[Gatos & Fresas]
Kuroo era un gatito muy malo. Gatito Kuroo apestaba, no dormía ni comía lo suficiente. Gritaba y sollozaba frente al salón pero nadie decia nada.
El gatito Kuroo amaba el olor del pastel de su vecino, le encantaba levantarse en la mañana para oler las fresas por el aire, deseaba poder comerselo. Pena que era una pastelería.
Gatito Kuroo no tenia ni un centavo, tampoco donde alojarse, por ello optó por la calle, como gato callejero. No duro mucho en entender que la calle era para perros con rabia y dientes filosos. Gatito Kuroo salió herido.
No lo suficiente para morir pero si lo suficiente para perder el valor. Cada día temía, cada dia se levantaba mas asustado aún con oler las fresas. Un dia, gatito kuroo fue invitado por su amigo buho. Habia encontrado un par de monedas y habian marchado, juntos por un pastel. Lo único con lo que gatito Kuroo no contaba era que iba a encontrar algo mas delicioso que un pastel.
Un gran pájaro, un cuervo a precisar, tenia la presencia de uno. Kuroo siguió tocando la entrada, esperando poder ver al pequeño pero gran pájaro. Oliendo las fresas llegar a su estómago y no poder disfrutar.
Un día su llanto fue escuchado. Gatito Kuroo lloraba hambriento y desconsolado. Cuervo, al verle, decidio alojarlo por unos dias.
Tsukkishima. Un hermoso nombre para una ave, no era ni un aguila ni una lechuza si no un cuervo. Algo mejor con lo que encajar.
Por segunda vez intento acercarse, mas confiado hacia el cuervo. Poco a poco, con sabiduría. Era un gatito, uno muy astuto.
Buho le ayudaba a veces. Podia escuchar las quejas de cuervo pero este no hacia nada por evitarlo, desde alli, se volvieron participes de algo mágico. Gato y cuervo, olor a fresas, pudieron apreciar a cada uno. Un gato perdido junto a un sabio cuervo, una pareja singular.
Con olor a fresas, para aclarar.