Knock Knock

By Girlinabook1

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Knock Knock
Capítulo 1. "El parque acuático"
Capítulo 3. "La fiesta"
Capítulo 4. "Chico nuevo y una cita"
Capítulo 5. "Un pequeño susto y una gran pelea"
Epílogo. "Donde una historia empieza"

Capítulo 2. "El intento de un beso"

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By Girlinabook1

Luego de caminar unas cuadras llegue por fin a mi casa. Mi madre se encontraba frente al televisor de la sala viendo películas. Sintió mi presencia y me volteo a ver.

–Hola, mi vida, ¿Cómo les fue?

–Fue divertido, aquel enorme tobogán fue lo más genial que pudo haber  –dije con una sonrisa en mi rostro y camine hasta sentarme alado de ella.

– ¿Toboganes? Que yo sé en la playa no hay toboganes  –dijo.

–Fuimos a un parque acuático, ¡el más genial de todos!

–Me alegro mucho que se divirtieran.

–Y cómo estuvo tu día  –pregunté.

–Bien, viendo películas que llegan al corazón  –puso su mano en su pecho–. ¡Oh!, y alguien vino a visitarte.

– ¿A mí?  –afirmo moviendo la cabeza y parpadeando lentamente–.  ¿Quién?  –entrecerré los ojos al ver su rostro de tal manera.

– ¡Fernanda!  –una voz dijo con emoción mi nombre.

 Volteé la mirada lentamente hacia atrás: ¡Y era él!, ¡Era él! Me quede muda por no sé cuantos segundos y reaccioné:

–Agustín  –dije tartamudeando y con nerviosismo.

–Ahora regreso  –dijo mi madre subiendo las escaleras–.  Me alegra verte de nuevo Agustín       –desapareció en la planta alta de la casa.

¡Gracias madre!, pensé.

–Igualmente  –respondió Agustín–.  ¿Cuánto tiempo sin vernos?  –regreso la mirada a mí.

–Lo mismo digo  –dije parándome del sofá y en una sonrisa forzada–.  Y… ¿Cómo has estado?

–Bien, ¿y tú?

–Bien, muy bien –gruñí por lo bajo al ver que lo que dije fue con nervios.

Se quedo mirándome a los ojos por un buen rato con una expresión que no podía explicar, estaba como idiotizado o algo cercano a eso. Se acerco a mí, me tomo entre sus brazos y… ¡Me abrazó! Me quede inmóvil. Pasaron muchos años para que me abrazara así de esa forma.

–Te extraño tanto, Fernanda  –dijo con una dulce voz. ¡Una dulce voz!

–Yo también –dije alargando un poco la “e” y dándole ligeras palmaditas en su hombro.

–Fernanda, hace mucho que te quiero dar algo –dijo.

 Se separo de mi y en me miro a los ojos conectándose con los míos por un segundo. Se acerco lentamente a mí, pero esquive, perdiendo así aquel... beso.

–No –dije y lo mire a los ojos–. Te quiero mucho, pero... no quisiera que por esto perdamos nuestra amistad –lanzo un suspiro y volvió a abrazarme.

Después de unos segundos más, dejo de abrazarme, me dijo adiós con la mirada y salió de mi casa para dirigirse a la suya. Cuando la puerta se cerró con él fuera me deje caer en el sofá, asimilando lo que había ocurrido.

– ¿Qué rayos... fue eso? –dije cuando aún no había digerido del todo lo que sucedió con Agustín.

A la mañana siguiente me desperté con la voz de mi madre:

–Fernanda, despierta –decía en voz baja. Poco a poco abrí mis ojos y la vi a ella sentada en la orilla de la cama.

– ¿Qué pasa? –dije cuando me sentaba lentamente.

–Me tengo que ir a trabajar, abajo esta tu desayuno.

–Está bien mamá, ahora voy.

–Bien. Adiós amor regreso en la noche. Cuídate –beso mi frente y salió de la habitación dejándome sola en ella.

Me pare de la cama. Busque ropa en el closet, me cambié y baje a desayunar.

Llegue a la cocina y vi un plato con un sándwich y un vaso con jugo de naranja recién preparado. Me dedique a desayunar y cuando acabe, lave y coloque en su lugar los trastos que utilice.

Alison me había llamado para acompañarla de compras al centro comercial y aunque me  negué, no sé cómo, pero termino convenciéndome. Me cepille los dientes y me arregle un poco. Al poco tiempo Alison ya estaba en mi casa, así que, salimos y caminamos hacia nuestro destino.

– ¡Oh por dios, mira! –dijo.

Ella y yo ya nos encontrábamos en el centro comercial recorriendo las tiendas. Cuando volteé a ver a Alison, ella se encontraba pegada al vidrio de una ventana de una tienda de ropa observando un hermoso vestido dorado estraple y que llegaba un arriba de la rodilla.

– ¿Acaso no es hermoso? –quedo embelesada con aquel vestido.

–Si –dije fingiendo alegría. Inmediatamente me miro.

– ¿Qué te sucede, porque estas de tal humor? –dijo acercándose a mí.

–Es que ya estoy harta, cansada y un fin de cosas más de no poder sacar de mi mente a Agus... –me calle.

– ¡¿Agustín?! –casi grito. Recordé que ella aun no sabía nada del casi beso entre Agustín y yo  –. ¿Por qué no lo puedes sacar de tu cabeza?... ¿Qué sucedió? –me miraba sorprendida. No me quedo que contarle la verdad–. ¡¿Qué qué?!  –volvió a gritar–, casi te... –no la deje continuar ya que le tape la boca con la palma de mi mano.

– ¡Shhh! ¡¿Acaso quieres que todo el centro comercial se entere?! –dije gritando en voz baja.

–Lo siento –hizo una mueca–. Pero, qué lindo.

–No, no es lindo –la contradije.

– ¿Por qué no? Nadie va después de años a casa de una chica para darle un beso.

– ¡Exacto! Nadie va a casa de una chica solo para darle un beso después de años de no verse       – dije de entre dientes y seguíamos hablando en voz baja. Alison se puso a pensar.

–Pensándolo bien, ¿Por qué fue a tu casa solo para besarte? –dijo.

–No lo sé –dije sin esperanza y mordí mi labio. Alison acaricio mi hombro.

–Deberías...

–No-puede-ser  –una voz interrumpió a Alison e hizo que volteamos a ver.

Alison y yo gruñimos al ver de quien se trataba.

– ¡Agh! ¿Qué haces TÚ aquí? –dijo Alison.

–Mejor dicho ¿Qué hacen ustedes dos –nos señalo con su dedo índice–, aquí? No sabía que a las tontas se les permitiera entrar –fruncí el ceño y estaba a punto de decirle de cosas cuando Alison se me adelantó:

– ¿Qué rayos… –se contuvo –,  yo no sabía que a “chicas” como tú se les dejara entrar?

Nos lanzo una mirada de “eso no se quedara así” y nosotras le respondimos con una de “no te tenemos miedo” y se fue.

– ¡LA ODIO!  –grito Alison

–Y crees que yo no –le dije.

Alissa es la típica chica que le gustaba ganar y ser el centro de atención y desde Quinto grado me ha odiado por ser amiga de Agustín y a Alison la odia por ser mi mejor amiga. ¿Sera capaz de hacer algo si se entera de lo que Agustín trato de darme?

–Sabes, quiero ver su cara si se entera que Agustín intento besarte –la mire con los ojos abiertos de más.

– ¿Qué? ¡No! –dije. Alison estaba a punto de protestar pero no la deje–. ¡No, no y no! Promételo –la mire seriamente.

–Pero, si lo prometo no podre decírselo a nadie –se quejo.

–Exacto, ahora por favor, promételo –la mire con cara de perrito suplicante. Vi que a Alison poner los ojos en blanco y golpear ligeramente su frente con su mano.

–Lo prometo –dijo resignándose.

–Mira eso… ¿no que te querías comprar aquel vestido? –pregunte tratando de cambiar el tema. Me miro con los ojos entrecerrados y dijo:

–Está bien, vamos –me lanzo una sonrisa y entramos a la tienda.

Al salir de la tienda Alison ya tenía empaquetado el vestido que habíamos visto en el cristal. Salimos del centro comercial pero algo nos agarro de sorpresa: varios chicos se pusieron en fila frente a nosotras, Alison y yo nos miramos con confusión y cuando escuchamos a uno de ellos gritar “¡Ahora!” una lluvia de globos llenos de pintura se explotaron en nuestros cuerpos. Lo único que hicimos fue gritar y cubrirnos una con la otra. Cuando quedamos totalmente pintadas de pies a cabeza, se detuvieron y salió Alissa entre ellos con una sonrisa triunfante acercándose a nosotras.

–Les advertí que no se quedaría así –aquella sonrisa aun seguía en sus labios.

Alison la miraba con tanta furia y lo que me imagine que pasaría en ese momento, pasó:

– ¡¡Agustín beso a Fernanda!! –grito Alison

– ¡¿Qué?! –la mirada de Alissa y la mía se clavaron en Alison y cuando me di cuenta de que Alissa lo escucho cerré y abrí lentamente los ojos y sentía a mi frente ser golpeada por la palma de mi mano. ¡Por favor Tierra, haz lo tuyo y trágame en este momento!

Gire los ojos en dirección a Alissa, quien ya me miraba con rabia. Frunció el seño y se fue. Volví los ojos hacia Alison y la fulmine con la mirada.

– ¡Ay, vamos! No me digas que no querías decirlo también –dijo.

–Bueno… sí –dije con una ligera sonrisa. – Mírate, estas toda llena de pintura –reí.

– ¡Tu también! –rió al igual que yo.

Llegue a casa y agradecí a Dios que mi madre no estuviera, sino ahora estaría muerta. Subí a mi habitación y me bañe, quitando todo rastro de pintura. Al terminar me puse ropa limpia y la otra la lleve a la lavadora a que se lavara por si sola. Metí toda la ropa junta y presione el botón de comienzo.

– ¡Rayos! –dije con una mueca en mi rostro–. Espero y que los colores no se convienen. ¡Ya que!  –alce los hombros.

Salí de ahí y fui a la sala, prendí el televisor y cambie y cambie dos veces los canales pero no encontré algo que me entretuviera. Lo apagué. Mire hacia arriba en dirección a mi habitación y subí corriendo. Busque discos y los puse en el estéreo y toda la tarde me la pase cantando hasta que mi madre llego y  por suerte no me descubrió sacando la ropa de la lavadora. Aunque el día lo empecé triste, lo termine feliz.

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