Objetivo: ASLA

By pikiwiwow

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William, un chico de 17 años, es secuestrado por una organización internacional que ha reclutado a jóvenes d... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4

Capítulo 5

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By pikiwiwow

      La alarma azul volvió a sonar a las 7:00. La gente se levantó (los que consiguieron dormir) y hicieron lo que hicimos el día anterior. yo, decidí vestirme rápido y dedicarme a observar la habitación. Vi dos cosas que me llamaron la atención. La primera es que había cuatro cámaras, una por cada esquina, dejando el espacio sin grabar único de la parte de atrás de un armario. La segunda, era que todo estaba cuidadosamente colocado para que no se eclipsara la visión de las cámaras. Sin duda, lo que saqué en claro de todo eso, era que nos querían tener bien vigilados. A las 7:30 el pestillo se abrió, y apareció, esta vez puntual, Daniel. Lo perseguimos de nuevo hasta la cafetería. Ahí, se habló de lo sucedido con Clara y Adonis; y de otra pelea que había habido en la sección de Asia, entre una chica de China y otra chica de Mongolia, también desaparecidas hasta entonces.  Cuando pasó la mitad del tiempo permitido para el desayuno, empezó a sonar una melodía de tres notas, y se oyó la voz de James Hackensberg:

      -Buenos días, se comunica a todo el mundo que se han modificado los horarios previstos para estas dos semanas. Hoy, no se hará la sesión de control y perfeccionamiento físico, sino que haremos un examen mental para contemplar cómo evoluciona vuestro pensamiento ante ciertos estímulos. Esto se debe a que hemos comprobado que no todo el mundo está capacitado para participar en el proyecto, como Clara, Adonis, Yung o Jenze.  Por consiguiente, los entrenadores tendrán que llevar a los Reclutados a la Sala de Control e Identificación Mental. Muchas gracias y, reitero, buenos días. 

       El silencio creado en la cafetería fue parecido al de dos días antes, en la Sala de Reuniones. Era tal ese silencio que pude oír la respiración rápida y nerviosa de Valentina. Los entrenadores se levantaron, Daniel el último, tan desconcertado como nosotros, y nos llevaron a "Europa" fuera de la cafetería. Fuimos a la sala principal, y nos metimos en ascensores de veinte en veinte (eran bastante amplios). El panel de botones tenía desde el piso -129 hasta el piso 52. Nosotros fuimos al piso 22. El ascensor era rápido y suave. Las paredes de cristal nos permitieron ver varios pasillos, pero iba tan rápido que apenas distinguíamos las habitaciones. Llegamos y accedimos a una gran habitación de techo alto. Estaba llena de unos ordenadores asombrosamente modernos, como si estuviéramos en el 2030. Tenían unos teclados con muchas más botones, con palancas y luces. No había ratones, sino que controlaban el cursor con un cable conectado a la misma cabeza. Una gran pantalla de unos tres metros de ancho y dos de alto, colgaba de la pared del frente. Justo bajo la pantalla, había una cúpula de cristal bastante grande y luminosa. El suelo era una placa entera de cristal que se iluminaba al tocarla. En el centro, había una silla parecida a la de los dentistas, pero metálica, como de plata o acero. De la espalda de la silla salía un brazo mecánico con un casco. Elissa Reddens estaba en el centro de la gran sala. 

       -Buenos días a todos. Señor Stern. -Dijo mirando a Daniel y agachando la cabeza en forma de saludo. -Bienvenidos a la Sala de Control e Identificación Mental. Vamos a analizar qué defectos más profundos tenéis en vuestras mentes. Comprobaremos cómo reaccionáis ante esos problemas, que serán miedos en su mayoría, e intentaremos crearos pruebas días más adelante para que los superéis y lleguéis sanos a la "Imperium". En caso de tener gran impotencia de cara a vuestros propios problemas, seréis expulsados del programa. Voy a empezar a decir nombres, esto llevará poco tiempo. Tendréis que acceder a la cúpula que hay detrás mía y sentaros en la silla. El resto es mecánico, así que no os preocupéis. -Dijo esta última frase con una sonrisa falsa. -¿Qué tal si empezamos por ... Dafnée Matís? -Dijo mirando la lista y escogiendo un nombre al azar. Dafnée, de pelo negro recogido en el lazo gris del uniforme, se apresuró dispuesta a entrar. Nada más pisar el suelo de la cúpula, el suelo se iluminó de blanco y el brazo mecánico se encendió. La chica se sentó y el caso se puso sobre su cabeza. Del mismo, surgieron unos pequeños brazos metálicos con parches que se le pegaron a la piel. La chica chilló, al notar que los parches llevaban agujas. Aún así lo aguanto, y quedó dormida, pues lo que tenía que hacer, era soñar. En la pantalla superior empezó a surgir una imagen. Se veía a Dafnée, sujetada a una cruz con cuerdas. A sus pies había un montón de paja y troncos de árbol secos. Su boca, estaba sellada con una de esas cuerdas, impidiendo que hablara. Se la veía temblar y agonizar, era una pira para quemar a los herejes, un castigo letal de la Edad Media. Un hombre a su lado, encendió con una antorcha la leña. El fuego empezó a subirle por las piernas. Cuando la tocó, empezó a chillar. Su chillido era agonizante. Me tapé los oídos, incapaz de seguir oyéndola. Literalmente, la estaban torturando. Cuando la ropa se estaba empezando a quemar, hicieron que parase la máquina. Dafnée se levantó chillando, histérica y traumatizada. Se tiró al suelo y empezó a temblar. 

       -Llevárosla, no nos va a servir. -Dijo Elissa. Dos guardias la cogieron y se la llevaron. -El siguiente es... Marck, Marck Robberts. -El chico, de piel oscura, avanzó con mucho miedo. Iba temblando y se paró, casi con la intención de girarse y huir. La pantalla empezó a proyectar una imagen de él, suspendido en mitad de un mar. Miraba par arriba, para abajo y para los lados, descontrolado, mirando algo que pudiera ayudarlo, pero no había nada, aparte de agua salada por doquier. El mar, que estaba tranquilo, empezó a ondearse ligeramente. De las profundidades, empezaron a surgir unas aletas puntiagudas. Tiburones. Dos enormes tiburones blancos saltaron del agua y surgieron, persiguiéndolo. Marck empezó a nadar desesperadamente, tragando agua. Cuando uno de los tiburones le agarró de la pierna, su cara se deformó en una grotesca expresión de dolor. Una expresión tan real, que hasta yo pude notar el dolor en mi propia extremidad. Esa zona del mar empezaba a teñirse de rojo.

         -Elissa, si no paramos ya el brazo mecánico, va a morir ahogado. -Dijo uno de los científicos en bata azul que había cerca de ella, mirando por el ordenador las constantes vitales del chico.

        -Solo un minuto más. -Dijo ella tomando notas en una libreta.

        -Pero no tenemos tiempo, va a morir. 

         -Cállate. -Le dijo ella fríamente. El otro tiburón le mordió el pecho a Marck. Ya llevaba mucho tiempo debajo del agua. 

        -Elissa...

        -¡SILENCIO! -Dijo ella, con una mirada de pura obsesión por lo que estaba descubriendo. Repentinamente, la cúpula empezó a iluminarse de rojo, y las constantes vitales del chico se limitaron a una ralla continua. 

     -Elissa, ha muerto. -Dijo el científico, tímidamente. Nadie se movió. Pude ver las caras descompuestas de mis amigos, y me imaginé que la mía sería algo parecida. Elissa arrancó la hoja de apuntes que había estado tomando de Marck y la tiró al suelo.

     -Valentina Balzaretti, eres la siguiente.

      -No... -Pude escuchar susurrar a Alessandro. Valentina avanzó, recta y dispuesta, aunque temblando ligeramente. Al sentarse en la máquina y ser enganchada a la máquina por el casco y los parches, se mostró un sitio mucho más normal, una casa. Era un salón con un piano de pared, una tele, un sofá y una pequeña terraza. Valentina estaba tocando la Sonata de piano en Do Mayor, de Mozart, cuando se oyó la puerta de su casa abrirse. Un hombre de unos 45 años (su padre) apareció en la habitación. Empezó a desabrocharse el cinturón. 

       -No.. -Dijo Valentina, levantándose de la banqueta y yendo hacia atrás, mientras su padres se acercaba. -Papá, no por favor. 

        -Sí, hoy sí. -Se quitó el cinturón por completo y la empezó a golpear brutalmente. Varios hilos rojos empezaban a brotarle de la cara, las piernas, los brazos... Su padre empezaba a arrancarle la camiseta y la falda a tirones, sin importarle el dolor que pudiera causarle a Valentina. Ella lloraba desconsoladamente, intentando defenderse, sin conseguirlo. Se me escapó un gemido, las lágrimas empezaron a recorrer mi mejilla. Su padre se quitó toda la ropa por completo y empezó a lo que todos nos temíamos que iba a hacer. A violarla brutalmente. Valentina sangraba por todas partes, y su padre mientras la violaba, la mordía y le pegaba con el cinturón. La gente de mi alrededor empezaba a llorar y a girarse para no ver la escena. 

       -Parad la máquina... -Dije en un pequeño susurro, casi sin oír que estaba hablando.

        -Parad la máquina. -Repetí esta vez más decidido.

        -¡Parad la máquina! -Todo el mundo se giró para mirarme, incluyendo a Daniel, Elissa, los científicos, y los guardas.

        -¡HE DICHO QUE PARÉIS LA MÁQUINA! -Corrí, llorando como nunca antes lo había hecho, hacia la cúpula. Los guardias, Elissa y Daniel me persiguieron. Yo seguía corriendo, sin importarme nada más que Valentina.

        -¡ESO NO ES UN MIEDO, ES UN TRAUMA! ¡DEJADLA EN PAZ! -Chillé tan fuerte que noté cómo sangraba mi garganta. Daniel me adelantó, y pensé que me iba a detener, pegándome o algo. Pero en vez de eso, llegó a Valentina y tiró del brazo metálico tan fuerte que lo arrancó. Valentina se despertó, y se tiró al suelo a chillar descontroladamente. Sus ojos eran la viva imagen del terror. Daniel y yo la cogimos e intentamos tranquilizarla.

       -Ya está, ya ha pasado todo. -Daniel la consolaba, con un nudo en la garganta, también a punto de llorar. 

       -Daniel y el chico. Vais a ser castigados. ¿¡Cómo os atrevéis a destruir esta máquina!? Es única en el mundo, no sabéis lo que has hecho. 

       -Tú no sabes lo que has hecho. -Daniel se había levantado, y le plantaba cara a Elissa. Ella le azotó en la cara. -LLEVADLOS, LLEVADLOS A JAMES. -Dijo ella chillando. Noté cómo dos guardias nos cogían y nos llevaban con ellos. Vi cómo Alessandro, Cedric y otros entraban en la cúpula a ayudar a Valentina. Me quedé algo más tranquilo. Nos llevaron en el ascensor a una de las plantas más altas, la 48.

            Entramos en el despacho de James. Una estancia pequeña y nada ambiciosa, con pocas cosas, aparte de un ordenador que proyectaba lo que estaba pasando en la sala de la que veníamos. 

       -No sé qué decir. -Dijo James. Se notaba que estaba conteniendo la furia. -No tenéis ni idea de lo que cuesta esa máquina. No tenéis ni idea. -Ni Daniel ni yo dijimos nada. James suspiró. - Daniel, de ti no me lo esperaba. 

        -¿Después de todo lo que me habéis hecho no te lo esperabas? -Daniel parecía muy asustado por lo que acababa de decir.

       -Te estabas muriendo de hambre en España. Te dimos trabajo, dinero, poder, y unas características especiales que todo humano quisiera tener.

        -Sí, a cambio de tortura física y psicológica, y a cambio de ver cómo torturan a otras personas como Valentina, o ver cómo mueren otras, como Marck. Yo no pedí nada vuestro, ni siquiera la transformación. -James lo miraba.

         -Vais a ser sometidos a un castigo para que tengáis en cuenta lo que pasa cuando no nos hacéis caso. Daniel, no te necesitamos, después del castigo, ya sabes lo que te toca. William, a ti sí que te necesitamos. Esa valentía que has sacado del dolor es algo muy poco común. Hazme caso, no es mejor que lo de Daniel, pronto serás tú el que deseé estar muerto. No deberías haber interrumpido el proceso.

         -¿Y esperar a ver cómo otra persona más moría ante mis ojos? Realmente no sé si esto es una broma. 

         -Vas a descubrir muy pronto que no lo es. -Dijo James. -Por lo pronto, vais a ser llevados al piso -94. Nos veremos pronto. -Los mismos hombres nos llevaron por toda la planta hasta los ascensores. A lo lejos pude ver cómo mis compañeros regresaban a la habitación, seguidos de muchos guardias. Todos llorando. 

           La bajada fue rápida. Al abrirse la puerta, vimos solo un pasillo largo con una única puerta. La atravesamos, y lo que vi, me dejó impactado. Vi los cadáveres de Clara, Adonis, Yung, Jenze y Marck. Estaban siendo diseccionados, les quitaban órganos que luego usarían seguramente para la experimentación. La visión me produjo mucha angustia, y estuve a punto de echar lo poco que había desayunado. Los guardias nos metieron en una sala al lado izquierdo. Solo había dos sillas metálicas, con correas, para agarrarnos. Nos sentaron a la fuerza y nos ataron. Nos dejaron solos. 

       -Daniel, ¿qué va a pasar? -Le pregunté extremadamente asustado. 

       -Will, esto no es un sitio normal. Escúchame, estas cámaras no tienen audio, así que, ¿has visto algo raro?

        -No, ¿por qué? 

       -No pretenden teletransportaros ni nada, pretenden mutaros. Yo pertenecí al grupo previo de mutación. Solo sobrevivimos los entrenadores, solo 5. Desearas morir antes de ser mutado, tienes que salir de aquí, y llevarte a todos los que puedas contigo. 

       -¿Pero cómo? Está todo muy vigilado. 

       -Siempre hay una brecha.

       -¿Me ayudarás? -Le pregunté.

       -Me temo que a mí no me queda tiempo suficiente de vida para ayudarte. 

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