantó la mirada y lo señaló con el dedo índice.―¡Estamos perdidos por tu culpa! ¡Moriremos en este bosque devorados por un chupa-cabras!

―¡Eso no existe! Y te recuerdo que soy hijo único y mi padre general del ejército, en cuanto se den cuenta de que nos perdimos mandarán helicópteros con radares y a la Unidad Militar de Emergencias para buscarnos.―contestó con seguridad, ella lo miró con escepticismo antes de ponerse a refunfuñar.

―Seguro que con Ren esto no hubiera pasado, él tendría un móvil con GPS o cualquier cosa útil que nos sacase de este aprieto.―comentó la morena con ilusión ganándose una mirada de odio de su parte.

¿¡Cómo que con Ren no le hubiera pasado eso?! ¿¡Por qué lo comparaba con Ren?! ¿¡Y por qué salía perdiendo en la comparación?! ¡Él era un millón de veces mejor que el japonés! ¡Se iba a enterar esa mujer inútil!

―¡Levántate y sígueme!―ordenó tomando la mochila de Dafne y entregándosela, ella lo miró confusa y él se agachó y cogió la suya.

―Oye, oye... ¿dónde vamos? Nos vamos a perder más.―dijo ella colocándose a su lado.

―Voy a sacarte de este bosque, no necesitamos a Ren y sus estúpidos cachivaches para salir de aquí. ¿Y desde cuándo vosotros os lleváis tan bien? ―gritó la última parte mirando a Dafne fijamente, ella se encogió de hombros y se colocó la mochila en la espalda.

―Ren mola, me deja jugar con los semáforos.

―¡Ren no mola! ¡Y deja de juntarte con él, es una orden!

―Ja, que bueno... tú ordenándome a mí; no llevamos ni media hora perdidos y ya perdiste el juicio.―se burló ella ganándose una mirada envenenada por su parte; la morena le enseñó la lengua y comenzó a caminar.

―¡"Oye, oye" lo digo totalmente en serio, deja de juntarte con Ren!

―¿Por qué?

―    ¡Me molesta!

―Genial, mañana mismo quedo con él.―aseguró la morena haciendo que se desesperase, lanzó un gritó y aceleró el paso pero tras caminar unos diez metros se dio la vuelta.

―¡Es mi amigo, no puedes hacerte amiga de él! ¡¿Te parecería bien que yo me comenzase a hacer intimo de Ann?!―preguntó deteniendo el paso hasta que ella se colocó a su lado.

―Oye, oye... sería divertido verte intentarlo.―comentó ella soltando una pequeña risa.

―    Pues eso, no puedes ser su amiga. En la enemistad hay normas.

―¡Oye, oye... te recuerdo que tú fuiste el primero en romperlas!―reclamó Dafne levantando el dedo y señalándolo, él frunció el ceño y la miró confuso. Que recordase no había quebrantado ninguna norma no escrita.―¡Me besaste!

Tragó pesado y evitó mirarla. Odiaba que le recordasen eso.

―Sí, bueno pero eso fue... ¡eso fue porque me tiraste comida encima!―gritó intentando parecer seguro.―¡Tenía que vengarme de alguna forma!

―¡¿Y la segunda vez?!

―    ¡Porque me ignorabas y Will dijo que...―pero se calló de golpe al mirar a la morena, ¡ella estaba ruborizada! Ja, que divertido. Ahora que lo pensaba, la segunda vez que la había besado se había quedado quietecita y sonrojada; sonrió de medio lado, si había algo que enfureciese de verdad a Dafne era parecer vulnerable; ¿qué tal si la molestaba un poco con eso? ―"Oye, oye" no pensé que fueras tan tímida; sólo fue un besito de nada y mírate, tu cara puede hacer de faro. Igual que cuando nos besamos, te quedaste quietecita y sin saber qué hacer, que penoso; tanto entrenamiento de tu padre para nada. Pero tranquila si me lo suplicas yo puedo protegerte de los hombres malos.

―¡¿Pero tú que te has creído pedazo de alcornoque?! ―gritó Dafne con los ojos en llamas colocándose delante de él con los brazos en la cadera.―¡No necesito tu ayuda para nada, puedo defenderme perfectamente yo sola; es más tú no serías más que un estorbo!

―Ya, claro.―respondió con sarcasmo pasando a su lado y mirándola como si estuviera loca.―Tu capacidad de defensa quedó muy demostrada cuando conseguí besarte, no una sino DOS veces.

Recordó sabiendo que sus palabras harían enfurecer a la chica hasta niveles insospechados.

―¿No dices nada? Bien, me alegro que por fin reconozcas tu inferioridad ante mi fuerza superior.―habló volteándose hacia Dafne para encontrar a la chica con los brazos cruzados y el ceño fruncido mientras lo examinaba concienzudamente.

Esa mirada en sus ojos no le gustaba nada, tramaba algo. Lo sabía. Abrió la boca para decirle que se dejase de idioteces y comenzase a andar pero antes de darse cuenta  lo había tomado del cuello de la camisa y lo atraía hacia ella para besarlo. Sintió ese extraño cosquilleo en el fondo del estómago de nuevo y estuvo seguro de qué esta vez las pruebas médicas si darían un resultado positivo a alguna enfermedad mortal. Tanto beso con ese demonio no podía ser bueno. Intentó ordenarle a sus piernas que se movieran y huyeran rápido pero las muy traidoras lo ignoraron.

Poco a poco fueron rebajando la intensidad del beso hasta quedar únicamente apoyados el uno en el otro; sintió como Dafne sonreía sobre sus labios y se separó de él con brusquedad, aún atontado se llevó la mano al pecho y notó su pulso acelerado. Esta chica iba a matarlo a disgustos.

― Tu capacidad de defensa también ha quedado por los suelos, pero tranquilo, yo te protegeré de las niñas que intenten violarte.―aseguró la morena colocándole la mano sobre el hombro antes de reírse y comenzar a caminar.

Chasqueó la lengua con irritación y le lanzó una mirada asesina antes de seguirla. ¡Esa chica acababa de burlarse de él! ¡Si es que era el demonio! Y su padre diciéndole que es buena, ¡buena pieza para el museo de los horrores es lo que es! Aceleró el paso hasta colocarse a su altura y la miró de reojo deseando que le explotase la cabeza pero lo que no esperó en ningún momento fue verla parcialmente sonrojada y muy concentrada en el horizonte.

― Demonio.―murmuró en voz baja, ella le respondió con una mirada asesina y ambos aceleraron el paso.

Una hora más tarde....

¿Dónde narices estaba el río? Llevaban por lo menos tres horas buscándolo y no había manera de dar con él, Dafne que se había rendido hacía unos minutos estaba tumbada bajo un árbol mirando la hora. Cansado decidió hacer lo mismo, dejó la pesada mochila en el suelo y se sentó sobre un tronco; se secó el sudor con la mano y abrió la mochila para sacar su botella de agua. No obstante, al abrirla se la encontró llena de piedras, con razón le pesaba tanto.

― ¡"Oye, oye" no tiene gracia! ―gritó enojado sacando las piedras y tirándolas a donde ella estaba riéndose a más no poder.

Entrecerró los ojos y siguió sacando piedras hasta que una colmena a cuatro árboles de ellos llamó su atención. Sonrió y tomó una de las piedras de su mochila, jugó un poco con ella y centró la mirada en la colmena; nunca había tenido muy buena puntería pero por intentarlo que no fuera. Apuntó y ¡bingo! Si es que era genial. Inmediatamente la colmena cayó al suelo y se escucharon ruidos extraños. Ambos rápidamente se pusieron en pie y Dafne lo miró furiosa.

―Oye, oye... ¿qué hiciste? ―preguntó la morena señalándolo, él negó con la cabeza.

―Sólo derribe una colmena de una pedrada.

― ¿¡Qué?!

―¡Te lo mereces por llenarme la mochila de piedras!

―¡No es mi culpa que tardarás tanto tiempo en darte cuenta!

―¡Silencio mujer! ―gritó al ver de reojo como los arbustos dónde había caído la colmena se movían de forma frenética, vio a Dafne dispuesta a protestar pero varios jabalíes atravesaron los arbustos y corrieron hacia ellos perseguidos por el enjambre de abejas.―¡Corre!

Sin pensarlo mucho tomó la mochila y salió corriendo a través del bosque mirando de reojo en todo momento hacia Dafne. La muchacha como era de esperarse había reaccionado igual de rápido que él y tras tomar sus cosas emprendió la carrera, era una suerte que Dafne también fuera tan atlética; esquivó varios árboles caídos y siguió corriendo sin mirar atrás.

―¡Todo esto es por tu culpa! ―gritó Dafne señalándolo.

―¿¡Crees que ahora es momento de echarme la culpa!?―espetó deteniéndose justo al borde de una ladera, no obstante Dafne no pudo frenar y chocó contra él haciendo que ambos rodasen ladera abajo sólo deteniéndose cuando golpearon un árbol.―¡Joder!

Se palpó la costilla y sintió un fuerte dolor, sin embargo antes de poder lamentarse Dafne lo obligó a ponerse en pie tirando de su brazo.

―¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ya te quejarás cuando estemos a salvo!―ordenó la morena tirando de él un par de metros hasta que lo soltó y se puso a correr por delante de él.

Cansado miró hacia atrás y vio que ya no los seguía nada por lo que disminuyó la velocidad y se llevó la mano a la costilla, sabía que no estaba rota pero seguramente estaría magullada por no mencionar que estaba lleno de rasguños.

―    ¡Damián no te lo vas a creer!―gritó Dafne, él miró hacia adelante y se encontró a la morena a unos veinte metros de él sobre lo que parecía una pequeña formación rocosa.―¡Encontré el río! ¡Estamos salvados!

Suspiró contento y mantuvo el ritmo, Dafne por su parte decidió quitarse la mochila y comenzó a dar saltitos de felicidad mientras celebraba que estaban salvados; sin embargo, al poco tiempo comenzó a hacer extraños aspavientos mientras caminaba hacia atrás. ¿Abejas? Pensaba que ya las habían esquivado a todas.

Aceleró el paso y justo cuando estaba a penas a unos tres metros de ella, Dafne se tropezó y se escurrió hacia el precipicio.

―¡Dafne!―chilló estirando la mano hacia adelante, ella hizo lo mismo y sintió como sus dedos se rozaban antes de que la morena cayese al agua y desapareciese de su vista.

Horrorizado sintió como el corazón se le congelaba, miró su todavía brazo estirado y se maldijo por ser tan lento, rápidamente se quitó la mochila y sin pensarlo dos veces se tiró al agua.

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