Kuroo Tetsuro 【Haikyū 】

7.2K 365 59
                                    

[Revisado]

Lenguaje obsceno y escenas sexuales.

Kuroo me mira por el rabillo del ojo, y no sé si es porque sea que es verano, pero el calor dentro de mí se funde de una manera provocativa, y a todo aquel que me conozca sabe que me encantan los atrevimientos. Mas si son lentos, de manera imperceptible.

Intercambio una serie de sonrisas con él, sonrisas con diferentes significados en cada una: "bésame" "mírame" "hazme tuya". Infinidades de mensajes que hubiese tardado años en descifrarlos. Y en un divertido ataque de risa besa mi boca. Lo hace sin compasión, tomándome por debajo del mentón, aumentando cada vez más la intensidad, a tal punto de no saber dónde comenzaban nuestros rostros sin que se fundiera en el otro.

Y los pulmones, recordándome que soy humana, aspiran fuego. Tanto que duele.

Intercambia suaves besos húmedos conmigo, disfrutando que su lengua perfile a la mía como si fuese un manjar, mientras sus manos hacen lo suyo por la parte baja de mi espalda, tanteando lugares que conocía como la palma de su mano para finalmente subir sus manos por debajo de mi ropa.

Suelto un jadeo cuando sus manos, inesperadamente frías, llegan a mis senos, los cuales aprieta sin pudor alguna por encima del sostén. Nuestras bocas siguen unidas para ese entonces.

¡Maldito provocador!

Kuroo rápidamente deshace su magia sobre mis senos y ante mí, y única queja, levanta mis piernas, colándose astutamente entre estas como el felino que era. Camina alrededor, tratando de no chocar con los angostos pasillos que nos rodean para que, en un abrir y cerrar de ojos, llegásemos a su habitación y me tumbase sin delicadeza sobre la cama. Teniéndolo a el encima.

No puede evitar que una octava salga de su garganta.

—Vaya... —susurra acercándose aún más a mí, con esa mirada oscura tan candente que poseía. —Que sensual, ya hasta pareces una gatita —murmura muy cerca de mi oreja, confesando pervertedeces en esta. Imperceptiblemente ronroneo a su toque. Una risotada retumba en el cuarto mientras sus labios, e incluso manos, juegan con mi abdomen.

—Tu eres un gatito muy malo —confieso antes de que su boca descienda hasta perderse por mis piernas.

Suelto un suspiro muy largo al sentir el toque frio de sus manos en mis piernas. Masajeándolas de un modo en que nada quede para descubrir.

Kuroo era un maldito experto y me encantaba que lo fuera, más cuando yo le había enseñado.

Suelto un gañido a la vez que mete uno de sus largos dedos por la pretina de mi falda, atrapando entre sus dedos las pequeñas bragas que elegí para esta tarde. Y tarda solo segundo para que ya me encuentre acariciando su cabello salvajemente, más de lo que este ya estaba.

—Eres un desconsiderado —jadee totalmente avergonzada al verle lamer sus dedos. De una pequeña sonrisa bastante coqueta se adueña de mis labios, haciendo lo que quiera con ellos.

Se separa de mi jadeante con sus manos yendo a mi cadera, afirmando el agarre sobre ella. De un acto un poco imprudente limito a chocar nuestras intimidades, saboreando los leves gruñidos que se desatan en Kuroo.

—¿Quién es la desconsiderada ahora preciosa? —pregunta con mi usual apodo. Me alejo lo suficiente para verle el rostro: lleva los ojos cerrados, mientras su pecho sube y baja frenéticamente; y se, que ante la manera en la que lame sus labios y observa mi cintura, puedo adelantar el hecho de lo excitado que ya está antes simples caricias.

Su boca nuevamente se colisiona con la mía, un poco ruda y no me veo en posición para oponerme a sus deseos así que accedo a sus dominaciones. Con un par de movimientos torpes en las piernas es capaz de, con la ayuda de mis manos, arrebatar mi falda. En esta oportunidad logra quedar entre mis piernas, aprisionándome entre su entrepierna y el colchón.

Entre el sin fin de caricias, sus manos me desnudan con cierta avidez y a cada cierto tiempo —no más de cinco minutos—su boca regresa a la mía, dando ardientes y largos besos. Me dejo llevar por el deseo enfermizo y por la forma en que su lengua ingresa descaradamente, movimientos tan exactos que en momentos logra tenerme completamente mojada y preparada.

Oh, pero no pienso dejar que el haga todo el trabajo.

El sexo es cosa de dos, ¿no?

—Es mi turno— digo, sintiendo las mejillas arder. Kuroo me mira sin entender mientras escapo de sus brazos de deportista para posicionarme en sus piernas. Sonríe en una extraña mueca, aun así satisfecho.

—Oh, no preciosa. —se dirige hacia mi —No lo hagas gatita, vas a hacer que me vaya a la mierda—Demasiado tarde. Su miembro erecto sabe amargo en mi boca, pero no le doy importancia. Gime roncamente antes de erguirse por el colchón, tomando mi cabello entre sus dedos.

—Pues vayámonos los dos. —rio antes de usar los dientes, sin llegar a hacerle daño. Y puedo ver, por los gruñidos y gemidos ocultos, que disfrutaba cada una de mis lamidas o besos.

Su mano se efectúa en mi cabeza, aumentando el ritmo de las penetraciones. Una de las cosas buenas de la anatomía de Kuroo era su miembro. Fuerte y largo. Bastante para una boca como la mía, pero eso no tenía importancia, no cuando Kuroo corea mi nombre cuando acaba sobre mí.

Vaya hombre.

—Mierda... ¿puedo meterla ya? —pregunta sin hacer desaparecer la desesperación en su voz. Tomándome de los brazos y apretándome contra él.

—¿No quieres jugar? —Pregunto agitada. Kuroo no responde.

—Eso lo haremos después.

Sin siquiera avisar me penetro. Cortando todo hilo de cordura que me quedara.

—¡Dios Kuroo! —Chillo al sentirlo muy dentro de mí, moviendo sus caderas con mayor rapidez, mayor fuerza. Mis manos viajan hasta sus hombros donde ejerzo fuerza para acompañar rítmicamente.

La habitación se llena de un calor sofocante y por un momento todo alrededor comienza a dar vuelta, ¿o tan solo era yo?

—Mírame [Tn], quiero que me mires solo a mí.

Acato ordenes, conociendo los extremistas fetiches de Kuroo a la hora de tener sexo. Y sé que ya estoy cerca de termina cuando su miembro palpita dentro de mí.

—¡Kuroo! —Grito ahogada en la bomba de sensaciones antes de acabar. Alimentándome de la sensación de sentirse vivo.

Kuroo, aun con sus mejillas rojas, me muestra la sonrisa más coqueta que hubiese tenido.

—¿Lista para el round 2?

Oh dios, lo que era ser un deportista.  


One Shots Anime [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora