—Así que... umh, la verdad no tengo idea de qué hacer —mantenía la mirada en el suelo y lo miré fijamente, era realmente interesante. Por un momento levantó la mirada y la volvió a bajar.
Ese gesto fue bastante adorable.
—No tienes que hacer absolutamente nada —respondí con una sonrisa—. Bueno, siento lo pasado, suelo alterarme con mis personajes favoritos.
—¿Personajes? —preguntó frunciendo un poco las cejas, más no volvió a mirarme.
—Bueno, técnicamente eres uno, ya que probablemente esté soñando —murmuré con desdén—, normalmente sueño cuando leo de noche, nada sorprendente.
Él soltó una risita.
—No creo que esté soñando, señorita Braxton.
—¿Ah, no? —pregunté incrédula—. Te demostraré que lo es, ya verás.
Miré a mi alrededor, la habitación era un asco total. Era lúgubre y con pocos muebles.
Un balcón.
Me acerqué con una sonrisa y abrí la rendija, saliendo al exterior. Observé la altura, eran como tres pisos. Me giré y sonreí con entusiasmo, Newt estaba atento a mis movimientos, entonces él habló.
—N-no... no serás capaz de... —no dejé ni un minuto más y subí sin ningún problema en la barandilla. Mis ojos se encontraron con aquellos color esmeralda y alcé las cejas—. ¡No lo haga!
—No me pasará nada, tranquilo —dije con una serenidad que hasta yo me sorprendí—. Cuando caiga, despertaré de nuevo y podré escribir de lo lindo que sigues siendo.
—¡No puedes! —exclamó cuando solté el barandal.
Entonces en un abrir y cerrar de ojos algo duro me golpeó la frente.
—¡No tenías que salvarme! —me quejé con molestia en el suelo.
—No podía ver morir a una señorita —respiró agitado y jadeé tocándome la frente.
Rayos, era un poco de sangre.
—Oh, por merlín.
—Descuida, es una raspadura... se curará en unos días —me miró y volvió a mirar el suelo. Me levanté del piso y le tendí la mano para que se pusiera de pie—. ¿Eres una muggle? —tomó mi mano y acomodó su abrigo.
—No... —dejé arrastrar la palabra y me miró asustado—. ¿Qué? Oye, guarda eso... ¡Baja esa varita! ¡No me apuntes! —exclamé alzando las manos—. Ni te atrevas a borrarme la memoria, Newton.
—¿Cómo me conoce y por qué? —estaba nervioso, lo notaba, ni siquiera me miraba.
Bueno, yo probablemente también estaría nerviosa, o sea, estamos hablando de conocer al amor de tu vida.
O sea, yo.
—Ya te dije, eres un personaje que JK creó. Leí Animales Fantásticos, y... bueno, eres mi mago favorito. ¡Al menos mírame cuando apuntas!
—¡¿Leíste mi libro?! —jadeó atónito.
—Que sí, yo sé todo de ti, de tus preciosos animales... de ese escarbato, hey, no me mires así.
—Yo, por merlín... esto es extraño —murmuró bajando un poco su varita.
—Creéme, extraño es que tu estés con ropa y no en mi cama.