la chica del maíz; camren

By milanolivar

3.4M 207K 168K

TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Camila vuelve a casa d... More

➵ 1
➵ 2
➵ 3
➵ 4
➵ 5
➵ 6
➵ 7
➵ 8
➵ 9
➵ 10
➵ 11
➵ 12
➵ 13
➵ 14
➵ 15
➵ 16
➵ 17
➵ 18
➵ 19
➵ 20
➵ 21
➵ 22
➵ 23
➵ 24
➵ 25
➵ 26
➵ 27
➵ 28
➵ 29
➵ 30
➵ 32
➵ 33
➵ 34
➵ 35
➵ 36
➵ 37
➵ 38
epílogo
;

➵ 31

85.3K 4.7K 4.1K
By milanolivar

Camila's POV

Lauren saludó a mi abuelo, y le presenté a Alejandro, que se quedó mirándola desde abajo con el ceño fruncido. "Eres muy alta", le dijo, y Lauren lo único que hizo fue reírse y encogerse de hombros. ¿Qué iba a hacer?

—¿Queréis que os ayude? —Lauren caminaba hacia la cocina, y yo la empujaba hacia la mesa.

—Siéntate. —Le ordené, y aunque empujarla no surtía efecto porque tenía mil veces más fuerza que yo, conseguí que se sentase en la mesa.

Mi madre, mi abuela, mis tías y yo pusimos los platos en las mesas y, mi abuela le puso la comida en el plato a Lauren. Era descomunal, y es que mi abuela siempre tuvo un cariño especial por ella.

—Tiene buena pinta, señora O'Donnell. —Lauren cogió el tenedor cuando yo iba a sentarme a su lado, y se quedó mirándome como si quisiese arrancarme el vestido con la mirada.

—¿Qué tiene buena pinta? —Susurré al sentarme a su lado, y ella soltó una leve risa.

—Anda siéntate. —Negó riendo.

La cena fue... Fue genial. Nadie hizo un mal comentario o dijo nada desagradable, como era de esperar en una típica cena de Navidad, quizás era porque estaba 'la novia de Camila' en la cena, y es que, aunque mis primos más mayores siempre llevaban a sus parejas, yo nunca llevé a las mías, más que nada porque nunca tuve algo serio. Nunca sentí nada por esas personas, así que, siempre estuve sola.

Lauren se echó hacia atrás al terminar de comer, poniéndose las manos en la tripa y apretó los ojos.

—Voy a explotar. No puedo más. —Me miró con un suspiro, y puse mi mano en su rodilla acariciándola. —Echaba tanto de menos a tu abuela.

—Has venido por eso, no finjas que es por mí. —Cerró los ojos y asintió con una sonrisa.

—Es cierto. También me gusta comerme las cosas que hizo tu madre. —Dijo en voz más baja, levantándose de la silla.

—¿Qué hizo mi madre? —Pasó sus brazos por mi cuello y se inclinó para darme un beso en la mejilla.

—A ti, mi amor. —Se incorporó quedándose detrás de mí mientras yo le sujetaba las manos, con nuestros dedos enlazados.

*

Lauren's POV

—¿Puedo abrir ya los regalos? —Preguntó Camila de rodillas en la cama, señalando las cajas que había en el suelo de su habitación.

—No, Mila. —Se giró con las mejillas hinchadas y el ceño fruncido, sentándose encima de mí con las manos en mi abdomen.

—¿Por qué has venido? —Ella agachó las cejas y se removió un poco encima. —Sé que me has dicho por mí, pero no me lo creo, hay algo más.

—Te dije que no me dejaba ver a mi sobrina por lo de Drake y tal pero... —Me froté la frente con los dedos y suspiré. —La verdad es que no me deja ver a mi sobrina por mi sexualidad.

—¿Y tus padres? ¿Por qué no han hecho algo? —Me encogí de hombros.

—Mi padre estaba embobado con su nieta así que le daba exactamente igual. Mi madre insistió en que fuera, que era su hija y que le daba igual su nuera pero, bah. —Negué arrugando la nariz. —No es Navidad si no estás con las personas que quieres, o con la persona que quieres.

—Hiciste bien en venir entonces. Es una cabrona. —Se puso de rodillas y se estiró, levantando así la camiseta de su pijama, y me dejó ver su abdomen.

—Camila qué buena estás, joder. —Gruñí haciéndola reír, y apoyó sus manos en mis hombros

—¿Qué te ha dado? —Se rio quitándose la camiseta, dejándola sobre mi pecho.

—Karla, si me pones las tetas en la cara qué quieres que diga... —Comencé a mover mis piernas arriba y abajo, haciendo que ella botase sobre mí. —Boing, boing, boing.

—No te mato porque me haces gracia. —Se quitó el sujetador y me relamí los labios, apoyando la cabeza en mi puño, mirando sus pechos.

—Yo soy el árbol y tú me pones las bo

—LAUREN. —Se empezó a reír y me tapó la cara con la mano, poniéndose luego la camiseta, pero no podía dejar de reírse. Negó agachando la cabeza, y me miró señalándome. —Ese es nuevo.

—Claro, es navideño. —Mordió mi cuello y luego lo acarició, quedándose con su frente pegada a la mía y mis manos fueron a su trasero, que apreté fuertemente. —Me gusta tu culo. Va acorde con tus tetas.

—No, no te gustan. —Puso las manos en mi pecho haciendo un puchero. —Mira, tengo estrías. —Se bajó un poco el pantalón y me dejó ver las estrías que subían por su trasero.

—Pero a mí me gustan. Son muy bonitas. —Pasé las yemas de mis dedos por estas lentamente y luego la miré a ella. Tenía el pelo negro y brillante, ondulado y hacia un lado, creando así un ligero tupé con el que se veía preciosa.

Camila volvió a quitarse la camiseta y se miró los pechos, y luego me miró a mí.

—¿De verdad crees que lo son? —Ladeó la cabeza con una sonrisa que, intentaba ser tierna, pero se le veían las intenciones por todos los lados.

—Camila... —Cerré los ojos, y ella se tumbó en mi pecho, pasando sus brazos por mi cuello; pude sentir el tacto de sus pechos contra mi camiseta y reí. —Estamos en tu casa en Navidad.

—Todos duermen... Además... —Se encogió de hombros mordiéndose el labio inferior. —Quiero hacerte un regalo de Navidad. Relájate, la puerta tiene pestillo. —Bajó dando besos por mi cuello y me fui relajando, hasta verla desaparecer debajo del edredón.

—Ten cuidado a ver si te ahogas. —Dije acomodándome mejor en la cama, con los brazos apoyados en los cojines.

—En vez de decir cosas subidas de tono me dices eso, así una no puede... —Susurró, y pasó sus manos por mis muslos para bajar la ropa interior, y noté su boca en mí, besándome como si fuese mi boca.

La lengua de Camila se movía lentamente, y levanté el edredón para ver cómo lo hacía. Tenía los ojos cerrados y movía un poco la cabeza, y llegó un momento en el que tuve que soltar en el edredón de nuevo y morderme el labio para no jadear, con gesto casi de dolor.

A los pocos minutos, noté que se separaba y que se movía en la cama, pero yo seguía con los ojos cerrados. Entonces, sentí cómo introducía algo en mí, frío pero blando, y Camila salió de debajo del edredón con una sonrisa, poniéndose erguida de rodillas frente a mí.

—Te lo dejaste en mi casa.

—¿Y al no saber que venía te lo trajiste para pasártelo bien? —Aparté su tanga con el dedo, y con la otra mano sujeté su cadera para que se agachase.

—Sí. —Respondió recogiéndose el pelo con una gomilla.

—No hagas ruido. —Murmuré. Camila cerró los ojos mientras se iba agachando, poniendo sus manos a los lados de mi cabeza, y comenzó a mover las caderas adelante y atrás, soltando un suspiro.

—Pides mucho. —Susurró contra mi boca, y paré sus caderas en seco. —No.

—Sí. —Comencé a embestirla rápidamente sin llegar a tocar su trasero con mi pelvis para que no sonase, y ella apretó las manos en mi cuello empezando a besarme más profundo y húmedo, apretando los ojos.

Sabía que no tardaría mucho en llegar, a Camila le ponían ese tipo de situaciones en las que en cualquier momento nos podían pillar. A mí también, para qué mentirnos. Apreté sus nalgas y ella levantó la cabeza, dejando sus pechos a la altura de mi cara, que mordí, chupé y lamí mientras botaban en mi boca, hasta que llegó un punto en que sus gemidos tenían que ahogarse en mi boca, y mis jadeos en la suya, y esperaba que a la mañana siguiente nadie hubiese escuchado nada.

*

—Feliz Navidad, cuchi. —Noté el dedo de Camila acariciar mi mejilla, y arrugué la nariz abriendo los ojos con pesadez, me dolían. —Mis tías están despertando a los niños, y yo te despierto a ti. —Besó mi frente y yo me incorporé apoyando las manos en la cama.

—¿Vas a abrir tus regalos? —Me senté en la cama, bajándome la camiseta que se me había subido durante la noche. Espero que nadie sospechase porque la ducha estuviese encendida a las tres de la mañana.

—Sí, me moría de ganas por escucharte decir eso.

Camila se puso de rodillas en el suelo de la habitación, y bostecé mientras veía cómo se deshacía del lazo y del papel de regalo que lo envolvía. Luego abrió la caja, y se puso las manos en la boca mirándome.

—¿Todo para mí? —Asentí con una sonrisa somnolienta.

Sacó de la caja un gorrito blanco, un par de tacones negros con pedrería, La habitación propia de Virginia Woolf, ya que siempre me preguntaba cosas sobre feminismo, La La Land en DVD, estaba obsesionada con esa maldita película, una bolsa entera llena de chucherías, y un lienzo con un maletín de pinturas, justo lo que ella quería. Pero aún faltaba uno, así que me levanté de la cama y me senté a su lado, con la espalda pegada en el armario.

—Saca el último. —Le dije. Ella sacó un sobre de la caja y frunció el ceño, riéndose.

—¿Qué es? —Negué, y dejé que ella lo leyera.

Conforme los ojos de Camila iban leyendo la carta, sus lágrimas descendían por sus mejillas en silencio, con la mano tapándose la boca.

—Se llama Samir, tiene ocho años y, ya sabes, la situación en Siria no está muy bien. —Murmuré quitándole el pelo de la cara. —Lo apadriné hace un mes, y esa es la primera carta que recibo de él, pero quería que la leyeras tú porque... Lo apadriné en tu nombre, bueno, en nuestro nombre.

—Gracias... —Dijo limpiándose las lágrimas, soltando una leve risa. —Esto sí es un regalo de Navidad de verdad. Eres... —Se abrazó a mi cuello, y pasé una mano por su espalda para consolarla.

—Nada. Feliz Navidad. —Me levanté del suelo y la levanté conmigo, limpiándole las lágrimas con los dedos. —Las niñas grandes no lloran.

—No soy grande. Y sí lloran, tú lloras. —Se enjugó un ojo con el borde de su camiseta y guardó la carta en su maleta. —Te juro que creo que nadie en el mundo hará un regalo tan... Bueno y real como este.

—Me alegra oír eso. ¿Vamos abajo? Tengo hambre. —Ella echó la cabeza hacia atrás y se terminó de limpiar los ojos con un pañuelo, quitando el pestillo de la habitación.

Cuando bajamos, los niños estaban sentados en el suelo abriendo regalos, gritando, y los mayores se probaban la ropa que les habían regalado, o abriendo móviles y ordenadores nuevos. Yo me quedé apoyada en el sofá mirándolo todo con una sonrisa, hasta que Camila tiró de mi brazo.

—¿Tú no abres tus regalos o qué? —Señaló un montón de cajas de Amazon que había tras el árbol, y entreabrí los labios, volviendo la mirada a ella.

—¿Cómo? ¿Regalos? —Tom me hizo un gesto desde su sillón para que fuese con los niños y me acercase, cosa que me hizo bastante gracia.

Me puse de rodillas en el suelo, y abrí la caja más grande, obvio porque en realidad al ver regalos mi mentalidad cambia a la de una niña de cinco años.

—¡¡LA PS4!! —Dije al ver la caja, y Camila asintió con los brazos cruzados. —Wow... Y yo que sólo tenía la primera Xbox. Muchas gracias.

—Pero sigue abriendo. —Me incitó ella con las manos.

—Vale, vale. —Dejé la caja a un lado, y abrí otra mordiéndome el labio inferior con el ceño fruncido. —Jodeeeer. —Saqué aquellas Nike RosheRun de la caja. Eran negras, e iban a conjunto con el chándal que Estados Unidos llevó a los Juegos Olímpicos. —Te estás luciendo, Camila.

—Pues abre el último.

Los dos últimos eran un sobre y una pequeña cajita blanca. No tenía ni idea de lo que era ninguno, así que primero abrí la carta.

"Acuatic Vancouver Centre.

Este documento certifica el pase anual de una persona al centro. Esperemos que disfrute de nuestras instalaciones.

Firmado,

La directiva."

Cuando levanté la cabeza del papel miré a Camila, que se mantenía de brazos cruzados con una sonrisa en su rostro, y todo el mundo estaba en silencio, incluso los niños.

—No pude hacer que te metieran en el equipo pero... Tienes un pase anual a una piscina olímpica, con instalaciones adecuadas para que mejores. —Me pasé la mano por el pelo suspirando, intenté decir algo pero simplemente me crucé de brazos, negando al mirarla.

—Podría casarme ahora mismo contigo. —Todo el mundo se rio, incluso Camila y su abuelo al final del salón. —Muchas gracias, amor. —Le dije en español al abrazarla, cerrando los ojos.

—Aprovecha el regalo, cielo.

Continue Reading

You'll Also Like

362K 30.1K 21
Ninguna de las dos tuvo una vida fácil, quizás por eso el destino las unió, o más bien una amiga en común; Roxie. Camila decide hacer la ruta 66, y l...
233K 16.7K 35
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...
46.4K 4.7K 57
A Jaune le gustaba pensar que conocía bien a sus amigos y a sus compañeros de equipo mejor que nadie, pero cuando su Semblanza recién desbloqueada si...
1.1M 39.3K 62
Una historia típica, pero con ideas diferentes...