-No me importa –Dije con los ojos llorosos -Aun así te amo… ¿Por qué dejaría de hacerlo?-
-Harry…- Mi voz se quebró -No quiero que sufras, no mereces esto.-
La tome y la acerque a mí. Mire sus hermosos ojos inundados de lágrimas y la enrolle con mis brazos. -Ni tú lo mereces, Me quedare contigo hasta el último día.-
‘Era tan frágil como los pétalos de una rosa. Su hermoso cabello ondulado caía sobre sus hombros, lucia tan perfecta. Una sonrisa que alegraba mis días. Su forma de mirarte hacía pensar -Ella es perfecta, No tiene ningún problema.- ¿Como a alguien tan alegre… única… le puede pasar algo así? Fue hermoso estar con ella. Aun así la seguiré amando. Durante toda mi vida.’
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Capítulo 1.
-‘Un día más’- pensé cabizbaja -Se me hacen los peores días.
Mire a la ventana. Unos carros se acercaban. ¿Quiénes eran? Observe cuidadosamente y los mire bajarse. –Me alegraron el día- dije. Me aparte de la ventana y trate de salir de la habitación lo más rápido que pude a mi edad ya no estoy para correr. Así que tratare de caminar rápido. Baje la escalera y los mire entrar por aquella puerta grande y blanca. Eran Mis nietos y, mis hijos. Sería la mejor reunión familiar a la que allá asistido antes.
-Abuelo– Grito la más pequeña de mis nietas -Que bueno es verte – Sus pequeños brazos trataron de enrollarme por completo. Pero yo era más grande por supuesto.
-Mírate… Has crecido pequeña– La observe cuidadosamente -Mira te han crecido las orejas.
-Rio-No abuelo, Sigo siendo pequeña… Mis orejas son tan pequeñas todavía.
-Si – Le sonreí -Ve a saludar a tu abuela, Tengo que recibir a los demás– Me aparte. Camine hasta donde estaban los demás -Como pasa el tiempo.
Mis tres hijos corrieron a abrazarme. Me Dieron algunos besos, por aquí y por allá. Me echaban de menos.
-Como te extrañamos – Dijo mi hija pequeña, Cassie. Solo tenía 28 años. -¿Papá cómo te sientes?
-Como aquel joven de 19 años que solía ser – intente sonreír, pero un recuerdo me envolvió por completo. Dejando los ojos en blanco.
-Papá – Dijo Edward, Mi único hijo, El más grande. Tan solo de 36 años. -Mírate viejo, como pasan los años. Pareciera que fue ayer apenas cuando me contabas lo cual hermosa que era mamá.
-Si hijo – Lo mire. Él era mi único hijo con aquella mujer tan hermosa que había conocido.- Ojala hubiera sido apenas ayer – Me acerque a maxi mi hijo. El mediano, de 30 años.- ¿Cómo va todo con Ángela? – Pregunte un poco distraído, algo no me dejaba pensar bien las cosas que decía.
-Creo que van un poco mejor las cosas papá… no se es la mujer de mi vida y estamos teniendo problemas, No quiero que nos separemos solo por eso, Tenemos hijos.
-Eso es en lo que deben de pensar antes de cometer algo tan estúpido. Tienen hijos, una familia y deben estar siempre juntos en todo y contra todos.
-Lose papá… Igual Gracias, y felicidades viejo, cada vez te vez más joven – Sonreímos los dos a la vez.
Mis Hijos. Mi familia. ¿Esto era lo que quería desde joven? Claro que sí. Solo era de esperar a la mujer que me entendiera por lo que pasaba antes y se quedara conmigo.
Por ahora estaba con mi esposa, mis hijos y nietos disfrutando de mi cumpleaños. Como pasan los años y la edad se nota cada vez más. Camine hacia afuera. Me di cuenta de aquella mujercita castaña que estaba sentada en la silla debajo de un árbol, Lucia tan hermosa, su pelo ondulado y castaño cayendo sobre sus hombros. La sonrisa que tanto daba no se notaba ahora y sus hermosos ojos iluminados de ternura se miraban decaídos. Me acerque y noto mi presencia al instante, levanto su cabeza y me dio algún tipo de abrazo cariñoso.
-Abuelo feliz cumpleaños – Trato de sonreír. Sus ojos aún se miraban decaídos.
-¿Qué te pasa linda?
-Nada – Sonrió -¿Por qué preguntas?
-Vamos dime. Te he mirado desde lejos y te miras demasiado triste. Cuéntame ¿Qué te pasa? – La mire a los ojos. Sería más fácil que confiara en mí.
-¿Recuerdas a Johnny Wolk?
-Claro que sí, aquel chico que está contigo. ¿Qué pasa con él?
-Bueno es por él, abuelo… Pero no es nada malo –Aseguro.
-Linda ya sabes que a mí no me convencerás con esas cosas. Así que es mejor que me lo digas.
-Bien te contare… John…-de sus ojos empezaron a brotar lágrimas. No. ¿Por qué?
-Tranquila nena, es mas no me cuentes, Solo soy un viejo chismoso.- sonreí
-No abuelo, Esta bien te contare. –Seco unas lágrimas y tomo un gran suspiro -John se ha metido al ejercito de Virginia, Ahora le dan los papeles y se sabrá si ira a la guerra o solo hará servicios comunitarios en el condado de Fairfax.
-Oh. Del todo no es una noticia que me esperaba –Dije impresionado. De verdad impresionado –Veras que solo hará el servicio en el condado de Fairfax, Esperemos que solo sea en eso.
-Abuelo, le he pedido demasiado a dios para que no valla a la guerra. Es el hombre de mi vida y creo que si le pasa algo ahí me moriría.
-Anette, Quiero que sepas algo. Dios hace milagros, pero si a John le toca ir a la guerra el mismo lo cuidara por ti. Eres demasiado joven aun, no debes de estar sufriendo, apenas tienes 19
-Abuelo… No me entiendes, esto que siento por él nunca lo sentí y no creo que con nadie más lo sienta
-Cariño, vamos – la abrase y frote mis manos sobre su espalda –Claro que te entiendo. Alguna vez a las personas le tiene que pasar, A mí me paso.
-Pero abuelo, tu estas con la abuela aun
-Cariño… Ella no es la mujer con la que yo hubiese deseado casarme. No es que diga que no la amo. Pero ella no era la mujer de mi vida.
-¿Es por eso que mi papá lleva diferente apellido que mis tío y tía?
-Tu papá, es hijo de aquella mujer ‘Anette’ es por eso que te ha puesto así tu padre.
-Esto es demasiado confuso abuelo. Me tienes que contar sobre aquello
-Entonces ven –Camine hacia la casa –Te contare una historia de amor. En verdad amor.
-Quiero que me cuentes sobre ‘Anette’ no sobre una historia de amor abuelo, esas cosas solo pasan en películas
-¿Quien dijo que no seria sobre Anette? … Te espero en la azotea -Me aleje de Anette, mi Nieta. Camine hacia la casa y trate de pasar disimulando mi presencia entre la sala y el comedor. Subí las escaleras y fui a la azotea.
Había una gran ventana con una vista a los hermosos árboles que estaban alrededor. El silbar de los pajarillos me tranquilizaba. Era agradable.
Escuche algunos pasos cerca. Ella entro por la puerta.
-¿Por qué la azotea abuelo? –pregunto viendo a todos lados.
-¿es bonito este lugar, sí o no? Da una excelente vista.
-Bueno ese es el punto abuelo, Si me vas a contar la historia de Anette quiero estar en algún lugar lindo y cómodo. ¿Cuándo empiezas?
-Bueno… Deja me relajo un poco –Tome asiento en algún sofá viejo que estaba ahí. Me acomode en él y tome un gran respiro.
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Eran vacaciones de verano de 1950 y todos estaban emocionados. Sobre todo los estudiantes de preparatoria que con ansias esperaban salir para irse algún lugar a pasar sus vacaciones. Los que se quedaban en el mismo lugar, eran los que no podían salir por falta de dinero o simplemente se querían quedar. Los otros por aquellos trabajos que hacían para ganarse sus vidas.
Yo era un joven de 19 años muy apuesto. Mi pelo castaño rizado, algo largo, dejaba que callera sobre mi frente. Mis ojos de color verde. Mi sonrisa con aquel hoyuelo que completaba la perfección para muchas. Trabajaba ayudando al esposo de una vecina. Su bebe estaba enfermo y necesitaban el dinero para comprar lo medicamentos que podían. Mis amigos y yo nos ofrecimos y no cobrábamos nada, ya que nosotros no lo necesitábamos.
Salí de mi casa, iba directo al trabajo donde hacíamos algunas cosas para el hogar, como mesas y sillas de todo tipo. En cuanto entre todos me saludaron, ya me conocían y era de costumbre hacer este tipo de cosas en aquel tiempo. El trabajo quedaba cerca de una carretera. En pocas palabras podíamos ver quienes entraban en la ciudad de Virginia Beach.
-he Harry, ¿Cómo te ha ido en tu casa con las vacaciones? –pregunto Lee. Un trabajador de 25 años.
-Algo bien. Mi hermana Gemma ya salió y la tendré todo el tiempo en casa –Hice un gesto de disgusto. Me puse el overol de trabajo y me puse hacer lo mío.
Varios Autos pasaron frente el local. –Nuevos visitantes-dije. Sin duda venían de vacaciones. Tome alguna bicicleta que quedaba arrumbada por ahí y Salí disparado en ella tras los autos. Mis amigos Frank y Tommy se incluyeron en sus bicis y perseguimos los autos. Nos detuvimos cuando vimos que pararon en una casa grande, blanca. –Millonarios-Pensé para mis adentros. Del coche mire bajar a varias personas y, una de ellas una joven de pelo ondulado castaño, Su pelo caía sobre sus hombros. Llevaba un vestido color menta, Le favorecía ese color. Miraba hacia los alrededores como conociendo el lugar, Voltio hacia donde estábamos nosotros. –Que linda- dije. Sus ojos eran tan hermosos. Dios no los podía dejar de mirar. Sonrió al instante. Que hermosa sin duda alguna. De Alguna forma tenía que conocer a la chica, Que más da son vacaciones, tengo todo este tiempo y mucho más para conocerla.