Narra Samuel:
Me estiré un poco después de bajar de la camioneta. Era un lugar muy bello a decir verdad, todo era tan tranquilo a excepción de todos los niños y muchachos que estaban perdidos y estaban buscando a su guía.
Oí como mi madre se bajó de la camioneta y empezó a bajar las cosas, fui a su lado y la ayude con las cosas que quedaban.
-¿Estas listo?.
-Supongo…- aunque no lo parecía a simple vista, estaba un poco nervioso por pensar que no conocía a nadie. Sería difícil hacer amigos ya que yo era un poco tímido.
-Tranquilo cielo, yo se que encontrarás a alguien con quien divertirte en este tiempo.
-Gracias mamá.- Me acerqué y le dí un abrazo, el cual ella me correspondió y al separarnos me dio un beso en la frente. Entré al campamento y ella se subió en la camioneta para irse.
Para ser sincero cualquier persona que me viera así con mí madre creería que soy hijo de mami, en realidad soy así con ella porque le doy el afecto que ella se merece, podría parecer muy cursi pero es verdad. Ella hacía cualquier cosa por mi y ese era mí modo de agradecérselo.
Entré al campamento tratando de esquivar a las personas que iban corriendo.
Cuando llegué al tablero busqué en que cabaña me había tocado, al encontrarla me retiré de enfrente de las listas para dejar que otros vieran. Traté de buscarla con la mirada pero no la ví, entonces me decidí a preguntar a una de las guías que estaban ayudando a los que no sabían a que lugar ir. Al preguntarle ella le indicó a uno de sus compañeros si me podría llevar hasta mí cabaña, a lo cual el aceptó y me acompañó.
En el trayecto hasta la cabaña que me había tocado, él me comentó algunas cosas acerca del campamento. Al llegar a la cabaña abrió y dijo que podría instalarme, a lo cual yo agradecí. Entré y se retiró del lugar.
El lugar era muy hermoso y acogedor. Se veía que era nuevo el campamento, ya que todo estaba en muy buen estado. La inscripción era un poco cara, pero valía la pena.
Observé un poco la habitación, pero no quería seguir quieto en la entrada, así que decidí ir al dormitorio. Al entrar me di cuenta de dos cosas:
Primera: Había valido completamente la pena. Y segunda: compartiría la habitación con alguien más. Aunque me alegraba saber que sólo era con una persona y no con mas, sería más fácil empezar a llevarnos bien.