Capítulo 3. "La fiesta"

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Los próximos días me las pase pensando en Agustín y también en las maldades que Alissa pueda hacerme…o a Alison.

– ¿Y entonces?, no quiero quedarme todo el día aburrida dentro de mi casa. Dentro de una semana las vacaciones nos dirán: “¡Adiós!” –dijo Alison con una voz graciosa mientras caminábamos hacia su casa.

–Sí, lo sé  –dije con pereza–. Sabes, tenemos que hacer al… –de pronto mis ojos se abrieron y una idea junto con una sonrisa llegaron a mí–, ¡Una fiesta!

–Sí… –dijo asintiendo lentamente. Me miró–. Mis padres estarán fuera de casa todo el fin de semana.

– ¿En que estas pensando?  –la mire desconcertada y capte la idea–. Espera… ¿una fiesta sin tus padres?  –asintió sonriente. Me mordí el labio y aunque sabía que mi madre diría que ¡no!, lo intenté:

– ¿Una fiesta?  –dijo lentamente y entrecerró los ojos, como si lo estuviera pensando–. ¿Y quienes estarán ahí?

–Tú sabes, Alison y yo, amigos… –dije.

–Y padres  –dijo completando mi oración. Asentí nerviosamente.

–Bien, puedes ir. Pero nada de llegar tarde –dijo–. Y recuerda que ese día no estaré porque viajare y… que al siguiente día comienzas las clases de nuevo.

– ¿Viajaras? –la mire.

–Sí, así que no hagas nada que me haga enojar ¿quedo claro? –me miro seriamente.

–Como el agua –dije.

 Ella se dirigió a la cocina y fue ahí cuando un suspiro de alivio salió de mí y corrí hacia mi habitación. Ya era tarde y no podía decir que no y si mi madre se enteraba de que no habría adultos responsables en la fiesta me tendría castigada hasta los 50 años.

El gran día para la fiesta llegó: domingo. Mi madre se fue desde temprano y en ningún momento dejo de repetirme sobre las normas que tenía para poder ir a la fiesta. En ese momento sentía muchas emociones: culpabilidad, nerviosismo, ansias, todo en uno.

La fiesta comenzaría desde las 7 de la noche y para ese entonces yo ya estaba lista. Mi atuendo era un vestido fucsia que llegaba un poco arriba de la rodilla y con un hombro descubierto, junto unos zapatos negros de tacón. También con algunos accesorios. Mi ojos delineados y con sombra color rosa, maquillaje y brillo transparente. Termine de guardar mis cosas en una cartera de mano color negro y después me destiné a la casa de Alison.

Llegue a casa de Alison y se encontraba haciendo los últimos detalles para la fiesta. Ella traía puesto el vestido que se compro en centro comercial, aquel dorado estraple, y lo combino con unos zapatos dorados y accesorios también.

La casa se comenzó a llenar de adolecentes, nuestros amigos de la primaria, algunos de la secundaria y los de la preparatoria. Todo mundo se encontraba bailando hasta yo, pero un brazo que jalo el mío delicadamente y me sacó de la pista:

– ¡Fernanda! Ni te imaginas quienes llegaron –dijo Alison–. Y juntos.

–Pues, ¿Quiénes son como para que te molestes así? –volteó la mirada hacia un lado de la pista e hice lo mismo.

Entre la multitud se veían dos personas bailando y riendo. La chica y el chico se me hicieron familiares al verlos de perfil y de inmediato supe de quienes se trataban: Agustín y Alissa.

–Pero… –los mire con confusión y enojo al mismo tiempo–. ¿Por qué? –entrecerré los ojos y algo vino a mi mente–.  Se está vengando  –dije.

– ¿Vengándose? ¡Ha! Y te sorprende –dijo sarcásticamente.

–Sabes, ¡no me importa! Y que hagan… lo que quieran –dije entre dientes.

–Olvídate de ellos, sigamos divirtiéndonos, que por eso estamos aquí ¿no?  –reí.

Volvimos de nuevo a la pista y seguimos bailando. Hubo un momento en el que sentí su mirada sobre y cuando lo mire discretamente el me miraba como si me estuviera reconociendo ¡¿Acaso no sabía que yo estaría aquí?! ¡Ha! ¡Tonto! Y mil veces más ¡Tonto!

Al llegar las 9 de la noche la mayoría se había ido y los demás se despedían para irse. Tal vez Agustín y Alissa ya se hayan ido porque desde que los vi bailando juntos no los volví a ver.

–Genial fiesta Alison, hasta luego –dijo uno de nuestros amigos–. Adiós Fernanda.                    

– ¡Adiós! –dijimos Alison y yo al mismo tiempo.

–Bien –lancé un suspiro–. Creo que todos se han ido  –dije poniéndome frente a Alison

–Si que la fiesta estuvo genial –dijo y ambas reímos.

–Saben, no  todos se han ido –volteamos la mirada hacia aquella voz y ahí estaba de nuevo Alissa en el pacillo un poco lejos de nosotras.

– ¡Otra vez tú! –bufé.

– ¡Uh, que humor! –dijo Alissa pacíficamente y camino a paso tranquilo hacia Alison y yo–. ¿Acaso te molesto lo de hoy? ¿Yo y…Agustín juntos? –dijo restregándome en cara que estaban juntos–.  ¿O estás celosa? –fingió sorpresa.

–Ni la más mínima gota de celos logra caer sobre mí  –dije aparentando que no me importaba nada de lo que pasara entre ella y Agustín.

–Y si…te digo que nos besamos –la miré y tense mi mandíbula para evitar enojarme, desvié la mirada y de nuevo la volví a ver.

–Tampoco –dije fríamente.

– ¡Ha! Claro –dijo en tono de burla–. Me voy. No quiero infectarme de tontinillas –abrió paso entre nosotras y abrió la puerta, pero antes de que saliera, Alison dijo:

–Y entonces, si no querías infectarte de “tontinillas” ¿Por qué viniste? –Alissa la volteó a ver –. Era obvio ¿no? –Alison le lanzo una sonrisa y lo único que hizo Alissa fue salir sin dar una respuesta y cerrando con fuerza la puerta. Alison y yo reímos.

–Tenía que hacerlo –me miro sonriendo.

–Lo sé, y te lo agradezco –sonreí también.

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