Oxigenado al cuadrado

De GexYuichiro

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❝Para salvar su pellejo, Shindoū Mikaela deberá fingir un noviazgo con su peor pesadilla: Amane Yūichiro, por... Mais

Prólogo
Aliento de mierda
Aviso + Nota ( ¿OA4 volverá? )

Shindoū al Curry

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De GexYuichiro

Advertencia: Contenido sexual.
Historia YuuMika / MikaYuu

El plato de cerámica se estrelló contra la cabeza del rubio, tirando todo su contenido por el uniforme del alumnado: Shindoū Mikaela de dieciséis años, ahora se encontraba bañado en sopa de verduras con pequeños trozos de arroz a medio cocer, se había levantado colérico de su lugar.

La sala de la cafetería en el almuerzo había estallado en total de carcajadas, señalando en burla y vulgaridad al afectado con el plato aún en la cabeza.

El mencionado a su vez, escupió al suelo parte de la comida masticada y dirigió una estupefacta mirada a los demás, haciendo que estos retrocedieran con miedo a pesar de no ser a los que le iba a ir mal.

El plato dio a dar al suelo, quebrándose en mil pedazos, haciendo que los demás formaran un círculo entre los dos idiotas inmaduros que solo buscaban sacar de quicio al otro.

Su rostro formó una vil mueca y apartó la comida con su diestra de sus ojos y lanzando esta con asco a donde fuera sin importarle donde caería, desviando esta vez su fría y cruel mirada al idiota que le había estrellado su desayuno en su propia melena rubia bien peinada.

Ahora era un completo desastre.

Y los esfuerzos por mantener su cabello completamente ordenado habían sido en vano, el desquiciado se las pagaría muy caro.

-Púdrete, Amane Yūichiro.. -el rubio lanzó un bufido frente a él y sacó el dedo de en medio enfrente al rostro del mencionado con el odio más puro que tenía presente en su ser -porque acabas de hacer enojar al gran Mikaela Shindoū.

El otro con burla levantó la ceja derecha y volvió a reírse de sus palabras con fuerza, no lo iba a tomar enserio solo porque le miraba mal al principio del curso y por supuesto por sus insultos y el vocabulario que parecía de segunda mano la primera vez que lo usó contra él.

-Deberías saber que yo no soy una verdura para decirme que me pudra, soy el rey de sal, pequeño Mikaela -Yūichiro por su parte, se había tomado todo como una broma inofensiva que no le hacía daño a nadie, porque tomar su desayuno y estrellarlo en la cabeza de su peor enemigo, era solo parte del comienzo que daba vueltas entorno a su venganza contra el rubio.

-Pequeño tu pene -esto último dicho por el contrario, lo hizo enojar, y aunque quiso mantener por unos segundos la compostura, porque el sabía con exactitud el tamaño de su virilidad y no otros, no lo pudo evitar, absolutamente nadie le decía que la tenía pequeña, ni siquiera mucho menos él.

Porque fue en definitivo la gota que derramó el vaso de paciencia en Yūichiro.

Eso había sido el colmo para Mikaela, se vengaría hasta la muerte por lo de su cabello.

Rasguños, mordidas, pisotones, jalones, golpes e insultos venían de los estúpidos inmaduros que yacían en el suelo con la ropa rasgada, las orejas mordidas, los mechones de cabello de ambos habían sido arrancados con fuerza de su cabeza y habían ido a terminar a su palma haciendo un desastre en esta, dejándolos llenos de moretones por el cuello y su clavícula mordida.

Uno sobre otro, como si estuvieran a punto de asesinarse entre ellos mismos por la estúpidos insultos y golpes que no mataban absolutamente a nadie.

-Engendros del demonio, ¿¡cómo se les ocurre hacer esto enfrente de toda la institución!? Han de estar mal de la cabeza, par de idiotas -Hiragi Kureto, entró de momento a la cafetería con pasos firmes y rápidos en compañía de la subdirectora, Aoi Sangū.

Ambos con miradas des aprobatorias se fijaron en todo el alumnado que hace momentos atrás había estado rodeando al par de jóvenes que luchaban en el suelo al punto de matarse mutuamente.

Dejando a ambos jóvenes hechos piedra por la presencia del control ante ellos.

Hīragi Kureto, había sido director de tres instituciones completas totalmente privadas con un historial de alumnos retrasados en toda su área, se le conocía por su mal carácter y un genio que no se podía controlar ni en lo más mínimo, por lo tanto, era una pesadilla tener que lidiar con él.

Aoi Sangū por su parte, era estricta y callada cuando se le veía al lado del director Hīragi, pero con otros maestros y el alumnado, era tímida y solo quería ayudar a otros sin ver las intenciones ajenas que tenían los demás, no era como él y nunca le gustó serlo, quizá se debía por su cruel pasado.

Como alma a la que le cayó un rayo, se incorporaron y señalaron al otro acusadoramente, dejando en duda a quién había iniciado la lluvia de golpes y mordidas en el cuerpo de ambos.

-¡El empezó! -ambos gritaron al unísono, y aunque hicieran lo posible por echarle la culpa al otro, ninguno de los dos se salvaría del castigo que les esperaba por irrumpir la paz y el silencio de la institución.

-Estúpido, fuiste tú el que vertió el curry en mi cabello, idiota! -gruñó Mikaela a su favor, apuntando con su índice al pecho de Yūichiro de forma amenazante para luego darse una pasada por su cabellera con el cepillo que traía en su bolsillo.

-¡Y mi pene no es pequeño, maricón de mierda.. -instantes atrás los insultos de Yūichiro no le habían dolido al rubio de sobre manera pero oír que dañó su dignidad de hombre con la palabra marica, eso había tocado su punto medio haciéndolo estallar de rabia- y puedo demostrártelo con la Yuuconda!

-Y yo no soy un pinche gay, idio..! -reclamó el rubio dándose cuenta de las palabras del azabache.
¿Había nombrado vulgarmente a su propio pene?

Pero para Yūichiro, esto era una broma inofensiva que no dañaba a nadie.

Lo cuál consistía únicamente en retirarse el cinto de la cadera que unía su mezclilla junto con la camisa que se había fajado esa misma mañana y bajarse lentamente los pantalones dejando ver parte de la ropa interior y en esta ocasión, parte del negruzco vello púbico de su miembro viril y la longitud del azabache a la vista.

La mayoría sacó fotos y vídeo de lo que presenciaban, las mujeres avergonzadas cubrieron los ojos de las chicas menores y los hombres aumentaron los gritos y el bullicio a su alrededor, vaya que era un enorme desastre.

Los ojos de Mikaela se centraron en esta justo en el momento que la cremallera de Yūichiro sonó al bajarse y los pantalones al caer en el suelo, nunca más olvidaría lo que vio frente a sus ojos.

Seguramente le sacó un trauma y más, porque esa cosa era enorme, peluda como una tarántula y tenía un aspecto que daba asco, ¿desde cuando no se lo afeitaba? además de que a su dueño no le daba por mostrar lo vulgar y grosero que podía llegar a ser en ocasiones.

-¡D-Deja de hacer tus mamadas, cúbrete eso pendejo!

-¿Y si mejor tu me haces una mamada? -el azabache sonó en tono de burla frente a el meneando la cadera sin problemas de mostrar su miembro viril que hacia sonrojar al rubio de sobre manera.

Los cómplices/amigos del azabache, habían llegado al rescate de lo pendejo que podía ser su amigo, pero aún así se le quería mucho.

Aunque esta vez había cruzado la línea de la estupidez.

-¡Yūichiro eres un idiota -intervino Shinoa al compás de Kimizuki detrás suyo -deja a Mikaela en paz, es la tercera vez en esta semana que le haces algo al pobre!

-Mikaela es un maricón de mierda..

-¡Se supone que es tu compañero estúpido, no tu objetivo de burla! -intervino Lacus Welt, el amigo más cercano de Mikaela, siempre salvandolo de las amenazas de Yūichiro -Shindoū, te dije que le dijeras a tu madre, pero ni caso nos haces a mi y a René, ¿será acaso que te gusta Yūichiro?

El nombrado enrojeció de tan solo escuchar lo último que había dicho su amigo, nunca antes alguien le había dicho eso y mucho menos acerca de su sexualidad pues como él no se consideraba marica, ni siquiera creía en la homosexualidad como algo libre de llevar.

¿Sería eso posible?

Sin saber que hacer, apartó a la multitud de un solo porrazo y salió corriendo de la escena casi a punto de llorar, ganándose una pequeña carcajada de parte de todo el alumnado en la institución porque le habían dicho gay indirectamente sin siquiera saber de su orientación sexual.

Haciendo que dos de sus amigos corrieran detrás de él a toda prisa.

Ese día, Shindoū Mikaela vivió uno de los peores días en su colegio Royal no Sanguinem.

Y saber que no sería el último al lado de Yūichiro, la atormentaba sin duda alguna al rubio.

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