Days of War, Nights of Love |...

By KimZarah

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Durante el día era el Coronel Kim, un hombre despiadado, temido por muchos. Durante la noche; era sólo suyo... More

I.
II.
III.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
XVIII.

IV.

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By KimZarah


✣ ✣✣

Las noches eran una agonía para el Coronel, la pesadilla se había repetido un par de veces más, y era cada vez más vívida. No había logrado conciliar el sueño y el inexplicable deseo que había nacido en él por el muchacho no hacía más que crecer con el paso de los días, JunMyeon aceptó que necesitaba verle con urgencia, no podía esperar más. 

Desde el momento en el que averiguó su nombre, sus ansias por verle de nuevo aumentaron, y cuando menos se dio cuenta el nombre del muchacho era lo primero que le venía a la mente al despertar, y lo último antes de irse a la cama.

Estaba encaprichado con SeHun, con verle de nuevo y averiguar tanto acerca de él como le fuese posible. Nunca había tenido tanto interés por nadie, y ahora que había encontrado a alguien que había logrado despertar en él algo distinto al odio o la indiferencia, no pensaba dejarle ir tan fácilmente.                    

JunMyeon tenía que volver a Kaechon, pero necesitaba una excusa, aun y cuando era el Coronel del Ejército Popular no podía andar por ahí haciendo lo que se le daba la gana, y tampoco quería levantar sospechas en nadie, si alguien llegaba a enterarse acerca de su interés por SeHun, las cosas se podrían poner muy feas para ambos en menos de un parpadeo.

Necesitaba un plan, encontrar alguna excusa que le permitiese viajar a Kaechon sin despertar sospecha alguna, pero nada se le ocurría y estaba comenzando a frustrarse.

Como último recurso pensó en buscar a JongDae para tratar de distraerse un poco y aclarar su mente, pero las últimas veces que habían follado el Comandante no había sido de mucha ayuda para Kim.

JunMyeon no era alguien que necesitase sexo con urgencia, ya no era un adolescente y sabía controlarse. Usualmente se masturbaba en la ducha para aplacar sus ganas, pero en ocasiones no era suficiente, en ocasiones su libido llegaba al límite y necesitaba de otro cuerpo para descargarse, y siempre había sido JongDae quien prestaba su cuerpo para que el Coronel deshiciera a su antojo.

JongDae siempre había sido suficiente para él, y Kim no terminaba de entender cómo es que ahora el Comandante era incapaz de satisfacerle por completo. Quizá se había acostumbrado finalmente a él, y ese era el motivo por el que su boca alrededor de su polla había comenzado a perder calidez y vigor.

                    
No pensaba perder más su tiempo buscando a JongDae, podía sobrevivir sin sexo, o al menos eso era lo que le gustaba pensar. A Kim le gustaba pensar de sí mismo como un hombre fuerte e independiente, y la idea de que su satisfacción sexual dependiera de JongDae nunca le había gustado mucho, pues sabía que aquello tenía una connotación completamente distinta para el Comandante.

JunMyeon no era estúpido, mucho menos ciego, era consciente de los sentimientos que JongDae tenía por él, no era difícil darse cuenta de la forma en la que brillaban sus ojos cada vez que lo penetraba, había algo en ese brillo que iba más allá de la lujuria, había algo en esa mirada, un destello de adoración que siempre lograba revolverle el estómago al Coronel.

Kim nunca fue un hombre de sentimientos, para él el sexo era sólo eso, y si JongDae lo veía como algo más no era su problema, a JunMyeon no le interesaba siempre y cuando JongDae estuviese dispuesto a abrirse de piernas o ponerse de rodillas.

El Coronel tenía cosas importantes que hacer, y JongDae no estaba entre ninguna de esas cosas. Lo más importante en su lista era idear un plan para ver de nuevo a SeHun, y averiguar qué demonios podía darle de comer a Vivi.

Nunca había tenido un perro antes, intentó darle arroz y un trozo de pollo, pero Vivi parecía ser muy especial, había rechazado rotundamente la comida que el Coronel le ofrecía, y esa mañana no había sido la excepción.

Después de tomar su desayuno dentro de su habitación, Kim había arrojado las sobras al suelo para que Vivi comiera, pero el cachorro ni si quiera se había molestado en acercarse a olfatear. El Coronel bufó de pura frustración y Vivi lo miró desde una esquina de la habitación.

— ¿No quieres comer? Perfecto, entonces muérete de hambre.

                    
Vivi continuó mirando al Coronel desde la esquina de la habitación y comenzó a acercarse lentamente a él. Kim lo miró confundido y casi se le salen los ojos de sus cuencas cuando el cachorro se recostó en sus pies descalzos.

— ¡Quítate! —sacudió la pierna y Vivi chilló— Llorón, ni si quiera te hice daño.

El cachorro le miró una última vez antes de acercarse a la comida que había arrojado al suelo y comenzar a comer.

— Vaya, no eres tan estúpido después de todo, al parecer tienes instinto de supervivencia. —dijo asintiendo suavemente— ¿Por qué mierda sigo hablando contigo? Joder, me estoy volviendo loco, hablando con un saco de pulgas.

El Coronel bufó, le dio una suave patada a Vivi y se encaminó a su cuarto de baño para tomar una ducha.

✣ ✣✣

Kim pensó que sería más fácil idear un plan para visitar Kaechon estando en su oficina, no había podido estar más equivocado. Su nivel de concentración era tan escaso como lo era en su habitación, y el hecho de que Vivi se paseara por el espacio entre sus tobillos cada dos minutos no mejoraba nada la situación.                   

Sus subordinados se habían acostumbrado a ver al cachorro cerca suyo, y aunque aún recibía un par de miradas juzgonas de vez en cuando, a Kim no podía importarle menos lo que pensaran.

Lo único que encontraba realmente fastidioso respecto a tener a Vivi era la insistencia de Park por acariciarle o jugar con él, porque no importaba cuantas veces le hubiese repetido al Subteniente que no debía tocarlo, Vivi tenía un extraño efecto en Park, un efecto que le llevaba a buscar acariciar al cachorro a como diera lugar, arriesgándose severamente a que el Coronel le cortara las manos.

El Coronel llevó una de sus manos al bolsillo de su pantalón, buscando con desesperación su cajetilla de cigarros, la sacó y al ver que sólo le quedaban dos gruñó, había estado fumando más que de costumbre y sabía perfectamente que se lo debía a Oh SeHun.

Se tranquilizó al recordar que era día de entrega, y como siempre, Byun demostró ser incompetente ya que sus paquetes de tabaco y chocolate no estaban encima de su escritorio. Kim estaba a punto de salir de su oficina para buscar a Byun, pero el aludido llamó a su puerta.

— Mi Coronel, le traigo sus paquetes ¿puedo pasar? —preguntó con voz temblorosa— Soy el Teniente Byun, por cierto.

— Pasa.

La puerta se abrió, y Byun entró viéndose pálido y temeroso, al Coronel le pareció algo extraño, sabía el miedo que podía infundir en las personas, pero BaekHyun nunca había reaccionado así ante él, ni si quiera cuando le había reprendido en el pasado.

— A-aquí están sus cosas. —le entregó ambos paquetes con manos temblorosas— M-mi Coronel, nuestro Líder Supremo ha solicitado su presencia, n-nuestra presencia.

— ¿Por eso estás actuando como una niña asustada? —preguntó con diversión y Byun asintió deprisa— No seas maricón Byun. —rodó los ojos— Bueno pero que cosas digo, no puedo pedirte que hagas lo imposible, lo que quise decir es ¡compórtate como un adulto!

— S-si mi Coronel.

— Necesito más información Byun, sólo me has dicho que nuestro Líder Supremo ha solicitado nuestra presencia, pero no me has dado la hora ni el lugar de reunión.

— Tiene razón, disculpe. —se disculpó con una reverencia— Nos necesita en cinco minutos en la sala de situaciones.

— Joder, debe ser importante entonces. —Kim se mordió el labio inferior— Vámonos ya, no hay tiempo que perder.

— M-mi Coronel... —Byun agachó la mirada— Nuestro Líder Supremo también ha solicitado la presencia de Park ¿estamos en problemas? ¿u-usted ha dicho algo?                  

— ¿Algo como qué Byun? —cuestionó con molestia— Si no han hecho nada malo, no deberían temer.

— Tiene usted razón, lamento haberlo cuestionado mi Coronel.

— ¿Dónde está el idiota de Park?

— Ya debe estar en la sala de situaciones, me dijo que se adelantaría, estaba muy nervioso...

Kim asintió, ambos salieron finalmente de la oficina y el Coronel cerró la puerta con llave antes de encaminarse hacia la sala de situaciones.

JunMyeon no tenía miedo, el hecho de que JongIl les necesitara en la sala de situaciones posiblemente tenía que ver con algún asunto interno. El Coronel sabía que cuando JongIl tenía algún problema con alguien nunca les llamaba para hacer alguna advertencia, la única solución para él era eliminarlos para ahorrarse disgustos. Si JongIl tuviese algún problema con uno de ellos, ya habrían sido ejecutados sin previo aviso.

La sala de situaciones era donde usualmente se discutían los problemas de seguridad del país, donde se monitorizaban y trataban distintas crisis nacionales. JunMyeon sospechaba que JongIl había percibido alguna amenaza por parte de Corea del Sur o Estados Unidos y posiblemente querría tomar medidas al respecto.

                    
La casa presidencial era ridículamente grande, y la distancia de la oficina del Coronel hasta la sala de situaciones no era precisamente corta. El hecho de que tanto Byun como Kim tuviesen piernas cortas no hacía mejor la situación y no les quedó otra opción más que correr para llegar a tiempo.

                    
Finalmente llegaron, y antes de entrar Kim se apresuró a tomar a Byun por la muñeca con fuerza.

— Si nos ejecutan será tu culpa Byun. —le dijo con voz entrecortada— Tú y tu jodida impuntualidad.

— Lo lamento mucho mi Coronel.

El Coronel rodó los ojos y empujó ambas puertas de madera, Byun se sorprendió por la fuerza del hombrecito, en ocasiones anteriores él había necesitado de la ayuda de Park para empujarlas, pues estaban hechas de una madera ridículamente gruesa y pesada. JunMyeon era un hombre diminuto, Byun estaba seguro de que no debía rebasar los 170 centímetros, y nunca había comprendido como es que podía tener tanta fuerza con un cuerpo tan pequeñito. 

Las puertas se abrieron y revelaron finalmente la sala de situaciones. El lugar no era muy grande, tenía una enorme mesa redonda al centro y las paredes estaban pintadas en un tono gris opaco, lucía realmente vacía, las únicas decoraciones eran cuadros de la Dinastía Kim colgando en las paredes.

Al entrar se encontraron con Park, quien estaba sentado en medio, con la espalada completamente pegada a la silla y la mirada fija en las puertas de madera. JongIl aún no había llegado, y además de Park sólo había un par de soldados custodiando la puerta.

El Coronel y el Teniente se apresuraron a tomar asiento, y esperaron en silencio la llegada del Líder Supremo. JongIl no era exactamente un hombre puntual, en sí, carecía de cualidades, lo que le caracterizaba era el despotismo y su falta de empatía.

                    
Esperaron por JongIl cerca de una hora, y para cuando el hombre llegó a los tres les dolía la espalda por haber permanecido tiesos por tanto tiempo. Se apresuraron a levantarse de su silla y recibir a JongIl con un perfectamente sincronizado saludo militar seguido de una reverencia.

— Tomen asiento.

Las puertas de la sala se cerraron y JongIl se aclaró la garganta antes de apoyar sus codos encima de la mesa.

— Deben de estarse preguntando porque los he citado aquí.

— La duda existe mi querido Líder Supremo. —mencionó JunMyeon— Y sin importar cuál sea el motivo, estamos agradecidos de estar aquí frente a usted.

— Siempre has sido bueno con las palabras Kim, eso me gusta. —JongIl dijo con una sonrisa maliciosa— Seré directo, tenemos planes de lanzar un misil, es sólo para medir su alcance, no tenemos la intención de iniciar ningún altercado. La idea es que sobrevuele Japón y aterrice en el Océano Pacífico.

— Hace tiempo que no hacemos pruebas con misiles balísticos, me parece una buena idea. —dijo JunMyeon con un asentimiento de cabeza— ¿Cómo entramos nosotros dentro de este plan? ¿En qué podemos ayudarle?

— Los necesito vigilando la frontera, lo último que quiero es tener a esos jodidos espías surcoreanos y estadounidenses metiendo sus narices donde no deben. —hizo una mueca de disgusto— Se han corrido rumores acerca del lanzamiento del misil y estoy seguro de que habrá soldados queriendo infiltrarse en busca de pruebas. No necesito explicarte que es lo que quiero que hagan con ellos si los descubren en el acto ¿o sí Kim?

— Por supuesto que no, sé exactamente qué es lo que tenemos que hacer.

— Eres un hombre realmente inteligente, estoy poniendo toda mi confianza en ti y en tus hombres, espero no estar tomando una decisión incorrecta, porque si es así, lo pagarán muy caro ¿entiendes eso, Kim?

— Lo entiendo a la perfección mi querido Líder.

— ¿Y ustedes? ¿Son mudos?

— Lo lamento mi Líder Supremo. —dijo Park— No, no lo somos, y comprendemos a la perfección sus órdenes. No podría estar más feliz de haber sido elegido por usted para realizar una tarea tan importante.

— Le estoy infinitamente agradecido por pensar en mí para esta encomienda mi querido Líder Supremo. —dijo Byun con expresión seria— No lo defraudaremos, tiene mi palabra.

— Bien, bien. —JongIl asintió— El lanzamiento del misil se llevará a cabo en cuatro días, pero necesito que salgan hoy mismo rumbo a la frontera. Los quiero vigilando día y noche, ya he armado un pelotón para ti Kim, los mejores soldados les acompañarán.

JunMyeon reprimió sus ganas de reír, él no necesitaba de ningún estúpido pelotón, podía valerse perfectamente por sí mismo, pero sabía que no estaba en posición de cuestionar nada, así que únicamente asintió.

— Saldremos hoy mismo entonces, y le doy mi palabra de que nadie podrá traspasar la frontera. —dijo JunMyeon con seguridad— No pudo elegir a un mejor hombre para esta encomienda, no lo decepcionaré.

— Tú nunca decepcionas Kim, es por eso que te he elegido a ti de entre tantos. Eres de mis mejores hombres, y me enteré que las cosas han estado muy tranquilas últimamente en Kaechon, imaginé que necesitabas un poco de acción.

Era cierto, JunMyeon no había utilizado su arma en semanas y estaba comenzando a extrañar la sensación de jalar el gatillo.

— Me conoce usted muy bien mi querido Líder. —Kim sonrió con arrogancia— Mejor de lo que pensé.

— En fin, es mejor que se retiren para que arreglen todo, recuerden que tienen que salir hoy mismo. —dijo JongIl— No los entretengo más.

Los tres se levantaron de su asiento, repitieron el saludo sincronizado y la reverencia y salieron a paso lento.

— Alisten lo necesario. —ordenó el Coronel— En cuánto terminen quiero verlos a ambos en mi oficina.

✣ ✣✣

                    
El encuentro con JongIl había dejado a JunMyeon sumamente frustrado y ansioso. Estaba molesto por más de una cosa, en general, siempre se ponía de mal humor cada vez que JongIl le dirigía la palabra, JunMyeon no lo soportaba, pero valoraba demasiado su vida como para hacerlo obvio, siempre fingía sonrisas y actuaba lambisconamente con el Líder Supremo.

Le molestaba saber que ahora gracias a la encomienda del líder tendría que aplazar la ideación de su plan para ver de nuevo a SeHun, pero lo que más le molestaba era que JongIl hubiese elegido a Park y a Byun para que le acompañasen.

En realidad, no consideraba que fuese a tener tanto problema con BaekHyun, pero ChanYeol era otra historia.

El Subteniente Park siempre titubeaba antes de apretar el gatillo o propinar un golpe, y eso a Kim le molestaba demasiado. El Teniente Byun era diferente, pocas veces le había visto llevando a cabo alguna ejecución o tortura, pero recordaba con claridad que esas pocas veces a Byun nunca le había temblado la mano.

                    
JunMyeon necesitaba hablar seriamente con ambos antes de salir rumbo a la frontera, no podía permitir que a causa de un titubeo de Park las cosas se salieran de control, tenía una reputación que mantener.

El Coronel entró a su habitación para empacar lo necesario. Empacó cartuchos, un par de navajas, lentes de visión nocturna, su cepillo de dientes y pasta dental. No necesitaba llevar cambios de ropa, sabía que no tendría tiempo para cambiarse. Le emocionaba el viaje, no podía negarlo, había pasado ya suficiente tiempo sin disparar su arma o sin torturar a alguien como para comenzar a sentirse como un extraño, sería divertido.

                    
Al entrar de nuevo a su oficina recordó un pequeño detalle: Vivi. No era que le preocupara el hecho de que el cachorro fuese a quedarse solo por cuatro días, pero no sabía qué hacer con él. No podía sacarlo, estaba seguro de que le pertenecía a SeHun y quería tenerlo consigo para sorprenderlo en dado caso de que el muchacho volviera.

JunMyeon tomó el paquete de tabaco de su escritorio y lo metió en el bolso junto al resto de su bagaje. Dejó el bolso encima del escritorio y caminó hacia Vivi, quien dormitaba en una esquina. Lo tomó entre sus manos con rudeza y lo llevó de regreso a su habitación, le dejó un cuenco con agua y lo encerró. Optó por no dejarle comida, no tenía nada listo a la mano y tampoco tenía el tiempo de preparar algo para el cachorro, y, de todos modos, Vivi había sobrevivido en peores condiciones.

                    
Byun y Park ya esperaban afuera de su oficina con sus respectivos bolsos colgados sobre el hombro, se les veía demasiado nerviosos y Kim no pudo hacer más que sacudir la cabeza ante su apariencia.

— Pasen, haremos esto rápido. —dijo JunMyeon mientras abría la puerta.

Sus subordinados se adentraron a su oficina con el mismo encogimiento de siempre.

— Quiero que sepan que no estoy contento con el hecho de que nuestro Líder Supremo les haya elegido para esta encomienda. —comenzó diciendo, con una mueca de disgusto y ambas manos tras la espalda— Creo firmemente que pudo elegir mejores hombres para que me hicieran compañía, hombres más valientes y audaces, pero ya que no puedo cuestionar sus decisiones no tengo otra opción más que llevarlos conmigo. Les advierto desde este mismo instante, que no voy a tolerar verlos titubear ante mis órdenes ¿queda claro?

— Si mi Coronel. —respondieron al unísono.

— Esto va especialmente para ti Park. —lo señaló con el dedo índice— He visto lo sensible, lo empático que puedes llegar a ser, y espero por tu propio bien que frente a mí no te atrevas a actuar de esa manera. Nuestro Líder Supremo es un hombre paranoico, no es seguro que vaya a haber intentos de infiltración, pero de ser así, tendrás que usar tu arma, te mancharás las manos de sangre te guste o no ¿entiendes?

— S-sí mi Coronel. —asintió suavemente— E-entiendo.

— ¿Tienen alguna duda?

— Yo sí. —dijo Byun— ¿En serio le parece una buena idea que se lance ese misil?

— Por supuesto que no, si ya se han corrido los rumores de que estamos realizando pruebas con misiles balísticos, me parece un movimiento sumamente estúpido llevar a cabo el lanzamiento del misil. —dijo con molestia— Pero como les he dicho ya en más de una ocasión, yo no estoy en posición de cuestionar los mandatos o las decisiones de nuestro Líder Supremo, mi único trabajo aquí es obedecer, valoro mi vida, y si ustedes valoran la suya deberían de saber que el cuestionar se paga con sangre.

— Mi Coronel, entonces ¿en realidad usted actúa en contra de lo que cree? —preguntó Park.

— Te lo repito Park, valoro mi vida. —frunció el ceño— Y si para seguir viviendo tengo que actuar en contra de mis principios entonces así será, y les aconsejo que hagan lo mismo.

— Pero mi Coronel ¿a qué se debe el lanzamiento del misil? ¿o las pruebas? —preguntó de nuevo Park— No estamos en guerra.

— ¿En qué mundo vives Park? —preguntó con una sonrisa engreída— Vivimos en una dictadura totalitaria, donde todo lo que no está prohibido es obligatorio. Siempre estamos en guerra ¿qué no te has dado cuenta?

El Subteniente no supo que responder, únicamente asintió con un intento de sonrisa adornando su rostro.

— No perdamos más tiempo, vámonos.

✣ ✣✣

                    
El viaje de Pyongyang a la frontera con Corea del Sur no era muy largo. Viajaron en automóvil, y en el camino todos aprovecharon para tomar una siesta, pues sabían muy bien que no tendrían la oportunidad de dormir mucho en los próximos cuatro días.

El pelotón que JongIl había preparado para el Coronel estaba conformado de diez soldados, y al llegar a la frontera fueron los primeros en tomar sus posiciones.

Había dos tiendas de campaña armadas, una para el Coronel Kim y la otra tendría que ser compartida por el Teniente Byun y el Subteniente Park. Al ser estos tres los superiores, gozarían del privilegio de poder descansar, pero JunMyeon no pensaba hacerlo, no había viajado hasta la frontera para dormir.

Lo primero que el Coronel Kim hizo al llegar fue dejar su bagaje dentro de una de las tiendas de campaña, sólo se molestó en sacar su arma y asegurarse de que estuviese cargada. Era un revolver Colt .22, por lo tanto, tenía un barril pequeño que le permitía cargar únicamente seis balas, pero gracias a su infalible puntería, seis balas eran más que suficiente.

                    
Esa noche fue demasiado tranquila, para la buena suerte de Park y la mala suerte de Kim. El Coronel se cansó de esperar por indicios de algún intruso y aunque no había sido su intención en ningún momento, terminó quedándose dormido en su puesto de vigilancia.

La siguiente noche no fue mejor, las cosas estaban demasiado tranquilas y mientras Park se moría de felicidad, Kim se estiraba los cabellos. Necesitaba acción, no había viajado hasta la frontera para estar sentado como un imbécil viendo a través de un par de lentes de visión nocturna, a la espera de algún intruso o cualquier señal de amenaza.

Byun no hacía las cosas más sencillas para nadie, hablaba la mayor parte del tiempo y el Coronel se convenció de que una de las seis balas en su revolver iría a parar al entrecejo del Teniente si no cerraba la boca.

Las cosas se estaban tornando aburridas para todos, Kim estaba a nada de terminarse las cajetillas de cigarros que había llevado con él, y gracias a que no había tenido ni un poco de acción no había logrado dejar de pensar en SeHun y en las ganas que tenía de volver a verlo. Tuvo suerte de que la pesadilla no se hubiese repetido cuando se quedó dormido frente a sus subordinados, habría sido demasiado vergonzoso explicarlo.

                    
Era la última noche de vigilancia, todos estaban cansados y aburridos en demasía. Park y Byun jugaban a las manos calientes y Kim ya ni si quiera tenía la fuerza suficiente para detenerlos, los dejó ser, sólo porque él no se estaba divirtiendo no significaba que nadie más tenía el derecho a hacerlo.

No hubo nada, ni un sólo intento de infiltración. Terminaron por recoger todo y partieron, Park sintiéndose como el hombre más afortunado del mundo, y Kim totalmente decepcionado.

✣ ✣✣

El viaje de regreso a Pyongyang fue completamente silencioso, pues todos cayeron en un profundo sueño apenas habían entrado al automóvil.

Al llegar a la casa presidencial el Coronel ignoró el hecho de que Byun entró a la habitación de Park y se encerró rápidamente en la suya, le urgía tomar una ducha.

JunMyeon se espantó al ser recibido por Vivi y sus incesantes ladridos, la habitación olía fuertemente a orina y tuvo que reprimir sus ganas de tomar al cachorro del cuello y apretarlo con fuerza. En su lugar lo levantó del suelo y lo llevó consigo al cuarto de baño.

Mientras se duchaba Vivi le miraba desde una esquina del cuarto de baño, y en cuanto terminó de ducharse tomó a Vivi y lo puso bajo el chorro de agua, el cachorro chilló y se retorció entre sus manos pero JunMyeon hizo caso omiso, continúo mojándolo y procedió a enjabonarlo con rudeza.

— ¡Deja de moverte así! ¿Eres un perro o una jodida lombriz?

Vivi continuó retorciéndose entre sus manos y JunMyeon terminó soltándolo abruptamente.

El cachorro corrió y se subió a la cama, cosa que terminó por enloquecer a Kim.

— ¡En mi cama no pedazo de mierda!

Vivi ladró en respuesta y Kim no pudo evitar reírse.

— ¿Sabes? Comienzas a agradarme, eres el único que se atreve a retarme.

Vivi ladró una vez más y JunMyeon caminó hasta la cama con cuidado, estaba desnudo y mojado por la ducha, un paso en falso y terminaría resbalando y besando el suelo.

El Coronel tomó el extremo del edredón que cubría su cama, y miró a Vivi con diversión. Finalmente jaló el edredón y lo retiró de la cama con brusquedad, Vivi rodó y terminó cayendo al suelo.

— Pero no me agradas lo suficiente como para permitirte usar mi cama.

Después de reírse un rato más de la desgracia de Vivi, JunMyeon procedió a vestirse para salir al jardín.

El jardín se había convertido en su lugar favorito, y el estar lejos cuatro días le había hecho extrañarlo.

No tenía más la esperanza de encontrar a SeHun ahí, recordaba la amenaza que le había hecho semanas atrás, dudaba que después de aquello SeHun tuviese las agallas de pararse ahí de nuevo.

Se sentó en el banquillo y encendió un cigarrillo como de costumbre, elevó la mirada al cielo y suspiró.

Esperó un largo rato y finalmente se rindió, enfrentándose así a una noche más sin SeHun.

Deja de torturarme y aparece niño estúpido, ya no quiero hacerte daño.


✣ ✣✣

N/A:  Al parecer a SeHun le gusta torturar al Coronel Kim, ¡no se digna en volver! que niño tan cruel 💔

En el siguiente capítulo nuestro Coronel dejará de sufrir la ausencia de SeHun, así que esperen por ello 💕

En otras noticias, abriré una campaña para apoyar a Vivi y protegerlo de los malos tratos del Coronel Kim.
Vivi no necesita dinero, sólo unas cuantas palabras de aliento.

Dejen aquí sus palabras de aliento para Vivi, se aceptan emojis.
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Muchísimas gracias por leer.
Espero que hayan disfrutado la lectura aunque el capítulo no ha sido tan "emocionante" como los anteriores.

Nos leemos de nuevo la próxima semana sin falta 💖.

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